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Crítica: Valentin Uryupin dirige páginas de Respighi, Shostakovich y Tchaikovsky con Antonii Baryshevskyi al piano

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Autor: Magda Ruggeri Marchetti

El debut de dos jóvenes en el Teatro Comunale de Bolonia

Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. Teatro Comunale 23-XI-2019. Temporada Sinfónica. Fantasia eslava de Ottorino Respighi. Concerto para piano y orquesta nº 2 de Shostakovich. Sinfonia nº 3 de Tchaikovsky. Orquesta del Teatro Comunale. Pianista: Antonii Baryshevskyi. Director: Valentin Uryupin.

  El penúltimo concierto de la Temporada Sinfónica del Teatro Comunale ha sido dirigido por el maestro ucraniano Valentin Uryupin, conocido no solo por su actividad como director sino por la de solista de clarinete. Diplomado en este instrumento en el Conservatorio de Moscú en 2009 y en dirección en 2012, ha ganado numerosos concursos de prestigio en ambas disciplinas, en particular el primer premio del VIII Concurso Internacional de dirección ‘Sir George Solti’ de Frankfurt en 2017. Entre sus numerosas colaboraciones se deben recordar las mantenidas con el Teatro Real de Madrid.

  Antonii Baryshevskyi, nacido en Kiev en 1988, es un apreciado pianista, de talento reconocido también en muchos concursos internacionales: el premio Jaén en España, el Busoni en Bolzano, el Rubinstein en Tel Aviv y el primer premio del «Prix du piano Interlaken classic» de Berna en 2014. Ese mismo año ha sido invitado por Martha Argerich a exhibirse en el Festival «Progetto Martha Argerich» de Lugano. Desde 2012 es solista de la Filarmónica Nacional de Ucrania.

  El concierto ha comenzado con la Fantasia slava de Ottorino Respighi, que el compositor y violinista boloñés escribió en 1903 y estrenó en 1904 en el Teatro Duse de Bolonia. Antes había formado parte de la orquesta del Teatro Mariinskij de San Petersburgo, donde había tenido la oportunidad de estudiar durante algunos meses con Nikolái Rimski-Kórsakov, cuya influencia es evidente sobre todo al comienzo del primer movimiento. Baryshevskyi ha tocado esta Fantasia con profundo sentimento y gran habilidad técnica, pasando con agilidad de los temas sombríos y melancólicos a los trinos alegres y vivaces, de los ritmos lentos a los veloces de sucesión apremiante, obteniendo un gran resultado tanto como solista como acompañado por una Orquesta del Teatro Comunale en gran forma.


   También en el segundo tramo del concierto el pianista ha dado muestra de su valía dando vida, junto a la orquesta, a un subyugante juego de variaciones. Se trata del Concerto n.2 op.102, escrito por Shostakovich en 1957 con ocasión del examen de diploma en piano de su hijo Maksim en el conservatorio de Moscú. El afecto por el hijo, al que quiere dirigir expresiones de alegría y buena suerte, y quizá también la sensación de libertad vivida con el fin del estalinismo, explican el tono vivaz y brillante. El solista ha subrayado los tiempos rápidos de notas repicadas y el aire alegre y ligero de la composición, que llevó a Disney a escoger algunos fragmentos para la secuencia del cuento de Andersen El soldadito de plomo en la película de animación Fantasía 2000. Según declaración del propio Shostakovich, hay en este concierto citas textuales de los ejercicios técnicos de Hanon, finalizados a potenciar la agilidad manual del pianista, que sin embargo no afectan a la fluidez con que el compositor ruso expone, desarrolla y retoma las ideas musicales. El público ha admirado de forma especial a Baryshevskyi, ovacionándole varias veces hasta arrancarle dos bises.


   La segunda parte del concierto está dedicada a la Sinfonia n.3 de Tchaikovsky, compuesta en 1875 y ejecutada el mismo año en Moscú por Nikolai Rubinstein. Se distingue de las otras por estar en modo maggiore y por ser la única subdividida en cinco movimientos en lugar de los clásicos cuatro. Parece que el término “Polaca” se usó por vez primera con ocasión de la ejecución en el Reino Unido en 1899, en referencia a los ritmos de danzas polacas presentes en el último movimiento. El comienzo, casi en sordina, se ve animado enseguida por la irrupción de las trompas y de otros vientos, a los que se unen las cuerdas en una lenta marcha fúnebre. La orquesta retoma el tema a continuación y lo desarrolla en un vivaz crescendo que se concluye nuevamente con la preeminencia de los vientos. Técnica perfecta y ritmo fluido hacen del segundo movimiento un pasaje ligero, que recuerda la música de balet. Muy agradables los assoli de clarinete y fagot sobre el pizzicato de las cuerdas. Comienzan el tercer movimiento flautas y fagotes con una melodía de carácter ruso en una atmósfera serena e idílica, decididamente bucólica. Los instrumentos de viento caracterizan el cuarto movimiento, que presenta algún ligero pizzicato y es muy vivaz en la parte conclusiva. Finalmente, tras un inicio casi majestuoso, en el último movimiento el tema se repite varias veces de manera diferente hasta asumir al final un tempo de danza polaca, enfatizada en el cierre por los metales y los tímpanos.

  El Maestro Uryupin ha dirigido con mano segura a los distintos gupos orquestales en el juego de los equilibrios entre los diversos instrumentos y con la orquesta al completo. Por su parte esta última ha dado una brillante prueba de sus dotes, siguiendo hábilmente cuanto se le pedía.

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