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Crítica: El Teatro del Liceo programa 'Così fan tutte'

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Autor: Alejandro Martínez
21 de mayo de 2015

EL AGUA Y EL ACEITE

Por Alejandro Martínez

Barcelona. 20/05/2015. Gran Teatro del Liceo. Mozart: Così fan tutte. Juliane Banse (Fiordiligi), Maite Beaumont (Dorabella), Joel Prieto (Ferrando), Joan Martín-Royo (Guglielmo), Pietro Spagnoli (Don Alfonso), Sabina Puértolas (Despina). Dirección musical: Josep Pons. Dirección de escena: Damiano Michieletto.

   La música de Mozart y la frivolidad se relacionan como el agua y el aceite: esto es, se repelen. Por eso enfoques como el de Damiano Michieletto terminan por dejar un sabor de boca demasiado banal, casi ordinario, en una suma de boutades que no hace justicia al espíritu de la obra, cargada de ironía y que no cabe reducir a un enredo jocoso revestido de actualidad, ambientando la acción en un hotel de nuestros días. Michieletto, aunque deja abierto el amargo final, no apuesta ni por una tragedia con todas sus consecuencias ni por una bufonería completa y sarcástica. Al contrario, se queda en tierra de nadie, en un ridículo conformismo, más pendiente de sumar guiños fáciles y banales de cara al público (el karaoke, el condón y un largo inventario) que de conformar una dramaturgia sólida, verdaderamente chispeante y capaz de poner en valor la amargura del libreto con ropajes actuales.

   La música de Mozart es también una trampa para toda aquella batuta que no termine de mostrar una afinidad bien consumada con ella. Es una música indiscreta que airea demasiado rápido las vergüenzas de quienes no se entienden con ella. Josep Pons no levantó el vuelo de la representación en ningún momento, con una batuta morosa y prosaica, que delataba una falta constante de interés por la obra, taimado en el fraseo e incapaz de concertar debidamente al foso y a los solistas, que entraban cuándo y cómo podían y que no siempre sonaron coordinados, con desajustes francamente evidentes. Josep Pons es un buen maestro, incluso si me apuran, un gran director para cierto repertorio sinfónico, y en modo alguno compartimos esa tirria exagerada que parece tenerle cierto sector del público liceísta, pero es evidente que no termina de ser un buen director de ópera, por motivos varios. El foso estaba por cierto elevado medio metro en esta ocasión, imaginamos que buscando una mayor presencia del sonido de la orquesta en la gran sala del Liceo; ignoramos hasta qué punto la medida era necesaria en esta ocasión y no así en otras. La orquesta como tal tampoco ofreció una de sus noches más voluntariosas, seguramente poco espoleada por la perezosa batuta de Pons, dejando en conjunto todos ellos la sensación de estar ejecutando una primera lectura, epidérmica y con mucho trabajo por hacer.

   En materia vocal tampoco este primer reparto dejó el listón muy alto. La soprano Juliane Banse hacía su debut en el Liceo con la exigente parte de Fiordigili. Aunque el timbre es agrio y la emisión irregular e ingrata, con sonidos demasiado velados y guturales en el centro y con un agudo algo estridente, lo cierto es que frasea con gusto, imponiéndose a la escasa ductilidad de su voz, sobre todo en los pasajes más contenidos, y no por casualidad redondeó un estupendo “Per, pietà, ben mio”, fraseado a placer. Maite Beaumont es una Dorabella de muy buena factura, muy belcantista, aunque la discreción de sus medios, algo anónimos y faltos de contraste con la oscura voz de Banse, limita en buena medida la posibilidad de encontrarnos en su caso con algo más que dosis altas de corrección y solvencia.

   El tenor Joel Prieto dejó uno de los mejores momentos de la noche paladeando con dulzura e intensidad “Un´aura amorosa”. Su voz es bonita y fácil aunque corta en el extremo agudo, suficiente para el Ferrando pero con poco repertorio a su alcance allende de estas fronteras mozartianas. Joan Martín-Royo aportó compostura y honradez con su Guglielmo, aunque su voz, y sobre todo su colocación de la misma, van perdiendo consistencia y brillo conforme avanza la representación. Pietro Spagnoli domina el parlato rossiniano con maestría, pero cantar Mozart implica también manejar una linea de canto más amplia, con otra expansión y otro refinamiento. La parte de Don Alfonso requiere además una voz algo menos clara y ligera que la suya, a nuestro parecer. Por último, muy desenvuelta en escena, como es habitual en ella, y en un buen momento vocal, Sabina Puértolas fue quizá la más aplaudida de la noche, aunque a su Despina le falta aún redondear un tanto el trabajo con el texto, con el que puede ser más incisiva si cabe.

  Por delante quedan cinco funciones más con este primer cast y otras tres con un segundo reparto, compuesto por Maite Alberola (Fiordiligi), Gemma Coma-Alabert (Dorabella), David Alegret (Ferrando), Borja Quiza (Guglielmo), William Berger (Don Alfonso) y Anna Tobella (Despina). Por cierto, que de los cambios sufridos por estos repartos sobre lo originalmente anunciado (para Despina estaban previstas Ruxandra Donose y Manuela Custer, y no Sabina Puértolas y Anna Tobella que lo interpretan finalmente), nada ha comunicado el Liceo hasta la fecha, como tampoco por el momento sobre la presencia de la soprano Valentina Nafornita como Norina en el próximo Don Pasquale, algo que hemos sabido antes por la propia interesada que por el coliseo.

Fotos: A. Bofill

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