CODALARIO, la Revista de Música Clásica

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Crítica: Debut de Matthew Polenzani  en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela

16 de diciembre de 2020

Debutar…, ¿y repetir?

Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid, 14-XII-2020. Teatro de la Zarzuela. XXVII Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Recital 4. Obras de Franz Schubert (1797-1828), Robert Schumann (1810-1856), Francis Poulenc (1899-1963) y Charles Ives (1874-1954). Matthew Polenzani (tenor), Julius Drake (piano).

   En esta cuarta velada del Ciclo de Lied presenciamos el debut en este Ciclo del tenor norteamericano, nacido en Illinois, Matthew Polenzani (1978), acompañado por toda una garantía al piano como es la de Julius Drake (1959), y que antes del recital se manifestaba de esta forma en su cuenta de Twitter:

«Anhelando esta noche con @juliusdrake en el @TeatroZarzuela. Nuestro programa incluye a Schubert, Schumann, Poulenc e Ives. ¡No puedo esperar a cantar para una audiencia en vivo nuevamente! ¿Por qué no podemos plantearnos cómo hacer esto en Estados Unidos? #wearamask #livemusicisessential».

   Ciertamente, Polenzani -que frecuenta los principales títulos operísticos de los repertorios italiano, francés y alemán- es ejemplo de tantos y tantos cantantes con gran actividad en su agenda, que han ido acumulando multitud de cancelaciones, al sufrir sucesivamente las anulaciones europeas de principio de la pandemia con las actuales que se han generalizado en USA, como las acarreadas por el cierre del MET de Nueva York. Todos deseamos que la realidad de la llegada de las vacunas permita, por fin, normalizar la apertura de los teatros y auditorios en todo el mundo donde no haya sido posible hasta ahora hacerlo, o por decisiones políticas erróneas o bien, por las que ningunean a LA CULTURA.


   En el recital que nos concierne, Polenzani diseñó un repertorio que le ocupó -de forma ininterrumpida- más de 85 minutos, basado en un ramillete de cinco de las más famosas canciones de Schubert y una selección de los Liederkreis de Schumann (en este caso, los nueve Lieder del Op. 24), figura maestra de la evolución del repertorio ‘liederístico’ alemán post-Schubert, donde el instrumento pianístico marca la diferencia. De Poulenc, eligió las seis canciones bajo el epígrafe Fiançailles pour rire [Los esponsales para la risa] (1939). Y, para terminar, tres canciones del estadounidense -innovador en las disonancias- Charles Ives, creador de un ‘estilo norteamericano’ de hacer música.

   Progresando por el repertorio citado, y analizando cómo creemos que ha de interpretarse de forma estilística cada tipo de Lied, el cantante fue de menos a más, con un canto siempre comunicativo y activo. Sin embargo, la voz de Matthew Polenzani -de lírico casi puro- no está dotada de una gran belleza. Además, en la zona aguda suena con un excesivo vibrato, mostrando un canto excesivamente abierto, que afea la emisión. Lógicamente, esto que comentamos es más evidente en un recital de Lied, donde la voz se enfrenta, desnuda, con el piano al no encontrarse arropada por una orquesta. Como bonus, en la voz de nuestro cantante hay que resaltar otras virtudes importantes, como son la facilidad para la gestión de las dinámicas cambiantes -con destreza para el canto pianísimo como recurso expresivo- y la riqueza en el fraseo, con excelente dicción, sin recurrir casi nunca a los sonidos en falsete.

   Dicho lo cual, opinamos que ese ‘defecto’ en la emisión ‘aperta’, penalizó algunas canciones de Schubert, como ocurrió en Im Frühling [En la Primavera] y en Frühlingsglaube [Creencia en primavera]. En cambio, sus otras virtudes adornaron con meritorias medias voces la canción Der Einsame [El solitario]; aplicó el pianísimo y el tempo lento en la paradigmática Ständchen [Serenata], lo que nos pareció muy adecuado, aunque ello penalizó la afinación; asimismo, las dinámicas -bien trazadas- reinaron en Im Abendrot [En el atardecer].

   En Schumann, más arropado por el piano, como corresponde al estilo compositivo del sajón, destacamos tres de las nueve: la muy ajustada e intensa interpretación de Schöne Wiege meiner Leiden [Hermosa cuna de mis dolores], así como la muy densa, y ejecutada con férreo carácter, Warte, warte, wilder Schiffmann [Espera, espera, navegante salvaje]; en la última, Mit Myrten und Rosen [Con mirtos y rosas] disfrutamos muchísimo de las inmejorables esencias del arte pianístico de Drake.


   Confesamos que es en Poulenc donde más nos gustó Polenzani porque aunó un muy buen estilo de la ‘chanson’ francesa y un efectivo despliegue teatral en su interpretación, muy en consonancia con que estas canciones puedan ‘dramatizarse’ atendiendo al universo de vertiente más mordaz y de doble sentido del compositor parisino. Comprobamos maestría en las dinámicas en Dans l’herbe [En la hierba], una canción a modo de obituario; sentido del absurdo o de lo surrealista, comunicado a través del canto, en Mon cadavre est doux comme un gant [Mi cadáver es suave como un guante], o gracejo en la semiescenificada -haciendo de personaje ebrio- Violon.

   Cerrando el círculo en lo programado, se enlazó con la sección de estética más alemana del recital, cantando de forma arrobada la bellísima canción Feldeinsamkeit [Soledad de campo], compuesta por Charles Ives en 1898, que gustaba de la poesía alemana, en este caso la de Hermann Allmers (1821-1902), poeta que también fue musicado por Johannes Brahms. The World’s Highway (1906) y When Stars are in the Quiet Skies (1891), son mucho más reconocidamente americanas, y cantadas en el idioma materno del intérprete, fueron perfumadas al antojo de dinámicas y notas en calderón, como hizo con el bello final de la última de las tres, cantado en pianísimo.

   Después de varias salidas a saludar por parte de la pareja Polenzani-Drake -y muy aplaudidos por el público, incluso se escuchó algún “¡bravo!”-, concedieron dos propinas. Antes de anunciar la segunda, una canción de Rachmaninov, Polenzani sacó su teléfono móvil y agradeció, leyendo de la propia pantalla en español, la oportunidad de su debut en el Teatro de la Zarzuela.


   Quizá volvamos a tener más oportunidades de escuchar a Matthew Polenzani, -ya que se trata de repetir en el Ciclo y no sólo de debutar-, y salvo detalles que no hemos podido dejar de comentar porque quitan puntos a lo que debe ser una exquisita interpretación del repertorio del Lied, creemos que el artista saldó de forma aseada su debut en el muy exigente -nosotros queremos que siga siendo así- Ciclo de Lied del CNDM, tanto por los repertorios programados como por los artistas que a él concurren.

Foto: Rafa Martín

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