CODALARIO, la Revista de Música Clásica

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Crítica: Antoni Ros Marbà dirige la 'Misa nº 5' de Schubert al frente de la Sinfónica de RTVE

2 de mayo de 2017

UN ROS MARBÀ EN PLENA FORMA

   Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 28-IV-2017. Teatro Monumental. El arte de la emoción. Concierto A/19. Misa núm, 5 en la bemol mayor, D.678, Franz Schubert (1797-1828):Raquel Lojendio (soprano) / Marina Pardo (mezzosoprano) / Juan Antonio Sanabria (tenor) / Josep Miquel Ramón (barítono)/ Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE (Javier Corcuera, director) /Sinfonía núm. 2 en re mayor, op. 43, Jean Sibelius (1865-1957)/ Antoni Ros Marbà, director.

   De feliz hecho puede calificarse este nuevo reencuentro de la Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE con el maestro Antoni Ros Marbà (1937), que ya fuera su primer director por oposición en el año de la fundación de la misma (1966). Ha pasado más de medio siglo, tiempo durante el cual el maestro quizá no se haya prodigado en Madrid con la frecuencia que todos hubiéramos deseado para admirar y disfrutar de la gran maestría con la que siempre ha tratado todo ese gran repertorio al que se ha acercado a lo largo de su dilatada trayectoria.

   Por sus generosas dimensiones, amplísima instrumentación, cuidado romanticismo vocal y una gran dosis del joven genio (sólo contaba con 25 años cuando la compuso), la Misa núm. 5 prepara el terreno a la última misa compuesta por el músico vienés: la Misa en mi bemol mayor (1828, año de su muerte). Es probable que la misa que nos ocupa, se escuchara por vez primera en la iglesia vienesa de Alt-Lerchenfeld a finales de 1822 o en 1823, pero nunca se ejecutó en la capilla de la corte ni Schubert la vio publicada.

   En esta ocasión, volvemos a observar la disposición del cuarteto solista entre el coro y la orquesta. Gracias al cuidado balance entre los sonidos de coro y orquesta, realizado por el maestro Ros Marbà, no detectamos compromiso en la audición de dicho cuarteto, que ya desde el Kyrie sonó en todo momento con la adecuada proyección, salvo en puntuales intervenciones del barítono. La vibrante fuga del Gloria nos permite disfrutar de la paleta de dinámicas que dibuja el Coro de RTVE, guiado muy de cerca por la atenta mano del maestro que resalta con su gesto cada entrada del pentagrama que ha de llevar la voz preponderante. Destacamos la muy buena dicción del conjunto coral, que acentúa la transparencia y el empaste de las cuerdas, así como el juego de las voces en contrapunto con lasección de cuerdas en el Amen. En el Credo, introducido por las trompas, destaca el buen hacer de los tenores y su dúo con los metales en una igualada simbiosis de timbres. En el Sanctus, descolla ese elegante efectismo austriaco tan propio de Schubert. En el Benedictus, que se construye con un terceto sin barítono, acompañado por el coro, lucen los violonchelos para introducir el Agnus Dei, que consigue transmitir esa atmósfera sin pecado donde sobresale-como en ningún otro número de la obra- la belleza impresa por el cuarteto solista. Consideramos un acierto la elección de cada una de las voces solistas para servir un repertorio tan acusadamente romántico. La obra fue muy aplaudida por el público, debiendo todo el conjunto saludar repetidas veces.  

   Jean Sibelius(1865-1957)  comenzó a escribir su Segunda sinfonía (8 de marzo de 1902), en parte inspirado por el sino de Don Juan en el mozartiano Don Giovanni, durante un viaje con su familia a Rapallo (cerca de Génova). La obra fue recibida con gran entusiasmo por el público finlandés. Durante el período de opresión rusa, época claramente ligada al nacionalismo, se consolidó la reputación de Sibelius como héroe nacional y en sus obras siempre se han querido cargar las tintas –en exceso a nuestro entender- sobre el protagonismo de ese leitmotiven sus obras. El maestro Ros Marbà realiza una lectura muy diseñada,diáfana y sonoramente muy bien cuidada y proyectada, que entendemos se corresponde con la comprensión y asunción de un estilo nórdico, más bien frío pero no monocromo, de interiorizada viveza, con abundancia de sonidos emitidos por la sección de metales y que el maestro cuida con gran desvelo, con voluminosos acordes y efectistas cortes secos, de forma que juega muy inteligentemente con las dinámicas y con los silencios. Sección por sección, desde los perfectamente digitados pizzicati de la sección de cuerda (con pianísimos de briosa discreción en el primer y segundo movimiento), a las intervenciones más cálidas del viento-madera, el maestro consigue que –dada la claridad de un gesto entendido al detalle por los profesores de la RTVE- en su interpretación la sinfonía desvele toda su lógica profunda, y que esa lógica cree una conexión interna y una unidad en la diversidad entre todos los motivos. Ello, habitualmente, no es de trivial consecución, ya que en Sibelius –como ocurre por ejemplo con Bartók– no existen claramente unas líneas melódicas extensas, sino fragmentos unidos entre sí a los que hay que dar una coherencia ulterior durante la interpretación. Queremos destacartambién, la capacidad del maestro para contemporizar los momentos álgidos (cuidando primorosamente las progresiones ascendentes) y así alcanzar el definitivo clímax durante el tema más heroico del último movimiento que proviene -sin que medie pausa-del tercer movimiento, marcado como Vivacissimo:Toda una lección de cómo debe abordarse la lectura de una obra que formalmente es tan poco convencional.

   Como queda patente por lo que hemos comentado, es un placer ver dirigir al maestro Antoni Ros Marbà, con esos estupendos ochenta años que le mantienen en una forma envidiable para la dirección. Casualmente, nuestra ubicación estaba justo al lado de otro insigne director español: Enrique García Asensio, que compartió maestro (Celibidache) con nuestro protagonista. No nos cabe la menor duda que el maestro García Asensio disfrutó tanto como el público asistente.

Schubert Misa Sinfónica de RTVE Antoni Ros Marbà