CODALARIO, la Revista de Música Clásica
Está viendo:

Crítica: Al Ayre Español recrea el paisaje sonoro de la Jaca del siglo XVII

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp
Autor: David Santana
11 de abril de 2024

Crítica del concierto ofrecido por Al Ayre Español en Zaragoza bajo el título de «¡Veniz todos a bailar! Música, danza y fiesta en Jaca»

Al Ayre Español

Folklore, musicología y barroco 

Por David Santana
Zaragoza, 8-IV-2024. Auditorio-Palacio de Congresos de Zaragoza. Temporada de grandes conciertos del auditorio. Al Ayre Español, Vozes del Ayre, Eduardo López Banzo, director, Bailadores de Santa Orosia.  ¡Veniz todos a bailar! de Francisco Viñas, Soanata terza y Sonata quarta de Anónimo italiano, Dixit Dominus, Bellos luceros y El Ave María: A la rosa más bella de Sebastián Durón, Una jacarilla traigo de Matías Ruiz y Danza del Villano, popular.

   La propuesta de Eduardo López Banzo fue traer al Auditorio de Zaragoza un pedacito del Alto Aragón. Recrear el paisaje sonoro de la Jaca del siglo XVII o, al menos, lo de que de éste podemos conocer a través de las fuentes conservadas. Nos parece, sin duda, una propuesta no solo interesante, sino también encomiable y que permite al melómano zaragozano conocer la rica cultura de una región en la que a veces se olvida que hay algo más que pistas de esquí.

   El programa del concierto, titulado: ¡Veniz todos a bailar! Música, danza y fiesta en Jaca arranca con una obra del compositor barcelonés Francisco Viñas, quien trabajó para el cabildo jaqués entre 1722 y 1731. De esta época data el villancico que da título al programa y que se interpretaba en la festividad de Santa Orosia. Al Ayre Español la interpretó junto con los Bailadores de Santa Orosia, respetando la alternancia de voces entre dos solistas y un pequeño coro. Aunque la combinación con los danzantes fue, cuanto menos, llamativa, la voz del contratenor apenas se pudo escuchar, perdiendo así cualquier oportunidad de entender y disfrutar del texto del villancico. El sonido de las castañuelas pudo suponer un contratiempo, sí, pero sin duda, en este caso asistimos a una grave falta de proyección vocal del cantante quien ni siquiera logró sobresalir antes de la entrada de los bailadores. Fue una auténtica pena no poder disfrutar de esta pieza tan interesante por culpa de algo que se debería haber corregido en la prueba de sonido.

   Llaman la atención las tres obras de Sebastián Durón, organista de la Real Capilla en tiempos de Carlos II, que aparecen en el programa, provenientes todas ellas del archivo de la Catedral de San Pedro de Jaca y que son muestra de la gran difusión que alcanzó este compositor en las dos Españas, desde los Andes hasta los Pirineos.

   En primer lugar, se interpretó la inédita versión de Jaca del Dixit Dominus. Esta versión cuenta con una introducción para órgano que interpretó el propio López Banzo, aunque de una manera un tanto ortopédica y poco natural. Nada que ver con el excelente y orgánico bajo continuo instrumental que acompañó después a los dos coros, cada uno de cuatro voces. Estuvieron ambos muy bien equilibrados y tuvieron un gran protagonismo los timbres más graves, aterciopelados e idóneos para crear la textura coral que las partes a dos coros demandan.

   En Bellos luceros me gustó mucho el manejo de los tempi por parte de López Banzo, realizando unos rubati sutiles pero efectivos. Bien los solistas y bastante igualado el timbre de los contratenores. Solamente eché en falta jugar algo más con los ornamentos y variaciones, aunque teniendo en cuenta que estamos ante una recuperación del patrimonio musical, supongo se puede perdonar una interpretación más sobria.

   La pieza de la velada que más disfruté fue El Ave María: A la rosa más bella, también de Durón. Comienza con un sorpresivo solo de violonchelo que Aldo Mata ejecutó soberbiamente y continúa con una variedad de recursos vocales muy rica. Muy precisas las entradas a canon y buena atención a los recursos madrigalísticos, como los ecos. Me gustó mucho el dulce timbre de la soprano y el del barítono, pero nuevamente en los contratenores me faltó más proyección vocal, algo que, aunque sabemos que en el registro de cabeza es difícil de lograr, no por ello es admisible su omisión.

   La parte central de ambas partes del concierto la ocupaban las sonatas italianas anónimas rescatadas por Eduardo López Banzo de un gran letargo y que, por primera vez, escuchamos en tiempos modernos. Sería interesante conocer cómo llegaron hasta Jaca, pero de lo que no cabe duda tras escuchar este concierto es que la iglesia jaquesa gozaba de un sublime gusto musical.

   Ambas sonatas juegan con los contrastes entre movimientos rápidos y lentos, especialmente la quarta, en la cual los números impares modifican la formación a un trío. Excelente en estos la coordinación entre los dos violinistas y el violonchelo. Los músicos de Al Ayre Español mostraron un amplio abanico de matices que nos permitió disfrutar de estas piezas.

   Finaliza el concierto con un villancico de Matías Ruiz: Una jacarilla traigo, del que rescato el ritornello instrumental muy orgánico dentro de la pieza, y la danza del Villano, en la que los bailadores de Santa Orosia tuvieron oportunidad de despedirse del público en este concierto, buen ejemplo de fusión entre folklore, musicología y barroco.

Fotos: Facebook Auditorio de Zaragoza

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp

Compartir

<< volver

Búsqueda en los contenidos de la web

Buscador

Newsletter

Darse alta y baja en el boletín electrónico