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Crítica: Catherine Larsen-Maguire y Natalia Labourdette y la Orquesta de Córdoba

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Autor: José Antonio Cantón
10 de junio de 2025

Crítica de José Antonio Cantón del concierto ofrecido por Catherine Larsen-Maguire y Natalia Labourdette con la Orquesta de Córdoba

Catherine Larsen-Maguire

 Elocuente y diáfana dirección

Por José Antonio Cantón
Córdoba, 06-VI-2025. Gran Teatro. Orquesta de Córdoba. Solista: Natalia Labourdette (soprano). Dirección: Catherine Larsen-Maguire. Obras de Benjamin Britten, Wolfgang Amadeus Mozart y Richard Strauss.

   Ha constituido todo un acierto la invitación de la Orquesta de Córdoba (OC) a Catherine Larsen-Maguir para cerrar la temporada con un selecto programa de manifiesta inspiración francesa, como así rezaba en su título. Para la primera obra, Les illuminations, para soprano y orquesta, Op. 18 de Benjamin Britten, se ha contado con la participación de la cantante madrileña Natalia Labourdette, que ha sabido compartir criterio interpretativo con la directora británica, produciéndose una mutua identificación sobre la expresividad vocal a desarrollar en cada uno de los nueve episodios que contiene esta obra, a la que en su globalidad, plasmaron por un lado ese difícil carácter de cinismo que contiene la poética prosa simbolista de Arthur Rimbaud, a la que puso música Britten y, por otro, ese anhelo por la inocencia infantil que destila toda la pieza en su conjunto y en cada uno de sus movimientos. 

   La interpretación fue creciendo en interés y expresividad conforme discurría y se iban integrando sus elementos, voz y orquesta, hasta llegar al ceremonioso pasaje que tiene por título Realeza, momento en el que despegó definitivamente generándose una perfecta coordinación de ambos que se mantuvo sucesivamente hasta el final  de la  composición destacando el contraste de la línea vocal con el obstinado acompañamiento en Marina, el precioso interludio subsiguiente, el séptimo pasaje, Being Beauteous, con su simbólica carga erótica, hasta los conclusivos Parade y Départ en los que su penetrante música generaba una conmoción y pesar a través de la dolorosa y arqueada curva melódica tratada con exquisita emisión, dicción y colocación vocales por la cantante, reafirmándose ese particular y atractivo carácter magnético tan propio de la inspiración musical de Bejamin Britten, sin duda, una de las grandes figuras de la composición del siglo XX.

   La primera parte del concierto se completaba con la Sinfonía “París”en Re mayor, K 297 de Mozart. A lo largo de su discurso se pudo apreciar la excelente escuela y autoridad  clásicas de Catherine Larsen-Maguir. A pesar de las dificultades personales que se dieron durante su gestación, esta sinfonía parisina es una obra fundamental en la producción sinfónica del genial músico “salzburgués”. La directora, nacida en Mánchester, ha demostrado su capacidad para asimilar y adaptarse a diferentes contornos musicales de la obra, a la vez que ha conseguido mantener su singular voz compositiva, sabiendo sacar lo mejor de la OC al realzar la grandeza y brillantez de su orquestación vanguardista para su tiempo (1778), cautivando al público con el innegable encanto y exuberancia juvenil que contiene, especialmente en el enérgico Allegro final en el que esta conductora musical y gran fagotista impulsó el carácter lúdico de algunos de sus temas, siempre bien contrastados en sus dinámicas, manteniendo también en todo momento un hondo sentido contrapuntístico que realzaba el tejido sonoro a través de su elaborada y fácil exposición, que decantaba en el auditorio cordobés una sensación de intenso goce y alegría.

   El concierto se completó con la suite El burgués gentilhombre, Op. 60 de Richard Strauss en la versión definitiva que el autor presentó en Viena en enero de 1920. La maestría de Larsen-Maguir se orientó a conseguir ese delicioso homenaje a la estética barroca que contiene esta obra, intención que consiguió generando y estimulando a la OC a sacar ese aire estilístico con natural espontaneidad, logrando un destacado nivel de compromiso colectivo e individual con esta composición, lo que supuso alcanzar una de las mejores actuaciones de la formación cordobesa en la presente temporada, dada, entre otro factores, la fluida conjunción camerística en su ejecución, llena de ese travieso ingenio que pide el autor en cada uno de sus episodios. La directora tuvo muy en cuenta este aspecto de la obra, relativizando con sustancial sentido musical los avatares de Monsieur Jourdain, personaje central de la singular obra de Moliere objeto de la programática atención musical del compositor muniqués, en su constante y obsesivo deseo de convertirse en un caballero de alto copete. De tal modo se adentró en cada episodio, destacando la gracia con la que expuso el Minueto posterior a la Obertura; la animada tensión que imprimió a la impetuosa Entrada del maestro de esgrima; el humor que plasmó en la adulación de los sastres que aparece en el vivaz cuarto número; la nostalgia con la que indicó el minueto que recuerda la música de Lully como también ocurrió en la Courante subsiguiente. De los tres últimos episodios destacó el que cerraba la obra, La cena, que condujo con manifiesta ironía y ocurrente expresividad musical que, definitivamente daba razón de ser al carácter manifiestamente descriptivo de esta suite.

   Vaya desde estas líneas repetir mi felicitación al maestro Salvador Vázquez, director titular y artístico de la OC por haber invitado a Catherine Larsen-Maguir a dirigir un muy bien pensado programa en el que esta magnífica intérprete británica ha sabido aportar su experiencia y destilado sentido musical a la formación cordobesa, que ha respondido con entrega, compromiso y lo mejor de su capacidad artística.

Foto: Rafael Alcaide

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