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Crítica: La Sinfónica de Galicia en Vigo, con Rumon Gamba y Häkan Hardenberger

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Autor: Roberto Relova Quinteiro
6 de mayo de 2016

NOCHE TRIUNFAL

Por Roberto Relova Quinteiro
Vigo. Teatro Afundación Abanca. 5/V/2016. Temporada de la Sociedad Filarmónica de Vigo. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director musical: Rumon Gamba. Trompeta: Häkan Hardenberger. Obras de Brett Dean y William Walton.

   La Sinfónica de Galicia eligió un programa sorprendente obedeciendo a las premisas de las confluencias de la música cinematográfica y las poderosas pautas que esta ejerce sobre la narración fílmica. Organizado por la Sociedad Filarmónica de Vigo, las dos obras que escuchamos el jueves en el teatro Afundación en Vigo se vinculaban con las lumínicas experiencias acerca de la música dramática. La obra del compositor Brett Dean, estreno en España, y la de William Walton permanecen ligadas por la artesanal labor de crear expresión, situaciones y tensión dramática.

   El Concierto para trompeta y orquesta de Brett Dean (Brisbane, 1961) añadía el título de Dramatis personae en la que un héroe, a modo de cómic o actor se desenvolvía por un universo de peripecias reales. La obra transcurre a través de tres movimientos cuyos títulos, La caída de un superhéroe, Soliloquio y El revolucionario accidental, reflejan la clara intencionalidad del  compositor al desear involucrar al oyente para que asocie libremente sus sentimientos e interpretando él mismo lo que su mente percibe a través de la tensión que se desarrolla en la obra apartándose de los cánones del leitmotiv o música programática, convirtiendo así, la experiencia auditiva en una reflexión psíquica.

   El primer movimiento se inicia con el protagonismo de la percusión buscando inquietantes efectos sonoros que evolucionan a lo largo de toda la obra y que culmina en el vertiginoso e irónico final del concierto. Impecable escritura la del segundo movimiento en la que Sinfónica de Galicia no se rindió en ningún momento a las exigencias de una partitura de alto voltaje. El héroe de la noche, no es de este planeta, hablamos de la referencia mundial de la trompeta, Häkan Hardenberger, impecable sonido o mejor dicho sonidos, pues su ejercicio musical elevó a la audiencia a un estado de magnetismo imposible de describir. Desde el primer ataque no logramos respirar durante más de treinta minutos, su extrema concentración nos arrastró a territorios de una lumínica experiencia sonora, pero claro, su técnica o el extraordinario nivel de control que Hardenberger logra cuando profundiza en los matices más sutiles implica explorar la sensibilidad de un intérprete que se involucra con la partitura, la orquesta y  oyente. Él mismo fue el encargado de estrenar esta obra en 2013.

   William Walton (1902-1983) protagonizaba la segunda parte del concierto con la interpretación de  su Sinfonía nº 1. Será otro de los compositores de tradición clásica que se verá inmerso en la creación de música cinematográfica y que colabora como autor en las bandas sonoras de las películas dirigidas por Paul Czinner: Nunca huyas de mi (Escape Me Never, 1935), Como gustéis (As You Like It, 1936), Labios soñadores (Dreaming Lips, 1937) y Vida robada (Stolen Life, 1939). La obra musical de Walton está marcada por las posteriores adaptaciones que se realizaron en la década de los años cuarenta de los diferentes títulos teatrales de Shakespeare, bajo la dirección de Lawrence Olivier: Enrique V, Hamlet y Ricardo III, también compone la música incidental para la puesta en escena teatral de Macbeth, reflejando en ellas su amplio conocimiento de la música antigua y su perfecta convivencia con la música de las vanguardias. Walton ubica las diferentes escenas a través de partituras en las que se respeta los diferentes espacios y ambientes a través del tratamiento lírico y tímbrico, potenciando el carácter y sentimiento de los personajes. Así lo vivimos en su obra en la que el compositor ejerce con su música un poderoso efecto emocional sobre el espectador gestionando los diferentes temas.

   Me fascinó la dirección de Rumon Gamba, con arrolladora energía agotó a la orquesta exasperando todas las posibilidades tímbricas de las dos obras. Conductor y Sinfónica se concentraron en una misma persona y en un mismo fin: asomar al público a la belleza de la creación moderna, sin prejuicios, sin dramas, pero si con la poética de las diferentes visiones y fronteras de los universos sonoros que asoman desde la cinematografía y el teatro. Los espectadores se rindieron por igual ante tan poderosas propuestas: ovaciones y aplausos así lo testimoniaron.

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