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CHRISTOF LOY: «Me gustaría grabar las 50 zarzuelas más importantes»

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Autor: Óscar del Saz
9 de septiembre de 2025

El director de escena Christof Loy, entrevistado por Óscar del Saz para la portada de Codalario del mes de octubre 

CHRISTOF LOY: «Me gustaría grabar las 50 zarzuelas más importantes»

Una entrevista de Óscar del Saz | @oskargs
Hace poco más de año y medio, el afamado director de escena alemán Christof Loy reveló que pondría en escena, en el centro de Europa (Viena, Basilea, Berlín), títulos de nuestro teatro musical español, la Zarzuela, creando además una compañía estable, «Los paladines», por lo que estamos muy interesados en conocer más detalles -una vez se está acercando la fecha de los estrenos- e intentar escudriñar su mente creadora, tanto para nuestro Género Lírico como para los trabajos que ha realizado y realizará en la Ópera.

¿Que está preparando en estos momentos y cuáles son sus próximos compromisos (Ópera y Zarzuela)? ¿Hasta qué año tiene firmados contratos (ópera)?

En este momento estoy en los ensayos de «El barberillo de Lavapiés», en Basilea… mis próximas nuevas producciones en esta temporada se refieren exclusivamente al repertorio español: seguirá «Benamor», de Pablo Luna, en el Theater an der Wien, y después «El gato montés», en el Teatro de la Zarzuela. Además, habrá algunas reposiciones: mi programa doble Bartók en el Teatro Real, «Fedora», en Berlín; «Werther», en Barcelona y finalmente, «El barberillo» también irá a Oviedo. En la próxima temporada, entre otras cosas, estará mi primer «Pelléas» y también una «Traviata»… Y nuevas producciones de repertorio español nuevamente en 2028. Tengo contratos y compromisos hasta aproximadamente 2031. Me reservo espacios libres para descansar, estudiar, o en caso de que surja un proyecto interesante de zarzuela.

Cómo se prepara para dirigir «El gato montés» en el Teatro de la Zarzuela (junio 2026)?

Ante todo, como me preparo para cada nueva producción: leer y estudiar la obra con detalle. En este caso, sin embargo, hace ya 2 años viajé a Andalucía para dejarme impregnar por la naturaleza y también por Sevilla. Además, leo mucho sobre España, veo muchísimas películas españolas e intento incluso empaparme atmosféricamente del dialecto andaluz.

¿Cuáles son las líneas fundamentales de su proyecto en «Los paladines» más allá de la presente temporada? ¿Siempre serán títulos completos?

Debo precisar que las nuevas producciones de esta temporada no son proyectos de «Los Paladines», sino proyectos en los que participan o son invitados artistas de «Los Paladines». En este momento, no tenemos los medios económicos para asumir proyectos completos. Por eso, actualmente producimos únicamente conciertos escénicos de zarzuela, en los que queremos mezclar repertorio relevante y menos conocido, poniéndolo en un contexto dramatúrgico. El objetivo a largo plazo es obtener apoyo financiero para poder realizar producciones escénicas completas con las que se pueda salir de gira internacional. También me gustaría emprender una nueva serie de grabaciones de zarzuelas y volver a registrar las 50 zarzuelas más importantes.

¿Conoce el trabajo de sus colegas españoles dirigiendo la escena de nuestro género lírico? ¿En qué cree que Usted se diferencia de ellos?

Descubrí mi pasión gracias a la legendaria puesta en escena de “La del manojo de rosas” de Emilio Sagi, y me enamoré del amor al detalle y también de la frescura de la coreografía. Naturalmente, después vi muchísimas producciones, en vivo y también en YouTube. Porque sólo así aprendo. Con el tiempo he descubierto que, en el fondo, no es muy distinto a cuando observo el trabajo de colegas en la ópera. Hay representaciones, o a veces sólo momentos, en los que quedo fascinado, y suelen ser aquellos en los que un cantante o actor actúa con verdad y la dirección escénica ofrece el marco para que eso sea posible. Tanto en la ópera como en la zarzuela, por desgracia, a menudo se «miente» en el escenario, y eso es lo que intento evitar.

«Descubrí mi pasión gracias a la legendaria puesta en escena de “La del manojo de rosas” de Emilio Sagi»

Si la Zarzuela obtiene próximamente el galardón de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, ¿cómo cree que ayudará ello a la preservación del género?

Ese sería, ante todo, un paso importante hacia el reconocimiento general del género. Se le menosprecia demasiado y no se le toma en serio, no sólo en el extranjero, sino también en la propia España. Por cierto, me ha sorprendido gratamente cuántos críticos de habla alemana han reaccionado positivamente a la fundación de Los Paladines. Es sencillamente importante que la zarzuela sea percibida como una forma de arte esencial.

Todos somos conscientes de que existen Zarzuelas que reflejan modos de comportamiento antiguos entre los sexos (sexistas, machistas), ¿cómo las pondría en escena y con qué enfoque?

Siempre me sorprende cuando se afirma que en la zarzuela o en la ópera se problematiza el hecho de que se representen roles anticuados entre mujeres y hombres. En las obras maestras yo siempre encuentro mujeres fuertes que quieren imponerse, y aunque fracasen en el intento, eso suele ser, incluso, realista. Al fin y al cabo, un escenario no es Disneyland, donde sólo se muestra que todo es bonito y sin conflictos. La «political correctness» no tiene cabida en el escenario. De ahí sólo podrían salir veladas terriblemente aburridas. Se trata precisamente de mostrar lo difícil que es la convivencia en la vida. Y en la zarzuela tenemos tanto relatos cómicos como trágicos. En general, no me gusta esta discusión sobre géneros. Me encanta ver mujeres fuertes en escena, pero también mujeres delicadas, del mismo modo que puede ser fascinante ver a un héroe y es igualmente grandioso presenciar a un hombre roto. Todas son variantes de lo humano, y en eso está la esencia. Sin mencionar que la zarzuela, en particular, ha dado lugar a obras en las que los clichés se rompen por completo, llegando incluso a la fluidez de género, como en «Benamor».

«La "political correctness" no tiene cabida en el escenario»

¿Cree que podrá rentabilizar económicamente sus producciones? Ya sabe que en España las compañías privadas apenas pueden sobrevivir. ¿Cómo y en qué territorios buscará desarrollar proyectos para «Los paladines»? ¿Espera mucho interés en los teatros que Usted conoce?

Una pregunta difícil. En principio, espero que en las zarzuelas se invierta en general tanto como en las grandes producciones de ópera. Porque lo que necesitamos es la mejor calidad. Igual que en Múnich hubo en su día un Fledermaus con Carlos Kleiber, Gundula Janowitz, Eberhard Wächter y Brigitte Fassbaender bajo la dirección de Otto Schenk. Por mi parte, estoy dispuesto ahora mismo a probar todos los formatos posibles, con tal de que la zarzuela se dé a conocer. Actuamos en ámbitos privados, ensayaremos formas semiconcertantes, o galas como la del próximo año en la Deutsche Oper de Berlín.Algunos teatros que me conocen se han mostrado maravillosamente abiertos, como Basilea o Viena… Otros, amables y corteses, pero en realidad reacios… ¡Pero no me rindo!

¿Cómo gestiona la exigencia dramática con los cantantes de Zarzuela? ¿De forma similar a como lo hace en la Ópera? ¿El texto ayuda? ¿Qué tratamiento dará al humor, a la comicidad, tan presentes en la Zarzuela?

La zarzuela es, en efecto, un campo muy amplio, que abarca desde la «ópera» barroca hasta el teatro musical español contemporáneo. Su pregunta se refiere probablemente, ante todo, a las zarzuelas de finales del siglo XIX y principios del XX. Un intérprete de este repertorio debe, sin duda, saber cantar, hablar y bailar de manera excelente. Sería imprescindible fundar una escuela que forme específicamente para ello. Ese sería otro ámbito para Los Paladines … Pero ello sólo sería posible en conexión con un conservatorio o un teatro de ópera. En cuanto al humor y la comicidad, también aquí se trata de una cuestión de verdad (y no de esconderse detrás de estereotipos), y desde el punto de vista técnico, por supuesto, de timing y de experiencia.

«Estoy dispuesto ahora mismo a probar todos los formatos posibles, con tal de que la zarzuela se dé a conocer»

Usted, que le da mucha importancia a la psicología de los roles…, ¿existe tal complejidad psicológica en los personajes de la Zarzuela? ¿Ha pensado ya a cuáles aproximarse?

Ésa fue para mí la gran sorpresa: descubrir que en la zarzuela encuentro tantos papeles magníficos cuya «vida» quiero contar… Lamparilla y Paloma son prácticamente equivalentes a las grandes parejas cómicas de Shakespeare; ya ahora estoy deseando conocer mejor, algún día, a Pilar de «Gigantes y cabezudos»…, a todos los personajes de «La chulapona», a Rosina en «La canción del olvido»…, o las figuras de las zarzuelas cubanas... No puedo saciarme de estos retratos profundamente humanos.

El círculo de confianza en «Los paladines» está compuesto por Usted, cuatro cantantes concretos -todos jóvenes- (la soprano Cristina Toledo, la mezzosoprano Carmen Artaza, el tenor Santiago Sánchez y el barítono David Oller) y por su director musical, José Manuel Pérez-Sierra. ¿Por qué los eligió? 

He buscado un equipo de cantantes en el que debían confluir varios aspectos: una flexibilidad vocal con una gran capacidad de matización, ya que no me interesa en absoluto el «gran tono operístico», por cierto, tampoco dentro de la propia ópera. Soy un gran admirador de Herbert von Karajan, quien siempre prefirió a artistas que cantaran de manera «ligera». Unido a ello está también una agilidad mental, que considero importante, y además una integridad humana que para mí cuenta mucho. 

Los cuatro cantantes mencionados forman el núcleo, el alma de Los Paladines. Se van sumando siempre nuevos compañeros que nos acompañan, naturalmente, voces más líricas cuando abordamos repertorio más pesado, pero también aquí la capacidad de transparencia vocal y de contenido tendrán siempre la prioridad. Personas ruidosas o presuntuosas no se encontrarán a mi lado.

Y José Miguel Pérez Sierra me entusiasmó desde el principio con su enfoque de interpretaciones que «no sudan». Ambos compartimos la fascinación por las grabaciones históricas de zarzuelas, y a menudo nos sorprende lo frescas y poco sentimentales que eran las interpretaciones en la primera mitad del siglo XX. Elasticidad, frescura, verdad y franqueza constituyen el credo artístico de nuestro grupo; una convivencia sin pretensiones, el credo humano. Por cierto, hemos comprobado que en la vida privada «Los paladines»  somos más bien personas tímidas, que preferimos únicamente destacar en el momento del ensayo o de una función en el escenario, con aplomo y, tras el ensayo o la función, retirarnos discretamente.

«Soy un gran admirador de Herbert von Karajan, quien siempre prefirió a artistas que cantaran de manera "ligera"»

¿No cree que últimamente el director de escena tiene que dar demasiadas explicaciones para que se entienda lo que ha creado? ¿Eso es bueno o malo para el teatro lírico?

A mí personalmente no me gustan las puestas en escena en las que necesito escuchar o leer explicaciones del director para poder seguir una representación con entusiasmo. Sin embargo, me encantan aquellas producciones en las que me doy cuenta días después de lo inteligentemente que estaban construidas. Pero la primera impresión debe tener, ante todo, que ver con la fuerza emocional y la claridad. El análisis debe llegar después; si en ese momento las explicaciones añadidas aportan algo más, tanto mejor.

En sus montajes dice que le gusta jugar con las contradicciones. ¿Para hacer pensar, o por algo más?

Quizá haya aquí un malentendido. En mis puestas en escena no trabajo con más «contradicciones» de las que ofrece la propia vida. Sólo hay que recordar a las personas, de vez en cuando, que somos más contradictorios de lo que queremos admitir.

¿Cómo se lleva con los directores musicales? ¿Cómo negocia con ellos una nueva producción?

Siempre que se presenta la ocasión, me encanta reunirme de antemano con los directores o directoras. También tengo claro que no soy capaz de trabajar con un determinado tipo de maestro. Los directores para quienes el poder es un tema no son una opción para mí. El miedo a un director nunca ha hecho mejor a un cantante. Y un director en la ópera y en la zarzuela debe aceptar que son los cantantes quienes cuentan las historias. Cuando lo aceptan, y los cantantes poseen gusto musical, es cuando surgen los milagros del teatro musical.

¿Hay alguna época estilística de la Ópera que no le interese en absoluto? ¿De alguna manera “huye” de los repertorios más tradicionales (Traviata, Carmen, etc.)?

En los próximos años están previstas obras como «Aida», «La Traviata» y «Boris Godunov». No rehúyo en absoluto el repertorio estándar… Pero, naturalmente, salvo algunos pocos títulos populares, he realizado casi todas las obras que se pueden encontrar en el diccionario de ópera. A algunas regreso ahora nuevamente, pero ya de joven apreciaba piezas como «Fedora»  o «Francesca da Rimini»,  y nunca las consideré de segunda categoría. Y tuve la suerte de que, desde muy temprano, pude convencer a intendentes de mi predilección por el llamado repertorio de nicho. Así, por ejemplo, ya con unos 30 años pude poner en escena «La Gioconda», en Bremen.

No soy necesariamente un wagneriano, y en el siglo XX no me atraen las obras que citan la historia de la música, como «The Rake’s Progress», de Stravinski. Lamento no haber hecho suficiente barroco en los últimos años. Eso cambiará pronto: con Vincent Dumestre haré Monteverdi y, con suerte, también pronto, una zarzuela barroca.

«No me gustan las puestas en escena en las que necesito escuchar o leer explicaciones del director para poder seguir una representación con entusiasmo»

¿Qué le interesa más de dramatizar el Lied y el Oratorio?

Me gusta que en proyectos como, por ejemplo, mi velada Schubert con Anne Sofie von Otter se puedan escuchar los lieder de una manera nueva gracias al contexto escénico. En mi dramatización de canciones soy muy cuidadoso; pienso que una visualización puede ayudar a experimentar los textos y la música con mayor intensidad. No se puede «escapar» de ello. Además, el género del Lied o de la «mélodie» no es en este momento demasiado popular, y también aquí me mueve casi un espíritu misionero.

Los oratorios han sido de por sí un género más bien semiescénico, de modo que el paso hacia la dramatización no es demasiado grande. Distinto es, naturalmente, con una representación escénica de obras puramente litúrgicas. A veces pienso que debería atreverme a una puesta en escena de la «Missa solemnis», de Beethoven… Sólo por el hecho de que yo mismo quiero comprender mejor esta música.

¿En qué continente cree que se hace mejor dirección de escena? ¿Sigue siendo Europa la “reina” en este aspecto?

En este momento, cuando pienso en ópera, lo único que me viene a la mente es Europa. En Estados Unidos, en cambio, se percibe más bien un conservadurismo; las representaciones allí recuerdan, por desgracia y salvo pocas excepciones, a un carnaval de disfraces y tienen poco que ver con un trabajo serio de reflexión.

¿Qué piensa del uso de tecnología/proyecciones multimedia en escena? ¿La considera una aliada o una distracción?

Personalmente casi nunca recurro a un gran despliegue técnico, y en los últimos tiempos he llegado incluso a sentir una verdadera aversión hacia las proyecciones utilizadas de manera meramente decorativa. Solo en contadas ocasiones he encontrado realmente acertado el uso del videoarte en el teatro.

«En Estados Unidos las representaciones recuerdan, por desgracia y salvo pocas excepciones, a un carnaval de disfraces»

¿Con qué tipo de música disfruta más como escuchante?

Ópera, desde Monteverdi hasta Kurtág; zarzuela, zarzuela, zarzuela… Y cuando ya he tenido suficiente de eso, las «Suites para violonchelo», de Bach, con Pierre Fournier.

¿Qué opina de la crítica?

En mi juventud, tomaba prestados de la biblioteca números completos de la revista «Opernwelt» y, a través de su lectura, aprendí muchísimo. Cuando, siendo un joven director, leí algunas críticas negativas que me confundieron, dejé de leer la prensa sobre mí, y eso me ayudó a encontrarme más conmigo mismo. Y así lo sigo haciendo hasta hoy.

Además, trabajo en muchos países diferentes; en cada país la prensa significa algo distinto. A veces, y esto es lo mejor, los críticos se consideran reporteros empáticos que dejan de lado el gusto personal.

Pero es un tema delicado. En general, soy muy poco alemán, pero creo que aquí he adoptado algo que se aprende como artista alemán: limitar el contacto con la prensa al mínimo. A veces lo lamento, porque seguramente me pierdo encuentros y conversaciones interesantes. Pero, como dije, mantengo la distancia, no menos para protegerme de posibles heridas.

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