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Crítica: Christian Gerhaher y Julia Kleiter  en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela

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Autor: Óscar del Saz
13 de julio de 2022

Christian Gerhaher y Julia Kleiter ofrecen un recital en el Ciclo de Lied coproducido entre el Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM] y el Teatro de la Zarzuela

Christian Gerhaher y Julia Kleiter en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela

Gerhaher frente a la luminosa Kleiter 

Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 11-VII-2022. Madrid. Teatro de la Zarzuela. XXVIII Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Recital 9. Obras de Hugo Wolf (1860-1903). Julia Kleiter (soprano), Christian Gerhaher (barítono), Ammiel Bushakevitz (piano).

   Entramos en la recta final de esta edición del Ciclo de Lied, que se ha alargado felizmente hasta mediados de julio (nos referimos a esta velada y la del próximo 18 de julio), en las que se ha convocado por duplicado al barítono Christian Gerhaher (1969) -que suele visitarnos casi cada año-, acompañado hoy por la debutante en este Ciclo, Julia Kleiter (Países Bajos, 1980). La semana siguiente lo hará por la mezzosoprano Anna Lucia Richter (1990), que debutó la temporada pasada con un grandísimo éxito del que dimos cuenta, en una velada con repertorio basado en Mahler, Wolf y Schubert, con la maravillosa contribución del pianista, formado en Sudáfrica, Ammiel Bushakevitz (1986), que también disfrutaremos en esta ocasión.

   Nos parece muy bien que alguien con la afamada experiencia y celebridad en el mundo del Lied, como es Gerhaher, se haga acompañar por figuras más jóvenes, pero con carreras ya asentadas, para hacer más atractivo un recital, que en la voz de un solo cantante podría resultar prolijo y monótono. En el caso de Gerhaher nos atrevemos a decir que resultaría en exceso afectado, tanto en la parte vocal como en la fijeza estilística, muy constreñida por mor de sus repetitivos amaneramientos vocales según comentaremos después. 

   En cambio, gracias al contraste comentado, la pareja Gerhaher y Kleiter -aunque en este repertorio nunca cantan juntos- defendieron con gran éxito el denso Spanisches Liederbuch [Cancionero Español], IHW 32 (1889-1890), una recolección de poemas españoles -de los siglos XVI y XVII- musicados para voz y piano por Hugo Wolf -a la manera romántica, aunque con tintes fantasiosos y alterados respecto de los auténticos caracteres y referentes entendidos desde nuestro acervo-, que por cierto nunca visitó España. 

   La composición contempla 44 poemas de multitud de autores -algunos, muy conocidos, como Lope de Vega o Cervantes, aunque también hay varios anónimos (como el Romance del prisionero)-, traducidos por los poetas Emanuel Geibel y Paul Heyse, y reunidos en un solo cuaderno por la apetencia de los románticos por el folclore allende las germánicas fronteras, aunque la temática pueda ser ligada a lo religioso -o, al menos, a la Sagrada Familia-, o por el contrario a temas de carácter erótico-festivo.

   La estructura de este libro de poemas se divide en dos: los 10 primeros quedan encuadrados en la temática Geistliche Lieder [Canciones Religiosas] y los siguientes 34 aparecen con el nombre genérico de Weltliche Lieder [Canciones Profanas]. En el recital que nos ocupa se realizó una tercera subdivisión -sin nombre descriptivo- a partir de las restantes Canciones Profanas no abordadas en la segunda parte, de modo que hubo dos descansos, ocupando el conjunto total dos horas y media de recital que permitió una dosificada digestión de tan abundante menú.

   Es Christian Gerhaher un artista de pose transida y de hierática presencia escénica, desplegada con un estudiado desapego corporal y ausencia de expresión facial en la interpretación, utilizadas por el artista como única forma posible de independizarse de cualquier otra componente física ligada a registros escénicos o actorales, cercana en algunos casos a «encontrarse incómodo» en el escenario. 

   Hay que reconocer que ello le viene muy bien en el repertorio de Wolf -firme exponente de la máxima «prima le parole, e poi la musica», además de que la melodía nunca es una prioridad en Wolf-, dado que nuestro barítono posee una envidiable dicción, aunque abuse a la hora del «decir», del empleo de una emisión mermada en color baritonal por mor de la utilización del registro de cabeza, cambiando su deseable color natural por otro más artificial y «atenorado» y, por tanto, con resultado de contrastes menos atractivos y variados. Ello no es óbice para que el cantante sepa dar relieve, desde el punto de vista vocal, a la esencia del poema en cuestión, lo cual es también muy importante en la estilística de Wolf.

   Entendiendo lo de arriba como lo que nos gustó menos de las partes interpretadas por Gerhaher, todo lo contrario resultó en la voz de la Kleiter, prodigio de solar, resplandeciente y timbradísima musicalidad, con todas las ventajas de poseer una gran técnica puesta al servicio de un canto de soprano lírica arrolladora y arrulladora, según los momentos, con una potente eficacia y volumen, sin menoscabo de una fantasía que emociona, convence y alcanza al escuchante de una manera arrebatadora. Kleiter es una gran cantante de carrera ya muy lanzada, con repertorio importante tanto en ópera como en oratorio. Para los interesados, en noviembre de este año, cantará Der Rosenkavalier en la Monnaie de Bruselas y en diciembre con la OCNE, el Elías de Mendelssohn. Para los más viajeros, el 1 de agosto los mismos intérpretes de hoy repetirán este recital en el Festival de Salzburgo.

Julia Kleiter

   Los dos cantantes se alternaron, partitura en mano, durante la sucesión de canciones, utilizando una silla en el escenario para permanecer así todos presentes encima de las tablas. En realidad, y dado que no hay nexo de unión explícito entre unas canciones y otras, no hubo entre ambos cantantes mayor complicidad que tímidas sonrisas intercambiadas cuando uno de los dos se sentaba y el otro se disponía a atacar la canción que le correspondía.

   En cuanto a la aportación pianística, valoramos sobremanera la concentración, el oficio y el arte de Bushakevitz, que se mostró virtuosista cuando fue necesario y siempre supo responder con presteza -o incluso anticipándose- a infinidad de cambios dinámicos y de tempi, sin tapar nunca la voz, y añadiendo una inmejorable paleta de colores y matices sonoros que exige la partitura, a menudo con una utilización orquestal muy efectiva en el instrumento. En la segunda y tercera partes, estuvieron perfectamente reflejados el alborozo, los bailes y el universo profano-sensitivo que sirve de marco a la parte vocal estricta. 

   Señalando lo que más nos gustó de cada intérprete, diremos que ganó por goleada lo que nos gustó por parte de Kleiter. En la primera de las partes, destacamos en la voz de nuestra soprano Die ihr schwebet [Pues andáis en las palmas], con versos de Lope de Vega en clara alusión a la Semana Santa, donde compiten los agudos vocales con notas floreadas del piano al estilo ornamentado del órgano de iglesia. La réplica perfecta fue, por parte de Gerhaher, la interpretada de forma matizadísima, Nun bin ich dein [Quiero seguir a ti, flor de las flores], con textos del arcipreste de Hita. 

   En la segunda parte, nos gustaron mucho varias de ella, como la pastoril Klinge, klinge, mein Pandero [Tango vos, el mi pandero], la compleja Bitt’ ihn, o Mutte, bitte den Knaben [Rogáselo, madre, rogáselo al niño], Eide, so die Liebe schwur [Iuramentos por amores]. Y de Gerhaher, demostrando que sabe cantar con voz baritonal sin concesiones la muy compleja por su cantidad de contrastes vocales y expresivos Da nur Leid und Leidenschaft [Pues que no me sabéis dar].

   En la tercera parte, abundaron las canciones largas, sobre todo para Kleiter en las que ella se esforzó más en cambiar el carácter y adecuarlo al poema que lo que lo hizo Gerhaher, aunque éste demostró sus altas capacidades para el histrionismo en Seltsam ist Juanas Weise [Extraño humor tiene Juana]  o la caricia macabra en Komm, o Tod, von Nacht umgeben [Ven, muerte, tan escondida]. 

   Nuestra soprano brilló sin parangón en Liebe mir im Busen [Amor en mi seno], en la jocosa -por los diminutivos del poema original de Cervantes- Köpfchen, Köpfchen, nicht gewimmert [Cabecita, cabecita], en la intimista y muy bella Bedeckt mich mit Blumen [Cubridme de flores],  o en la última del recital Geh, Geliebter, geh jetzt! [Vete, amor, y vete], despliegue de tensión creciente con una envolvente pianística de primera con primoroso balance de sonidos puestos en juego en las manos de Bushakevitz. 

   El binomio Kleiter-Gerhaher -tanto monta, monta tanto-, con sonrisas abiertas y complacientes por parte de Christian Gerhaher hacia sus colegas, fue despedido con múltiples salidas a saludar y gran alborozo por parte del público que llenaba el Teatro de la Zarzuela. Cualquier propina hubiera sobrado si se hubiera producido. Y como pueden imaginar: Sí, queremos escuchar a Julia Kleiter en solitario, en un recital para ella sola. Entendemos que ya se está gestionando por quien corresponda. Que así sea. Gracias. 

Fotos: Elvira Mejías / CNDM

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