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Crítica: Recital de Xabier Anduaga en el Teatro de la Zarzuela

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Autor: Raúl Chamorro Mena
23 de junio de 2022

El tenor español Xabier Anduaga ofrece un recital en el Teatro de la Zarzuela centrado en obras de Reveriano Soutullo-Juan Vert, Federico Moreno Torroba, José María Usandizaga, Jesús Guridi, Alfredo Casella, José Serrano, Jacinto Guerrero, Amadeo Vives, Tomás Barrera-Rafael Calleja, Pablo Sorozábal, Francisco Alonso, Manuel Ponce, María Grever y Agustín Lara

Xabier Anduaga en el Teatro de la Zarzuela

Nuestra música con una voz de oro

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 21-VI-2022, Teatro de la Zarzuela. Nuestra música. Recital Xabier Anduaga, tenor. Giulio Zappa, piano. Obras de Reveriano Soutullo-Juan Vert, Federico Moreno Torroba, José María Usandizaga, Jesús Guridi, Alfredo Casella, José Serrano, Jacinto Guerrero, Amadeo Vives, Tomás Barrera-Rafael Calleja, Pablo Sorozábal, Francisco Alonso, Manuel Ponce, María Grever y Agustín Lara.

   En Agosto del año 2018 asistía el que suscribe en Pesaro a una función de la ópera de Rossini Ricciardo e Zoraide protagonizada por Juan Diego Flórez y Pretty Yende. Me llamó la atención un jovencísimo tenor español, Xabier Anduaga, que cantaba un papel secundario, el tercer tenor, Ernesto. Apenas unos meses después, le ví su primer protagonista en el Festival Donizetti de Bergamo, el Leicester de la ópera Il castello di Kenilworth. En la crítica de la misma afirmé que estábamos ante la voz tenoril más bella y de calidad surgida en el panorama operístico de los últimos años. Transcurridos casi cuatro años, después de ganar concursos tan importantes como Operalia y habiendo debutado ya en el Teatro Real de Madrid, Ópera de París y Covent Garden de Londres y próxima su presentación en el Liceo de Barcelona y en el Met, Anduaga afronta ya una sólida trayectoria como tenor protagonista presidida, eso sí y afortunadamente, por la prudencia, centrado en el repertorio belcantista italiano –Rossini, Bellini y Donizetti- y sin escuchar los cantos de sirena y ofrecimientos de repertorio más pesado, Verdi y hasta Puccini, que sin duda recibe el dueño de una voz tenoril de esta enjundia, en un momento actual, en que el repertorio lírico puro y hasta spinto lo afrontan auténticas vocecitas. 

Xabier Anduaga

   En este debut en el Teatro de la Zarzuela y bajo el título de «Nuestra música», el tenor donostiarra ha presentado un programa muy generoso, en el que figuraban buena parte de las romanzas para tenor más representativas de nuestra Zarzuela, también ópera española, para culminar con tres canciones tan emblemáticas como el zortziko Maitechu mía, Júrame y Granada. Desde luego, Anduaga se ha presentado a lo grande en el recinto de la Calle Jovellanos, dispuesto a todo, sin asomo de alivio. 

   Desde el «Bella enamorada» de El último romántico que abrió el concierto, el timbre bellísimo, solar, luminoso, esmaltado, de buen caudal y amplitud de Anduaga corrió con firmeza por la sala. Igualmente generosa resultó la emblemática «De este apacible rincón» que canta Javier Moreno en Luisa Fernanda culminada con un buen ascenso. En ambas romanzas se impuso la indudable musicalidad innata del tenor, la seguridad que irradia, la firmeza de la emisión, aunque se echó de menos un fraseo –siempre cercano y elocuente-  más variado y algún contraste dinámtico. 

    Una prematura muerte truncó la trayectoria del gran compositor donostiarra José María Usandizaga (1887-1915) que dejó buena muestra de su talento en obras para el teatro lírico como Las golondrinas, la más popular y representada. Anduaga interpretó dos magníficas romanzas de sus óperas Mendi-Mendiyan–En lo profundo de la montaña- estrenada en 1910 y, ya en la segunda parte, «Tamar, razón de mi existencia» de la inacabada –completada por su hermano Ramón- La llama (1915). La primera de ellas «¡Alare, zorioneko lekua!», cantada en euskera, resultó genuina en la voz de Anduaga, que puso de manifiesto la gran belleza de la pieza. En el fragmento de La llama se apreciaron acentos vehementes y estimables frases a media voz. Bien delineado resultó el contraste entre el canto recogido, con largas frases sostenidas en generoso fiato, de la bellísima «Yo no sé qué veo en Ana Mari» de El Caserío, si bien faltó un punto más de abandono, y la exultante jota de «El trust de los tenorios» en la que brillaron especialmente el esplendor tímbrico y los agudos rutilantes del tenor donostiarra. Durante esta pieza ocurrió un incidente con el dedo deslizador del encargado de pasar las páginas sobre la pantalla de la tablet que contenía las partituras del pianista Giulio Zappa. La interpretación se detuvo bruscamente para retomarse desde el principio. Y es que ¡cómo el papel no hay nada!. 

Xabier Anduaga y Giulio Zappa

   La deliciosa «Flor roja» de Los Gavilanes, expresada con lirismo de buena ley y largas frases sotenidas con firmeza y buen legato, dio paso a una espléndida «Por el humo se sabe donde está el fuego», romanza de Fernando de Doña Francisquita, de la que el maestro Alfredo Kraus, tenor muy admirado por Anduaga, dejó interpretaciones memorables. El jovencísimo tenor vasco puso brillantísimo broche a la primera parte con una interpretación entregadísima de la pieza de Amadeo Vives, que transmitió seguridad, a la par que arrebato y un agudo final de muchos quilates enlazado sin toma de aire con el «fataaaal» conclusivo.

   La segunda parte comenzó con las famosas «Granadinas» de Los emigrantes de Barrera y Calleja, que Anduaga cantó con entrega y un curioso acento andaluz. Por supuesto, que el joven tenor montó un alboroto con el «No puede ser», la inmortal romanza de Leandro de La tabernera del puerto, traducida con acentos vibrantes, contrastante canto piano en la parte central –«los ojos que lloran no saben mentir…» y squillante ascenso final. Un Anduaga entregado e intenso, con el oro de su gargante desbordado, afrontó con ardor y elocuencia, tanto Maitechu mía del maestro Alonso como la bellísima e intensa Juramé de María Grever, gema de la canción mejicana. Final apoteósico con Granada, en la que brilló especialmente el metal fúlgido del tenor español con ascensos radiantes, plenos y bien sostenidos que provocaron bravos y vítores por parte de un público entusiasmado. 

   Como propina y anunciada por él mismo, Anduaga ofreció la nana tradicional vasca Aurtxo polita cantada a media voz y con gran carga emotiva. Asimismo, el joven tenor donostiarra repitió el «Por el humo se sabe» de Doña Francisquita, pieza con la que concluyó brillantemente el recital. 

   El pianista Giulio Zappa cumplió bien como acompañante, que es lo principal en estos casos, aunque en las piezas a solo –hay que agradecer la inclusión del bolero de Casella- su sonido resultó un tanto rudo, ayuno de finura y avaro en sutilezas. 

   Cierto es que Xabier Anduaga todavía tiene por delante lógico margen de mejora en cuanto a fantasía, hondura del fraseo y aquilatamiento del mismo, así como del aspecto interpretativo, y cierto remate técnico respecto a algún agudo que no termina de girar, pero es que estamos ante un tenor de 27 años de edad. Llegará sin duda la evolución interpretativa que dan la experiencia teatral, las vivencias de la vida y la madurez existencial, lo que unido a la progresión ya demostrada en estos pocos años y un material privilegiado, le conducirá a una espléndida carrera, lo que es motivo de inmensa alegría para todos los amantes de la lírica y, particularmente, los que hemos apostado por este tenor español desde el primer momento.

Fotos: Elena del Real / Teatro de la Zarzuela

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