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BEATRICE RANA, pianista: 'En la música, la recompensa es mucho mayor que el sacrificio'

1 de mayo de 2017

BEATRICE RANA, pianista: 'En la música, la recompensa es mucho mayor que el sacrificio'

   Una entrevista de Álvaro Menéndez Granda | @amenendezgranda     
   Traducción de Paula Villanueva      Foto: Marie Staggat

Beatrice Rana es, a día de hoy, una de las jóvenes figuras del piano internacional. Su éxito en diversos concursos le ha granjeado una posición sólida como concertista, y actualmente atraviesa un inmejorable momento profesional en el que tanto público como crítica se han puesto de acuerdo en la belleza de su sonido y la calidad incontestable de su técnica pianística. En CODALARIO hemos querido conocer un poco más de cerca a Beatrice Rana, su manera de acercarse al arte de la interpretación y cómo se ha entrenado para ello durante los últimos años.

En primer lugar, hábleme de usted. Todos conocemos su biografía y su trayectoria, pero queremos algo un poco más personal. ¿De dónde viene Beatrice Rana? ¿De dónde nace su amor por la música?

Nací en Lecce, una preciosa ciudad barroca en el sur de Italia. Mis padres son ambos pianistas y he podido escuchar el sonido del piano tanto como sus propias voces. ¡Así que no sabría decir por qué empecé a estudiar piano! (risas).

Hábleme de sus maestros. ¿Cómo le han influido? ¿Cuáles han marcado más su manera de entender la música?

He sido lo bastante afortunada como para haber tenido dos maestros increíbles en mi vida artística. El primero de ellos es Benedetto Lupo; cuando le conocí yo tenía diez años, y me introdujo, literalmente, en un nuevo mundo poblado de una infinita variedad de sonidos. El segundo maestro al que me refiero es Arie Vardi, cuyos conocimientos del repertorio musical siempre han sido impresionantes. Dos aproximaciones muy distintas a la música, aunque totalmente complementarias. ¡Nunca podría haber sido del modo en que soy si no les hubiera conocido!

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A pesar de su éxito tanto en los concursos como en las grandes salas de concierto, ¿sigue usted contando con el consejo de un maestro? ¿Hay situaciones, por ejemplo durante el estudio de una nueva obra, en las que todavía considere que necesita la ayuda de alguien con más experiencia?

Sí, a menudo toco para Benedetto Lupo cuando estoy aprendiendo una nueva obra, o quizá antes de un debut de especial relevancia. Creo que es importante tocar para alguien en quien confías totalmente, porque puede orientarte y hacerte saber si tu proceso de interpretación va en la dirección correcta.

Dijo en una ocasión que el piano había sido algo muy natural para usted desde siempre. Eso mismo lo dice un gran maestro como Daniel Barenboim. Parece que tener un estímulo musical desde la niñez consigue potenciar a los grandes talentos, ¿no cree?

Todo el mundo tiene talento para algo. Soy muy afortunada de haber descubierto el mío a una edad muy temprana, de manera que he podido desarrollarlo gradualmente. Nacer en una familia de músicos ayudó mucho, por supuesto, porque acudía con regularidad a conciertos y óperas; siempre fue parte de mi rutina. Tener acceso a tantas fuentes de inspiración fue increíblemente estimulante.

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¿Y los concursos? Sabemos que está usted agradecida a los concursos porque le han proporcionado reconocimiento internacional pero ¿y la parte negativa? ¿Cree usted que la hay? Quiero decir, no sólo por los compañeros que ha visto quedarse atrás mientras usted ganaba, sino también por la presión que debe soportar el concursante.

Los concursos son un tema delicado. Creo que hoy en día hay demasiados y que exponen a los jóvenes músicos a altísimos niveles de presión. No obstante, uno debe ir a los concursos no con intención de batir a unos rivales, sino por llegar con tu arte a cuanta más gente mejor. Cuando he participado en certámenes mi única motivación ha sido compartir mi música en grandes salas de concierto con tanta gente como fuese posible.

A pesar de su juventud ha interpretado ya una gran cantidad de obras míticas de la literatura pianística. Como ejemplo, los Preludios de Chopin, el Concierto nº1 de Liszt, las Variaciones Goldberg de Bach o los Estudios Sinfónicos de Schumann. ¿Qué otros grandes retos musicales le gustaría afrontar próximamente?

Los dos conciertos para piano de Johannes Brahms

Actualmente parece que hay pianistas que son producto de una "cadena de montaje", pianistas con una gran técnica pero con poca o ninguna musicalidad. Usted no es así. ¿Qué cree que es diferente en su caso?

No creo que sea una cuestión que yo pueda responder. Si acaso puedo hablar de mi propia aproximación a la música, que intento que sea extremadamente sincera: hacia la partitura, hacia mí misma como intérprete y, por supuesto, sincera hacia el público.

¿Hay más concursos en su agenda, o ya ha abandonado ese mundo para dedicarse en exclusiva a la sala de conciertos?

Desde 2013 ya no participo en concursos. Actualmente estoy centrada en mi carrera como concertista.

Ravel dijo en una ocasión que los intérpretes son esclavos. En su manera de entender la música, ¿hasta qué punto se siente libre de aportar algo a la obra de un compositor? ¿Cree usted que el respeto al texto musical debe estar por encima de todo?

Sí, absolutamente. La partitura es el elemento más importante y que merece todo nuestro respeto. Sin embargo, eso no significa que estemos obligados a tocar todos de idéntica forma. Cada uno tiene su sensibilidad y todas las grandes páginas de la música dejan espacio para nuestra propia imaginación.

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Un consejo para aquellos que empiezan en la música.

Aconsejaría creer en la música, incluso cuando las cosas se pongan difíciles. La recompensa que obtienes al final es mucho más grande que el sacrificio realizado.

Y otro consejo para aquellos que están en el camino, los estudiantes, los que quieren concursar y la ven a usted como un referente.

Realmente sugeriría lo mismo. En tales circunstancias, cuando todo el mundo a tu alrededor tiene un nivel tan alto, la verdadera diferencia reside en la aproximación, en el enfoque que cada uno realiza a la música. Hacer música es lo más difícil, pero al mismo tiempo también es la experiencia más gratificante que un músico puede recibir.

Sabemos que son contextos muy diferentes, pero quisiéramos saber qué prefiere, ¿el escenario o el estudio de grabación?

Sin duda alguna, las salas de concierto.

¿Qué grandes intérpretes le han influido?

Martha Argerich fue mi primer ídolo musical. Estaba completamente enamorada de su comprensión de la música y de esa forma de tocar tan infinitamente inspirada. Entre los pianistas del pasado, admiro a Rubinstein, a Horowitz y a Arrau. Hoy en día soy una gran admiradora de Zimerman y de Perahia.

En su vida diaria, cuando no está ofreciendo algún concierto fuera de su casa, o cuando no está grabando, ¿cómo es Beatrice Rana? ¿Es una persona familiar?¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre? ¿Escucha también músicas actuales?

Me gusta mucho estar en casa, soy una persona muy familiar. Mi profesión a menudo me obliga a estar lejos de las personas a las que quiero, así que cuando estoy en casa intento sacar el máximo partido de ello y paso todo el tiempo que puedo con familia y amigos. En realidad no escucho mucha música en mi tiempo libre porque mi forma de entenderla, incluso la que no es clásica, me hace estar muy concentrada en ella. Suelo preferir la lectura. También camino durante horas, por el campo o la ciudad, a menudo haciendo fotografías.

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Volviendo al plano musical, ¿considera que su técnica le permite abordar obras de cualquier estilo y época o hay un repertorio en concreto con el que se siente especialmente cómoda?

No hay un repertorio específico, pero sí que únicamente toco en público aquellas obras con las que me siento totalmente a gusto.

Algunos pianistas prefieren empezar sus recitales con obras enérgicas y brillantes, deslumbrando así al público desde el comienzo. Otros, por el contrario, prefieren empezar con obras más sencillas para tener un tiempo de adaptación al entorno. ¿Usted tiene en cuenta estas consideraciones al elegir el orden de las piezas en sus conciertos?

No. En mi caso siempre concibo el programa como un viaje, un recorrido al que puedo llevarme al público como compañero. No me preocupa si la primera pieza es la más exigente o, por el contrario, la más llevadera.

Los que tocamos el piano sabemos la importancia de la disciplina en la práctica de nuestro instrumento. ¿Cómo compagina las giras de conciertos con las sesiones de estudio? ¿Cómo es su día a día con el piano, cuántas horas trabaja y cómo se enfrenta a la preparación de nuevo repertorio?

La disciplina es extremadamente importante, sobre todo durante las giras de conciertos, en las que el tiempo de práctica no es demasiado. Lo ideal es disponer de cuatro horas al día para practicar. Intento ser muy cuidadosa con la elección del repertorio, de manera que me quede tiempo para aprender nuevas piezas.

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Hablemos de la juventud. Actualmente parece que la música clásica es considerada por los jóvenes como algo anticuado, elitista y alejado de lo que les rodea en su vida diaria. ¿Cree usted que no se hace lo suficiente para atraer a los jóvenes a las salas de concierto?

¡Siempre hay margen para mejorar! Creo que la educación musical de las nuevas generaciones es la clave para evolucionar en la dirección correcta. He sido afortunada de nacer en una familia en la que la música era el lenguaje principal en casa, pero muy pocas veces es este el caso. Las instituciones y los gobiernos deben pensar en todo esto y proporcionar una educación seria que permita a los jóvenes comprender la música clásica y llegar a apreciarla, en lugar de tenerle miedo.

Hace poco tuvimos la oportunidad de entrevistar a Emanuel Ax. El maestro americano nos dijo que, en su opinión, la música te obliga a ser modesto y arrogante al mismo tiempo. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Estoy completamente de acuerdo. Es un balance muy delicado, pero totalmente necesario.

Su actitud ante el piano parece discreta, no es exagerada en sus movimientos y transmite siempre mucha naturalidad. ¿Hay un trabajo de reflexión sobre el gesto o consigue ese resultado de manera espontánea?

Nunca pienso en el gesto como algo aislado del acto musical. No quiero nada que pueda molestarme o distraerme de la música, que es lo más importante. Como pianista, soy sólo un instrumento de realización.

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