Por Albert Ferrer Flamarich
Montsalvatge: Manfred, Bric à brac, Simfonia de Rèquiem. Marta Matheu, soprano. OBC. Víctor Pablo Pérez, director. Naxos 8.573077 61:07 2012 1CD 2014
En lo convergente a la primera parte de la reseña publicada el 21 de agosto pasado, cabe recordar que éste es uno de los distintos compactos que la OBC (Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña) tiene publicados por Naxos (Balada, Granados, música americana, etc). El presente disco dedicado a Montsalvatge fue tomado en la sala grande de L’Auditori de Barcelona entre el 9 y el 12 de julio de 2012 bajo la supervisión del técnico de sonido, productor y editor Sean Lewis. Sin duda es una guinda a la labor de François Bou en la proyección de la orquesta y permite a la formación catalana sumarse a las recientes grabaciones de la obra de Montsalvatge.
Aquí se incluyen tres obras muy contrastantes y etapas diferentes que la OBC interpreta con riqueza de color y una solvencia equiparable a las de las grandes formaciones europeas. Un hecho que potencia la cualidad tímbrica de las composiciones, dando relieve a uno de los parámetros más preocupantes y de mayor elaboración por parte del compositor gerundense. Sin duda, y sin desmerecer la también loada labor de la orquesta y sus diferentes directores en los discos de Massenet y Meyerbeer, lo ofrecido aquí se antoja con un mérito superior.
Este disco pone en evidencia la versatilidad y el eclecticismo de una música surgida desde la emoción pero tamizada por una inteligencia artística que, a menudo, se apartó de los atisbos románticos. La excepción a ello la marca la primera obra incluida y que presenta a un desconocido Montsalvatge a través de lo que es una especie de suite con carácter de poema sinfónico extraído de una de sus composiciones balletísticas: Manfred (1945). Es una música esencialmente melódica que remite a los ballets finiseculares de Minkus, Adam o Tchaikovsky, con puntuales incisos rítmicos stravinskianos y con un aroma cinematográfico de exuberancia postromántica. Obviamente dista de la imagen habitual de la música de Montsalvatge. Sin duda, la inclusión de esta página es un gran acierto por la variedad de recursos quizá lo más significativo del disco. Habrá que prestar mucha más atención a los inicios del compositor.
La segunda composición incluida es Bric à Brac (1993), la última de carácter sinfónico del catálogo montsalvatgiano –¡escrita a los 81 años!- y que fue estrenada por la Orquesta Sinfónica de Tenerife el 30 de septiembre de 1993 bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez. En su revisitación a la partitura, el maestro burgalés destaca la diversidad de sus cuatro movimientos a partir de lo tímbrico y lo melódico (Evocador y Sesgado), lo harmónico (Tenso) y lo rítmico (Lúdico) de la febril imaginación del compositor.
Finalmente la Sinfonía de Réquiem (1985), estrenada en el Festival Internacional de Música de Alicante de 1986, es una reflexión sobre la muerte con puntuales citas al Dies Irae gregoriano pero sin teatralidad ni neurosis angustiosas. Con ésta son tres por lo menos las grabaciones de la obra: la de Uwe Mund al frente de la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu (Columna Música, 2012) en un live de 1988 y la de Juanjo Mena con la BBC Philharmonic (Chandos, 2012) dentro de la serie que el sello británico ha dedicado los últimos años al repertorio español. De las citadas, la de Víctor Pablo Pérez es la más breve con una duración de 20’41” frente a los 22’38” de Mena y los 26’14” de Mund.
El maestro alemán intenta engrandece la obra ofreciendo una versión muy dramática, expresionista, con una gran fuerza e intensidad que ronda lo apabullante como en el Agnus Dei. Es la lectura más literal y la más críptica de las tres, con una captación de sonido demasiado directa que da un percepción muy densa y opaca. Como Víctor Pablo Pérez, Juanjo Mena ofrece una interpretación serena, muy lírica pero más abstracta. Ambos potencian la cualidad tímbrica y la variabilidad de color bajo un trazo general homogéneo sin que se resienta el idiomatismo. En ambos el Kyrie adquiere un halo misterioso y el Agnus Dei un cripticismo que en el primero es nervioso y en el segundo más expositivo. El Lux aeterna de Mena es onírico y el Libera me, solemne; mientras que Víctor Pablo tiende a incluir la épica dentro del lirismo en el mismo pasaje. Con éste, el broche de la vocalise conclusiva a cargo de la catalana Marta Mathéu adereza con el gusto, la homogeneidad de registro y la afinación que la caracterizan. En conjunto el director burgalés se muestra transparente de texturas y fluido de pulso, con un modelaje romántico que remite al siglo XIX en lo general y a compositores como Fauré en lo particular. Se puede considerar una versión intermedia entre la opción de Mund y la de Mena aunque resulta mucho más cercano a éste que aquél.
La edición
En cuanto a la edición cabe citar las correctas notas de carpeta de David Puertas Esteve, uno de los pocos que aún firma programas de mano decentes en las temporadas de la OBC, amén de numerosos artículos sobre compositores catalanes. Es coherente que estas notas aparezcan en castellano e inglés, del mismo modo que lo haga la Senyera y la bandera española como en todas las grabaciones de la serie dedicada a compositores nacionales en contraposición a lo sucedido con los discos de Massenet y Meyerbeer. No obstante, el libreto que sigue la pobre línea habitual. De hecho, ¿puede llamarse libreto a lo que ofrece Naxos? No. Se trata de un tríptico a doble cara con portada incluida que cuenta con un diseño y maquetación propios de un trabajo informático de secundaria. Claro está que, entre las claves del éxito mercantil del sello, el reducir los costes de producción al mínimo es un dictamen. Si para ello hay que maquetar en Hong-Kong a precios irrisorios, adelante. Y si, además el autor de las notas las trabaja gratis ed amore, mejor para el negocio. En tales circunstancias acusar la ausencia en castellano de los currículums de los artistas es perder el tiempo. Quizá éste sea un derecho no incluido en el precio de compra.
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