La Voz de Asturias (Viernes, 2/3/12)

UN "ESTRENO" QUE SABE A "GLORIA"

El Festival de Zarzuela de Oviedo ha dado comienzo con una interesante propuesta artística en la que se incluyeron dos títulos poco habituales: "El estreno de un artista", de Gaztambide y "Gloria y Peluca" de Barbieri, dos zarzuelas que, por obra y gracia del director de escena de la producción, Ignacio García, se presentaron como si de una sola se tratase, gracias a un proceso de adaptación que ha conseguido que sus respectivos libretos encajen con cierta naturalidad. El trabajo realizado por Ignacio García fue muy meritorio. La propuesta escenográfica sin duda resultó eficaz y atractiva y, el movimiento escénico, elegante y bien organizado. La velada resultó encantadora y conmovedora a la par, por la sutileza y elegancia de sus virtudes, tanto musicales como escénicas. Por eso resultó extraño observar en el público cierta frialdad desde el principio de la función, hasta que Marco Moncloa despertó los aplausos con una impresionante intervención en la que cantó, con y sin peluca, como tenor, barítono y soprano, nada menos. "El estreno de un artista" es una zarzuela preciosa, un auténtico bombón de sutil belleza canora y textual.

En ella, Gaztambide y Ventura de la Vega configuran una historia moderadamente divertida, en la que predomina el buen gusto literario y una vena musical inspirada y llena de interés. Seguramente, la música de Gaztambide no cuente con la capacidad de epatar que posee la de Manuel Fernández Caballero, pero su formación orquestal profunda y su delicado sentido melódico resultan modélicos, de gran atractivo estético. No es de extrañar que un investigador de la categoría de Ramón Sobrino -autor de la edición crítica de la partitura- lleve años fijando su punto de atención en el célebre autor de El Juramento . El reparto se eligió con mano maestra. Todos los cantantes hicieron un gran trabajo. Sonia de Munck fue una Sofía realmente deliciosa, cantando y actuando. Su voz reflejó con claridad meridiana la tierna y encantadora inseguridad del personaje, gracias a una voz clara, de aseada técnica y precioso y cálido timbre. También cantó a un gran nivel Marisa Martins, que interpretó el doble papel de Marietta y María siempre desenvuelta y generosa. Pero el cantante que más gustó fue Marco Moncloa. El barítono firmó una soberbia actuación en las dos obras. Actuando, su interpretación de Astucio resultó tan cómica como llena de naturalidad y limpieza escénica. Fue un verdadero placer observar su aplomo sobre el escenario, siempre con un estilo elegante y pulcro donde los haya. Cantando incluso lo hizo mejor. Su encarnación de Marcelo Pelusa y su extraordinaria recreación de los tres típicos roles líricos de una zarzuela son un motivo más que suficiente de por sí para asistir a la función. También gustó el trabajo de José Manuel Montero como Enrique. Su participación resultó modélica. Fue una pena que resultara tan breve, porque su voz siempre lució segura, fresca y con carácter. Ojalá vuelva pronto al Campoamor. Iván Villanueva y Tomás Pozzi estuvieron a la altura del resto de sus compañeros. El apartado musical estuvo a cargo de José Miguel Pérez Sierra, joven director de gran talento que llevó la velada con seguridad y carácter, dentro de un estilo muy cómodo de oír, fluido, equilibrado y solvente. La Oviedo Filarmonía acompañó al mismo nivel, mejor en el primer título que en el segundo, donde sonó menos templada. En cualquier caso, el resultado orquestal se escuchó a gusto. El Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo tuvo una participación solvente, aunque convendría reforzar la cuerda de tenores, que ofrecieron una línea vocal deficiente. En resumen, un magnífico comienzo para un festival que, no está mal recordarlo, está pasando a la historia por su compromiso con el género lírico español.