CODALARIO, la Revista de Música Clásica

Críticas 2019

Crítica: Kent Nagano dirige «Parsifal» de Wagner en Hamburgo

6 de mayo de 2019

Payasadas wagnerianas

Por Dani Cortés Gil
Hamburgo, 28-IV-2019. Staatsoper Hamburg. Parsifal, de Richard Wagner. Dirección Musical: Kent Nagano. Dirección escénica: Achim Freyer. Dirección de coro: Eberhard Friedrich. Robert Dean Smith [Parsifal], Kwangchul Youn [Gurnemanz], Tanja Ariane Baumgartner [Kundry], Egils Silins [Amfortas], Vladimir Baykov [Klingsor], Tigran Martirossian [Titurel]. Philharmonisches Staatsorchester Hamburg & Chor der Staatsoper Hamburg.

   La Ópera de Hamburgo ha recuperado estos días la producción de Achim Freyer para el festival escénico sacro de Wagner, una puesta en escena presentada en el mismo teatro en 2017, así mismo con la batuta de Kent Nagano, director musical de la sala hamburguesa.

   Hay muchas visiones posibles en la dirección de la espiritual obra wagneriana, pero Nagano escogió la del aburrimiento. Una dirección transparente pero totalmente aséptica en la que el misterio, la trascendencia y el ambiente opresivo de la larga partitura brillaron por su ausencia en un discurso bastante tedioso. Tampoco se mostró demasiado favorecida la orquesta del teatro, con demasiados momentos dudosos, especialmente en la sección de vientos, tan imprescindibles en la obra. El sonido, sorprendentemente vulgar para una orquesta alemana, fue, en los momentos más inspirados, un simple acompañante del sacro drama wagneriano.

   Así mismo el nutrido coro de la Staatsoper hamburguesa no consiguió las sonoridades etéreas requeridas por la obra. La parte femenina mostró unas voces envejecidas, con exceso de vibrato y una afinación aproximada, como se puso de manifiesto en la escena de la consagración del Grial. La sección masculina no fue más allá de la corrección.


   Del grupo de solistas, la voz más destacada fue la de la mezzosoprano alemana Tanja Ariane Baumgartner, con una tesitura amplia y compacta capaz de hacer frente con gran aplomo a la extrema parte de Kundry. Voz carnosa en los graves y con unos espectaculares agudos de gran brillantez, como demostró en su extenuante escena del acto segundo. Lástima que la fallida puesta en escena aniquilara cualquier intención de profundidad dramática de su personaje.

   Robert Dean Smith fue un Parsifal (el  «loco puro») de medio gas, sin el canto ingenuo de sus primeras apariciones ni la rotundidad heroica del final del acto segundo y el tercero. Una voz adecuada a la parte pero sin el plus expresivo requerido.

   Mucho más destacada fue la voz del bajo surcoreano Kwangchul Youn, expresiva y musical a pesar de cierta falta de potencia, dando vida al narrador Gurnemanz, una parte que siempre corre el riesgo de la monotonía. También fueron importantes las voces de Egils Silins como Amfortas y Vladimir Baykov como Klingsor, aunque sin un carisma o un color característico que las hiciera destacar. Insuficiente el discreto Titurel de Tigran Martirossian y poco seductor el grupo de doncellas-flor en un exceso de decibelios.

   Pero quizás el gran error de estas representaciones fue la extraña y oscura escenografía de Achim Freyer. Espacio escénico único: una especie de hemiciclo negro en varios pisos por los que desfilaban parsimoniosamente las más ridículas y extrañas figuras, en una mezcla de rostros expresionistas con una simbología dispersa que parecía remitirnos también al mundo surrealista. Personajes que iban desde siniestros payasos de circo en los caballeros del Grial a una Kundry semejante a la Bruja Avería del mítico programa infantil, pasando por una reinterpretación expresionista del Cristo de Grünewald en el sufriente Amfortas. Un inmenso hexágono descendía durante la escena de la transformación, como también lo hacía un gran espejo al final de la obra, de idéntica manera a la mucho más estimulante producción de Herherim para Bayreuth. Nada nuevo entonces...

Foto: Hans Jörg Michel

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