La Música envuelve el Jardín Inmenso de Celibidache
Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 9-VII-2021. Teatro Monumental. Homenaje a Sergiu Celibidache en el 25.º aniversario de su fallecimiento. Obras de Segiu Celibidache (1912-1996), Antón García Abril (1933-2021) y Antoni Ros- Marbá (1937), Orquesta Sinfónica de RTVE. Enrique García Asensio, Mark Mast y Antoni Ros-Marbá, directores.
En este concierto-homenaje, impulsado por Enrique García Asensio, la Orquesta Sinfónica de RTVE rindió merecido homenaje al genio musical Sergiu Celibidache, el gran director rumano y universal, uno de los más importantes en la historia de la dirección, que además mantuvo un estrecho y dilatado contacto con la Sinfónica de RTVE entre 1952 y 1996 -también con la Orquesta Nacional de España-, ofreciendo versiones incontestables -con estas y otras orquestas-, de Bruckner, Debussy, Ravel, Brahms, Fauré o Bela Bartok. Algunas de ellas están disponibles en las -ya no tan nuevas- plataformas como Youtube, por lo que animamos al lector interesado a que pueda visionarlas, aunque ya sepamos que el maestro Celibidache estaba muy en contra de esto, poniendo el ejemplo comparativo de lo que se pierde visitándo Los Alpes físicamente o haciéndolo en un álbum fotográfico: “La discografía es la tumba de la música”, sostenía.
Antes del concierto, se hizo desde el escenario una glosa del artista -pequeño video incluido- por parte de Maria Floarea Pop, directora del Instituto Cultural Rumano, que resaltó además las ricas relaciones culturales existentes entre Rumania y España -también este año se celebra el 140.º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Rumanía y España-, como lo demuestra la publicación de un primer Anuario en 2020, de cuyo alumbramiento también dio cumplida cita esta revista.
Entre el público se encontraban, además, el hijo -y el nieto- de Celibidache, Sergiu Ioan Celibidache ("Serge"), autor del interesante y extenso documental El jardín de Celibidache (2010) -recomendamos también su visionado, por estar disponible en redes-, que toma este lugar como el centro de remanso de paz en el que Celibidache pasaba sus horas de asueto en compañía de sus perros, regando sus árboles frutales o siendo visitado por monjes asiáticos, un toque de la visión del mundo budista-zen, muy en concordancia con la del maestro rumano.
Acompañaron a la directora el gerente de la OSRTVE, Manuel Ventero, y el propio Enrique García Asensio que contó -muy emocionado- varias anécdotas de su maestro, así como agradeció a la Orquesta y a su gerencia el haber podido dar a luz su video-libro La técnica de Sergiu Celibidache, en el que se profundiza en los aspectos que dieron lugar a los conceptos de dirección modernas, y de los que Celibidache fue un claro innovador. La cita, además, reunió a otros dos directores grandemente influidos por Celibidache: el barcelonés Antoni Ros-Marbá y el alemán Mark Mast, director de la Fundación Sergiu Celibidache desde 2001.
El concierto comenzó con la obra dedicada por Antoni Ros-Marbá al maestro Celibidache, titulada Meditación al Viernes Santo, y orquestada solo para cuerdas. Dirigida por el propio Ros-Marbá, maestro de dilatada e importantísima carrera, su interesante obra muestra a las claras el recogimiento y el ambiente tenebroso de esa especial fecha de Cuaresma, en el que el violonchelo es ciertamente protagonista, con varios solos que fueron muy bien expuestos por la solista de la OSRTVE de esta ocasión. Ros-Marbá dirigió de forma muy resolutiva, creando y manteniendo esa atmósfera -en algunos momentos, atenazante-, consiguiendo contemporizar muy acertadamente el final -de forma muy paulatina-, que aparece como sanadora distensión gracias a la aparición del registro agudo de los violines.
Sergiu Celibidache, en realidad, nunca se consideró compositor. El Jardín de bolsillo [Der Taschengarten], puede asimilarse a un divertimento que el propio autor se concedió, teniendo en mente el mundo de los niños. De hecho, la grabación de la obra por parte de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart estuvo enfocada a recaudar fondos para UNICEF. Como también se percibe en el documental antes citado, el compositor da mucha importancia a la naturaleza y por tanto muestra en esta obra cómo un niño podría percibirla a través de las distintas viñetas -13, en concreto- con ambientaciones sonoras, sobre todo francesas -Ravel, Debussy-, con profusión de la percusión, pero sin olvidar la acción dramática emulando a Prokofiev y sus obras formato cuento -Pedro y el lobo- o sus famosas bandas sonoras (Ivan, El Terrible o Alexander Nevsky). Las viñetas 1. ¡Vamos, niños!, 2. El viento pasa, 3. El sermón del pato, 4. Ese difícil acertijo, 5. No más oraciones por el abeto viejo, 6. Danza de los escarabajos, fueron dirigidas por Ros-Marbá.
Las siguientes: 7. Canción de cuna de los peces, 8. ¡Cuidado! Ahí pasa un indio en una escoba pura sangre 9. Erizo, ¿dónde estás? 10. Oración verde 11. Charla de agradecimiento, 12. Lluvia en la regadera y 13. Eso es todo, estuvieron a cargo del maestro Mark Mast. Es Mast un director interesante, no sólo por su batuta, sino también por su experiencia como gestor cultural, pedagogo musical y colaborador con ONG’s tales como Las Juventudes Musicales de Bayern, si bien es poco conocido y, que sepamos, dirige poco -o nada- en España. Esperemos que la OSRTVE pueda invitarle en lo sucesivo para apreciar algo más de su arte en la dirección con repertorios de mayor densidad.
Se interpretó, por último, una pieza del compositor turolense -recientemente fallecido- Antón García Abril, titulada Celibidachiana, un encargo de la ONE, en 1982 dedicada a Sergiu Celibidache. Fue a Enrique García Asensio al que le tocó, a nuestro juicio, la obra que más tenía que dirigir. Una obra de envergadura, aunque de corto minutaje, si bien poderosa en el nervio, con cambios continuos de tempo y con variedad rítmica, en la cuál han de diferenciarse distintos planos sonoros por secciones que se van relevando entre sí, con un amplio discurso-movimiento que lo envuelve todo basado en fraseos continuos de la sección de cuerdas.
También hay en la obra roturas en el discurso y una muy compleja y densa orquestación, que nos recordó en algunos momentos a la estética straussiana, logrando la obra alcanzar unas altas cotas de expresividad y una capacidad continua para sugerir motivos que trascienden fácilmente al escuchante. En suma, una música perfecta para demostrar otra máxima de Celibidache que es la de que “lo distintivo en la música está más en dotarla convenientemente de las impulsiones y resoluciones que en el tempo al que se interprete”, cosa que García Asensio ejemplificó de forma rotunda.
Ojalá a fuerza de repetirlo se produjera algo que desde aquí deseamos, y es ver dirigir más a menudo a Enrique García Asensio. Lo encontramos muy en forma, con una gestualidad muy fluida, flexible y comunicativa, pendiente de todo y llevando en volandas a la OSRTVE, logrando los aplausos más cálidos de la velada. Desde luego, a nosotros la OSRTVE nos suena mucho mejor cuando se pone en manos del Maestro García Asensio.
Se dice que Celibidache se convirtió en un personaje solitario, en contra de todos, desde que sufrió la afrenta de no ser propuesto para suceder a Furtwängler -lo fue Karajan-, que nunca cedió nada en contra de sus propios convencimientos, implicado en hacer entender que la música es esencialmente sonido, que el director debe modelar a su gusto (la densidad, el timbre, etc.,), ya que según sus palabras, “la música no está ni dentro ni fuera de nosotros. Nosotros somos la música”, y es misión del músico, del director, intentar meter al público en ese mundo sonoro que está escrito en la partitura. Quizá por eso acostumbraba a ejercitar tempi más lentos que los demás: Era la ocasión perfecta para poder degustar el sonido con más tiempo para hacerlo sin depender tanto -o sin importar tanto- la velocidad ni la mecánica de la dirección orquestal.
En suma, un concierto muy emotivo -y emocionante- por lo que significa recordar la inmensa figura y obra de Sergiu Celibidache por tres de sus alumnos que han alcanzado posiciones relevantes en la dirección orquestal en sus respectivos países y fuera de ellos (actualmente, tenemos también el ejemplo de Juanjo Mena). Celibidache sostuvo que “siempre habrá música”, y que estaba tan seguro de ello como de que “el Jardín de Dios es infinito y fértil”. Para nosotros, y como coralario a todo lo expuesto, La Música envuelve el Jardín Inmenso de Celibidache.
Fotos: Nicoleta Lupu
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