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Crítica: Cristóbal Soler dirige a la Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE con un programa dedicado a la «Anatomía de la zarzuela»

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Autor: Óscar del Saz
16 de septiembre de 2019

«Uno de los grandes PEROS, además de otros que iremos desgranando, es que no es de recibo, en absoluto, que el concierto fuera amplificado tratándose de un teatro».

Una ‘Anatomía’ de andar por casa


Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 13-IX-2019. Teatro Monumental. Anatomía de la Zarzuela. Obras de F. A. Barbieri (1823-1894), Amadeo Vives (1871-1932), Pablo Sorozábal (1897-1988), Federico Chueca (1846-1908), Gerónimo Giménez (1852-1923), Pablo Luna (1879-1942), Vicente Lleó (1870-1922), Francisco Alonso (1887-1948), Ruperto Chapí (1851-1909), F. Moreno Torroba (1891-1982), José Padilla (1889-1960), Tomás Bretón (1850-1923), Jacinto Guerrero (1895-1951). Lorena Valero (soprano), Sebastià Peris (barítono). Helena Amado (cantante), Candelaria de la Serena (cantante), Rocío Díaz (cantaora), Chelo Vivares (actriz), Raquel Valencia (bailaora), Miguel Téllez (bailaor), Tatiana Studyonova (pianista).Hugo Pérez de la Pica, director de la Compañía Tribueñe(escenógrafo). Coro y Orquesta Sinfónica de RTVE. Juan Pablo de Juan (director del coro). Cristóbal Soler, director.

   Con el título Anatomía de la Zarzuela se ha pretendido definir una suerte de espectáculo escenificado, sucesión de números de zarzuela y revista -o sea, una antología de la zarzuela al uso-, contando con la participación estelar de la Compañía Tribueñe, a las órdenes del multifacético -como reza en el programa de mano- Hugo Pérez de la Pica, artífice de este espectáculo. La mencionada concepción mezcla y asigna números -de forma poco afortunada- a cantantes líricos y de otras disciplinas y los combina- totum revolutum, aderezados con pocos medios escénicos-, con actores y bailaores. Todo ello se ha ofrecido ya el 8 de septiembre en el Palacio Real de Aranjuez, en colaboración con Patrimonio Nacional, y grabado por La 2, que editará un DVD en colaboración con la Warner.


   A nuestro entender, la concepción musical del espectáculo -que no es novedosa- es plausible e interesante, ya que en él se mezclan -aunque sin un hilo conductor explicitado- números muy populares de zarzuela y revista con otros que lo son menos, pero igualmente interesantes desde el punto de vista de la difusión y conocimiento de nuestro género lírico. Uno de los grandes PEROS, además de otros que iremos desgranando, es que no es de recibo, en absoluto, que el concierto fuera amplificado tratándose de un teatro, es decir, que se colocara un micrófono a todos y cada uno de los intervinientes, incluidos los cantantes líricos. Como se puede comprender, esto último va en contra de cualquier sentido común, sobre todo si los cantantes líricos interpretan piezas en solitario.

   Sinfonía sobre motivos de zarzuela (estrenada en 1856 durante los fastos de la inauguración del Teatro de la Zarzuela de Madrid), obra de uno de los padres de nuestra Zarzuela, Barbieri, fue concebida como una obertura de estilo italiano, en realidad, una fantasía de motivos de zarzuela del propio compositor y de otros que eran famosos cuando Barbieri la compuso (Rafael Hernando, Cristóbal Oudrid, Arrieta o Gaztambide). De estructura dinámica rápido-lento-rápido, no suele interpretarse muy frecuentemente, pero fue la excusa perfecta para que la Orquesta de RTVE, Cristóbal Soler al frente, abrieran la velada con la elegancia de las melodías superpuestas que la pieza hilvana admirablemente.

   Ya durante la ejecución de dicha Sinfonía nos dimos cuenta de que algo había cambiado en la acústica de la sala: todo se escuchaba en forte, y se intuía en todo momento una especie de atmósfera de reverberación que se percibía en cada acorde… Sí, lo han adivinado: los efectos de la AMPLIFICACIÓN… Dicho efecto pareció minimizarse en las siguientes piezas orquestales, ya que parece obvio que no es necesario amplificar la orquesta. También muy lucida y transparente fue la interpretación del fandango de Los burladores, de Sorozábal, así como la Danza del fuego, de Benamor, de vibrante ensoñación. Gran conocedor de este repertorio, y siempre pendiente en todo momento estuvo Cristóbal Soler, al que vimos disfrutar durante todo el concierto, pero especialmente durante el zapateado y pasodoble de Pan y toros, de Barbieri; en la introducción y coro de pescadores de La bien amada, de José Padilla, con la música de la famosa -aunque con otra letra- Valencia, así como en el pasodoble de ¡24 horas mintiendo!, de Francisco Alonso, engarzando copla y coro.  


   Como se ha comentado arriba, y desgranando el resto de lo que se programó, el espectáculo no yerra en «el qué», sino en «el cómo». Quedó muy bonito añadir una pareja de bailaores a ciertas escenas, donde la plasticidad de la música puede verse reforzada con la visual, siempre que no se repitan -como ocurrió- los mismos clichés, pasos y posturas aflamencadas independientemente del tipo de pieza musical. Dicha repetición aflamencada chocó con el vestuario, que sí que se intentó adaptar a la idiosincrasia de cada pieza que se estaba interpretando. También nos pareció propio el asignar -y lo hizo muy bien- a la cantaora las partes de las guajiras de La revoltosa y las seguidillas de La verbena de La Paloma (por cierto, muy bien Tatiana Studyonova al piano, con ese continuo y cantarín torrente de sonido).

   Adecuado, de igual modo, que se encomendaran las partes arrevistadas a las cantantes de la Compañía Tribueñe, como el chotis de Las cariñosas,-definida en su origen como Historieta picaresca en un acto-, de Francisco Alonso. En el estreno de esta obra, el 15 de diciembre de 1928, se repitieron todos sus números musicales. El que comentamos, el «Chotis de la Lola», se cantó ese día tres veces y, en seguida, fue separado como número suelto, convirtiéndose en muy popular y permaneciendo hasta nuestros días. Estimamos inapropiado -por tipo de voz, estilo y falta de musicalidad- que el fado de La linda tapada se asignase a una de las cantantes de la Compañía Tribueñe, así como -por su falta de gusto musical y ramplona interpretación- el terceto de las viudas de La corte de faraón, o la canción de las lagarteranas de El huésped del sevillano. Todas ellas debieron ser encomendadas a cantantes líricos solistas o a cantantes del Coro de RTVE.

   Por la parte de los cantantes líricos, el barítono Sebastiá Peris interpretó la romanza «Luche la fe por el triunfo…», de Luisa Fernanda, mostrando una voz de lírico puro que supo enfocar adecuadamente hacia sonidos más oscuros, con la credibilidad necesaria acorde con un texto con carácter descarnado. Por su lado, y a pesar de cantar amplificada, la soprano Lorena Valero se enfrentó con escasos medios vocales a las «Sierras de Granada» de La tempranica, de Giménez y, más en desventaja todavía, a la petenera de La marchenera, acabando la pieza de forma inaudible frente a orquesta y coro. Un poco más arropada estuvo Lorena Valero en los dúos: El dúo de Felipe y Mari Pepa, de La revoltosa, y los correspondientes de La del manojo de rosas («Que está esto muy bajo…» y «Hace tiempo que vengo al taller…»), si bien fueron interpretados sin apenas interacción entre los cantantes a pesar de haber escena propiamente dicha.

   En cuanto a las partes de solo coro, éste destacó por la brillantez, elegancia y contundencia en los pasacalles de Cádiz y Agua, azucarillos y aguardiente, si bien mermados en número (aproximadamente unos 40 componentes), hubo momentos en los cuales su volumen no era suficiente para equilibrar la amplificación reinante. En el Coro de románticos, de Doña Francisquita, hubo ciertas carencias en la dicción sobre todo en las cuerdas de mujeres. No sabemos por qué -el subconsciente funciona así- pero hilamos cierta «desmotivación» del coro supuestamente causada por el rumor que escuchamos antes de empezar el concierto: Que el director del Coro de RTVE, Juan Pablo de Juan, saldría del puesto por supuestos desencuentros con la gerencia, dándose por sabido ya el nombre de su sustituto: Lorenzo Ramos. Al finalizar el concierto, en los saludos, subió a las gradas y ofreció el ramo a sus compañeros, permaneciendo en ellas.


   Quizá las cámaras y la realización televisiva o la grabación de un DVD puedan hacer milagros con la escena de esta producción, que nosotros hemos adjetivado como  «de andar por casa», dada la pobreza de medios -salvo el vestuario- con la que ha sido pergeñada: escasa pericia en la iluminación, telas grises para tapar y separar el escenario de las salidas a escena, una mula de cartón-piedra al lado del piano cuando se ataca el número correspondiente de El huésped del sevillano, escasa interacción entre los cantantes solistas, y un coro de RTVE al que tampoco se adivinó le dieran ninguna indicación escénica para poner en más relevancia -como una parte actora más- su papel en el escenario. En suma, si todos los medios han de ir en proporción, un escenario como el del Teatro Monumentaly la Orquesta y Coro de RTVE, con solistas líricos, no se pueden permitir montajes escénico-canoros de grupos teatrales tan descompensados en calidad.

Foto: Javier del Real

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