CODALARIO, la Revista de Música Clásica

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Crítica: La Danserye & Capella Prolationum en Juan March

30 de octubre de 2016

Interesante y novedosa propuesta para el inicio de este ciclo en el que se repasa la influencia e importancia de la música entre algunos de los más grandes gobernantes de la Europa absolutista.

CAPILLAS DEL SIGLO XXI

   Por Mario Guada
Madrid. 28-10-2016 | 19:00. Fundación Juan March. Música en las cortes del Antiguo Régimen [Viernes temáticos]. Entrada gratuita. Obras de Tielman Susato, Cristóbal de Morales, Pierre de Manchicourt, Clemens non Papa, Thomas Crecquillon, Johannes Lupus, Jean de Richafort, Nicolas Gombert y Antonio de Cabezón.

   Los Viernes temáticos [repetidos en sábados] son sin duda una de las propuestas más interesantes dentro de la ya magnífica programación musical de la Fundación Juan March. Bajo el título de Música en las cortes del Antiguo Régimen se presenta este ciclo en su edición 2016/2017, en el que está previsto demostrar que la música tuvo mayor influencia y desarrolló una labor más sustancial dentro de las cortes europeas de los siglos XV a XVIII de lo que se tiende a creer, especialmente como emblema de poder. El concierto inaugural corrió a cargo del ensemble La Danserye, actualmente el mejor conjunto de ministriles de este país, que a pesar de llevar como formación nada menos que desde 1998, no ha sido sino en los últimos años cuando se ha colocado como una de las formaciones punteras europeas en la interpretación histórica de instrumento de viento. Estuvieron acompañados por la Capella Prolationum, un conjunto vocal formado en 2013 como complemento para sus proyectos.

   El programa, dedicado por entero a la música en la corte de Carlos V –le seguirán en próximos conciertos Henry VIII, Friedrich II der Große, Kristina de Suecia, Maria Bárbara de Bragança, Louis XIV y Nikolaus Esterházy–, hizo un repaso por la obra de maestros franco-flamencos y españoles de su tiempo, en un recorrido repleto de joyas de la creación polifónica de los siglos XV y XVI. Precedida –como es habitual en este ciclo– por una presentación sobre el concierto mismo, con las consideraciones básicas sobre lo tratado y lo que a posteriori se puede escuchar, en esta ocasión fue el gran Pepe Rey el encargado de brindar a los presentes una cuidada presentación, con una magnífica selecciones de imágenes y especialmente con la sapiencia siempre cadenciosa de su verbo. Pero además presentó para la ocasión un acto especial, ajeno a los que suele ser el ciclo y los propios conciertos de la fundación: un breve pasacalle de los miembros de La Danserye desde la calle Castelló hasta el vestíbulo de la sede, para concluir en la antesala del auditorio en su planta baja. Un evento que maravilló al público asistente, que pudo presenciar más cerca que nunca algunos modelos de sus instrumentos y a sus tañedores, ataviados con ropajes de gala renacentistas. Toda una traslación a pleno siglo XVI.

   Tras la presentación de Rey dio comienzo el concierto, con la presencia de los ocho miembros de la Capella Prolationum y los cinco de La Danserye –vestidos ahora de riguroso negro para el concierto–. Que estamos antes una –o dos– formación poco habitual –ya no solo en España, sino en todo el mundo– quedó patente desde el minuto uno. El principal aporte de estos dos ensembles radica en la reconstrucción fidedigna de la interpretación musical en algunas capillas del Renacimiento europeo, interpretado su repertorio de la manera más habitual en que solía hacerse por aquel entonces: ora cantando todos de los libros de coro desde el facistol, ora cantando en formación pero cada pequeño grupo de intérpretes de su libreta de partes –las particelle de hoy día–. El segundo gran aporte proviene de la propia formación, por la combinación de los ministriles con la voz en todo momento. Sobre esto cabe mucho debate: ¿doblar siempre cada una de las líneas vocales, utilizar solo una parte instrumental y el resto vocal, una sola línea vocal y el resto instrumental, dividir de manera equitativa las líneas entre ambos…? Las opciones son tan amplias como el desconocimiento exacto que existe de esta práctica. Y todo ello aderezado por la presencia de un director a la antigua usanza –en este caso el bajo Nancho Álvarez–, encargado únicamente de marcar el tactus –el pulso básico de cada obra– con un gesto casi marcial. La Danserye opta por doblar cada una de las partes –salvo que la falta de efectivos no alcance para ello–, lo que en ocasiones dificulta la inteligibilidad de las líneas y termina por apabullar en ciertas piezas en la que se requiere una sonoridad más ajustada.

   El repertorio ofrecido estuvo conformado por partes de misas de Cristóbal de Morales (1500-1553), Kyrie y Gloria de la Missa Mille regretz a 6; Johannes Lupus (1506-1539), Sanctus de la Missa Carolus Imperator Romanorum Quintus a 5; y Nicolas Gombert (1500-1556), Agnus Dei de la Missa Sur tous regretz a 5; a las que se sumaron una serie de motetes: Carolus magnus eras a 5, de Clemens non Papa (1510-1555); Andreas Christi famulus a 8, de Thomas Crecquillon (1500-1567); y Jubilate Deo, omnis terra a 6, de Morales, todo ellos claros ejemplos de la propaganda musical imperial. Se completó el programa con algunas chansons y piezas instrumentales: Fanfarria imperial (c. 1580); Pavana «Mille regretz» y Ronde Il stoit une filette, de Tielman Susato (1500-1561); Yo te quiere matare a 4, de Pierre de Manchicourt (1510-1564); Sur tous regretz a 4, de Jean Richafort (1480-1547); y las Diferencias sobre el «Canto del Cavallero», de Antonio de Cabezón (1510-1566).

  Sin duda, la mayor problemática vino de dos aspectos básicos: la poco apropiada acústica del auditorio para este tipo de repertorio, así como el nivel notablemente superior del conjunto de ministriles sobre el conjunto vocal. Sin incidir especialmente en los problemas técnicos, las voces agudas –contratenores para el cantus– llegaron de manera demasiado directa, con un sonido incisivo y poco balanceado con el resto; las voces de tenores hubieran requerido de una coloración más redondeada y una emisión menos abierta; concluyendo con una línea de bajo que se hubiera agradecido más presente y rotunda, aun con el apoyo del bajón para reforzarla. Aun con todo, ofrecieron Sin embargo, las partes puramente instrumentales resplandecieron sobremanera, con una sonoridad muy cuidada, un gran equilibrio, una afinación realmente pulcra –lo que no es muy habitual en este tipo de formaciones por los instrumentos tañidos–. Así, las cornetas, sacabuches, trompetas, bajoncillos, consorts de cromornos y consorts de flautas –especialmente– brindaron momentos realmente hermosos. La Danserye –formada por los cuatro hermanos Pérez Valera, con el apoyo aquí del sacabuche de Quesada– volvió a demostrar lo fascinante de su propuesta y su garantía de calidad. No solo posee la colección de ministriles –muchos de ellos construidos por ellos mismos– más importante de España y una de las mayores del mundo, sino que ellos mismos confeccionan facsímiles de los libros de coro y de las partes de la mano de un copista de gran destreza.

   Fue, sin duda, un inicio prometedor para un ciclo por el que pasarán algunas de las formaciones de mayor proyección mundial. La próxima etapa, Henry VIII, contará con la presencia de Alamire | David Skinner, uno de los mejores conjuntos vocales especializados de la actualidad. Lo esperamos y lo contaremos.

Fotografía: ladanserye.com

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