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ALEXANDER LIEBREICH: «Las orquestas españolas no tienen una tradición de giras internacionales»

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Autor: David Marín Ariza
14 de enero de 2024

David Marín entrevista a Alexander Liebreich, director titular y artístico de la Orquesta de Valencia

Alexander Liebreich

ALEXANDER LIEBREICH: «Las orquestas españolas no tienen una tradición de giras internacionales»

Una entrevista de David Marín | Fotos: Sammy Hart
Estamos citados en el lobby de un hotel en el que apenas cien metros nos separan del Palau de la Música de Valencia y mientras espero sentado, enfrente de mí, el último sol de esta tarde de enero salpica aún generoso las copas de los pinos, abundantes en el antiguo cauce del Turia y solo el griterío de alguna sobremesa alargada en la cafetería perturba la imagen mediterránea. Entonces aparece nuestro director, fácilmente reconocible por sus casi dos metros de alemán, con sus ojos azules, afable sonrisa y una muñeca vendada, cosas del deporte, dice. Los días de concierto son para él días tranquilos, así que a apenas tres horas antes de un concierto de Mahler que ha colgado el cartel de «no hay entradas» buscamos unos sofás cómodos y algo retirados. Alexander Liebreich tiene muchas cosas y muy interesantes que contar, pero no hemos querido ser muy directos pues, por una parte, hay cosas siempre poco agradables de sacar a colación y, por otra, lo que se sabe no se pregunta, que diría Juan Gabriel. Y es que el actual director musical y artístico de la Orquesta de Valencia colocó apenas un año atrás una piedra en memoria de su bisabuela, Berta Liebreich, deportada el 8 de abril de 1942 a Theresienstadt y asesinada en Treblinka en octubre de ese mismo año. Que su memoria sea una bendición (sijroná librajá, en lengua hebrea). Y aunque intuimos que no estamos ante un músico especialmente religioso, en su cuenta de Instagram combate la consigna de que la verdadera muerte es el olvido, o eso leí en una fantástica novela de Espido Freire. Pero en esta charla Liebreich nos habla, sobre todo, de aquellas historias familiares que se convirtieron en hazañas de supervivencia y superación, así como de cuestiones tan amables como fascinantes, como sus experiencias con los maestros Claudio Abbado y Colin Davis. Pero no se confunda, estimado lector, no estamos ante un erudito que gusta de levitar por las altas esferas. Ha visto Pretty Woman unas treinta veces, escucha Queen haciendo footing y John Williams antes de un concierto, se muere por ver una mascletà (si el lector no sabe lo que es, lo sentimos, no le bastará con Google) y, si no le encontramos ensayando o leyendo a Thomas Mann, en esta entrevista nos desvela en qué terraza de Valencia encontrarlo, degustando al sol su cerveza española favorita: una Turia. 

Esta es su segunda temporada al frente de la Orquesta de Valencia como único director titular y artístico, ¿cuál es su balance hasta ahora? 

Tras cuatro años de reformas en el edificio del Palau, el gran cambio de este año ha sido mudarnos del Palau de Les Arts al Palau de la Música, donde estábamos hasta el año pasado. Allí ensayábamos y allí actuábamos, también en el Teatro Principal, pero la mayoría de los conciertos tenían lugar en el Reina Sofía. Y aquí estamos desde octubre, por lo que es la gran novedad, y el hecho de que que el público vuelva al Palau de Música.

¿Y el público ha vuelto?  

Hoy están las entradas agotadas, mañana están agotadas, eso son casi cuatro mil personas que vienen a escuchar Mahler, es increíble. Que la gente venga a ver a la orquesta y volvamos a trabajar juntos es un regalo.

¿Qué sorpresas nos aguarda aún esta temporada? 

Lo que este año de verdad tenemos por primera vez es Salomé en versión concierto, en la que contamos con fantásticos cantantes como Michael Weinius, Stefanie Iranyi, Lise Lindstrom, Michael Nagy o Martin Mitterrutzern. Es la primera vez que haré una ópera en el Palau, porque en Les Arts no podíamos hacer ni ópera ni Lied, nada. No coment.

¿Qué destacaría de sus maestros Claudio Abbado y Sir Colin Davis? 

En cuanto al repertorio, Claudio significó para mí Mahler, por supuesto, y por eso empecé a dirigir. Vi en su segundo año con la Filarmónica de Berlín, en 1991, la Primera sinfonía de Mahler en Munich. Yo me senté detrás de la orquesta y fue algo tan comunicativo, nunca autocrático. Karajan y Thielemann no son en absoluto mi filosofía, es un estilo que no entiendo en absoluto. Pero lo que Abbado hizo fue dirigir sencillamente con mucha comunicación y cariño. Y Colin Davis era director de la Orquesta de la Radio de Baviera, en Múnich. Con él puede cantar Las bodas de Fígaro, así que luego pude asistirle en la trilogía Mozart - Da Ponte. Davis era sobre todo un humor británico, fue algo magnífico. Los dos son muy académicos, naturalmente, pero también muy comunicativos dirigiendo, nada autocráticos.

«En Les Arts no podíamos hacer ni ópera ni Lied, nada. No coment»

«Karajan y Thielemann no son en absoluto mi filosofía, es un estilo que no entiendo en absoluto»

¿Sus orígenes ashkenazíes y checos tienen algún significado para usted a día de hoy?

Mis abuelos eran judíos de la ciudad de Brno (Brünn en alemán), actual Chequia y por aquel entonces la Moravia checoslovaca. Es el mismo origen que el de los compositores Mahler, Korngold y Zemlinsky, un origen judío, moravo y checo a la vez, de la región de Brno. Yo voy mucho a Brno, donde estamos haciendo ahora un magnífico ciclo en torno a Schönberg. Nací en Ratisbona y vivo en Múnich, ambas son ciudades bávaras, pero se podría decir que no tengo propiamente una cultura germana o prusiana, mi cultura es más bien judeo-morava, por decirlo de alguna manera. 

Una de sus propuestas para Valencia fue Strauss, ¿considera que ha funcionado o está funcionando hasta ahora?

Desde luego, porque la orquesta es muy virtuosa. Ahora en febrero tendremos Salomé, pero además hemos hecho ya Zartrustra y Don Quijote, con Pinchas Zukerman como viola solista. Y ahora, la obra central, que es Salomé

Usted subrayaba en una entrevista, con cierto descontento, el hecho de que a usted no se le permitía participar en las pruebas de acceso de los músicos a la orquesta, ¿es esto así, cuál es la situación actual al respecto?

Sí puedo participar, en el sentido de estar presente, pero como director no tengo ni voto ni derecho a veto. De todas formas ahora mismo tenemos una muy buena relación. La orquesta me consulta, existe un acuerdo y quieren que se haga juntos. Pero de todas formas creo que es una tradición española el que el director no pueda votar.

¿Hay planes para ir de gira?

Estamos planeando ir a Viena, al Musikverein, para la temporada 2025/2026. Pero por lo que comentaba antes, esta es nuestra primera temporada en el Palau tras su reapertura, por lo que hay que estar aquí. Pero para el año que viene tenemos que planear ir una o dos veces al año a Madrid, al Auditorio Nacional, o hacer un intercambio con una buena orquesta como la de Galicia o la de Castilla y León. Galicia tiene una muy buena orquesta y Castilla y León tiene una muy buena sala. De todas formas, por alguna razón, las orquestas españolas no tienen una tradición de giras internacionales, creo. Obviamente los tiempos de ahora no son los de antes, cuando todo el mundo tenía que hacer giras, pero creo que dos conciertos importantes al año hay que hacer fuera. Puede ser en París, Colonia, Berlín, Viena, Amsterdam, Londres, algo así, no hace falta ir a América, a no ser que sea el Carnegie Hall, pero el resto no es interesante.

«Estamos planeando ir a Viena, al Musikverein, para la temporada 2025/2026»

¿Cómo va su idea de realizar proyecto con jóvenes talentos para actuar en diferentes lugares de la ciudad de Valencia?

Pues mira, esta semana hemos tenido un largo encuentro con la Orquesta de la Universidad de Valencia, que además dio un concierto aquí en el Palau antes de Navidad. Es una orquesta de un nivel increíble, así que pensé que debíamos trabajar juntos. Este es el formato oficial que hemos adoptado este año para trabajar con jóvenes músicos. Se podría decir que en esta orquesta están todos los grandes talentos de Valencia, y todos han estado aquí en el Palau. Hoy han estado muchos músicos de Castellón y han escuchado el ensayo general de la quinta de Mahler. Y Antoine Tamestit, nuestro artista residente durante esta temporada, va al Conservatorio Superior a impartir clases magistrales. Eso es algo muy, muy importante. Pero también quiero presentar a jóvenes talentos, si bien por desgracia no va a ser posible este año y por eso estoy trabajando ahora junto con la universidad.

Baviera, Moravia... son lugares de grandes tradiciones culturales y musicales, pero con historias recientes demasiado convulsas y trágicas. Cuéntenos un poco más sobre la historia de su familia, si le parece oportuno.

Mi padre emigró de Brno (Checoslovaquia) a Alemania en 1946. Él formaba parte de una familia judeo-alemana de Moravia y, aunque como judíos ya podían quedarse allí, al mismo tiempo, paradójicamente, tras la II Guerra Mundial en Checoslovaquia se trató de prohibir la cultura alemana. Esto fue a través de un decreto del presidente Edvard Beneš y precisamente en Checoslovaquia había una gran cultura alemana. En Praga había cultura judía, alemana y checa, y en Brno había un teatro moravo, un teatro judío y un teatro alemán. Era una ciudad policultural pero después de la II Guerra Mundial quisieron extirpar la cultura alemana pero, claro, en realidad de esa forma también la judía. Mi abuelo no era religioso, no le interesaba nada la religión, y dijo: «vamos a Alemania, seremos católicos y punto». Nuestra propia lengua y cultura es en realidad la alemana, pero Beneš impuso el checo y si había que hablar checo mi abuelo pensó que entonces mejor estar en Alemania. Pero naturalmente el año cuarenta y seis no fue fácil, por nuestros orígenes judíos, ya que todavía había fascistas en Alemania. Pero mi padre se interesó siempre por la política, comprometiéndose con los socialdemócratas, trabajando en política por un Estado social, organizando hermanamiento entre ciudades alemanas y francesas, etcétera. Lo que hizo mi abuelo fue sensacional. Mi otro abuelo sobrevivió a un campo de concentración en Kassel (Alemania) y como según las leyes nazis él era en realidad «medio judío», los alemanes quisieron que fuera al frente a luchar. Esto es algo que al principio los alemanes no quisieron pero después, como muchos alemanes morían en el frente, cogían a todos los que de alguna forma ellos consideraban aún «medio alemanes» y los enviaban a combatir en las fronteras, como pasa ahora con Ucrania y Rusia, que han muerto cientos de soldados y buscan a los migrantes que están fuera del país para mandarlos a la guerra, una completa locura. 

Hablemos de temas más amables y recientes. Munich, Salzburgo y Valencia: ciudades que ya forman parte de su vida, ¿qué pueden tener en común todas ellas? 

En Salzburgo fui estudiante y nunca me sentí en casa. Munich y Valencia son ciudades parecidas en tamaño pero Valencia tiene una ambición increíble ahora mismo, hay mucha energía aquí. Ayer, por ejemplo, tuvimos en el Palau la inauguración de Valencia como como capital verde europea. Es una ciudad muy deportiva, en la que el fútbol es muy importante, como en Munich y hoy viene el equipo nacional belga de jockey, en fin, creo que es fantástico el hecho de que sean ciudades parecidas en lo cultural y en lo deportivo, las dos tienen una fuerte tradición. Ciudades como Berlín, por ejemplo, no me gustan.

¿Cómo son en Valencia un día normal de trabajo, un día de concierto y un día libre?

Un día de trabajo normal es un día de ensayo con la orquesta. Ensayamos por la mañana y por la tarde tengo reuniones. No es lo más difícil, pero sí lo más duro. Los días de actuación, como es hoy, son más fáciles: ensayo general, que lo hago breve, después tengo libre, como ahora, y después vamos al concierto, es un día tranquilo. Y días libres, en realidad, no tengo, ese es el problema, a no ser que me vaya de vacaciones con la familia. La semana pasada tuve cuatro o cinco días y me fui con mi familia al Tirol, donde me retiré con la partitura de la quinta de Mahler, fue muy bonito. Cuando realmente tengo libre, entonces, aprovecho para disfrutar de la familia, el deporte y la naturaleza.

 

 

«Quiero presentar a jóvenes talentos»

«En Salzburgo fui estudiante y nunca me sentí en casa»

Y hablando de la quinta de Mahler, ¿expectativas para los conciertos extraordinarios del 12 y 13 de enero?

Me apetece mucho hacer esa sinfonía con la orquesta porque es un viaje, digamos, muy íntimo, es un viaje que hacemos juntos. Todos piensan que Mahler es espectacular, pero en realidad es un viaje, es una sinfonía increíblemente emotiva. Mahler no es un entusiasta, muchos piensan que Mahler es amazing, pero no lo es. Mahler es una completa locura, un compositor con una gran visión, pero enormemente trágico.

Usted cuenta con un trabajo discográfico muy importante, ¿destacaría algún proyecto sonoro de los que ha llevado a cabo?

Yo no escucho mis grabaciones, no me interesan. Hay una que es la que tuvo más éxito, pero yo no la escucho, realmente no me interesa. Fue para ECM Classics, por la que recibimos tres nominaciones a los Grammy, entre ellas al mejor director, con el réquiem de Tigran Mansurian. Es una pieza de encargo que hice por lo que fue un proyecto muy especial, fue genial que lo pudiéramos hacer, es un álbum que obtuvo muchos premios.

Y en lo tocante a otros, ¿qué grabaciones le han marcado por alguna razón?

La primera fue curiosamente una de Abbado, con el concierto de Chaikowsky con Pogorelich al piano, creo que de 1985, con la Orquesta Sinfónica de Londres. Era con un Pogorelich muy joven, después de no ganar el concurso de Chopin, con la consabida polémica. Pero de repente se convirtió en una estrella, un joven pianista muy alocado. Esta grabación me ha acompañado durante años. Y luego, la verdad, las grabaciones de Carlos Kleiber, también en Munich. Tuve mucho contacto escrito con Carlos, él vivía cerca de Munich, y me contestaba. Yo conocí a su hijo, Marco Kleiber, que también quería ser director e hizo la prueba de acceso conmigo, pero él no consiguió entrar. Pero Carlos Kleiber trabajó siempre con la orquesta estatal: la cuarta de Beethoven, la séptima, la segunda y la cuarta de Brahms... 

¿Hay planes de grabación sobre la mesa?

Ahora mismo sí, estoy trabajando con la discográfica Accentus, que ha hecho todas las grabaciones de Claudio Abbado en el Festival de Lucerna y también los videos para ARTE. Y ahora estamos trabajando con Accentus en un documental sobre Schönberg en Valencia para ARTE, lo que es muy especial para Valencia, creo, porque además se celebra ahora el 150° aniversario de su nacimiento. Y además un documental sobre sobre el concierto de Aranjuez de Rodrigo, con su hija. Y luego queremos hacer dos obras de Ravel grabadas directamente en CD, sin posibilidad de edición, completamente en directo. Se trata de un antiguo aparato de los 50, creado en Berlín, y significa que va del directo al disco, es una locura. Queremos hacerlo con el Bolero porque por supuesto es una pieza alucinante.

Alexander Liebreich

«Estamos trabajando con Accentus en un documental sobre Schönberg en Valencia»

«Mahler es una completa locura, un compositor con una gran visión, pero enormemente trágico»

«Tuve mucho contacto escrito con Carlos Kleiber»

Mencionaba usted la cultura y el deporte en relación a sus dos ciudades actuales, Munich y Valencia, ¿le gusta el fútbol?

Sí, la verdad es que soy seguidor del Borussia Dortmund, aun siendo de Múnich.

En Alemania se sigue con fervor la liga española, ¿es su caso?

Por supuesto. Me gusta mucho lo que hace Diego Simeone con el Atlético, es un luchador, un animal. Luego, he visto mucho al Sevilla, me parece un equipo muy emocionante. Y en general algunos equipos pequeños me resultan muy interesantes. Creo que en Valencia la gente va más a ver al Levante, parece más importante que el Valencia, pero también he estado en el Mestalla viendo un partido de 1-1 el año pasado, estuvo bien.

Entonces, si habláramos de un director de orquesta futbolística, ¿con quién se queda? 

Me encanta Xabi Alonso, es fantástico, lo hace genial y ahora es mucho más famoso en Alemania que en España. Ahora mismo Xabi Alonso es el entrenador más interesante.

Siendo como es usted seguidor y también practicante del deporte, con honestidad, ¿escucha Mahler o Strauss cuando corre por estos maravillosos jardines del río Turia?

La verdad es que la mayoría de las veces escucho Queen, me gusta mucho. Pero también tengo distinta música pop. Mi hijo, que tiene catorce años, comparte conmigo bandas sonoras, que le encantan, sobre todo Hans Zimmer. Pero también John Williams, que me encanta, me parece extraordinario, es una música genial. Muchas veces escucho la música de Star Wars, a veces antes de un concierto.

Cambiando de tercio, usted ha estudiado lenguas románicas en la universidad, ¿con qué es más difícil de lidiar, con el latín o con el español?

Sí, estudié italiano y latín, pero reconozco que tengo que encontrar el tiempo para estudiar español.

¿Paella o arroz al horno?

He estado en la Albufera, en el Palmar, y comer allí una paella, al aire libre, es genial, pero tiene que ser una verdadera paella valenciana, no arroz con cosas.

Así se habla, maestro. Y en cuanto a la gastronomía local en estado líquido, ¿es usted más de horchata o de agua de Valencia?

¿Qué es agua de Valencia?

«Tengo que encontrar el tiempo para estudiar español»

«Extremadura tengo que conocerla sí o sí»

Un cóctel a base de zumo de naranja natural, cava valenciano y quantreau, entre otras delicatessen.

La verdad es que me encanta la cerveza Turia, me parece fantástica. He probado la horchata y sí, me gusta. El agua de Valencia no la conozco, pero de momento no bebo alcohol.

En el levante español y concretamente en Valencia tenemos una tradición un tanto ruidosa y muy particular, pero también en muchos aspectos muy y musical. ¿Conoce ya las Fallas?

Todavía estoy esperando mis Fallas porque el año pasado no estuve aquí y este año, por desgracia, tampoco puede ser, pero para el 2025 he planeado una semana para verlas. Tengo que ver las Fallas una vez, tengo que vivir las mascletàs. De Munich, por ejemplo, me gusta mucho la Fiesta de la Cerveza (Oktoberfest).

¿Qué le queda de nuestro país por conocer?

Todo. Primero quiero conocer los alrededores de Valencia, viajar en coche a Cullera, a Castellón y de ahí a las montañas. Luego tengo que volver Andalucía y conocer de una vez Extremadura, que es muy desconocida. He estado bastantes veces en el norte, mucho en Bilbao, en La Coruña, Asturias, muchas veces en Barcelona, una vez en Santander, bastantes veces en San Sebastián y Bilbao, pero Extremadura tengo que conocerla sí o sí.

No es mal plan, desde luego. ¿Algún lugar especial de Valencia?

El mercado Colón. Me gusta sentarme por las tardes, incluso ahora en invierno, es muy bonito. Te sientas afuera en la terraza, no hace frío y estás en medio de la ciudad, pero sin ser muy turístico, me encanta. O a veces también los domingos me gusta comer una paella en las Arenas, en la playa. Eso hice con unos amigos el 23 de diciembre, víspera de Nochebuena. Es turístico, pero aun así sigue siendo tradicional, sentarse en una terraza al sol, en fin… Pero aquí en el centro me gusta mucho el barrio de El Carmen.

Pues no vemos laguna alguna en esos planes, pero si quiere añadir algo más...

Esta ciudad es muy activa y la gente es muy simpática, así que tan solo puedo insistir en que es un regalo estar aquí, en España y en Valencia.

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