CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas 2018

Crítica: La Orquesta y Coro de RTVE inaugura temporada con «Fidelio» de Beethoven en el Auditorio Nacional

6 de octubre de 2018

Leonora o el concierto para trompa de Beethoven

   Por David Santana
Madrid. 4-X-2018. Auditorio Nacional. Emma Bell (Leonora), Daniel Kirch (Florestán), KristianCser (Don Pizarro), GrigoryShkarupa (Rocco), BeritSolset (Marcelina), Thomas Tatzl (Don Fernando), Diego Neira (Jaquino), Ángel Castilla (Prisionero), Juan Muruaga, (Prisionero). Orquesta y Coro de Radio Televisión Española. Director musical: Miguel Ángel Gómez-Martínez. Fidelio de Ludwig van Beethoven

   El compositor favorito de cualquier trompista debería ser, sin lugar a dudas, Beethoven, puesto que ningún otro compositor ha tratado con tanta consideración y cariño este instrumento. Fidelio no es una excepción y, para hacer una buena interpretación hace falta, sin duda, tener una buena sección de trompas. Ya desde el principio de la obertura, tras un primer motivo de las cuerdas, aparecen tocando a dúo en un momento tan delicado que hace que a cualquier trompista le tiemblen las piernas. Lo que no le deben temblar, bajo riesgo de empeorar su interpretación, son, sin embargo, las manos o, como le ocurrió al solista de la Orquesta de RTVE, los labios. A continuación, Beethoven les asigna el papel de presentar por primera vez el motivo principal de la obertura, el cual, a pesar de ser de carácter popular, no se debe minusvalorar, ya que causó un nuevo disgusto al intérprete anteriormente citado.

   Mientras aún suenan las últimas notas de esta preciosa obertura completamente desaprovechada, entran en el escenario los cantantes: Diego Neira (Jaquino) y Berit Solset (Marcelina) y, si posteriormente no se hubiesen levantado de sus sillas, nadie se hubiese dado cuenta de que habían comenzado a cantar, ya que la orquesta les tapó por completo. Claro, no es lo mismo como suenan veintiséis violines cuando están en el foso que cuando están en el escenario. Pero Miguel Ángel Gómez-Martínez pareció no darse cuenta o no le dio importancia porque, vamos a ver, ¿de quién es el concierto? ¿De Neira, Solset y compañía o de la Orquesta de RTVE? Pues ya está.

   Tras los coqueteos entre Jaquino y Marcelina llega uno de los momentos más delicados del primer acto: el cuarteto Mir ist so wunderbar. Emma Bell (Leonora) apareció en escena con su potente voz de soprano dramática. Su experiencia con orquestas wagnerianas le permitió lidiar sin problema con la potencia con la que el maestro Gómez-Matínez interpretó todo el primer acto de Fidelio. Sin embargo, cuando llegó la escena octava y su aria Abscheulicher! Woeilst du hin? se tuvo que pelear con las trompas que, deseosas de resarcirse de sus pequeños errores en la obertura, atacaron con tanta ansia como precisión –también hay que decirlo– los complicados pasajes de esta escena. Pero, a pesar de que haya titulado este texto así, Fidelio no es un concierto para trompa y acapararon un protagonismo que debieran haber compartido con Emma Bell quien, a pesar de su constante pugna con los instrumentistas, pudo mostrar su dominio tanto del registro medio y grave de la voz de soprano como del agudo, atacando valientemente las notas más agudas que le escribió Beethoven. Grigory Shkarupa (Rocco) también alivió al público con su aparición. Su voz de bajo llegó al público mejor que la del tenor, con la pequeña excepción de algún momento en el que fue tapado por los ocho violonchelos que Gómez-Martínez había situado sobre el escenario. Tanto en el cuarteto como en su aria Hat man nicht auch Gold beineben su interpretación fue de gran calidad y su timbre cálido encandiló al público.

   Kristian Cser (Don Pizarro) entró en escena con la difícil aria Ha! Welch’ ein Augenblick! en la cual consiguió mantener un timbre y una sonoridad homogéneos a pesar del amplio registro de la pieza. También hace su primera aparición en este momento el coro de RTVE, compuesto solo por la sección masculina en este primer acto. Beethoven ya apuntaba maneras en cuanto a la composición coral cuando escribió Fidelio y como prueba tenemos la pieza O, welche Lust! de la escena nueve. El coro de RTVE estuvo realmente bien y en buena armonía con una orquesta que parecía que comenzaba a escuchar lo que le rodeaba y a comprender su papel en la representación que se estaba llevando a cabo. Fue remarcable por su gran calidad el breve solo de Ángel Castilla como “Primer prisionero”.

   El segundo acto transcurrió bastante mejor que el primero, y no solo por la aparición de Daniel Kirch con su potente y conmovedora voz a la que, a pesar de todo, le faltó algo de direccionalidad para lograr una mayor naturalidad. La orquesta estuvo mucho mejor, Gómez-Martínez pudo resarcirse del error que había ensuciado los primeros momentos del estreno de la temporada y ofrecer al escaso público, que apenas llenaría un tercio de las localidades del Auditorio Nacional, un espectáculo propio de una buena orquesta. El aumento de la calidad fue especialmente notorio en la ya tradicional interpretación de Leonora nº3 entre las escenas quinta y sexta de este segundo acto. Destacó la sección de cuerdas, liderada por Miguel Borrego, que interpretó con decisión y precisión los rápidos pasajes finales de esta pieza. Así mismo, el maestro Gómez-Martínez indicó con precisión unos contrastes muy necesarios para hacer una correcta interpretación de las obras de Beethoven y que, sin duda, gustaron al público que aplaudió con fuerza nada más finalizar la obertura, obligando al maestro a voltearse y saludar agradecido. Los solistas de viento también hicieron una interpretación adecuada, especialmente brillante estuvo la solista de flauta Mónica Raga.

   La escena final en la que el coro de RTVE al completo pudo demostrar su potencia y su gran calidad, así como el trabajo de su director David Arilla, hizo que por un momento se nos olvidasen los errores de la orquesta durante el primer acto. Una pena que existamos los críticos para molestar recordando que un gran final no lo es todo y que Fidelio no es un concierto para trompa.

Foto: Fernando Frade / Codalario

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