Christof Loy: «Es maravilloso cómo en "El barberillo de Lavapiés" se hace realidad la utopía»

   El mundo de la música se ha visto gratamente sorprendido con el anuncio del director Christof Loy de crear una compañía de zarzuela que, con el nombre de Los paladines, dedique un importante esfuerzo fuera de nuestras fronteras al género lírico español. El próximo 27 de septiembre, Loy y José Miguel Pérez Sierra se pondrán al frente de un numeroso grupo de cantantes españoles para ofrecer una nueva versión de El barberillo de Lavapiés, de Francisco Asenjo Barbieri. «Ante todo, he intentado leer la obra con atención y he descubierto que, como toda buena comedia, tiene un trasfondo serio que debe aflorar constantemente. Lo genial del libreto es que personajes como Lamparilla y Paloma siempre logran salir de situaciones difíciles con humor. De este modo surge un nivel jovial tanto del contenido como de la filosofía de la obra. Y ese delicado equilibrio entre lo ligero y lo serio —algo parecido a lo que ocurre en la genial película de Ernst Lubitsch To be or not to be— es lo que intento captar atmosféricamente», explica Loy a quien lo que más le atrae de Lamparilla es «su origen teatral, la figura del Arlecchino. Sin proponérselo, se ve enredado en una intriga política que amenaza su vida. Y a lo largo de la acción va perdiendo cada vez más su papel “profesional” de bufón… y solo entonces se convierte en el hombre al que Paloma puede amar. Esta historia de amor entre Paloma y Lamparilla es, de por sí, gran literatura, comparable con las grandes parejas de enamorados en las comedias de Shakespeare. Y yo intento dar a esta evolución tan conmovedora de la pareja una gran autenticidad en mi puesta en escena».

   Entre los miembros del reparto están David Oller, Carmen Artaza, Cristina Toledo, Santiago Sánchez, Alejandro Baliñas Vieites, Joselu López, Marcelino Echeverría y Marta Catalina Bauza Soler, los habitantes de Lavapiés. «A los habitantes de Lavapiés los percibo en esta obra como grandes niños, con un buen corazón, una gran dosis de ingenuidad y una energía desbordante. Todo esto los protege de rendirse en la lucha contra la opresión de un gobierno conservador. Comprendo a la Marquesita, que defiende sus derechos. De algún modo, siempre tengo que pensar en la población del pueblo de Astérix cuando imagino el Lavapiés de la zarzuela». La propuesta está obviamente actualizada y situada en El Pardo, como bien explica el director alemán: «Como siempre en mis producciones, me tomo la libertad de inventar un mundo poético-teatral que corresponda al espíritu de la obra, pero también a mi necesidad de acercarme a los personajes. Para mí era importante representar el mundo del primer acto —que no transcurre en Madrid, sino en El Pardo— como una belleza casi irreal; luego, la barbería de Lamparilla se convierte en el lugar central de la acción, pero también ese Lavapiés es una invención: de un Lavapiés realista solo permanecen los faroles. Y, finalmente, el tercer acto es un espacio íntimo, la vivienda de Paloma, y en principio el escenario de un drama psicológico de cámara. Lo insólito de esta obra es que los personajes principales se sustraen por completo a los clichés. A primera vista parece evidente: está la pareja cómica del pueblo y, por otro lado, la pareja noble y seria. Sin embargo, los celos de Don Luis lo hacen parecer, en ocasiones, el personaje más cómico de la obra; al amor de Paloma y Lamparilla le devuelvo toda la dignidad que quizá se haya perdido con el paso de la tradición escénica. Y al final, también la pareja tragicómica de los nobles alcanza de nuevo esa grandeza. Es maravilloso cómo en esta obra se hace realidad la utopía», explica Loy a CODALARIO. 

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