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Crítica: 'La Favorite' de Gaetano Donizetti en el Festival de Salzburgo

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Autor: Alejandro Martínez
31 de agosto de 2014

LETONA IMPERIAL

Por Alejandro Martínez

22/08/2014 Festival de Salzburgo. Grosses Festspielhaus. Donizetti: La Favorite. Elina Garanca, Juan Diego Flórez, Ludovic Tézier, Carlo Colombara, Eva Liebau, David Portillo. Philarmonia Chor Wien. Münchner Rundfunkorchester Roberto Abbado, dir. musicaL.

   En su último año en Salzburgo, Pereira había reunido a tres voces destacadas del panorama actual, las de Garanca, Flórez y Tézier, para dos únicas citas en esta edición del Festival, con sendas representaciones en concierto de La Favorite de Donizzeti. Dos conciertos con tres claros alicientes, cuando menos: comprobar el estado vocal de Garanca tras su segundo embarazo, contrastar el momento vocal de Flórez tras sus últimas cancelaciones y tantear la factura que han pasado a Tézier sus últimos roles verdianos. Vayamos uno por uno.

   La mezzo letona paseo imperial su arte durante todo el concierto. Es insultante a todas luces la facilidad con la que resuelve esta partitura, imponiéndose a menudo a sus colegas de reparto en los dúos y concertantes. Pletórica de medios, con un instrumento homogéneo y una emisión natural, sin tensiones, fue la más ovacionada del terceto protagonista, precisamente por la plenitud de su canto. Si acaso puede achacarse a su labor un exceso de premeditación, un total control del instrumento y las formas que se traduce a veces en un acento algo distante e indolente. Un punto más de temperamento y empuje no vendría mal a su excelente canto, sobre todo pensando en esa Santuzza que tiene previsto debutar en la Scala. Al terminar el concierto Garanca daba la sensación de que podría haberse cantado de nuevo la obra de cabo a rabo sin el menor atisbo de fatiga o desgaste. Sorprende así que suspendiera su Liederabend prevista dos días después, con el argumento de reservarse para el segundo concierto con La favorite. Si como nos dijera en el Anuario de Codalario de 2013, Garanca hace las cosas bien, como parece tener pensado, tiene por delante mucho años de gloria.

   Hace algunas semanas, con motivo de su regreso en Múnich a los escenarios tras cancelar varias funciones previas, nos referimos a Flórez aludiendo a su compleja encrucijada vocal, cuando ya no puede estar a la altura de sí mismo en sus mejores días y cuando no termina de dibujarse un horizonte claro para su vocalidad como lírico pleno. Poco después de esas funciones en Múnich, Flórez se vio obligado a cancelar de nuevo, esta vez las funciones de Le comte Ory en la Scala, en cuyos ensayos había participado con normalidad. Podría pensarse en los avatares de la salud, pero también es verosímil preguntarse por el desgaste de un repertorio cada vez más pesado y cada vez menos ligero. Sea como fuere, esta Favorite de Salzburgo era por tanto de nuevo su regreso a los escenarios. Su labor, generalmente convincente, fue de menos a más. Comenzó un tanto timorato con “Un ange, une femme inconnue”, tanteando el agudo sin encontrase plenamente cómodo y trasluciendo una tensión no disimulada. Mucho más resuelto y firme se mostró ya en el “Oui, ta viix m´inspire”, tan convincente por acentos como por nitidez del agudo. Flórez se mostró indudablemente más cómodo en esta escritura rápida y vigorosa, casi de matriz rossiniana. Su buena labor fue in crescendo en los dúos con Garanca y en los concertantes. Lo mejor de su labor esa noche fue sin duda el remate con el “Ange si pur”, ya de vuelta por sus derroteros habituales, exultante y pleno en el agudo. Flórez ya había debutado esta parte previamente en París y en Monaco, siempre en una versión en concierto. A decir verdad no observamos que la voz de Flórez haya cambiado apenas: levemente más presente en el centro, espléndidamente proyectada, pero en realidad ahora más corta en el agudo. De hecho, al sobreagudo asciende a veces titubeante, sin el desparpajo e insultante facilidad de antaño. Las notas siguen estando ahí y comparecen con irregular soltura, ora más tirantes, ora más brillantes. Sigue siendo, en suma, el instrumento de un ligero. Sorprende así que en su horizonte se dibuje una trayectoria que no pasa por Mozart sino por Meyerbeer, que no pasa por Donizetti sino por Gounod.

   Del Alphonse XI de Ludovic Tézier ya habíamos hablado en estas páginas, con motivo de su debut del rol en París. En esta ocasión, aunque maestro en el acento y en la línea, le encontramos algo por debajo de sí mismo en aquella cita parisina, más tenso en el agudo y en general menos homogéneo en la emisión. Seguramente no sea una buena idea ese Scarpia que tiene previsto debutar en París este otoño. El repertorio dramático que viene asumiendo poco a poco le puede pasar factura. No en vano este mismo año le hemos escuchado un gran Don Carlo en Ernani, un irregular Germont en Traviata y un Don Carlo de Vargas de La forza un tanto envarado. Muy buena labor de Carlo Colombara y Eva Liebau en los roles de Balthazar e Inés, en un reparto bien armado que cerraba David Portillo como Don Gaspar. Por último, gris y un tanto turbia la labor de Roberto Abbado al frente de la Münchner Rundfunkorchester, con un sonido grueso, superficial y apenas bien concertado.

Fotos: © Salzburger Festspiele / Marco Borrelli / Lelli

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