Crítica del recital de Andrè Schuen en el Teatro de la Zarzuela, dentro del Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical
Mahler y Schubert, distinta profundidad
Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid, 3-II-2025. Madrid. Teatro de la Zarzuela. XXXI Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Recital 3. Obras Franz Schubert (1797-1828) y Gustav Mahler (1860-1911). Andrè Schuen (barítono), Daniel Heide (piano).
Desde mayo de 2019, fecha en la que se produjo el debut del refinado cantante Andrè Schuen (1984) en el Ciclo de Lied del CNDM, ésta es la quinta vez que nos visita en el Teatro de la Zarzuela, junto al excelente pianista Daniel Heide. El balance en todo este tiempo, reconocemos que ha sido altamente positivo, aunque en principio nos pareciera un intérprete excesivamente frío y calculador -«ultra perfeccionista», decíamos, e incluso tendente al «aburrimiento emocional»-, para luego pasar a alabar su faceta de acertado estilista en repertorios del claroscuro y lo tenebroso, donde la coherencia emocional de una «escala de grises» solvente es lo que se quiere comunicar. Con estas condiciones de contorno en mente, y por lo visto, concluimos en que ciertos repertorios en torno a Mahler -no todos-, Schubert y Brahms son sus piedras de toque más valorables.
En esta ocasión, se nos propuso un recital en torno a Mahler y a Schubert, en tandas alternas. De Mahler se ejercitaron los cuatro Lieder eines fahrenden Gesellen -con textos del propio Mahler- y los cinco Rückert-Lieder. De Schubert, se ofreció un conjunto de nueve canciones sueltas (se citan los autores de los textos): An den Mond, D 259, de Goethe; Im Frühling, D 882, de Ernst Schulze; Der Schiffer, D 536, de Johann Baptist Mayrhofer; Abendstern, D 806, de Goethe; Des Fischers Liebesglück, D 933, de Franz von Schober; Der Musensohn, D 764, de Goethe; Sei mir gegrüßt, D 741, de Rückert; Du bist die Ruh, D 776, de Rückert y Dass sie hier gewesen, D 775, de Rückert.
La coherencia estilística estuvo asegurada por los textos poéticos que, aunque diversos, exploran tanto el amor/desamor, la naturaleza o la introspección, etc., lo que da lugar a que la música (piano + voz) -aunque el enfoque de escritura y calado musicales son distintos en Mahler y en Schubert- coadyuve a la expresión emocional que llega al oyente.
A nosotros nos gustó bastante más la parte dedicada a Schubert, considerando el trabajo realizado conjuntamente por Schuen-Heide. La riqueza «orquestal» -en el piano- de Mahler contrasta con la simplicidad y la claridad del acompañamiento de piano de Schubert, cosa que se puso de manifiesto, sobre todo, en los Rückert-Lieder, cuaderno compuesto por un Mahler ya maduro. En esta parte, queremos destacar que quizá la voz de Schuen se queda un tanto corta en volumen, expresividad y profundidad dramáticas.
Dicha cortedad se percibió sobre todo en Um Mitternacht que, además, no se interpretó como final -como suele ser habitual-, y adoleció de albergar una mayor comunicación de la transcendencia del mensaje que aparece en los textos -entregarse a una fuerza superior, el Señor, que decide entre la vida y la muerte- con sutilezas y matices un tanto alicortados.
Hacemos un pequeño paréntesis aquí para comentar el Lied Ich bin der Welt abhanden gekommen [He desaparecido del Mundo], que es el leitmotiv de la película El maestro de música (1988), dirigida por el belga Gérard Corbiau (1941), donde aparece la magnífica interpretación del bajo-barítono José van Dam (1940). En la película, van Dam interpreta a Joachim Dallayrac, un renombrado cantante de ópera que se retira y decide enseñar a dos jóvenes estudiantes. En este Lied, Friedrich Rückert habla de un retiro del mundo y una búsqueda de paz interior.
Por el contrario, quizá porque en los Lieder eines fahrenden Gesellen, que reflejan un estilo más temprano en Mahler, la dramaticidad es más evidente, menos sutil, le quedaron mejor a Schuen. Como ejemplo, Ich hab’ ein glühend Messer [Tengo un cuchillo ardiente], se expresó adecuadamente un intenso dolor físico y desgarrador.
En cuanto al Schubert, la voz de Schuen es sumamente apropiada tanto en volumen, rango vocal, color, timbre y articulación vocal para hacer comprender los textos. Demostró versatilidad pasional en Im Früling [En Primavera] o detallismo en el relato en Des Fischers Liebesglück [La dicha amorosa del pescador], así como delicadeza extrema en Dass sie hier gewesen [Que ella había estado aquí], mostrando a las claras la presencia/ausencia de la amada, la melancolía y el anhelo, así como la conexión que existe entre la naturaleza y las emociones humanas. Como no podía ser de otra forma, con la gran contribución de Heide, se logró una envidiable amalgama musical en estos Lieder.
Dado el éxito obtenido, con más de diez segundos de corte de respiración entre el último acorde de Ich bin der Welt abhanden gekommen y los aplausos, con algarabía e insistencia por parte del público -que llenaba por completo el coso de la Calle de Jovellanos-, con tres o cuatro salidas a saludar, los dos artistas ofrecieron una sola propina.
Y realmente fue por la insistencia del respetable, ya que cuando se cierra el final de un recital, con un cuaderno autocontenido, como el de los Rücker-Lieder, normalmente no debe ofrecerse nada más, porque se sobreentiende que todo ha quedado dicho. Aun así, se abordó con buen criterio, Urlicht [Luz primordial], perteneciente al Des Knaben Wunderhorn (1899), obra que se utiliza como parte del cuarto movimiento de la Sinfonía N.º 2 en do menor, Resurrección, cuyo trasfondo es la redención y la resurrección.
El público, encantado y completamente satisfecho, se despidió de la pareja de artistas Schuen-Heide hasta la próxima temporada, que casi seguro que regresan a este Ciclo de Lied.
Fotos: Elvira Megías / CNDM
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