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Entrevistas

FIORENZA CEDOLINS, soprano: «Me siento muy orgullosa de haber creado el primer concurso de canto por internet»

29 de diciembre de 2020

Fiorenza Cedolins, soprano: «Me siento muy orgullosa de haber creado el primer concurso de canto por internet»

Una entrevista de Agustín Achúcarro

Fiorenza Cedolins es una soprano de un marcado carácter, al estilo de las grandes cantantes italianas, que en su larga carrera ha defendido con éxito papeles muy complicados de soprano lírico-dramática, con una voz poderosa y una entrega total, hasta reconocer que esa entrega deja una huella de esfuerzo. Sus personajes como Butterfly o Tosca forman parte de ella misma y les ha dedicado toda una vida. Su pasión por el canto continúa intacta, y mientras prepara dominar nuevos personajes, se vuelca con la educación, a través de la Scuola dell’Opera Italiana, que lleva su nombre y de uno de sus últimos empeños, el Concurso de Canto Lirico Virtual Scuola di Opera Italiana Fiorenza Cedolins.

¿Qué recuerdos tiene de los comienzos de su carrera?  ¿Cómo los analiza con la perspectiva que da el paso del tiempo?

Mis comienzos fueron muy duros, pues soy de un pueblo muy, muy pequeño, en una comarca periférica, alejada. Una villa en una colina apartada de las grandes ciudades, donde estudiar música, y más aún canto, era una locura, algo extraño. Y ya pensar en hacer una carrera profesional era una cosa del otro mundo. Así que fue difícil desde un punto económico, porque mi familia no tenía recursos, y desde un punto psicológico, porque nadie tenía confianza en esta empresa. Era una cosa fuera de mi ambiente y peligrosa, con pocas posibilidades de que acabara con éxito. Puedo decir que el superar al final todas estas dificultades me ha hecho forjarme un carácter fuerte, lo que me ha ayudado mucho para afrontar los problemas tanto en mi vida como en mi carrera.


¿Cuándo tomó conciencia de que iba a salir adelante?

Puede que cuando me ofrecieron cantar Tosca en la Arena de Verona, pues suponía una confirmación de mi carrera. Antes de esto canté Aida en el San Carlo de Nápoles, algo que también fue muy importante, aunque corrí un riesgo muy grande. Yo era muy joven, tenía treinta y pico años, estaba prevista para el segundo reparto, pero la protagonista enfermó y se tomó la decisión de ponerme en el primero. Realmente fue un riesgo para los responsables del teatro y para mí, pues de haber sido un fracaso hubiera supuesto un parón en mi carrera. Fue un éxito, pero podemos decir que producto de un golpe de suerte en el  que todo el mundo estaba dispuesto a ayudar y ser comprensivo con una joven que debuta. Mientras que en Verona, con Tosca, en 1999, el éxito se confirmó, y Fiorenza Cedolins pasó a ser alguien en la que se podía tener confianza. Esto significaba que la carrera estaba marchando a un muy alto nivel, mientras cantaba papeles como Tosca, Aida o la Leonora de El trovador.

Después hubo otro momento muy decisivo con el debut de Madama Butterfly, también en 1999, pero en el Festival de Macerata, con un éxito tan grande que para mí supuso la confirmación de que tenía las cualidades precisas para afrontar la responsabilidad de ser protagonista de grandes producciones. Fueron dos estrenos muy fuertes en la misma temporada.

¿La duda ante una carrera como la suya está ahí siempre?

No, yo creo que no existe esa duda. Soy muy seria en el estudio, muy escrupulosa, y cuando decido cantar un papel sé que lo puedo hacer. Antes de decidirme a cantarlo tengo que tener la sensación de que todo sale perfecto; de hecho, cuando preparo un papel en mi casa, me exijo al 100%, pues todo el mundo sabe que luego en directo pueden pasar muchas cosas, por lo que todo tiene que estar anteriormente muy seguro. Cuando una canta papeles protagonistas supone un enorme compromiso. No ocurre con todos, pero en la mayoría la responsabilidad cae sobre tus espaldas. Pienso en papeles como los de Adriana o Fedora, y esto no es exclusivo de la soprano, pues igual le ocurre al tenor en Otello o al barítono en Rigoletto. Y no solamente eres responsable ante ti, sino ante la compañía, el teatro y el público.

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«Mis comienzos fueron muy duros»


¿Le ha cambiado su carácter el éxito?

Creo que no me ha influido. Mi carácter es un poco difícil, con una personalidad algo dual, pues parece que soy muy extrovertida con la gente y al tiempo soy muy tímida. Puede haber algunos momentos en los que una se siente más nerviosa, y las personas no siempre comprenden por qué un cantante puede estarlo. Nos afectan cosas como que se levante un día con mucho viento, ya que puede perjudicar a nuestras gargantas.

Si tienes un equilibrio y unos valores humanos bien marcados, a pesar de que la carrera tiene una evolución y, lógicamente, llega un momento en que va bajando, tu carácter no cambiará mucho.

A la hora de subir a un escenario ¿qué cree que se aporta además de la voz?

Cuando se entra en el escenario la voz es solamente un instrumento que te permite exprimir lo que tienes en tu alma, en tu corazón. Lo importante es la capacidad de comunicar tus emociones, recibir la de los otros, del compositor, de los compañeros de reparto, del público, y compartirlo entre todos. Esto es el gran fenómeno de comunicación empática que es lo que de verdad hace único al teatro, por eso es insustituible. Es como una forma de armonía de almas, en la que las personas acabamos sintiéndonos unidas, por lo que es una situación espiritual, metafísica. Creo que el artista tiene que tener algo profundo, ser rico en humanidad, en generosidad, pues si no parecerá que solamente emite sonidos, por muy hermosos que sean. Los pájaros también realizan cantos maravillosos, pero se precisa tener alma, para que exista calor, como decimos en Italia.

¿El público puede ser muy cruel?

Sí, es parte del teatro. Pienso que de todas formas respeta a la persona cuando ésta es verdadera, no es falsa. Cuando en el escenario uno se emplea con generosidad, la reacción del público es de respeto, aunque la actuación no salga extraordinaria, porque a los cantantes nos pasan cosas, como a todo el mundo, que puede influirnos. El éxito será menor, pero la crueldad solamente sale cuando se dan cuenta de que el artista es un poco falso.

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«Cuando en el escenario uno se emplea con generosidad, la reacción del público es de respeto, aunque la actuación no salga extraordinaria»


¿Qué criterios le han llevado a escoger los personajes que le han dado tanta fama?

Existen para mí fundamentalmente dos criterios: el técnico, si tenemos las notas, la técnica para realizarlo, y un criterio totalmente instintivo, que se basa en saber si yo me enamoro de ese papel o no. Si no me enamora, normalmente no sigo estudiándolo, pues se cae, ya que nuestras vidas no se cruzan. Si me inspira, intento de todas las maneras posibles poder abordarlo. Y creo que, incluso, si te enamoras de él se pude llegar a superar los propios límites vocales.    

¿Ha tenido que decir muchas veces que no a un papel, aunque con el paso del tiempo fueran éxitos en su carrera?

Sí, sí. Esto me ha pasado varias veces, cuatro o cinco, en las que yo pensaba que no estaba preparada para interpretar un personaje especialmente profundo, en el que necesitaba una madurez. La primera fue con Tosca, que me la ofrecieron cuando yo tenía 24 años. Intenté mirar la partitura y cómo podía cantarla, y decidí que era una locura total, pues aunque tenía las notas, con una voz de lírica bastante llena, era un personaje enorme, muy extenso, y no estaba segura de poder llegar al final. Se trataba de un teatro bastante importante, por lo que al decirles que no, se paró toda la relación con ellos. Después me ocurrió lo mismo con Butterfly. En esta ocasión me estudié todo el papel, sola y con el repertorista, y al final de meses de trabajo decidí que no, pues me parecía que, en aquel momento, aquel personaje estaba alejado de mi personalidad. Algo parecido me ocurrió con Aida, que me la ofrecieron cuando tenía 27 o 28 años, y preferí esperar unos tres más para aceptarla. Tampoco me vi en su día con Lucrezia  de I due foscari, pues me obligaba a endurecer la voz, que era demasiado spinto. Curiosamente luego algunas las he cantado, como ocurrió con Madama Butterfly, que se convirtió en uno de mis personajes favoritos.

Verdi fue un compositor que llegó a usted o tuvo que hacerse a él.

Verdi ha sido un compositor que yo he tenido que trabajar muchísimo para adaptar mi voz a sus obras. Creo que de manera natural he sido más de Puccini o de un verismo más lírico, como Adriana Lecouvreur. Y luego Maddalena de Andrea Chenier, e incluso Santuzza de Cavalleria rusticana, que tiene una referencia al bel canto del XIX. Pero yo amaba tanto los papeles de Verdi, que trabajé enormemente para encontrar la solución que me permitiera interpretar algunos de sus papeles, de óperas como Il trovatore, I due Foscari, La batagllia de Legnano o I Lombardi. Cantar estas obras me llevó a personajes como Norma y Maria Stuarda. Ha sido como una especie de recorrido a lo largo de los años que ha tenido la base en Puccini.

«Verdi ha sido un compositor que yo he tenido que trabajar muchísimo para adaptar mi voz a sus obras»


¿Cuáles han sido los personajes que le han exigido más y por qué?

Lo más duro que yo he cantado para mi voz ha sido Norma, aunque haya sido un papel con el que he tenido mucho éxito. Y no solamente por el personaje en sí, sino por la confrontación que se establecía con sopranos como María Callas que la llevaron tan arriba. Solamente pensarlo me da miedo. Aunque debo decir que el repertorio que abordé durante más de treinta años fue todo duro, excepto, aunque pueda sonar un poco irónico, los de La bohème y La viuda alegre.  

¿Cómo se consigue mantener un personaje con la misma intensidad durante toda una ópera?

Hay que abordarlos viviendo el drama, lo que clásicamente se dice al utilizar el método Stanislavski. Intentar vivir el drama de la manera más profunda posible, para que todo salga de forma lógica. Esto cuesta mucho, ya que se sufre. Existe el riesgo de pasarse de intensidad y venirse abajo, y creo que de todas formas el esfuerzo se acaba pagando. Pero o se interpretan los personajes con la mayor entrega posible o cuesta muchísimo sacarlos adelante, acaban por sonar falsos y no se producen veladas inolvidables. Uno puede salir a cantar un papel con profesionalidad, pero si no se entrega no habrá esa comunicación que va más allá. Cuando el intérprete lo da todo no corre el riesgo de caer en la rutina, porque vivirá cada vez algo nuevo. Los personajes se desarrollan de la misma forma que yo evoluciono en la vida. Es una manera de actuar sin actuar.

Háblenos de la Scuola dell’Opera Italiana Fiorenza Cedolins.

Es una Escuela de canto lírico donde se estudia a todos los niveles, conmigo o con otros profesores. En donde se practica la técnica, la respiración, la resonancia básica y la actuación a través de la Ópera studio, lo que permite tener una experiencia no solamente del canto, sino también de la escena. Trabajamos con jóvenes que están organizando su carrera y con personas maduras que quieren profundizar o cambiar el repertorio, algo que ocurre bastante en torno a los 40 años. Esto supone trabajar un cambio técnico y de estilo. La escuela tiene su sede principal en Milán, en el mismo lugar donde se reúnen los «Loggione» de la Scala, los aficionados que acuden al piso más alto del teatro milanés, famosos por su rigurosidad. Trabajamos también en Parma. Y al margen de la escuela, doy clases magistrales en ciudades de todo el mundo. Además, soy profesora de canto del Liceo de Barcelona y del Conservatorio Nicolini de Piacenza, una ciudad que forma parte de las tierras de Verdi, pues su casa de Sant´Agata está en ese municipio.

En la Scuola Fiorenza Cedolins se ha desarrollado también el I concurso de canto en línea, que se llama concretamente Concurso de Canto Lirico Virtual Scuola di Opera Italiana Fiorenza Cedolins, un nombre bastante largo. Me siento muy orgullosa de que sea el primer concurso de canto en el mundo con estas características y con estas condiciones.

«Lo más duro que yo he cantado para mi voz ha sido Norma»


¿Y cómo se le ocurrió un concurso por internet?

Estaba dentro de mi cabeza. Mientras por la Covid-19 todas las carreras se habían parado y yo me encontraba cerrada en mi casa, me surgió la ilusión de hacer algo útil, positivo, y no solamente deprimirme cuando todo profesionalmente se iba cancelando. Así que el 15 de marzo se me ocurrió hacer algo que me involucrara a mí, que estaba encerrada en casa, a los estudiantes, que desde su casa debían hacer algo, y al público, que también estaba metido en casa. Pensé que se podría hacer un concurso de canto en línea que contara con estas tres entidades. Valorar la voz en video tiene algunas cosas que se pueden hacer, pero otras no. Creo que lo que se puede ver es la capacidad de actuar, que es algo muy importante en la actualidad para el cantante, y que implica tener carisma, que sale de la personalidad de la gente. Y sobre esto pedimos un video casero, auto producido, con una pequeña puesta en escena, pues esto puede decir mucho de un artista.

La característica de este concurso es que contamos con un jurado de personalidades de alto nivel, en esta primera edición concretamente con 30 personas. Nunca pensé que podría haber tantos votos del público y me sorprendió que los 63 videos recibidos superaran los 35.000 votos. Las cifras que aparecen actualmente en internet son superiores porque la gente sigue votando aunque el concurso haya terminado.

¿Cómo ha visto el nivel del primer concurso?

Creo que ha sido bueno. Debemos pensar que se ha hecho en un contexto de emergencia, del 18 de marzo hasta mediados de abril. Iba Polimeni ha sido la ganadora y la más votada por el público, mientras que Emanuela Sala ha recibido el Premio especial «Esperanza de la lírica» y ha sido la más votada del jurado, a lo que hay que unir un buen número de premios especiales en los que han colaborado muchas asociaciones. Las visualizaciones han superado las 400.000, con mucha gente de fuera de la ópera, lo que le da al concurso un valor sociológico. Se apoya a los nuevos cantantes y se acerca la ópera a la gente, cumpliendo como instrumento de difusión para quien no ha podido acercarse nunca a la ópera. Internet es algo muy positivo y debemos utilizarlo con mucha inteligencia, con mucho gusto y con sentido artístico. Hay personas que tienen miedo a que afecte al mundo del teatro en vivo, pero yo creo que no, que es un instrumento de difusión, de promoción y de acercamiento a un nuevo público. Creo que el streaming ha llegado para quedarse, es un instrumento potentísimo para la lírica, democrático, pues cuesta muy poco, y llega a todos los lugares del mundo.

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«El streaming ha venido para quedarse, es un instrumento potentísimo para la lírica, democrático, pues cuesta muy poco, y llega a todos los lugares del mundo»

Y ya hay una segunda edición en marcha

Sí, de hecho la matriculación ya está a abierta y en esta edición hay cinco categorías: Ópera, Zarzuela, Opereta, Music Hall y Lieder. Se podrán matricular hasta el 18 de febrero y los videos estarán abiertos para el público en facebook desde el 8 de marzo. Todo el mundo podrá mirar las actuaciones y votar hasta el 12 de mayo, y los ganadores serán proclamados cuatro días después, el 16. Para participar solamente pedimos que tengan voz de cantante lírico, que sean mayores de 18 años y que hagan una puesta en escena.

El jurado internacional llegará casi a las 70 personalidades e intentamos que este año la valoración del público y el jurado esté más equilibrada que en el anterior. En España contamos con casi todos los directores de teatro como Joan Matabosch del Teatro Real; Daniel Bianco del Teatro de la Zarzuela; Jesús Iglesias del Palacio de las Artes de Valencia; Javier Menéndez del Maestranza de Sevilla; Cecilio Niño de la ABAO y Ulises Jaén de la Ópera de Las Palmas, entre otros. Los teatros y las asociaciones ofrecen premios especiales que van desde contratos a becas y audiciones. La esponsorización es mía y de asociaciones, revistas, agencias como Only Stage, y personas como la hija del barítono Paolo Silveri, que lo hace para honrar la memoria de su padre. También Bruno de Simone, barítono bufo, nos apoya, lo que supone un soporte muy importante.

¿Qué les indicaría a los participantes?

Me gustaría decirles que no tengan miedo, que seguro que se les ocurren buenas puestas en escena, que no es necesario que sean caras, que lo importante es que resulten imaginativas, originales y que tengan capacidad comunicativa.

¿Cómo ha conseguido tener tantos apoyos?

Hablé con mis compañeros, con personas de la música. Uno de los primeros fue Andrea Merli, que es un periodista, un crítico muy famoso, conocido como l'Impiccione Viaggiatore, y con Jorge Binaghi de la Fundación Victoria de los Ángeles. Me dijeron que era una idea fenomenal y a ellos se han ido sumando personas, pasándose la información de la existencia del concurso de voz a voz. Creo que hablé con no más de 70 personas y 65 me expresaron que estaban de acuerdo. No sé si será porque la idea es buena o por empatía conmigo, que he sido una persona que he tenido siempre mucho respeto hacia mis compañeros.


¿Cómo está viendo la pandemia?

Lo veo desde Italia y Suiza, que es donde vivo actualmente. Siento preocupación, y creo que lo más importante es que seamos muy cuidadosos, pues es una afección muy dura. Debemos proteger a los más frágiles, sobre todo a nuestros abuelos. Hay que tener todas las precauciones posibles y esperar a la vacuna, que creo que supondrá la luz al final del túnel. Y ahora que parece que se acerca ese final no debemos bajar la guardia. La Navidad será para reflexionar y no para viajar, pues es un riesgo que es mejor no afrontar. Hay que tener mucha paciencia, sobre todo los jóvenes que son más impetuosos. Entiendo que, al margen del tremendo dolor que ha producido, puede ser una temporada muy útil para reflexionar y pensar en cosas nuevas y ver cómo vamos a actuar después.

¿Y cómo cree que va a salir de esta situación el mundo de la música?

Esto es un gran interrogante. El virus ha imprimido una aceleración importante a la forma de relacionarse con la música a través del streaming, las tecnologías… Pienso que esto hará que muchas cosas sean diferentes, y todavía no puedo imaginarme cuál será el resultado. Yo exploro el futuro sin miedo, con coraje, ánimo, y con la curiosidad de qué va a pasar. Estoy hablando sin considerar el sufrimiento, que ha sido horroroso, y desde este punto de vista puede ser interesante ver cómo son las cosas de nuevo. Se pueden desarrollar situaciones imprevistas y también positivas.

¿De qué manera ha resuelto durante su carrera la relación con los directores musicales y de escena?

De una forma siempre buena. Me gusta trabajar con los directores musicales para hacer algo diferente, darle una luz nueva a una frase o a una palabra. Me ha apetecido siempre trabajar con ellos. Y con los de escena también. Para mí el teatro es una pasión y cuando surgen diferencias aplico la diplomacia. De jovencita era más agresiva, reactiva, pero ahora con la madurez soy más comprensiva y tengo más paciencia para escuchar el punto de vista de las otras personas. A veces se dan situaciones incómodas, no digo que no, pero bueno, somos tan afortunados del vivir del teatro, que debemos pensar que trabajar en esto es un privilegio, tener paciencia y una gran disposición de ánimo.  

«Para mí el teatro es una pasión y cuando surgen diferencias aplico la diplomacia»


Ante una enfermedad es mejor cancelar o intentar cantar

A veces no es una elección que podemos tomar de una manera totalmente autónoma, pues el teatro se ve en una situación incómoda cuando un cantante enferma. Pensando en el público, yo cuando estoy mala prefiero no cantar, pues no me parece correcto. A veces me han pedido que hiciera un esfuerzo y lo he hecho, anunciándolo, pero no es fácil actuar con una bronquitis y fiebre. Curiosamente, cuando me ha ocurrido esta situación, ha sido un éxito y me han dicho que no se ha notado, pero dentro de mí me ha quedado la sensación de que me lo decían por cortesía, pues enferma no se puede cantar bien.

Como profesora ¿cuáles son las bases de su manera de enseñar?

Hay que prestar mucha atención, pues no existen dogmas en la técnica del canto. Hay que estudiar a fondo la parte física del instrumento, porque cada cantante es diferente, y tener en cuenta su parte psicológica. Es imperdonable aconsejar a un estudiante que debe cantar Rossini o Verdi, y que no sea así, pues es un fallo muy grave. Se debe buscar la comunicación y la empatía para que el alumno sienta confianza en sus posibilidades, aunque se le diga que tiene que cambiar cosas. Muchas veces llegan estudiantes que tienen una formación técnica mal organizada, y esto no es tan difícil de cambiar y se puede hacer de una manera bastante rápida. Lo más complicado es conseguir sacar lo mejor de una voz. Debemos evitar que nuestras pasiones sobre el repertorio nos influyan ante nuestros alumnos.

«Cuando estoy mala prefiero no cantar, pues no me parece correcto»


Coméntenos algo sobre los proyectos que tiene en mente

Quiero desarrollar un repertorio bastante diferente de lo que he cantado hasta ahora, en mis primeros casi treinta años de carrera. La voz cambia, como cambia el cuerpo y tu forma de pensar. Me gustaría mucho conservar algunos papeles, de los que creo que todavía puedo dar algo, como Adriana, Fedora, Maddalena o Santuzza, mientras que en relación a otros papeles, que considero que ya no puedo hacerles mejor de lo que los he hecho, desde un punto tanto físico como psicológico, prefiero retirarlos. Me gustaría cantar papeles nuevos, de la personalidad de soprano falcon, como Amneris, Eboli, y de nuevo repertorio. Me interesa muchísimo trabajar con compositores actuales nuevas obras, que sean hechas con la intención de disfrutar lo más posible de mi madurez. Y por supuesto seguir con la enseñanza. También me gusta realizar trabajos de organizadora, es mi faceta de mánager, siempre en el campo artístico, y seguro que esta es la razón por la que fundé la escuela y el concurso.

¿Y fuera del teatro?

Disfruto mucho con la naturaleza y los animales. Me interesan las protectoras de animales, sobre todo de gatos y perros, y me encanta ayudar. Cuido mi forma física, en la medida de lo posible, y me falta tiempo para hacer muchas cosas que me gustaría hacer. No dispongo de horas para dedicarme a las otras artes, como la pintura y la escultura. En un futuro ya se verá.

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