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Crítica: Oksana Lyniv dirige «Andrea Chénier» de Giordano en el Teatro Comunale de Bolonia

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Autor: Magda Ruggeri Marchetti
18 de octubre de 2022

Andrea Chénier de Umberto Giordano en el Teatro Comunale de Bolonia bajo la dirección de Oksana Lyniv 

«Andrea Chenier» de Giordano en Bolonia

Un gran espectáculo

Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. 14-X-2022. Teatro Comunale. Andrea Chénier [Umberto Giordano / Luigi Illica]. Gregory Kunde [Andrea Chénier], Roberto Frontali [Carlo Gérard], Erika Grimaldi [Maddalena de Coigny], Cristina Melis [Bersi], Federica Giansanti [Contessa de Coigny], Manuela Custer [Madelon], Vittorio Vitelli [Roucher], Nicolò Ceriani [Fouquier-Tenville], Stefano Marchisio [Pietro Fleville], Alessio Verna [Mathieu detto “Populus”], Bruno Lazzaretti [Un Incredibile], Orlando Polidoro [L’Abate, poeta], Luca Gallo [Schmidt Maestro di casa], Luciano Leoni [Dumas], Antonio Ostuni [Filandro Fiorinelli, musico]. Orquesta y Coro del Teatro Comunale. Director de escena: Pierfrancesco Maestrini. Director musical: Oksana Lyniv.

   Andrea Chénier es la ópera más popular y significativa de Umberto Giordano porque en ella se manifiesta su carácter exhuberante, que dota a la partitura de una gran fuerza expresiva y de magníficas melodías obteniendo resultados excelentes. Compuesta sobre libreto de Luigi Illica se estrenó en el Teatro alla Scala de Milán el 28 de marzo de 1896. Concebida según los cánones del verismo musical, la historia del protagonista, un poeta realmente existido (1762-94), le ofreció la materia adecuada a su carácter pasional y a su vena melódica. El libreto tiene la eficacia de una obra dramática porque Illica, sobre unos pocos datos históricos, escribe una magnífica historia de amor, donde son continuas las referencias a la época y a la obra de Chénier. En el marco de la Revolución francesa, la pasión ocupa un espacio que va aumentando en cada acto hasta llegar en el último a emocionar a la vista de los dos enamorados felices de morir juntos cantando «¡La nostra morte è il trionfo dell’amore!», y en este sentido se podría considerar un melodrama romántico. 

«Andrea Chenier» de Giordano en Bolonia

   El espectáculo al que hemos asistido es una producción del Teatro Comunale y el diector de escena Pierfrancesco Maestrini nos ha ofrecido un montaje verdaderamente excepcional, fiel al momento histórico. La escenografía de Nicolas Boni, bien iluminada por Daniele Naldi, es grandiosa e insuperable. Cuando se alza el telón nos encontramos en un salón de gusto neoclásico con todos los fastos de la época. Al centro cuelga una gran araña de vidrio, al principio cerca del suelo mientras la servidumbre enciende sus luces con pábilos, para ser luego izada al techo. Los movimientos son pausados, las libreas a tono con el ambiente y fieles a la época. La numerosa aristocracia convenida luce elegantes trajes y pelucas cenicientas y blancas. Unos bailarines animan la fiesta cuando irrumpe una muchedumbre harapienta y famélica a la que el criado Gérard ha franqueado la entrada. En alguna ocasión la escena está circunscrita en un gran marco dorado algo inclinado que subraya que contemplamos cuadros de momentos dramáticos de la historia. 

   En los demás actos se recrea un entorno más agitado y callejero, con estructuras lígneas multivalentes de estrados y tribunas en torno a un altar dedicado a Jean-Paul Marat, para enmarcar los movimientos corales de unas turbas revolucionarias, no andrajosas, sino vitales y protagonistas de la historia, así como grupos aislados de uniformados. En las notas de color dominan los emblemas republicanos y la bandera francesa mientras al fondo vemos edificios incendiados y casas derruídas de contornos que evocan la guerra actual en Ucrania. Se cierra el espectáculo con un decorado final grandioso e impactante: el marco es ahora el que rodea a una inmensa reja de prisión que divide el escenario en un primer término de espacio carcelario y un exterior de ruinas humeantes contra el cielo estrellado y un alto cadalso a la derecha con la guillotina. La estrecha puerta de la reja se abre al final para dar paso a los dos protagonistas que ascenderán lentamente hacia el fatal destino. Muy acertado el vestuario de Stefania Scaraggi.

«andrea Chenier» de Giordano en Bolonia

  Pierfrancesco Maestrini sabe dirigir con seguridad también los movimientos de masas y los protagonistas, que le responden con gran eficacia. Gregory Kunde en el papel de Chénier muestra gran personalidad escénica y consigue expresar pasión en las escenas de amor y violencia en las políticas, que le ven en contra de la sociedad de su tiempo. Si en la primera parte está totalmente con el pueblo contra el egoísmo de los aristócratas, después se opone al Terror desencadenado por la Revolución. Tiene un papel muy difícil, enfrentándose a tres arias en las que demuestra su poderosa fuerza vocal. En especial le hemos admirado en «Un dì all’azzurro spazio», en «Sì, fui soldato» y en «Come un bel dì di maggio», que pone música a los versos del verdadero Chénier. Su magnífica línea de canto, el fraseo impecable, la gran proyección de su voz, su ascensión a unos agudos bien colocados y proyectados, su soberbia capacidad interpretativa y vocal, han entusiasmado al público que le ha ovacionado varias veces. Le acompaña con igual competencia Erika Grimaldi, que dibuja una Maddalena que lo da todo por amor. El sacrificio final de su vida, sustituyendo a una condenada para morir junto a Chenier, la convierte en una heroína romántica. Su voz de grato timbre, sin problemas en los agudos, entusiasma al público que la aplaude repetidamente en especial en su emocionante «La mamma morta», la difícil aria que le sale del alma con acentos veristas y un lirismo intenso. Los dúos de estos dos intérpretes, al final del segundo y del último actos, son maravillosos. Roberto Frontali protagoniza el papel Gérard, el personaje más complejo de la obra que se debate en sus propias pulsiones. Siervo desde la cuna en la casa de Maddalena, de quien está enamorado desde niño, pasa a ser cabecilla de la revolución y denuncia a Chénier, pero al comprender el profundo amor de la joven por el poeta intenta salvarle. Su voz de timbre ancho y poderosa emisión lució especialmente en el aria «Nemico della Patria» arrancando aplausos y ovaciones. Tampoco podemos olvidar a los secundarios, muy importantes en esta ópera; recordamos en especial a Vittorio Vitelli, el fiel amigo Roucher, a Cristina Melis, la mulata Bersi, a Manuela Custer, una Madelon vibrante y emocionante, y a los demás personajes, todos correctos.

   La batuta de Oksana Lyniv es muy eficaz dirigiendo una partitura tan variada, preciosa y rica en detalles musicales, y la orquesta le sigue con brillantez ofreciéndonos un sonido redondo y lleno de color. Su refinada lectura consigue subrayar con pinceladas delicadas los cambios de humor y de actitud y realzar los efectos de murmullo en las intervenciones de las masas. La música describe el trajín de los preparativos de la fiesta con el Allegro brillante para introducir, después de algunos compases, el canto que es el verdadero protagonista de la ópera. Solo en ocasiones hemos notado un volumen excesivamente alto. El coro preparado por Gea Garatti Ansini se entrega con total motivación. En conjunto un lujo de intérpretes, medios y buen gusto, como corresponde a la ópera del más alto nivel. 

Fotos: Andrea Ranzi

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