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Crítica: El coro de cámara Álterum Cor y el Ensemble Ribera Clausuran la exposición 'Últimos fuegos góticos'

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Autor: Agustín Achúcarro
13 de noviembre de 2016

UN MAGNÍFICO CONCIERTO

   Por Agustín Achúcarro
Valladolid. 06/11/16. Capilla del Museo Nacional de escultura. Coro de Cámara Álterum Cor y Ensemble Ribera. Valentín Benavides, director. Obras de Lutero, Praetorius, Schütz, Buxtehude y J.S. Bach.

   El Coro de Cámara Álterum Cor y el Ensemble Ribera dieron este concierto con motivo de la clausura de la exposición “Últimos fuegos góticos. Escultura alemana del Bode Museum de Berlín” del Museo Nacional de Escultura. Como explicó el director Valentín Benavides el programa comenzó allí donde se extinguieron esos fuegos góticos. El contrapunto preciso, la emoción continua, el empaste, la manera en que las voces se subdividían de manera clara, precisa, la confrontación entre ellas o la suma de sus fuerzas , así como la labor del grupo instrumental contribuyeron a crear ese ambiente que hace que un concierto resulte magnífico. La obra de Schütz Herr, nun lässests du deinen Diener, sonó como una inmensa plegaria en la quedó patente que la sumisión al texto ya no lo es tanto y  afloran las emociones

   Con los extractos de las cantatas de Bach se alcanzó el cénit. ¡Lástima no poder escucharlas en su totalidad!. La Cantata BWV 131, una obra de estructura compleja, estuvo resuelta admirablemente por los intérpretes. Fue un prodigio la forma de abordar el texto con ese “Israel” del comienzo, que sonó imponente en su enunciación inicial y que lo haría aún más en su repetición, para después adentrarse en unos cambios de ritmo precisos y un canto lleno de contrastes, resuelto con autoridad por los músicos y su director. Impresionante como en el coro Aus der Tiefen rufe ich, Herr, zu dir  los afectos cambiaban de manera instantánea. Como si Benavides y sus músicos estuvieran llevando a la práctica las reflexiones expuestas por Gardiner en su libro La música en el castillo del cielo. En la Cantata BWV 4 emocionó su exuberancia, tan bien llevada, el sonido de las voces entrecortadas y los consecutivos acentos y matices, que hicieron que no hubiera descanso posible en el ánimo del espectador.

   Al final se interpretó un homenaje a Bach del compositor Knut Nystedt, en el que las voces se repartieron alrededor de la capilla del museo, a la manera veneciana, para dar una lección formidable de acústica, con la disonancia y ese juego de armónicos potenciándose.

   Un concierto memorable, en que el Ensemble Ribera estuvo a gran altura cuando intervinieron solos y cuando lo hicieron con el coro. Sin ánimo de destacar a ninguno reseñar la labor de la oboísta, el organista y la primer violín. Un acierto el que se interpretara el programa entero sin cortes, pues esto contribuyó a realzar los valores de este concierto.

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