Una entrevista de Mario Guada | @elcriticorn
Fotografías: Fernando Frade/Codalario [nuestro agradecimiento a la Fundación Carlos de Amberes].
Con apenas dos años de vida, muy pronto se subirán a los escenarios de los festivales de San Sebastián, Santander, Torroella de Montgrí, Ambronay o Göttingen, entre otros, y acaban de llevar a cabo el concierto más memorable de la presente edición del XXVIII Festival Internacional de Arte Sacro, que acaba de concluir. Formado por cuatro jóvenes músicos de la reciente hornada de talentosos especialistas en la interpretación histórica –a saber: Laura Quesada [LQ], traverso barroco; Víctor Martínez [VM], violín barroco; Carla Sanfélix [CS], violonchelo barroco; y Asís Márquez [AM], teclados históricos–, están logrando un fulgurante ascenso en el panorama nacional e internacional merced a su filosofía de trabajo en la que únicamente tienen cabida la ilusión por lo que hacen, el trabajo incansable y estable, así como la honestidad y el respeto absoluto por la música. Nos reciben en la Fundación Carlos de Amberes, precioso enclave en el que, tras posar delante de su imponente Rubens, mantuvimos esta larga entrevista en la que desgranamos los principales aspectos de su éxito, que les han llevado a posicionarse como uno de los mayores exponentes nacionales de la interpretación del repertorio de los siglos XVII y XVIII. L’Apothéose es el primer conjunto en alzarse como portada de CODALARIO en los cuarenta y cinco números de historia de la revista y están llamados a convertirse, al menos para el que firma, en el conjunto especializado español de mayor importancia en el próximo lustro.
Ustedes conforman una agrupación muy joven, tanto por la edad de los componentes como por el escaso tiempo desde su fundación. Empecemos por los orígenes, ¿qué les llevó a fundar L’Apothéose?
[LQ] El conjunto nació en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, en las clases de música de cámara, donde yo había entrado para estudiar clave. Carla Sanfélix estaba estudiando allí, y nuestro profesor, Alberto Martínez, nos puso juntas en un grupo, por lo que estábamos todo el tiempo juntas. Lo que hacíamos entonces era trabajar siempre con los mismos instrumentistas, especialmente nosotras dos, que coincidíamos siempre en todas las formaciones. En aquel momento nos dimos cuenta de que trabajando juntas las cosas –al conocerte y llevar un tiempo de trabajo conjunto– eran diferentes y mejores que cuando nos iban cambiando de grupos permanentemente. Ya entonces nuestra filosofía fue la de crear un grupo con una formación estable, porque veíamos que esa forma de trabajo no tenía nada que ver con la de otros grupos. Siempre hemos estado haciendo conciertos y bolos con otros, pero queríamos hacer algo nuestro. Empezamos entonces a probar a gente, a hacer competiciones… En definitiva, por donde se suele empezar, y fue en este camino en el que nos fuimos encontrando todos. Primeramente llegó Asís Márquez, y gracias a él Víctor Martínez –al que él conocía de otros grupos–, y fue entonces cuando comenzó la formación estable y definitiva que tenemos actualmente. Es decir, L’Apothéose ya existía previamente, pero no ha sido hasta que hemos estado los cuatro que el conjunto ha tomado la entidad necesaria y el punto en que hemos decidido quedarnos para seguir trabajando. Se puede decir que el proyecto como tal nació en 2015, pero la formación estable no llegó hasta finales de 2016, iniciando nuestro trabajo profundo a principios de 2017.
Sin duda los recientes éxitos en concursos europeos de primer nivel han supuesto un espaldarazo en la trayectoria del conjunto. ¿Sienten que estos están teniendo el impacto que esperaban en el despegue definitivo del ensemble?
[CS] El impacto es primeramente personal, pues te das cuenta de que lo que estás haciendo funciona y eso siempre es un motivo de alegría, además de una motivación para seguir adelante. A nivel de repercusión en otros aspectos, creo que sin duda nos ha ayudado, dado que las cosas no están demasiados fáciles en este país, por lo que cuando los programadores o el público en general saben que has ganado un primer premio en Alemania y un segundo en Francia, te miran con otros ojos. De hecho, unas de las críticas que se hizo en uno de nuestros conciertos el verano pasado en Madrid fue algo así como ‘no es un espejismo, es algo real’. Supone un empujoncito más y a nivel motivacional toda una alegría y algo más para seguir trabajando.
¿Consideran, por tanto, que en España todavía es necesario para los grupos jóvenes venir con un aval que no sea propiamente su calidad interpretativa? Dicho de otra manera, ¿algunos programadores necesitan aún –bien por su falta de conocimientos o su desconfianza– que exista una especie de fedatario externo que les convenza de que eso merece la pena?
Absolutamente [afirmación al unísono].
[VM] Personalmente no tengo muy claro si se trata de cuestión de que sepan si somos buenos o no, porque muchas veces hay conjuntos que ganan concursos y luego realmente no tienen tanta repercusión. Creo que es en realidad una cuestión de visibilidad, de que vengas de un sitio de donde eres conocido o simplemente del bagaje público que has ido logrando en este tiempo. Esto obviamente ayuda mucho para que un programador sencillamente decida a estos en vez de a otros, simplemente porque les suenan más de un concurso u otro.
[LQ] Es cierto que necesitas ese aval, pero por otro lado quizá también tienen que fijarse en aquellos grupos que muestran un interés por crecer, por hacer concursos, por salir a mostrarse a Europa; no solo por las competiciones, sino por intentar lograr un recorrido sólido. Dicho esto, no creo que se trate solo de una cuestión de competiciones, es decir, en el sentido de que no significa una cosa u otra si has ganado o no una competición.
[CS] Es algo a lo que se da importancia, claro. Incluso nosotros cuando vamos a escuchar a alguien o sabemos que han programado a este o aquel conjunto vamos a mirar su curriculum, a ver dónde han estudiado, qué han ganado…
[AM] Así es. Nos han enseñado que eso es importante, que es algo que funciona… Y de alguna manera importante es. Muchas veces no solo habla la calidad musical; pero sí hay algo que deberíamos destacar, y es la intención de un grupo por mostrarse y vivir fuera. Y es curioso –aunque quizá peque de conservador–, porque, sin querer decir que en España los jóvenes no quieren salir fuera y se olvidan de Europa –algo que no es cierto, dado que la gran mayoría de la gente que estudia música antigua en España termina en Francia, Suiza, Holanda, Estados Unidos o cualquier otro país–, sí es cierto que una vez acabados los estudios, regresas a este país y te asientas en el panorama musical tal y como está, y con el paso de los años –si no ponen remedio– te acostumbras a terminar tocando siempre en Cuenca, País Vasco, Barcelona, Sevilla y ya. Por tanto, una cosa que valoro especialmente de los premios es que no está quizá en nuestra intención inicial de salir a Europa, pero además te logra enganchar. Incluso si tienes suerte te puede generar al menos otro viaje. Desde luego es nuestra intención el seguir tocando fuera, pues es un ambiente totalmente diferente. Personalmente destacaría el abrazo de la crítica y el público como algo realmente muy especial. Lo que sentimos en Alemania fue una experiencia que marcó mi vida, también en el sentido de decir: aquello que tanto tiempo llevamos haciendo, no solo gusta, sino que gana y apabulla, logrando un éxito tremendo. En ese momento te sientes realmente bien y muy agradecido, además de con unas inmensas ganas de continuar por ese camino, tanto en España como fuera, aunque quizá en España es más difícil.
[VM] En realidad, hay algo que me cuestiono a veces también: ¿habríamos tenido el mismo éxito y la repercusión que estamos teniendo si no hubiésemos salido a Europa y ganado aquel concurso? Personalmente tengo mis dudas. Al final, tenía razón mi maestro cuando me decía: ‘ganar un concurso no te hace mejor de lo que eres, ni perderlo tampoco te hace peor’. Nosotros tocaríamos igual de cómo tocamos de no haber ganado, pero no habríamos tenido la suerte que hemos tenido, ni la salida profesional que estamos teniendo en nuestro país, en el que la cosa está bastante difícil ahora.
Se trata de un orgánico extraño en España –diría que son el único ejemplo de este tipo de formación–, muy concreto y con un repertorio en cierta forma reducido. ¿Les plantea esto un problema?
[LQ] En algunas ocasiones nos supone bastantes problemas, porque nuestra formación está hecha para un repertorio que es más europeo, más enfocado a lo que pueden ser un Händel o un Telemann. Y es cierto que es difícil, aunque muchas veces es una dificultad que viene producida en mayor medida por lo que se pide en los festivales. Nosotros tenemos esta formación y queremos mantenerla, pero hacemos todo lo posible por no centrarnos únicamente en ese repertorio europeo. Tenemos claro actualemente que nuestro proyecto de recuperación del patrimonio español es importante mantenerlo y nos encantaría, aunque es cierto que el repertorio es a veces problemático porque no se ajusta exactamente a nuestra formación. En este sentido es complejo, sin duda, pues si nos abrimos a todo el repertorio europeo surgen tantas posibilidades… También hay mucha música que se puede tocar tanto a dos violines, como traverso y violín. Por repertorio desde luego no es, salvo en el caso del repertorio español.
Recientemente han ampliado su plantilla para ofrecer un programa de música española del XVIII. ¿Se toman esto como algo excepcional o tienen previsto ampliar su orgánico en un futuro próximo?
[AM] Diría que siempre que sea necesario y con placer, con gran placer, puesto que nos hemos cuidado mucho de saber con quién y cómo queríamos trabajar, manteniendo siempre la idea de partir de nuestro núcleo fundamental. En ningún sentido L’Apothéose es un conjunto que cambia constantemente de forma, sino que, además, la gente extra con la que contamos no es solo de absoluta confianza, sino que aporta un nivel musical que buscamos y cuidamos absolutamente, a veces incluso con cierto riesgo, apostando por algo musicalmente arriesgado como fue la última incorporación de Olena Sloia. Creo hablar en nombre de todos si digo que siempre que sea necesario, y por cuestiones de repertorio, alcanzar más música y llegar a planteamientos y conceptos diferentes, la respuesta será un sí, pero con mucho cuidado y mucho cariño, por supuesto.
Ustedes se han destacado, dentro de un panorama español en el que un ensemble estable no está tan respetado como debiera, por un trabajo conjunto, incesante y concienzudo. ¿Es más difícil remar contra corriente?
[CS] Por supuesto es más sencillo dejarte llevar e ir viviendo según lo que viene, pero es mucho más interesante y más enriquecedor el poder trabajar de esta manera, sentir que tenemos algo que es nuestro, por lo que luchas cada día y por el que haces lo que sea. Lo vemos crecer y lo alimentamos cada día. Es maravilloso poder tener este nivel de complicidad y trabajo, esta comunicación, este cariño… Sentarnos los cuatro a trabajar y disfrutar es sencillamente maravilloso. Me imagino que no siempre es fácil encontrar el equipo ideal, pero nosotros hemos tenido la suerte de lograrlo y aunque sea más difícil, lo prefiero.
[LQ] No creo que se trata de algo simplemente a nivel de España, sino en todo el mundo. Siempre es más fácil que te llamen de otros sitios y tocar yendo de un conjunto a otro. Y el equipo que hemos elegido es por supuesto más arriesgado, pero a la vez mucho más reconfortante. No creo que sea estrictamente más difícil, pero sí conlleva luchar por ello. Y la recompensa es muchísimo más grande que estar tocando de un sitio para otro –que también está en parte bien, porque conoces a muchísimos músicos–. Tener tu propio proyecto es mucho enriquecedor.
Sienten, en cierta manera, que el modelo establecido en el ámbito de la música antigua no favorece la formación de un grupo estable.
[VM] Diría que es prácticamente inviable desde el inicio de un grupo, cuando está en ciernes, el poder vivir de ello. Por lo tanto, de alguna manera el sistema te obliga a salir, a tocar allí y acá, sencillamente por el hecho de sobrevivir. Nosotros estamos ahora mismo invirtiendo mucho tiempo y dinero en este proyecto que nos aporta muchísimo a nivel personal, pero todavía no podemos vivir de ello. Estamos diariamente inmersos en esta lucha contracorriente de la que hablábamos, que no te permite llegar a desarrollarte al 100% como te gustaría, pero solamente el hecho de tener esta inversión es algo que nos merece la pena, por lo que nos repercute positivamente.
[AM] En este asunto del tocar para otros o metido en el sistema de música de encargo se me ocurre compararlo –dado que tenemos un Rubens aquí mismo– con un pintor que pinta para un rey y otro que pinta para su casa; un luthier que construye un violín porque un conde se lo ha encargado, o que lo construye para su hijo… Lo que tú haces para otro, buscando por supuesto la satisfacción en otro, el reconocimiento y el agrado; o lo que tú haces para ti. Evidentemente, ese matiz de cariño lo transforma todo inmediatamente. Por supuesto, puedes ser un gran profesional fuera y con mucha gente que te llama por encargo, pero creo que existe un enorme síndrome, que en cierto modo anula y dificulta muchas otras cosas en España, de encargarte ‘tocar con’. Funciona el mercenarismo, el sentirse encargado por alguien, y aunque te sientes contento, porque evidentemente ganas dinero –y hay que comer–, pero sin duda el bebé del que hablaban todos es simplemente otra cosa: algo que haces en tu casa, con tus colegas, los cuales se acaban convirtiendo casi en tu familia. Para mí es realmente otro cajón en el apartado música de mi vida; un cajón entero es solo para este grupo. Y volviendo por un momento a una de las preguntas anteriores, por supuesto que es más difícil hacer esto de esta forma, sin embargo, resulta más fácil en el sentido de que en este país estamos necesitados de esto. Es decir, a día de hoy creo que el secreto del ‘éxito’ que estamos teniendo y de lo que estamos gustando es realmente que lo hacemos así. Me atrevo hasta animar a todo el mundo –desde luego no desde una situación de autoridad, por supuesto–, pero me atrevo a hacerlo, para que se conozca tocando y que ponga una necesidad de excelencia y un deseo de calidad mayor del habitual. En cierta forma es más sencillo destacar si estamos acostumbrados a no hacer nada por lograr esto. El primero que lo hace, se ve. Pero hay que hacerlo, claro. No me estoy refiriendo a que hemos sido los primeros en hacerlo, por supuesto, sino que, si simplemente haces esto vas a lograr el éxito, porque habrá quien se dé cuenta de ese trabajo.
La totalidad de los miembros de su conjunto se ha formado, al menos parcialmente, en centros europeos. Aunque el panorama ha cambiado radicalmente en relación a lo que existía aquí hace años, ¿todavía es necesario salir de España para alcanzar una sólida formación en interpretación histórica?
[VM] Necesario como tal te diría que ya no lo considero. Positivo, obviamente. Cómo va a ser negativo tener una experiencia y una aventura diferentes en un país distinto, o algo que te obligue a salir de tu zona de confort… Todo esto siempre te va a aportar en el ámbito personal y profesional. Lo que ya no tengo tan claro es que sea necesario como podía serlo hace veinte o veinticinco años, puesto que el panorama musical español ha cambiado considerablemente durante los últimos años, y actualmente hay un gran número de profesionales excepcionales en España, profesores que no tienen por qué ser catedráticos en conservatorios superiores, sino sencillamente profesionales que tiene un talento y una manera de enseñar increíble. Por ello, hasta cierto punto diría que es innecesario. Es muy positivo quedarse en España, ya que disponemos de una formación muy completa; pero es bien cierto que hoy día, en este mundo globalizado en el que vivimos, con el contacto existente con Europa y lo fácil que ello es, aunque hayamos estudiado en España todos hemos tenido esa oportunidad de formarnos también fuera. Por otro lado, si te formas en España pero te está dando clase un profesor de cualquier otro país, ¿también se consideraría formación extranjera?
[CS] Es cierto que hay profesores increíbles aquí actualmente, pero creo que todavía se tiene la idea de que si te has formado fuera siempre es mejor. Es decir, viéndolo desde la imagen que aún se proyecta de la formación en España sí parece necesario, aunque no lo sea.
[AM] Por supuesto. Hay que decir que esa es la parte mala de este asunto, ese complejo de inferioridad existente.
[VM] Absolutamente. Si dices que has estudiado en cualquier otro país –da igual cuál–, a ojos de cualquier español esto supone un motivo de interés. Sucede lo mismo que con los concursos. Si dices que has ganado un concurso en otro país, aunque sea un concurso de tercera en una localidad muy pequeña, ya hace a la gente considerarlo más importante. Esto es lo que me ha hecho en los últimos rechazar el hecho de tener que estudiar fuera sí o sí. Con mis alumnos es un tema que hablo muchas veces, pues casi todos ellos muestran su interés por irse a estudiar fuera. Yo siempre les suelo decir lo mismo: ¿has mirado en España? ¿Has buscado profesores aquí que puedan aportarte cosas sin necesidad de irte a otro país?
[LQ] Realmente esto viene de lo que nos han enseñado, ese ‘tienes que salir de España porque si no, no vas a conseguir nada’. Esto fue así en otra época, pero ahora mismo tenemos profesores excelentes y a veces los propios alumnos parecen tener vergüenza de decir que han estudiado en un conservatorio que está perdido en algún rincón de España, cuando, quizá, allí hay un profesor maravilloso que te ha aportado mucho. No comprendo que tengamos aún ese sentimiento de vergüenza por decir que has estudiado en el conservatorio de este o aquel lugar. Por otro lado, cuando vas fuera siempre piensas que las pruebas de cualquier conservatorio van a ser realmente exigentes y mucho más difíciles, sin pensar que nosotros hemos llegado allí después de estar en conservatorios españoles de los que sales con un gran nivel, al menos para lograr entrar en un centro extranjero. Por tanto, no sé exactamente donde se sitúa la balanza en este sentido.
[AM] No debemos olvidar que en ocasiones puedes acceder a un centro extranjero con una nota de ingreso de, por ejemplo, un nueve, habiendo sacado un ocho en la misma prueba en Madrid. La experiencia nos dicta, por tanto, que en el extranjero existe otra manera de concebir la música. Muchas veces te encuentras con que un concierto ha sido montado, planificado, difundido y planteado con un cuidado sumo, sin importar que el resultado sea ni siquiera mayor que lo que se puede obtener en España. No es, pues, otra cosa que el amor por la música, por la difusión y el disfrute, lo que sin duda hace que todo ello tengo más empaque. Pero la calidad no tiene tanto que envidiar a lo que se puede hacer en España, a veces todo lo contrario. Y desde aquí, otro llamamiento más, ahora para valorar lo que los profesionales y profesores que tenemos en España pueden hacer, cada vez más, por músicos jóvenes –refiriéndome a gente menor de cincuenta años, quizá, pero también treinta y pocos– realmente bien formados y que están dando clase a un nivel excelente. Pero es la historia de siempre: la calidad española que nos quedamos para nosotros y en voz baja.
Es necesario hablar de su fructífera relación con Ars Hispana, a los que han confiado la mayor parte de sus programas en los últimos meses –incluso el de su reciente grabación discográfica–. ¿Qué les ha aportado esta nueva vía de trabajo con estos especialistas en recuperación patrimonial española?
[CS] Para mí aportan la parte del conocimiento, en el sentido de que al ser musicólogos llevan a cabo su parte del trabajo, el de investigar y rebuscar en bibliotecas y archivos el repertorio que nosotros no conocemos. Ellos aportan ese dominio de la parte teórico-musical que a mí, como intérprete, me costaría muchísimo, pues tendría que ponerme a investigar y leer mucho más de lo que para ellos es necesario. La colaboración de labores, cada uno en su especialidad, hace que el crecimiento y el nivel de resultados sea mucho más rápido. Para mí es tremendamente positivo en este aspecto. Por otro lado, confiamos plenamente en ellos, porque de momento todos los programas que nos han proporcionado han sido maravillosos, con un nivel musical muy alto y de los que hemos conseguido sacar resultados increíbles. Es fantástico.
[LQ] Es un gusto trabajar con ellos y para nosotros ha sido muy importante conocerles, porque nos han dejado mucho espacio libre para que podamos centrarnos en lo que tenemos que hacer, que es tocar. Muchas veces se les demanda a los intérpretes demasiado, saber absolutamente de todo, estar permanentemente cuidando cada detalle, buscar todo lo relacionado con su actividad musical… Creo que es bastante erróneo, en un panorama actual en el que la vida de todos es bastante complicada, por lo que tener que estar permanentemente yendo a los archivos a buscar música, que además supone una actividad que no estrictamente de tu campo –nosotros no somos musicólogos, somos intérpretes– y que te demanda tanto esfuerzo no es nada fácil. Carla y yo hemos ido en alguna ocasión a la Biblioteca Nacional y nos hemos maravillado con todo lo que allí había, pero a la vez nos sentimos realmente desbordadas con todo el trabajo que suponía rebuscar en todo aquello. Sin embargo, ellos son los que están acostumbrados a esa labor y son especialistas en ese campo. A nosotros nos ha liberado muchísimo y son unos profesionales fantásticos. Creo que tanto para ellos como para nosotros está siendo muy gratificante, dado que por su parte también necesitan de intérpretes que toquen la música que rescatan, así que este tipo de relación debería ser algo que existiera siempre, el dejar en manos de musicólogos esos aspectos. Sin duda sería muy bueno para festivales e intérpretes. Además, en el ámbito personal son encantadores y para nosotros ha sido casi como si fueran de nuestra familia.
[CS] En otros campos esto ya se hace. En la ciencia, por ejemplo, parece que colaboran entre todos de forma mucho más intensa, consiguiendo un equipo que alcance unos resultados positivos. Sin embargo, en nuestra especialidad es como si al músico se le valorase más por investigar, por encontrar una obra inédita, y si además escribe un libro sobre la obra, tanto mejor. ¿Y el tocar? Parece que es lo último que se le supone. Personalmente no me siento capaz de abarcar todo ello. Me encantaría, porque lo considero realmente enriquecedor, pero a día de hoy no puedo. Es estupendo que te abran las puertas de un archivo –como nos ocurrió en la BNE–, pero después, abordar todo aquello y buscar una partitura que te interese es como encontrar una aguja en un pajar.
¿Y en concreto, cómo ha resultado su experiencia en relación al patrimonio musical español y el trabajo con estos maravillosos compositores como José de Nebra, Francisco Hernández Illana o Francesco Corselli?
[AM] Muy buena, enriquecedora y mejor de lo esperado. Cuando digo esto último me refiero a que siempre existen dudas y complejos en cuanto a que, al enfrentarse a una nueva partitura española del siglo XVIII, la textura se sostenga, dado que estamos acostumbrados a ciertas texturas que se usaban en la época en España, por compositores españoles, que no acaban de satisfacernos o ajustarse a las facilidades que nosotros solemos poner en marcha. Cuando hablamos de que la música ‘funciona’, nos referimos a que la obra está escrita de una manera que responde a nuestras expectativas. Esto, con el repertorio español del XVIII, en muchos casos no ocurre. Por eso digo que en relación con los programas concebidos por ellos el resultado ha sido muy satisfactorio, puesto que, como te das cuenta al terminar de leer una pieza en un ensayo, el resultado es bello y ‘funciona’. Por tanto, muy gratificante y mejor de lo esperado. Además, es fantástico poder conocer a compositores que son realmente excelentes, como nos ha ocurrido en nuestro reciente concierto en el Festival Internacional de Arte Sacro de Madrid, con un programa elaborado en torno a José de Nebra y otros compositores españoles del período, además de nuestro primer disco registrado, con compositores en muchos casos desconocidos que nos han causado una grata sorpresa.
[CS] Por otro lado, creo que hay mucha diferencia entre coger una partitura para tocarla sencillamente en un concierto o tenerla entre tus manos tres meses, trabajarla, conocerla, ornamentarla… Parte de este trabajo también hace que la música obtenga mejores resultados.
En este aspecto, a ustedes hay que atribuirles, además, una manera de trabajar muy respetuosa para con el patrimonio español, lo cual es realmente necesario, pues es habitual encontrarse intérpretes que, precisamente por un complejo de inferioridad, hacen con música española de este período cosas que no harían con música de Bach o Händel, autores a los que no se atreven a meter mano –si me permiten la expresión–, porque les produce demasiado respeto. Sin embargo, con la música española se hacen modificaciones y cambios realmente profundos, alterando literalmente el original de forma desmedida. En este sentido, creo que ustedes realizan un trabajo muy serio y respetuoso que hay que alabar, ornamentado y llevando las obras al terreno de su conjunto, pero con respeto a lo que está escrito, que por otro lado ya está muy bien escrito, no necesita ser alterado. Es muy bueno que se proyecte también esta idea que tienen de respeto por el patrimonio, sabiendo darse cuenta de que hay cosas que están bien hechas per se, sin tener ese complejo de inferioridad que al final hace que se considere música peor, que por tanto hay que alterar, modificar e incluso mejorar por parte del intérprete, lo que no se haría con otras obras que, en el fondo, te merecen más respeto.
[LQ] En este caso la música venía de serie realmente bien, por lo que en ningún momento nos hemos planteado quitar, añadir o modificar el material. Lo único que queríamos era llevar el repertorio a nuestro terreno, mostrar una visión nuestra y ornamentar a nuestro modo, dado que había en ella hueco para poder hacerlo. Siempre es difícil trabajar con repertorio que no has tocado ni escuchado previamente, pues quieras que no, aunque no toques una obra que conoces de un compositor, siempre tienes de ese mismo autor alguna referencia de cómo se hace, de su estilo… Pero cuando te encuentras una partitura en blanco de estos compositores, irremediablemente te haces muchas preguntas, lo cual por otro lado es muy bueno, pues te planteas qué es lo mejor que puedes sacar de ella.
Hablemos ahora precisamente de esta grabación, que lleva por título Tesoros musicales de la Biblioteca Nacional de España. ¿En qué circunstancias se forjó este proyecto?
[CS] Revisando el año pasado algunas ayudas públicas, encontramos la que proporciona la Comunidad de Madrid para este tipo de proyectos. Revisando sus bases, vimos que la recuperación patrimonial es un campo al que se están abriendo mucho y que tiene muchas posibilidades de ser acogido, por lo que nos decidimos a solicitarla. En primera convocatoria no nos fue concedida, lo cual era una lástima, porque nos lo planteábamos como una buena oportunidad de tener nuestro primer proyecto discográfico, de lograr más difusión, que siempre es más sencillo con una grabación discográfica. Lo cierto es que casi lo teníamos olvidado, pensando ya en una próxima ocasión, quizá con más tiempo y planificación, cuando en segunda convocatoria nos dijeron que la habían aprobado. Esto fue a inicios de septiembre y el proyecto debía estar listo el 30 de noviembre, por lo que rápidamente nos pusimos en contacto con Ars Hispana para concebir un programa, que en principio habíamos previsto de repertorio puramente español. Ellos nos comentaron que ese repertorio, para nuestra formación y que estuviera íntegramente extraído de los fondos de la BNE era algo imposible. Por tanto, decidimos conjuntamente abrir el espectro al ámbito europeo, pensando entonces en patrimonio español –albergado en España– y de ámbito europeo que nunca se hubiera grabado.
[LQ] Añadiría a esto que no fue en realidad únicamente por la necesidad de la subvención, sino que siempre hemos tenido interés por llevar a cabo proyectos con patrimonio español, sobre todo, y ya que vivimos en Madrid, con obras que se albergaran en la Biblioteca Nacional. Recuerdo una ocasión en la que Carla y yo pasamos por delante de la BNE y pensábamos en lo fantástico que sería poder tocar música de sus fondos. Con la posibilidad de la subvención sí es cierto que todo se aceleró bastante, por lo que decidimos que ese proyecto podría tener cabida, sobre todo por poder hacer algo relacionado con nuestra ciudad, dado que todos estamos afincados en Madrid. De todas las opciones que nos plantearon, sin duda la posibilidad de poder tocar música de la segunda mitad del XVIII, que hubiera sido compuesta por compositores españoles y otros europeos, nos satisfacía especialmente. El programa está realmente bien elegido y contar con ellos fue absolutamente fundamental.
¿Les ha sorprendido que hubiera obras de tanta calidad que hasta ahora no habían sido grabadas en disco? Es sabido que para muchos intérpretes especializados la música galante carece en general de interés.
[LQ] Personalmente me parece realmente interesante y me ha demandado mucha exigencia. Es música que parece que va sola, pero no suena sola, necesita de mucha implicación por parte del intérprete, que tiene que ponerle bastante imaginación y que técnicamente es compleja. Creo que el resultado es realmente bonito y estamos muy satisfechos. Es cierto que hubo prisas al hacer el disco, por los temas ya comentados, pero el resultado creemos que es muy bueno.
Me interesa especialmente incidir en su visión exhaustiva del trabajo conjunto. Tengo entendido que ustedes ensayan permanentemente, incluso si no tienen a la vista proyecto alguno. ¿Cómo afrontan este tipo de trabajo semanal?
[AM] En este conjunto, uno de los aspectos que nos unen –de los muchos que tenemos en común– es que nos hemos juntado cuatro intérpretes que entendemos, por necesidad, que el trabajo humilde y artesano, pero también el de conocer a la persona que tienes al lado y aspirar a lograr las mismas intenciones musicales, nota por nota, frase por frase, compás por compás… es básico. Esto es fundamental para la lograr la excelencia, para un resultado digno y un muy buen nivel. En este sentido, se excluye inmediatamente la idea de querer dedicarnos a tocar un programa montado tan solo unos días antes del concierto, pues no es en absoluto lo que perseguimos. Ya tenemos desde hace tiempo resultados a este respecto –alguno de ellos reconocidos por el público– de que este tipo de trabajo funciona. Por tanto, nuestro trabajo suele ser a nivel semanal –evidentemente, hay ocasiones en las que no podemos reunirnos cada semana, porque siempre surgen otros asuntos, pero la intención es esa–, pero lo realmente importante de todo ello es nuestra filosofía. Somos cuatro personas, y aunque no somos una todavía sí que somos un grupo que busca sonar como una entidad musical propia, por lo que el trabajo de conocerse a fondo, charlar –bien sea en ensayo o simplemente comiendo juntos, buscando momentos para hablar de esto o aquello–, es sencillamente insustituible. Hace falta muchísimo contacto para conocerse bien, con todo el peligro y delicadeza que ello requiere –dado que es un conjunto de cuatro personas, cada una de las cuales va muy fuerte con lo suyo, y nunca resulta fácil elegir una familia nueva–. En este aspecto, creo que los cuatro hemos sido bendecidos con la idea de que esto es una relación humana, es decir, nuestra música parte, al menos, de una relación humana a la que tenemos que cuidar, dedicar tiempo y alimentar. Si a una planta no la riegas o a una pareja no la cuidas, se rompe, por supuesto. Así pues, intentamos ser realistas en esta convicción de que esto solo puede cuidarse con cariño y dedicándole el máximo tiempo juntos que nos sea posible. De lo contrario no funcionaría. Podemos decir que la motivación nunca será el concierto. Sí el proyecto en sí mismo, con el concierto como parte de esta motivación, pero nunca como único fin.
[LQ] Nuestra idea no es trabajar en la inmediatez. Aunque no tengamos conciertos a la vista, trabajamos el repertorio que tendremos en el futuro con mucho tiempo de antelación, bien sea haciendo seccionales o bien trabajando poco a poco hasta que vamos presentando el trabajo conjunto. Existe un proceso en este aspecto. Por otro lado, si no tuviésemos nada a la vista, siempre pensaríamos en qué podríamos tocar que nos apeteciera especialmente, sin otra motivación.
¿Cómo es el día a día de L’Apothéose en relación a este trabajo: elección del repertorio, ensayos, decisiones interpretativas…?
[AM] Es necesario destacar que trabajamos sin una dirección personalizada. Es, por tanto, en ensemble abierto a las visiones de los cuatro. Por otro lado, por supuesto que trabajamos buscando una visión conjunta, pues no hay solistas o personas que se dedican al violín, el traverso y el bajo continuo y se juntan para presentar lo que tienen, sino que para formar algo mejor en común. Es fundamental destacar esto. No somos, por tanto, cuatro solistas –sin infravalorar en absoluto el gran resultado musical que esto también puede aportar–, sino que nuestra visión y objetivos son distintos.
[CS] Al principio nos planteamos cómo enfocarlo, si hacerlo de manera más individual –sobre todo cuando tenemos más repertorio que preparar en menor tiempo–, es decir, preparar cada uno algunas de las obras y trabajar desde ahí. Pero lo cierto es que desde nuestros inicios fuimos viendo que nos iba bien trabajar con los aportes de cada uno en todas las obras, lo que al final da como resultado algo de los cuatro. Personalmente lo veo más bonito así. Es un poco más laborioso y más costoso, pero sin duda el resultado es mejor.
[LQ] El final siempre logramos encontrar el equilibrio, aunque uno tenga más que decir en una obra u otra, siempre lo encontramos. Trabajamos para ponernos de acuerdo y que el ensayo salga fluido.
[VM] La toma de decisiones resulta bastante democrática, la verdad. Incluso en las ocasiones en las que no coincidimos en alguna visión. La formación no ayuda especialmente en esto, dado que al ser un cuarteto nunca hay para desempatar [risas]. Pero al final siempre logramos arreglarnos.
[AM] Me parece muy importante destacar algo en este asunto, y es algo que siempre cuento a mis alumnos: la importancia que tiene el recibir, como parte del conjunto, este compromiso del que estamos hablando de respeto y voluntad de aportar por parte de cada una de las personas que tienes alrededor. Me siento muy afortunado cuando tengo un ensayo con estas personas que están aquí, y veo que no solo se están devanando los sesos para hacerlo lo mejor posible con su instrumento, sino que están buscando la forma de mejorar lo suyo con respecto a lo que otro ha propuesto, porque hay un cariño, una dedicación y un esfuerzo increíble por lograr que todos estén a gusto en todo momento –o intentarlo, porque no siempre se logra–. A mí esto me parece fundamental para recibir ese placer de pensar: aquí hay otras personas que no están por interés, exigiéndose el mismo esfuerzo que yo me exijo. Es muy curioso comprobar cómo esto no puede funcionar si uno falta a ese compromiso, al cariño, a la lucha por lo que tenemos, a la defensa de nuestros ideales y, por supuesto, también a tragarte el orgullo y tus palabras. Qué importante es esto para sentirte halagado, querido y cuidado por tus propios compañeros. La gente no está bien si no se le hace sentirse bien. Hay un gran respeto entre todos.
[CS] Nos damos el espacio para probar las propuestas de cada uno, y después decidir entre todos. Si hay dos y dos, unas veces ceden unos y otras veces otros. Creo que tenemos un equilibrio muy bueno en esto.
Una de las cosas que sorprenden poderosamente cuando se escucha a este conjunto es, amén de la extraordinaria simbiosis existente entre todos los componentes, la ausencia total del ego del intérprete. Ustedes son capaces de conjugar un trabajo solista muy evidente, para pasar en la siguiente pieza a ocupar un papel secundario o incluso a no formar parte de la plantilla, si así lo requiere el repertorio. Esto, que parece algo natural, no es tan común como pudiera parecer. ¿Cómo gestionan estas situaciones?
[LQ] Miramos absolutamente por el bien del grupo antes que por el propio. Personalmente nunca he pensado si en un programa me luzco menos que en otro. Lo único que pienso es si el programa funciona para que el grupo crezca. Tiene que ser así.
[CS] Creo que ninguno de nosotros nos sentimos el gran solista que quiere tocar su sonata a solo en todos los conciertos que tengamos. Ninguno sentimos esa necesidad de tener que tocar algo para que se me vea más. Además, casi siempre está todo muy equilibrado, esto es, cada uno tiene su espacio para poder sentir que tiene su momento.
[LQ] Diría que, de tener ego, lo tenemos más como L’Apothéose que como solistas.
[AM] ¡Ego tenemos, claro que sí! Ni que el ego fuera malo.
[VM] En realidad aquí no hay cabida para eso, incluso por la propia formación. Obviamente hay papeles diferenciados y roles distintos, pero más que considerar que las personas son individuos que aportan, diría que cada uno de nosotros sabe jugar muy bien su rol, y esto hace que se potencie el resultado del conjunto. Si hay individualismo, al final no funcionaría de la misma manera. Por otro lado, nuestra formación y repertorio también hacen que el rol de cada uno sea muy claro. Simplemente hay que jugar el papel que te toca.
[LQ] Sí, pero además de esto diría que es más importante destacar nuestro pensamiento de que todo ello es por el bien grupal. El conjunto está por encima de nosotros como intérpretes.
[AM] Podríamos verlo como una imagen de empresa –en el sentido antiguo de la palabra, como labor, no desde una visión mercantilista–, con sus departamentos, en cada uno de los cuales hay personal que sabe y entiende lo que tiene que hacer. Imaginemos una empresa en la que cada departamento se deja la vida por esta, con un ideal compartido, una comunidad en la que los roles están absolutamente diferenciados para un único objetivo.
¿Sienten que existe un sentimiento de pertenencia a L’Apothéose como una marca, algo de lo que sentirse orgullosos por encima del resto de proyectos donde puedan estar?
[AM] Por supuesto hay marca, pero también orgullo y bienestar. Para mí son cosas totalmente distintas. El tipo de trabajo que plantea L’Apothéose es un trabajo que, por desgracia, no se estila en muchos grupos. Distinto, sin duda, y creo que en ello hay un gran orgullo, cariño y una sensación de estar en un sitio en donde trabajamos así porque lo queremos todos. Algo muy bonito que indica este hecho es que, humildemente, desde nuestro departamento aportamos lo que queremos, pero nos ceñimos a la voluntad general –algo que falta en música, aunque es nuestra labor y debemos empeñarnos en recodarlo día a día, es que la música requiere de esta filosofía–. Si el ego del músico está por encima de la voluntad musical, no ya únicamente del compositor, sino de lo que supone la música en nuestra sociedad hoy día, se cae el edificio. Creo que L’Apothéose es un reflejo de lo que L’Apothéose intenta hacer con la música: ponerla por encima de nuestro interés, voluntad y capricho individual.
¿Qué creen que aporta cada uno de ustedes al todo? Me gustaría que cada uno de ustedes –o en conjunto– definiera en unas pocas palabras al resto de sus compañeros.
[CS] De Laura te pudo decir que me encanta su musicalidad, su capacidad para hacer música y me encanta también la facilidad con la que es capaz de expresar en cualquier pieza. Personalmente esto me enriquece muchísimo, por lo que es un placer tocar con ella, porque resulta todo fácil.
[AM] El grupo de cámara, como la orquesta y todas las agrupaciones, creo que es un reflejo de la sociedad –en el mejor de los sentidos–, de la ‘jerarquía’ de planos absolutamente necesarios para que todo el conjunto se sostenga. En ese sentido, para mí, en mi condición de bajocontinuista –porque nací así, no me hice–, evidentemente hay una diferencia entre el rol de Carla y el mío con el de Laura y Víctor. Una vez aclarado esto… Víctor me apabulla por su calidad, carácter, facilidad, visión clara de las ideas musicales y la sutileza extrema –desde un primer momento destaque a Laura y Carla el hecho de no haber conocido antes un violín así–. Pocas veces me puedo callar la boca cómodamente, y con Víctor me ocurre. Laura es un ángel sonoro y una intérprete que toca increíblemente. Me parece un músico brutal, de una facilidad para la improvisación y para jugar con el sonido, pero a la vez de una impresionante seguridad y severidad técnica apabullantes. Carla, que es lo que tengo más cerca en el conjunto, resulta asombrosa en lo que hace en cada momento, sabiendo siempre lo que hay que hacer. Si Víctor y Laura me permiten, y por su puesto por encima de mí, me parece la gran inteligencia humana y artística del grupo, en el sentido de hacer, buscar, trabajar, ceder, proponer… Es la delicia. Es la mejor violonchelista con la que he hecho música de cámara en toda mi vida, con diferencia. Entiendo absolutamente el papel del sustento fundamental pero no siempre protagonista. Es fácil, bello y un placer tocar un bajo continuo con ella. Pero no solo, porque Carla es músico, capaz, cuidadosa, inteligente… Me derrito en elogios para todos ellos.
[VM] Asís es para mí la razón por la que estoy en este grupo, así que no puedo agradecerle más el hecho de que me haya dado la oportunidad de conocer a estos pedazo de personas y músicos. No soy una persona especialmente elocuente cuando se trata de elogiar o criticar a alguien, pero lo cierto es que no puedo estar más feliz de estar en este conjunto. Me ha cambiado la vida formar parte de esta formación, con ellos tres. Podría analizarlos individualmente, y tendría mucho que decir seguro, pero lo más interesante es destacar lo que son juntos y lo que crean, su nivel de lucha y de perseverancia por conseguir lo que llevan tanto tiempo buscando. Y esto algo absolutamente loable y envidiable, incluso en aspectos de mi vida personal que he cambiado y que estoy intentado modificar para mostrar en ellos el reflejo de esta gente que me rodea, con esa sensación de intentar mostrar que te gustaría ser más como son ellos. Yo quiero ser más Carla, quiero ser más Laura y quiero ser más Asís. Creo que esto es algo ya bastante importante, el hecho de que una relación profesional te cambie tanto a nivel personal.
[CS] Para mí Asís es cabeza y corazón. Es inteligencia y a la hora de tocar es un intérprete increíble. Pero además es una persona aún más increíble: buen corazón y buena persona, el desvivirse por todo aquello que hace y poner todo de sí en cada proyecto. Para mí es un regalo inmenso poder contar con una persona así, con la que compartir y de la que aprender tantísimo.
[LQ] Personalmente es un orgullo, pues son como familia, pero es otro nivel de familia. Es curioso, porque no somos hermanos, pero tampoco amigos, aunque a veces discutimos como hermanos [risas].
[AM] Quizá mejor que no haya ese vínculo, por otra parte. Es más sano. Creo que sé por dónde vas. A mí me encanta realmente lo que ha dicho Víctor de que esto nos cambia personalmente. Hay momentos en mi vida en los que pienso: echo de menos estar donde estamos cuando tocamos los cuatros. Echo de menos esa sensación. Es más, no es solo que me guste, sino que es una de las cosas que más me gusta en mi vida en este momento, ese estar donde estamos, en el compás de la Sonata en trío en Si menor de Händel, cuando Víctor entra con la entrada del tema, que va a Re mayor… En muchos momentos de mi vida me apetece estar viviendo eso y otros compases de otras obras una y otra vez. Quiero estar ahí, en lo que se crea con esta gente. ¿Eso es familia? Es mucho más que familia en varios sentidos. Con mi familia no experimento eso, no al menos de esta forma. No es lo mismo, pero está al mismo nivel.
[LQ] Personalmente nunca me imaginé tener un conjunto tan increíble como este. Cuando fantaseas con tu propio ensemble, te imaginas tocando con gente muy buena, pero esto va mucho más allá. Tocar con gente muy buena y con la calidad personal que tienen estas personas, y a un nivel musical así, es como si fuera un sueño. A veces no me lo creo y, desde luego, cuando lo pienso con calma me doy cuenta de lo afortunada que soy. Muchas veces hay montones de cosas negras en la vida, pero cuando necesito un halo de luz siempre recurro a ellos y a este conjunto. Me motiva cada día. El equilibrio entre los cuatro es algo perfecto. Carla es la estabilidad, la inteligencia del saber, el estar en su sitio manteniendo el grupo desde el bajo continuo, pero también desde todas las gestiones que necesitamos a diario, con esa capacidad para arroparnos a todos. Cuando hay un problema siempre es la que quiere que todo quede bien y en orden. Para hacer algo así es necesaria mucha inteligencia, y ella la tiene. Además, hace con mucho amor todo aquello que se propone. La conozco desde hace muchos años y nunca he sentido nada así con nadie en el bajo continuo. Víctor es como una revelación, sin duda el mejor violinista con el que he tocado nunca. Es también la inteligencia de ser violinista y músico a la vez. Cuando tiene que ser primero lo es, pero si tiene que tomar un papel secundario también lo hace sin problema.
[CS] Absolutamente. Es la trasparencia, la honestidad y de nuevo el corazón.
[LQ] Es la cabeza fría del conjunto, que a veces es muy necesario.
[AM] Sin duda. Es muy capaz de ver cuando los demás estamos ya volando…
[LQ] Nunca me esperé tocar así con un violinista. Y por supuesto, si funcionamos en conjunto es porque primero funcionamos con el que tenemos al lado. Mi relación con Víctor es la más cercana, en el sentido de que ambos somos las voces melódicas. Tener a un compañero que te escucha, que está permanentemente pendiente de tu afinación… Esa relación entre ambos es algo sublime para mí. Y sobre Asís… Para mí es la maravilla. Entro a su casa a ensayar y ya tengo la sonrisa puesta en cuanto le veo. Es como el alma del grupo. Te alegra la vida constantemente. Siempre he dicho que quiero ser como Asís cuando sea mayor. A nivel de ensemble me parece un violinista excepcional; yo no he visto continuos como los suyos antes. Y como persona es maravilloso. Todos ellos son increíbles.
[AM] Hay algo que me gustaría destacar para finalizar esta pregunta. Lo que quizá nos mantiene a todos queriéndonos así –ojo, tampoco es que seamos todo bondad, placer y alegría– es que hemos visto a todos y cada uno de los integrantes de L’Apothéose matar dragones y solventar problemas por mantener el conjunto a flote. Para lo bueno y para lo malo. Hemos visto superar barreras que nos exigían algo bueno, pero también solucionar problemas cuando ha ocurrido algo que no ha podido ser especialmente agradable. Cuando ves que la persona de tu lado está para vientos, tormentas y mareas, y sigue ahí, no solo eso te da más ganas a ti, sino que te proporciona orgullo por el lugar en el que estás.
Ser joven, músico y dedicarse a la música antigua en España es casi una empresa titánica. A pesar de su probada calidad, parece que en España todavía se les resisten los conciertos. ¿Se sienten suficientemente valorados en su país por los programadores e instituciones, o esperan tiempos mejores?
[CS] Lo cierto es que por el momento el único que ha confiado en nosotros de una manera potente –igual me equivoco y no estoy viendo el apoyo de otros– ha sido Pepe Mompeán y la Comunidad de Madrid.
[AM] Hay que añadir al equipo de FestClásica.
[LQ] Personalmente diría que sí me siento reconocida. Por supuesto, no puedes esperar de todos la misma reacción, pero de aquellos a los que hemos acudido en los últimos meses sí sentimos su apoyo. Los ya mencionados, además de la Biblioteca Nacional y Eeemerging. Yo creo que están viendo que hay un trabajo en este proyecto y que poco a poco lo están reconociendo. Pero tienen que conocerte para programarte, es lógico; si no sales de casa no te puede ver nadie. Por eso nosotros hemos intentado salir todo lo que nos ha sido posible y promocionarnos tocando mucho allá donde podemos. Al final, si logras esto, la gente reacciona.
[VM] Creo que para la trayectoria que tenemos, el tiempo que llevamos y siendo las cosas en España como son, creo que estamos siendo bastante apoyados. Cuando hablamos de bastante, ni siquiera decimos que tengamos un concierto todos los meses, pues la situación en España es la que es. Hay otros que sí que lo tienen, pero también llevan muchos años de experiencia a sus espaldas, de estar haciendo trabajo y de invertir mucho esfuerzo para conseguir una cantidad media de conciertos. Para nosotros, teniendo en cuenta el tiempo corto que tenemos detrás, sobre todo de presencia después de los concursos, creo que las cosas están subiendo como la espuma. Entramos en festivales potentes, nos están haciendo esta portada en Codalario… En fin, a nivel promocional hay mucha gente que está confiando en nosotros. No sin motivos, quizá, porque creo que en este poco tiempo estamos poniendo nuestras credenciales sobre la mesa, pero muchas veces esto no es suficiente. Y no un bagaje que todavía se pueda tener en cuenta tal y como se concibe en este país, en el que necesitas una carrera muy larga y sólida detrás para que confíen plenamente en ti.
[AM] Estando muy de acuerdo con ellos, me gustaría comentar a este respecto una visión desde el otro punto de vista, y sin querer resultar demasiado ambicioso; yo creo que nosotros siempre querremos más, pero porque estamos dando mucho más. Esto significa simplemente que apelo –sin olvidarme del país en el que estamos– a instituciones, fundaciones, empresas, organizaciones, museos, públicos, privados… a que abran más los ojos ante grupos que, como nosotros –y otros más, por supuesto–, están luchando por una calidad musical muy alta, aunque esto todavía resulta un poco sorprendente para lo que es España. Es decir, buscamos siempre más, trabajamos siempre más y nos encantaría ser más reconocidos, por supuesto. Por lo tanto, todo aquel que quiera una buena promoción y un buen trabajo, que se asocie con aquellos que están ya haciendo ese buen trabajo. No me duelen prendas en decir que nosotros aspiramos a eso, a ser un grupo excelente y nos encantaría, por tanto, estar situados en un ambiente de excelencia en el que se crea en nosotros y se beneficie, a su vez, de nuestro trabajo.
Entiendo, por otro lado, que les gustaría que llegara un punto en el que L’Apothéose fuera, si no quizá su único sustento, sí su fuente principal de actividad y de lo que poder vivir artísticamente. ¿Esta es su aspiración o sencillamente prefieren buscar la excelencia, y si esto llega, bienvenido sea?
[CS] No tengo eso en mente en este momento, pero porque no tengo claro que eso pueda suceder, no sé si llegara un día en el que podamos vivir solo de esto. Creo que no vale la pena desperdiciar energía en focalizarse en ese pensamiento, sino trabajar poco a poco y cada vez mejor. Si lo otro viene, maravilloso.
[LQ] Sería un sueño poder hacerlo, pero no sabemos si será real en algún momento. De momento estamos buscando la excelencia, y que L’Apothéose pueda ser algún día una referencia, o que aportemos una visión propia y que sea reconocible, aunque hay, por supuesto, otros muchos grupos que están haciendo las cosas muy bien. Por tanto, si pudiéramos aportar al panorama algo que fuera diferente y de calidad, sería también fantástico. De momento somos realistas y únicamente queremos trabajar y tocar mucho. Queremos seguir haciendo grabaciones, aportar nuestro punto de vista y ver dónde nos lleva todo ello.
[AM] Antes de mirar a ese sueño, nos gustaría disfrutar de todo los que hay en el camino hacia él. Hay millones de sueños por el camino. Estar mirando ahí sería centrarse donde no hay que centrarse.
Echando la vista atrás, ¿cambiarían algo de sus inicios, alguna manera de enfocar su trabajo o la forma de plantearse los proyectos?
[LQ] Las cosas pasan porque tienen que pasar y de forma natural. Todo lo que nos ha pasado ha sido realmente fluido. Siempre recuerdo cuando hace varios años Carla y yo hablábamos de encontrar nuestras parejas musicales perfectas. No lo hemos forzado, y sin embargo ha ido ocurriendo. Si hubiésemos cambiado algo, quizá no estaríamos hablando en este justo momento. Así que no cambiaríamos nada.
El futuro les trae proyectos ambiciosos e ilusionantes, imagino, como su participación en varios de los festivales más prestigiosos de España y Europa, auspiciados por su nombramiento como ganadores de los Circuitos FestClásica 2018 y uno de los ensembles seleccionados en el programa europeo Eeemerging. ¿Qué suponen para L’Apothéose?
[LQ] No somos solo un grupo español, sino un grupo europeo. No queremos encasillarnos, por tanto, y vamos a intentar disfrutar al máximo de la experiencia. Poder salir a una residencia en Europa, estar diez días tocando juntos, sin tener que estar preocupados de nada más ya es algo maravilloso. Sobre todo nos enorgullece que nos reconozcan como uno de los grupos emergentes más importantes de Europa. Queremos disfrutar esa experiencia. Por otro lado, poder pisar algunos de los festivales más importantes de España es también algo impresionante. Especialmente tenemos mucho orgullo de poder presentar un programa concebido para ello, muchas veces en diferentes lugares. Cada concierto es una revelación: siempre encuentras algo nuevo, siempre surge algo diferente… El poder trabajar con el mismo repertorio es estupendo porque te facilita el ir amoldándote cada vez más a él. Cuando estuvimos en la competición de Göttingen, en los conciertos paralelos que ofrecíamos, siempre había algo nuevo que mostrar, íbamos afianzando nuestra visión y cuanto más lo íbamos tocando, mucho más lo podíamos disfrutar. Esto es algo maravilloso que no suele ocurrir, pues lo usual es que te encarguen un concierto con un programa concreto que probablemente interpretes una sola vez. Se tiende a pensar que por el hecho de hacer un programa nuevo vas a aportar frescura, pero no suele ser así. Quizá no estés matando la música –o sí–, pero puede que por muchas razones un concierto no salga como tiene que salir, aunque seas un músico excelente, porque solo puedes tocar ese concierto una vez, o precisamente por tener solo esa única oportunidad estás expuesto a que sucedan muchas cosas jugándotela a una sola carta. Para ofrecer un programa con calidad necesitas mucho bagaje. Cuando estás cómodo tocando una obra que ya tienes absolutamente interiorizada y fluye de ti, ahí es donde surge el espectáculo. Preparar un concierto y ponerlo en el escenario está muy bien, pero cuando ese repertorio viene a ti es el momento en el empiezan a nacer cosas especiales. No porque vayas a repetir un programa significa que tenga que ser algo aburrido que siempre vas a hacer igual, sino que es necesario estar reinventándose y tener las cosas muy claras para poder disfrutar de cada momento.
[AM] Algo fundamental de esta oportunidad de salir fuera al extranjero son los contactos y permitir al conjunto enriquecerse con experiencia y gente de otros países que están metidas en el mundo de la música barroca. Pero también conocer, vivir, las risas, las cenas, los ensayos, los conciertos… Va a ser realmente una experiencia más para apuntar en el curriculum del grupo y que, muy probablemente, nos vaya a transformar o nos continuará transformando.
[CS] Y si además esto nos permite poder conseguir más conciertos, lograr más difusión y llegar a más lugares, pues fantástico.
[VM] Realmente vas a ser una prueba de fuego. No ya solo en el ámbito profesional, sino personal, porque nunca nos hemos enfrentado a una situación de estar diez días conviviendo, ensayando, conviviendo, ensayando, conviviendo… Aunque en los concursos estuvimos algunos días juntos, teníamos en mente el concurso y la prioridad era tocar. Aquí es diferente, porque la prioridad va a ser el crecer como grupo, conocerse mejor e intentar ir más de la mano. A veces esto puede ser peligroso. Aunque no es algo quizá tan categórico, con este tipo de experiencias –especialmente prolongadas en el tiempo– tengo la sensación de que o salimos realmente fortalecidos o no salimos. Esto es algo a lo que un grupo normalmente no se suele enfrentar –salvo excepciones–. Aquí estaremos conviviendo varios días de manera directa, y eso nos dará la oportunidad de experimentar con nosotros mismos. Yo no he hecho esto antes, quitando orquestas de jóvenes, y sin duda tampoco es comparable. Tengo mucha inquietud de ver lo que sucederá, porque será un antes y un después a la hora de conocernos personalmente, como individuos, de manera más estrecha.
[AM] Considero que es prueba que se nos otorga por el hecho de haber llegado a cierto nivel. En ese sentido, es como, ¿jugáis a esto, vais fuerte? Id fuerte.
[LQ] Además hay algunos conjuntos que no han sobrevivido muy bien a fase Eeemerging, especialmente por la convivencia. Personalmente creo que va a ser algo maravilloso, porque nosotros ya tenemos un recorrido conjunto y ya hemos estado días juntos, aunque en situaciones distintas. Por otro lado, hay tanto amor en lo que hacemos, que estoy segura de que será una experiencia muy buena.
¿Os asalta una cierta sensación de vértigo de ver qué sucederá después de toda esta vorágine de proyectos, conciertos, viajes…?
[CS] Somos bastante ‘cabezas pensantes’ e intentamos anticiparnos a todo lo que pueda llegar. Siempre estamos buscando proyectos, contactos y reflexionando sobre qué podemos hacer. Personalmente no le tengo miedo al vacío. Si llega, será quizá señal de que hay que trabajar todavía un poco más.
[LQ] O quizá es señal de que llegará otra cosa o un punto de descanso para acometer algo nuevo. No tiene por qué ser algo negativo. Quizá cuando pase todo esto quepa pensar en que ya no nos van a programar en tanto festivales. A lo mejor, pero igual eso nos deja espacio para asaltar otro tipo de proyectos totalmente diferentes. Aparte de conciertos se pueden hacer otras muchas cosas. Esos vacíos nos vienen bien para otros proyectos: grabaciones, videoclips o proyectos quizá más extraños. Siendo una formación estable, ese vacío da igual. Seguiremos trabajando exactamente igual.
[AM] Si disfrutas lo que haces y trabajas duro por ello, no creo que sea un problema. Además, dudo que a un grupo como el nuestro le falten conciertos como para aburrirse. Y lo cierto es que nos aburrimos poco. Si tienes algo de vida interior, deseos y ambiciones –en el mejor de los sentidos–, cero miedo al vacío.
[VM] Considero que somos bastante conscientes de que un conjunto siempre pasa por épocas y que no siempre se puede lograr la misma atención por parte del público, o no tienes el mismo éxito –aunque no me gusta esa palabra–. Son simplemente fluctuaciones dentro de un período largo en la carrera de un ensemble. Lo difícil no es llegar –como siempre se dice–, sino mantenerse. En este aspecto, somos bastante conscientes de que probablemente no vamos a tener durante diez años seguidos la misma repercusión o el mismo éxito en proporción que el que estamos teniendo este año. Por una cuestión lógica, porque el mundo actual no funciona de esa manera, no porque quizá no lo merezcamos. Así que de una forma natural nos iremos acoplando a las situaciones que vengan, pero siempre con la misma filosofía y con la misma inquietud que hemos tenido hasta ahora. Creo que esa es la única clave que debemos preservar.
[AM] Por otro lado, un músico o grupo que se precie no puede ni debe dedicar el 100% de su tiempo a preparar conciertos. Amar, por ejemplo, el proyecto de una grabación discográfica –como vamos a afrontar pronto– no es solo trabajo. Requiere tiempo, descanso, dedicación, análisis, sentirnse bien para afrontarlo con garantías… Creo que tiene hasta cosas positivas el hecho de no tener que estar permanentemente tocando conciertos.
Precisamente a este nuevo proyecto discográfico que tienen previsto, dedicado en exclusiva a Georg Friedrich Händel, me gustaría referirme para concluir nuestra conversación. ¿Qué nos pueden contar acerca del mismo?
[AM] Por decisión democrática total decidimos que nos apetecía volver a contar con el apoyo de la Comunidad de Madrid –no sabemos si será, aunque creo que el proyecto realmente les apasionará–, porque creo que es muy sorprendente que un grupo joven y español decida, hoy en día, grabar un disco con un repertorio que de alguna manera es un repertorio prohibido para los españoles. Es como si nos presentáramos a salas importantes en España diciendo que queremos tocar La ofrenda musical de Bach. Les parecería increíble. Es un proyecto ambicioso que nace del amor hacia este compositor. L’Apothéose tiene como pieza germen la Sonata en trío en Si menor, HWV 386a. Nace por tanto de esa pasión por su música y de las ganas que tenemos por no encasillarnos en recuperar solo patrimonio español. Nosotros queremos y sabemos hacer muy bien otros repertorios también. En este disco Händel contaremos muy probablemente con la presencia de una cantante, un instrumentista de cuerda pulsada, es decir, ampliaremos plantilla –quizá un violín más–, aunque el núcleo de decisión y de orientación seremos nosotros cuatro. Nos hace mucha ilusión y creo que puede ser algo muy importante.
[LQ] Para mí se presenta como un proyecto maravilloso, pues después de ver la trayectoria que llevamos y, sobre todo, después de lo que sucedió en Alemania, hay un punto de agradecimiento y algo sentimental en dedicarle un disco monográfico a Händel tras todo lo que nos ha ocurrido. Creo que hemos conectado especialmente con su música. Nos llena siempre que la interpretamos. Es, por tanto, muy bonito y emocionante dedicarle un disco a un compositor que nos ha dado tanto.
[AM] Sin duda aquel triunfo del concurso Händel en Göttingen fue el cataclismo del nacimiento real de este grupo. Trabajábamos desde antes y ya había una conciencia de seguir, pero lo que se sintió allí aquellos días fue algo inexplicable. Nuestras caras eran sin duda las de no saber muy qué estaba ocurriendo, pero sí de ser conscientes de que algo pasaba. Y de ahí nos viene… El disco Se compondrá de algunas piezas camerísticas, otros solos instrumentales, una selección de arias de ópera y algunos pasajes de cantatas.
[LQ] Principalmente lo que queremos conseguir es que la gente lo disfrute y que lo hagan escuchando el disco entero. Muchas veces pones un disco y escuchas pistas sueltas o una obra en concreto; pero nosotros queremos que enganche de arriba abajo, logrando que haya variedad y belleza. Es cierto que quizá haya quien pueda decir: ‘un potpurrí, qué aburrido’, pero creo que la escucha fluida de un disco tiene algo muy bonito y creemos que es importante.
[AM] Curiosamente estamos escuchando mucho este tipo de comentarios acerca de nuestro Tesoros musicales de la Biblioteca Nacional de España. Creo que podría resumirse en que será un disco por y para la belleza y el placer. Por supuesto, tenemos la intención de que impresione, encante, enganche y nos divulgue, pero el músico no debe olvidar –cuando pueda permitírselo, y si no puede, quizá también– disfrutar al máximo de lo que hace. Creemos que va a ser así. ¿Plan de mercado? Ninguno. Los discos están para llorar y para alucinar...