Una entrevista de Inés Tartiere | @InesLFTartiere
En plenos ensayos de Lucia di Lammermoor en el teatro Covent Garden de Londres, hemos podido hablar con el tenor jerezano Ismael Jordi. El éxito le sonríe, dentro y fuera de nuestras fronteras, pero él sigue siendo el joven humilde y sencillo que dejó atrás Jerez para convertirse en una de las presentes figuras del repertorio romántico. Hoy atesora ya dieciocho años de carrera. De carácter afable, extremadamente accesible y con una simpatía innata que se aleja mucho de los cánones del divismo, comenzó en el mundo de la música clásica gracias al Teatro Villamarta, y de la mano de Alfredo Kraus, quien le guió sabiamente en el camino a seguir en este difícil mundo de la lírica.
A punto de comenzar las funciones de Lucia di Lammermoor en Londres, producción de Katie Mitchell y dirección de Michele Mariotti. Supongo que será otra gran conquista personal para Ismael Jordi, su tercera vez en el Covent Garden.
Cantar en estos teatros te da la oportunidad de trabajar con un alto nivel artístico y, por supuesto, para mí supone una gran conquista personal. Es importante cantar en Londres, París, Múnich… pero lo que realmente me produce una gran satisfacción es que me vuelvan a llamar, porque significa que les he gustado, que mi trabajo ha sido recompensado con un nuevo contrato. Esta tercera vez en el Covent Garden estoy muy contento y muy agradecido con que vuelvan a contar conmigo y valoren mi trabajo.
Su caso es bastante atípico: un futbolista que se quiere dedicar a la ópera. Cuéntenos como fueron sus comienzos
Siempre he sido un gran amante del deporte. En esa época jugaba al fútbol y lo compaginaba con mis estudios. Pero a raíz de la nueva inauguración del Teatro Villamarta se creó un coro, y me apunté. En las pruebas me dijeron que tenía mucho potencial, que si me había planteado estudiar canto, aunque fuera como hobby. Lo pensé, lo valore y me fui a Madrid a hacer una prueba en la Escuela Superior de Música Reina Sofía con el Maestro Alfredo Kraus. Me eligieron. Entonces decidí que iba a apostar por mi carrera, porque me había conquistado, y sabía que si algún día pudiera llegar a dedicarme a la música podría considerarme un auténtico privilegiado.
Decir que ha estudiado con Alfredo Kraus y Teresa Berganza me imagino que da otro caché a su carrera.
Por supuesto, aunque siempre es una responsabilidad. Lo que sobre todo he podido aprender de estos dos grandísimos maestros es el respeto a esta profesión, y saber en todo momento que hay que afrontarla con profesionalidad, seriedad y responsabilidad. Además de la técnica, el repertorio o el estilo, me inculcaron el amor por la música y la ópera. Y eso ya no se olvida
Supongo que compartiendo parte del repertorio le habrá dado muchos consejos. ¿Cuál es el mejor consejo que ha recibido del maestro Kraus?
Cuidar el día a día, estudiar, adquirir la constancia que un cantante debe tener. Reservar siempre mis espacios para el estudio, con tranquilidad, pensar en afrontar el repertorio que la voz demanda. Algo muy importante es dedicarle tiempo a la vida personal, a la familia, y no olvidar nunca mis orígenes aunque alcance el éxito. Incidía mucho en estos aspectos, y con la edad y la experiencia te vas dando cuenta de por qué son tan importantes: suponen una cura de humildad tremenda.
Con él aprendió el canto sul fiato.
Sí, todavía lo estoy buscando (risas). La teoría es maravillosa, y con él parecía todo muy fácil, pero luego hay que hacerlo y empiezan los problemas… Todavía hoy lo sigo estudiando, pero cuando trabajas bien esta técnica tienes mucho terreno conquistado. En cualquier caso, con llegarle a la suela del zapato a Alfredo Kraus ya estaría más que satisfecho (risas).
Su profesión implica trabajar bajo presión y una exigencia de perfección constante ¿Se había imaginado así la carrera de un cantante?
Tenía una ligera idea. Obviamente no es fácil llegar a ser un cantante de ópera, porque la voz es un instrumento que forma parte de tu ser y no siempre está como deseas. Siempre que me comentan lo difícil que es mi trabajo, cantar delante de una audiencia de cientos de personas, contener los nervios, pienso en profesionales como bomberos, policías, políticos, toreros… que están sometidos a mucha presión e incluso se juegan la vida. Lo máximo que me puede pasar a mí es que me abucheen, que me hagan una crítica muy mala, o como mucho que me tiren un zapato (risas). Esos cinco minutos antes de salir a cantar, en los que los nervios me atenazan, siempre intento relativizar para tranquilizarme. Cada uno se busca sus armas.
¿Los nervios siguen siendo los mismos?
Sí. Además, si no me pongo nervioso no estoy tranquilo. Cuando estoy tranquilo, mala señal (risas). En el camerino, o antes de la función, puedes ser Caruso, pero hasta que no cantas la primera frase en el escenario no sabes realmente cómo estás.
Tengo la sensación de que ya no se habla tanto de usted como antes, quiero decir que muchos aficionados españoles no son conscientes de la gran carrera que está teniendo no sólo en España si no fuera de aquí, siendo un habitual en lugares como Zúrich, Londres, Múnich.
No suelo salir mucho en medios de comunicación. Esto está bien por una parte, pero por otra no tanto. No tengo página web ni redes sociales todavía. Pero ya he asumido que tan importante es hacer las cosas como contar que las estás haciendo.
¿Considera que es un tenor reconocido en su país?
Canto en los teatros en España, éste es el reconocimiento que de verdad quiero. Me encanta trabajar en mi país y tengo que decir que como se canta aquí no se canta en ningún otro sitio del mundo. El trato es tan cercano en los teatros de Madrid, Sevilla, Bilbao, Barcelona, Oviedo… siento que estoy en casa.
¿Cree que su físico le ha ayudado, ya que es muy adecuado para el repertorio que canta?
Creo que todo suma. A mí me gusta cuidarme porque me siento mejor conmigo mismo, además he hecho deporte toda mi vida. Pero ahora es también un requisito profesional porque creo que el físico para un cantante de ópera es muy importante, no tanto por la estética sino por lo exigente que pueden llegar a ser algunas puestas en escena en las que hay que saltar, correr, subir a una cuerda, vestirse, hacer de todo mientras estás cantando… Intento seguir una dieta sana, no pasarme con el dulce (que me encanta) porque tengo que cuidarme, por mí y por mi carrera. Yo me tomo el deporte como una disciplina para esta profesión, porque un cantante de ópera es casi un deportista de élite. Tenemos un claro ejemplo en la producción de Londres de Lucia di Lammermoor, es muy complicada, muy exigente, y hay que estar a la altura. Lo más importante es la voz, pero hay que ser profesionales en todo.
Lo más gratificante de esta carrera es tener la oportunidad de brindar un poco de felicidad a muchas personas, hacer que olviden sus problemas al menos por dos horas y media. Esta carrera se paga con esto.
Tuvo la suficiente valentía para decirle que no a un teatro como la Scala de Milán, cuando le propusieron una sustitución con Edgardo… ¿se ha llegado a arrepentir?
No, no me he arrepentido porque creo que hubiese sido mucho peor haberlo aceptado (risas). Realmente no era el momento para La Scala. Me apena que fuera justo con este rol, que es el que más veces he cantado, pero en esa época no lo había debutado, me faltaban unos meses para cantarlo en Ámsterdam. Lo estaba estudiando y me lo sabía, pero era demasiado arriesgado. Además era una sustitución del tenor Ramón Vargas… Creo que en este sentido me han ayudado muchísimo los consejos y enseñanzas de Alfredo Kraus: nunca hay que correr más de lo necesario.
Ha cantado en Londres, París, Zúrich, Berlín, Múnich… ¿sólo faltan Milán, Viena y Nueva York?
Sí. Siempre dicen que el tren pasa sólo una vez. Yo no lo creo así. El tren pasa más veces pero hay que estar preparado. Estoy muy satisfecho con cómo me he planteado siempre mi carrera, así que si finalmente no pasan esos trenes, tampoco lo consideraría un fracaso. No me obsesiono pensando dónde he cantado y dónde debería cantar. Las cosas llegan cuando tienen que llegar.
¿Tiene ofertas?
Sí que ha habido ofertas, pero prefiero que sea con roles en los que yo me sienta cómodo y pueda aportar el cien por cien. Para mí lo importante no es debutar en estos teatros, sino hacerlo tan bien que piensen en mí para cantar más veces. Cantar por tercera o cuarta vez en el Metropolitan de Nueva York, por ejemplo, sería una maravilla, porque demostraría que confiaron en mí y pude responder de forma eficiente.
¿Cree que ha llegado el momento de debutar roles como Werther, Nadir, del Pescador de perlas o Lakmé?
Sí, sin duda son papeles que ya me gustaría haber debutado. Creo que para Werther este es el mejor momento. Dentro de unos meses debutaré Faust, y lo repetiré en un futuro próximo. Me han ofrecido Nadir, pero por problemas de agenda no he podido debutarlo todavía. En cuanto a Lakmé y El pescador de perlas, me hubiese gustado haberlos cantado ya. Lo más importante en esta ópera (Lakmé), es encontrar una buena soprano que se atreva a cantar ese rol. Y creo que hay muy buenas cantantes españolas para ello.
Cuando vi su Lucia di Lammermoor en el Liceo de Barcelona, junto a Maria José Moreno, inmediatamente pensé que serían una estupenda pareja para hacer Lakmé.
¡Exacto! Precisamente estaba pensando en ella (risas). María José y yo lo hemos comentado muchas veces. Qué lástima que sea una ópera que se vea muy poco hoy día, pero si quieren programarla con varios repartos, por lo menos uno podría ser con elenco español, y estoy seguro que con grandes resultados.
¿Es El duca de Rigoletto el rol más difícil que ha cantado?
Sin ninguna duda, exige máxima concentración. No tiene descanso. Empiezas con el "Questa o quella", que es mucho más difícil de lo que parece, y continuas con "È il sol dell' anima" que ya es máxima dificultad. Después "Ella mi fu rapita", "Parmi veder le lagrime", que está considerada una de las arias más complicadas de todo el repertorio, y sigues con "La donna è mobile" que, por muy célebre que sea acabas con un si natural (nada cómodo), y "Bella figlia dell'amore". Confieso que es un rol que canto siempre que estoy de vacaciones porque me ayuda a mantener la agilidad de la voz.
Es inevitable pensar en Kraus en partes como "Ella mi fu rapita" , o "parmi veder le lagrime" , ¿ha podido cantar estas arias para él?
La tentación de comparar siempre está presente, no sólo por la dificultad de tesitura y vocal sino por la calidad de tenores que han cantado ese repertorio. Kraus, Pavarotti, Di Stefano, Bergonzi, Corelli… El listón está muy alto y se hace más difícil. Pero me consuela pensar que ellos también sentían esa presión: cuando debutaron Rigoletto seguro que se acordaban de Lauri-Volpi. Cuando llegué a la Escuela cantaba principalmente Mozart, pero cuando pasó un tiempo Kraus quiso que afrontara "Una furtiva lagrima", "Cercherò lontana terra", "Parmi veder le lagrime e "Tombe degli avi miei". Algo debía de saber, porque es exactamente lo que he cantado durante toda mi carrera (risas).
¿Ha compartido escenario con dos de las más grandes sopranos belcantistas de todos los tiempos, Edita Gruberova y Mariella Devia, y con la que probablemente sea la diva del siglo XXI, Anna Netrebko… ¿qué se aprende de todas ellas?
Que todo es mucho más normal de lo que parece (risas). Compartiendo escenario con estas tres grandísimas sopranos he aprendido mucho, parece que hasta cantas mejor, te creces, te superas… De Gruberova destacaría su enorme profesionalidad. Es impresionante. La última vez que interpreté con ella Lucrecia Borgia, ella cantaba en todos los ensayos, siempre era la primera en llegar. Cuando cantamos en Múnich, que hacía un frío terrible, y nos daban tres o cuatro días entre funciones, daba igual la hora a la que yo llegara al teatro, Gruberova ya estaba vocalizando. Lo mismo con Mariella Devia, la última vez con Roberto Devereux en el Teatro Real de Madrid, cuando yo llegaba al teatro para vocalizar ella ya estaba allí. De June Anderson, cuando cantamos Lucrecia Borgia, puedo decir lo mismo. Es una grandísima profesional.
Anna Netrebko es de esas artistas que tiene un aura y una fuerza escénica que conmueve, no sólo es la belleza de su voz aterciopelada, es su carisma. Se adapta perfectamente a cualquier compañero en el escenario, y si le dices que prefieres hacer algo de una u otra manera, está encantada de escucharte y hacer que todos estemos cómodos cantando. Estos grandes artistas no están ahí por casualidad, es fruto de un trabajo diario y una profesionalidad absoluta. Para esta carrera no vale sólo con tener el don natural de una buena voz.
Ateniéndonos a los compromisos de su último año, podríamos decir que es usted un tenor donizettiano: Ana Bolena, Nemorino, Edgardo…
Sí, dentro del belcanto Donizetti es el compositor con el que mas a gusto me siento, donde más cómoda se siente mi voz y donde puedo mostrar mi mejor versión. También me gusta mucho el repertorio francés, porque puedo desarrollar toda la gama de mi voz. Manon, Romeo et Juliette… Cantar en francés da otro perfume a la voz. No es lo mismo cantar La favorita en italiano que en francés. El italiano te permite hacerlo de una forma más lírica; el francés, con las consonantes y las vocales más cerradas, es todo mucho más contenido. Por eso tampoco es lo mismo cantar La bohème que Faust o Werther.
¿Rodolfo no se lo ha planteado nunca?
Sí, me lo han pedido muchas veces. Pero el día que cante Bohème voy a tener que dejar Lucia y Rigoletto, y me encanta este repertorio. Rodolfo no es sólo "Che gelida manina", es todo el tercer acto con la orquesta mucho más densa, y hay que cantar de otra manera. Puedo intentarlo para ver cómo afronta mi voz este repertorio y a partir de ahí decidir, pero probablemente tenga que dejar de lado otros roles.
Bellini no aparece mucho en su agenda… ¿no se lo piden o evita cantarlo?
Aparte de Capuleti e i Montecchi no he cantado más Bellini. Me aparté un poco de este repertorio tras cantar Lucía y Romeo. Sonnambula nunca me la han ofrecido, y Puritani sólo una vez. También creo que es porque es un repertorio que está muy cubierto con unos excelentes cantantes que los interpretan de forma absolutamente excepcional, como Juan Diego Flórez, Javier Camarena, Celso Albelo… Creo que en esta profesión hay que estar atento a tu voz, saber qué repertorio le sienta mejor. Hay veces que cantas cosas que no te gustan, o que preferirías cantar otras, pero si está dentro de tus posibilidades, y crees que te puede ayudar para luego afrontar otros roles, hay que intentarlo. Si ahora volvieran a pedirme cantar Puritani, y tengo tiempo de estudiarlo bien y estar seguro y tranquilo, aceptaría el reto. Seguramente me quitaría el sueño un par de días, eso sí. Si se lo quitaba a Kraus, imagínate a mí (risas).
Tampoco la zarzuela, aunque su voz sea bastante adecuada para el repertorio.
Es un género que adoro, que me encantaría cantar mucho más y al que quiero volver en un futuro. Acabo de hacer un concierto de zarzuela en Colonia y Dortmund, y ha sido un exitazo enorme. Después de Londres, voy a Berlín a un concierto benéfico sobre el sida en el que participamos varios cantantes, y voy a cantar el dúo de Lucia con Lisette Oropesa, y "No puede ser", de La tabernera del puerto.
¿Hacía dónde camina ahora la voz? ¿Ha notado alguna evolución en estos años?
Sí, noto que la voz con la edad va cambiando. Se está ensanchando un poco, empieza a coger más grosor. Siempre he dicho que si tiene que venir otro repertorio que sea de una forma totalmente natural, nunca forzaría mi voz para cantar el repertorio más lírico. Fue con Lucia y Traviata cuando me atreví a dar un paso adelante.
Creo que Alfredo es un rol que demanda más madurez vocal.
Estoy totalmente de acuerdo. Es un rol que debuté en el 2004, llevo ya 104 funciones, y ahora es cuando empiezo a encontrarle los matices al personaje. Alfredo es un personaje un poco ingrato, tiene al lado a Violetta y a Germont con los que es difícil competir. Siempre se cree que hay que hacer hincapié en su aria, en la cabaletta en el "parigi o cara", pero lo realmente difícil es en el papel dramático de Alfredo, ahí es donde tienes que diferenciar mucho los matices y expresar todo el potencial del personaje.
¿Qué directores le han marcado más en su carrera?
El que más, sin duda, ha sido Nello Santi. He tenido la suerte de hacer 25 funciones de Lucia di Lammermoor con él. Un director que ha dirigido a Bergonzi, a Kraus, a todos los grandes. Lo que aprendes de estos directores de la antigua escuela es impresionante, con muchos ensayos, se analiza cada frase, y este trabajo se refleja sobre el escenario.
¿Cuando se llevan ya dieciocho años sobre los escenarios, con una trayectoria, con una responsabilidad y unas expectativas, ¿hay miedo, por el nivel que esperan de usted, o tiene más seguridad?
Sobre el escenario se aprenden muchas cosas, y ahora tengo mucha más seguridad en muchos aspectos, tanto vocal como escénicamente. Es una aprendizaje que sólo parte de la experiencia y la madurez. Y aunque estoy más tranquilo, considero que ahora tengo mucha más responsabilidad. Por ejemplo, estos días cantaré por tercera vez en el Covent Garden, y sé que esto implica un mayor nivel de responsabilidad. Cuando eres joven eres más inconsciente, aunque un grado de inconsciencia en su justa medida no está mal.
¿Qué rol le gustaría cantar aunque no fuera adecuado para su voz?
Manon Lescaut, Andrea Chènier, y Un ballo in maschera.
Viendo a Gregory Kunde, nada parece imposible…
Es una maravilla lo que ha sido capaz de hacer Kunde, es impresionante, aunque por desgracia creo que es la excepción (risas).
¿A qué cantantes admira?
Aparte del maestro Kraus, me gusta mucho Aureliano Pertile, Plácido Domingo, José Carreras, Di Stefano, Bergonzi.
Un momento memorable de su carrera.
Rescato dos. Cuando canté Lucia di Lammermoor en Nápoles con Nello Santi y Jessica Pratt, y mi debut en Jerez de la Frontera con Don Pasquale, que fue mi primera ópera y en mi casa.
Después de los problemas económicos que ha atravesado el teatro Villamarta, me imagino que poder volver este año y debutando un papel como Faust, será una gran satisfacción para usted.
Lo es. Que el teatro retome su temporada lírica, aunque sea con dos o tres títulos, me hace mucha ilusión y es admirable el esfuerzo que se ha hecho desde hace 20 años por crear una afición por la ópera. Ha sido el templo cultural más importante que hemos tenido en la ciudad, y eso no se puede ni se debe olvidar. La crisis ha hecho daño, pero tengo fe en que el teatro se recupere totalmente, y poder volver a cantar aquí muchos años más.
¿Considera que está en el mejor momento de su carrera profesional?
Diría que estoy en una etapa muy buena, aunque soy consciente de que todavía quedan muchas cosas buenas por llegar, y mucho por mejorar.
¿Próximos compromisos?
Después de ésta Lucia en Londres y Faust en Jerez, cantaré Romeo y Julieta en Montreal y volveré con Lucia al Teatro Real de Madrid. El año que viene cantaré Lucia en Montecarlo; en Zúrich, Lucia y Rigoletto.
¿Llegará algún día la grabación de su CD?
Espero que sí (risas). Poder grabar algo interesante para el público y para mí es algo que debería haber hecho ya, pero todavía no se ha dado el momento, así que espero cerrarlo pronto y grabar un disco con un repertorio que me guste y con el que pueda expresar el cien por cien.
Fotografía: Francisco Pinteño