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Crítica: Andrè Schuen en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela y CNDM

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Autor: Óscar del Saz
5 de abril de 2023

Crítica del recital del barítono italiano Andrè Schuen en el Ciclo de Lied coproducido por el Teatro de la Zarzuela y el Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]

Andrè Schuen y Daniel Heide en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela

Schuen y Heide se afianzan en el Ciclo de Lied

Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 3-IV-2023. Teatro de la Zarzuela. XXIX Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]. Recital 6. Obras de Johannes Brahms (1833-1897). Andrè Schuen (barítono), Daniel Heide (piano).

   En plena Semana Santa, el barítono italiano Andrè Schuen regresó felizmente -ya por tercera vez- al Ciclo de Lied, junto con su brillante pianista habitual, Daniel Heide, con un programa monotemático en torno a la entretenida y poco programada Die schöne Magelone, op. 33 [Quince romanzas sobre la ‘Magelone’], de Johannes Brahms, en su versión sin narrador, uno de los ciclos más extensos que Brahms ideara en torno a textos de un único poeta, Johann Ludwig Tieck (1773-1853) -más famoso como novelista y escritor de comedias que como poeta- y que también se ha ofrecido el pasado día 1 de abril en el Palau de Les Arts de Valencia. 

   La voz de nuestro artista es de barítono lírico puro, con un volumen comedido y que mueve con agilidad la voz en cualquier circunstancia, de timbre más rico y noble en armónicos en la zona grave, aunque es homogénea en toda la extensión y muy dúctil en la emisión. En su estilismo y expresividad, posee una elegante línea de canto -con envidiables afinación y dicción- y una forma de entender el Lied Romántico Alemán como claro heredero de cantantes de generaciones anteriores, incluso de las actuales (Pregardien, Goerne, Gerhaher…). 

   El cantante pronto cumplirá la cuarentena, y ya goza de amplia experiencia tanto en recitales como en óperas, donde ya aborda con garantías títulos como Eugene OneginLas bodas de FigaroDon GiovanniCosì fan tutte, y según hemos visto en su página web, el Tannhäuser, que acometerá en la primera quincena de mayo de esta temporada en Berlin (Staatsoper Unter den Linden). 

Andrè Schuen y Daniel Heide en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela

   En el recital que nos ocupa, Andrè Schuen demostró que todavía tiene recorrido para sublimar aún más su arte y su eficiencia en la transmisión de las emociones, porque si hasta ahora nos había regalado repertorios de temática oscura, en este caso supo dibujar una extroversión interpretativa a medias efectiva, encuadrada en una -por lo general- reinante «monotonía» emocional, al menos, ésa que ha de ser percibida por el escuchante.

   Lo que comentamos como mejorable es importante, dado que siempre hay que servir al autor, dado que Brahms combina hábilmente en esta composición -entendida por algunos autores como una sucesión de romanzas trovadorescas-, la sencillez de lo popular con su propio refinamiento estilístico, creando una verdadera simbiosis con los textos y su dramatismo intrínseco -en el sentido de «aquello que conmueve»-.

   Ello se hace más patente con el efecto multiplicador de los cambios de tempo -en esta ocasión, muy bien reflejados por Heide-, que se utilizan como un efectivo recurso expresivo, de forma que todo ello unido sirve para crear y desmontar tensión de forma dinámica. Verdad es que en algunos momentos puntuales, a Heide se le fue la mano en los volúmenes y no consiguió balancearlos con los de Schuen, situación que no debe ocurrir en Brahms, donde el piano debe mostrarse como acompañante y no como un protagonista en igualdad con la voz. 

   El hilo conductor, oculto cuando no hay narrador que lo haga visible, es la intrincada historia de amor entre el provenzal Pierre -nombre en la versión francesa primigenia debida a Bernard de Trèves (siglo XIV, no hay datos ciertos sobre sus fechas de nacimiento y muerte)- y la bella Magelone, aunque ella estaba comprometida con otro caballero, por lo que deciden huír. 

   Como prueba de amor, comparten una bolsita con tres anillos de oro que, en su huida, es robada por un maléfico cuervo. Persiguiendo al ave, Pierre embarca en una nave que zozobra y entonces es hecho prisionero por el sultán de Babilonia, cuya hija -Sulima- se enamora perdidamente de Pierre. También ambos deciden huir en una barca, pero Pierre utiliza la huida en su favor, abandona a Sulima y huye solo para regresar a Provenza y reunirse -en final feliz- con su verdadera amada, Magelone.

Andrè Schuen y Daniel Heide en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela

   Ejemplos de lo comentado por el lado de lo que nos pareció más adecuado, y con apunte de expresividad renovada en Schuen, los encontramos en las tres primeras canciones: Keinen hat es noch gereut [Nadie ha lamentado nunca], Traun! Bogen und Pfeil [¡Claro que sí, arco y flecha!] y Sind es Schmerzen, sind es Freuden [¿Son sufrimientos, son alegrías?], con voz desapegada, alegre, pero matizada, y con facilidades en la agilidad de la dicción. 

   La quinta, So willst du des Armen [¿Te compadecerás?], fue un energizante canto a la vida, acometido con garra por Schuen, al igual que la sexta, Wie soll ich die Freude [¿Cómo podré soportar la dicha?], que reflejó un amplio disfrute interior, con frases enteras que han de repetirse, pero cambiando el énfasis y la forma de decirlas, como así hizo nuestro barítono.

   Muy bien reflejadas, lo mejor del recital, fueron las canciones 9, 10 y 11: Ruhe, Süßliebchen [Descansa, cariñito], una conmovedora nana de amor; Verzweiflung [Desesperación], fue en la voz de Schuen un reflejo exacto de un hombre perdido en la vorágine de la vida; Wie schnell verschwindet [Cuán rápidos se desvanecen], nos hizo entender que todo se apaga mientras lo disfrutamos y lo vivimos, hasta que la noche nos envuelva. 

   Nos gustaron también las tres últimas del recital: la muy bien contrastada, Sulima; Wie froh und frisch [Qué alegre y fresco], donde Schuen exhibió su extensa paleta de colores, y Heide su contemporización en la rítmica y en los tempi. Treue Liebe dauert lange [Largo tiempo dura el amor fiel], es un canto a la fidelidad, cuyo final está plagado de versos que son frases sueltas, que sentencian, y que fueron servidas por nuestro protagonista con una intención muy trabajada.

   El público presente en el Teatro de la Zarzuela se alió en convertir en un gran éxito el recital de la pareja Schuen-Heide, apoyados por una algarabía de bravos, con parte del público puesto en pie que los vitoreaba. Se concedieron dos propinas: Morgen!, de Strauss, lentísima, elegante, y en pianísimo; y la archiconocida Canción de cuna, del propio Brahms, susurrada con explícita sencillez.

   Cuando hablamos de que el binomio Schuen-Heide se afianza en el Ciclo de Lied, lo que queremos decir es que ése es el estatus -y el buen hacer- que permite un regreso casi por cada temporada a este afamado Ciclo. Nos alegraremos de que así sea, porque ya hemos dicho aquí que lo que más nos gusta admirar son las evoluciones de un mismo cantante por distintos repertorios -con su pareja artística habitual o con otras-, siempre que los traigan ya muy trabajados y rodados. También nos alegramos mucho de que cada vez haya más apetencia en nuestro país por el Lied y que ya haya varios encuentros, como la Schubertíada de Cantabria -en San Vicente de la Barquera y Comillas, que este año cumplirá su segunda edición.

Fotos: Elvira Megías

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