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Crítica: Ana Vidovic y Jordi Francés con la Filarmónica Nacional de Hungría en el ciclo de La Filarmónica

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Autor: Raúl Chamorro Mena
24 de enero de 2024

Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto protagonizado por Ana Vidovic y Jordi Francés con la Filarmónica Nacional de Hungría en el ciclo de La Filarmónica

Jordi Francés y Ana Vidovic en La Filarmónica

El concierto de Aranjuez por Ana Vidovic

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 23-I-2024, Auditorio Nacional. Ciclo La Filarmónica. Valses poéticos (Enric Granados, orquestación de Jordi Francés). Concierto de Aranjuez para guitarra y orquesta. Ana Vidovic, guitarra. Pulcinella, suite (Igor Stravinsky). El sombrero de tres picos, suite nº 1 (Manuel de Falla). Orquesta Filarmónica Nacional de Hungría. Director: Jordi Francés. 

   Después del magnífico recital que ofreció en Noviembre de 2022, el ciclo La Filarmónica volvía a traer a Madrid a la estupenda guitarrista croata Ana Vidovic para ofrecer la obra concertante más emblemática para guitarra que, es asimismo, junto a El amor brujo de Manuel de Falla, la pieza española de la llamada música clásica más interpretada. El concierto tenía como foco fundamental la composición de Joaquín Rodrigo y a la virtuosa croata y forma parte de una gira por España de la Orquesta Filarmónica Nacional de Hungría, que acaba de cumplir su centenario. Una agrupación que demostró un notable nivel, con una cuerda bien empastada y estupendos músicos en todas sus secciones.  

   Dos obras por cada parte, con mayoría de música española junto a la suite de Pulcinella de Igor Stravinsky que combinaba apropiadamente en la segunda parte con otra suite de ballet, la de El sombrero de tres picos y también por la influencia de aquél en la música del gaditano, ejemplar en la capacidad para encauzar las vanguardias europeas de su época -la música Stravinsky entre ellas-, con el folklore nacional.  

   En aquel recital de 2022 en la sala de cámara del Auditorio Nacional, la Vidovic tocó el adagio del Concierto de Aranjuez, porque, en sus propias palabras, no podía actuar en España sin tocar dicha obra. Esta vez, tuvimos el concierto completo, pero al desarrollarse en la sala sinfónica con amplificación, como es habitual con la guitarra, aunque no siempre, pues se lo he visto tocar a Pablo Saínz Villegas y a Pepe Romero sin ella. Se apreció, cómo no, el sonido de la Vidovic, no especialmente caudaloso, pero bello y aquilatado, aunque se escuchó lógicamente más puro y genuino en el referido evento en la sala de cámara. El fraseo refinado, elegante y sensible de la artista croata, la limpieza y precisión de ataques, acordes y punteos, destacó en el allegro, previamente a dotar de todo el vuelo a la famosa melodía del adagio, magníficamente introducida por la solista de corno inglés de la orquesta. La cadencia fue una muestra del dominio técnico de la Vidovic y de su acreditado virtuosismo, siempre sobrio, pues nunca permite que un desaforado exhibicionismo se imponga a su proverbial elegancia y naturalidad. Dominio, destreza y precisión se hermanaron en los pasajes rápidos del tercer movimiento. Las ovaciones del público tuvieron como premio una propina por parte de la Vidovic. Una espléndida interpretación de la transcripción para guitarra del preludio de la Suite nº 1 para violonchelo de Johann Sebastian Bach. 

   Jordi Francés volvió a demostrar ser el director interesante, atento, de gesto claro, animoso y preciso, que he apreciado en las óperas contemporáneas que le había visto dirigir. Su versión del Concierto de Aranjuez tuvo vida, nervio, finura y transparencia sonora. 

   Previamente y para abrir la primera parte el evento, la orquesta Filarmónica nacional húngara ya había demostrado su buen nivel en los valses poéticos de Granados, obra para piano ofrecida en brillante orquestación del propio Jordi Francés. Sentido del rubato, contrastes dinámicos y fluidez expositiva caracterizó a una versión en la que se lució la solista de flauta de la agrupación húngara, así como el violinista concertino. 

   El ballet de 1920 Pulcinella es una deliciosa obra, del período neoclásico de Igor Stravinsky, primorosa muestra del talento e inventiva de uno de los grandes músicos del siglo XX, que fusiona en esta pieza música del XVIII, especialmente Pergolesi, con armonías modernas. La suite no incorpora las partes cantadas y cuenta con 8 movimientos. La batuta de Francés, con apropiada colaboración de la orquesta, expuso la suite con transparencia, refinamiento, ligereza, apropiados contrastes rítmicos y juegos dinámicos. Espléndidas prestaciones de las solistas de flauta y fagot, así como del trombón de varas, que puso de relieve un difícil pasaje de tono irónico y sarcástico. 

   Otro encargo del mítico Serge Diaghilev y estrenado en Londres un año antes, 1919, es el ballet de Manuel de Falla El sombrero de tres picos basado en la novela de Pedro Antonio de Alarcón. Como colofón al concierto, se ofreció la suite orquestal número 1 bien organizada y resuelta con voltaje y brillantez por la batuta de Francés y una orquesta a apreciable nivel.

Foto: Rafa Martín

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