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CD: Ana María Valderrama y Víctor del Valle graban música de Brahms y Franck para el sello Eudora

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Autor: Álvaro Menéndez Granda
24 de octubre de 2018

Cuestión de equilibrio

    Por Álvaro Menéndez Granda
Ana María Valderrama, violín, y Víctor del Valle, piano. Obras de Brahms y Franck. Eudora Records, 2018. 

   El sello discográfico Eudora se caracteriza, por encima de todo, por su minuciosidad. En lugar de lanzar, como hacen otras compañías, grandes cantidades de títulos al cabo del año, Eudora prefiere mantenerse en una dinámica de producción en la que la calidad —entendida aquí en su sentido más amplio— prima sobre la cantidad. Todos sus discos se lanzan al mercado en formato «Super Audio CD», un sistema poco extendido pero capaz de manejar estándares de calidad sonora realmente impactantes; los libretos incluyen abundante información técnica sobre el disco y unas interesantes notas al programa. No es de extrañar que un pianista tan original e imaginativo como Josep Colom haya publicado con Eudora sus dos últimos trabajos dedicados a los paralelismos musicales entre Chopin, Mozart y Bach. En el título que nos ocupa en esta ocasión, encontramos a dos músicos que se atraviesan en ese momento dulce en el que la madurez y la vitalidad se manifiestan a partes iguales: Ana María Valderrama y Víctor del Valle. Ambos exhiben un currículo envidiable y demuestran un talento fuera de dudas, que en este caso ponen a disposición de dos grandes nombres de la historia de la música, Johannes Brahms y César Franck.

   Los platos fuertes son aquí la Sonata para violín y piano nº3 del alemán, y la famosa Sonata para violín y piano del compositor belga. La impresión general que producen ambas obras en la interpretación de Valderrama y del Valle es francamente buena: una integración fantástica de ambas partes y un sonido muy cuidado, con una adecuada gestión de las dinámicas y unos tempi muy naturales. El fraseo es igualmente delicado y claro y la sonoridad es en general contenida incluso en los pasajes más intensos. A mi juicio, el único punto débil atribuible a los intérpretes en esta grabación es que el equilibrio entre ambos instrumentos parece perderse un poco en los pasajes con dinámicas más fuertes, al quedar el violín algo tapado por el piano. Y lo cierto es que quizá tenga que ver con el posicionamiento de micrófonos y la responsabilidad no sea tanto de los intérpretes como del productor, Gonzalo Noqué, al que por otra parte poco más podríamos reprocharle puesto que su trabajo ha sido en general impecable.

   Valderrama tiene un vibrato muy contenido y discreto, que podría antojarse un poco escaso en según qué pasajes —como los movimientos lentos de las dos sonatas que integran el disco—, pero que nos proporciona un sonido muy nítido y limpio de su instrumento. Yo lo prefiero, sin duda, al vibrato excesivo que poseen otros violinistas y que acaba resultando cargante. Del Valle, por su parte, demuestra sus tablas en la música de cámara asumiendo con éxito múltiples papeles desde el piano, el de acompañante y el de protagonista, el de soporte para el violín y el de solista virtuoso.

   Las notas al disco, firmadas por Martín Llade, están redactadas de forma amena y sobrevuelan con agradable acierto los principales rasgos de las obras comentadas. Se trata de una grabación muy recomendable, que se ha ganado un lugar en mi fonoteca, y que satisfará no sólo al oyente exigente sino al melómano más acérrimo, tanto por la fantástica edición de Eudora como, indudablemente, por laactuación de Valderrama y del Valle, que han demostrado haber hecho suyas las obras desde planos muy variados. Disfrútenla.

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