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Crítica: Nueva producción de 'Ivan Susanin' de Glinka en la Ópera de Frankfurt

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Autor: Alejandro Martínez
26 de octubre de 2015

UNA VIDA POR… ¿LA UNIÓN SOVIÉTICA?

Por Alejandro Martínez

Frankfurt. 25/12/2015. Oper Frankfurt. Glinka: Ivan Susanin. John Tomlinson (Ivan Susanin), Kateryna Kasper (Antonida), Anton Rositskiy (Bogdan Sobinin), Katharina Magiera (Wanja) y otros. Dirección musical: Sebastian Weigle. Dirección de escena: Harry Kupfer.

   La Ópera de Frankfurt asumía el notable riesgo de recuperar una ópera hoy prácticamente olvidada, el Ivan Susanin de Glinka, más conocido entre nosotros como Una vida por el Zar. La obra es desigual, con un protagonismo excesivo de las escenas corales, algo repetitivas, aunque con partes solistas muy notables. Para la ocasión se encomendó la producción al longevo Harry Kupfer (1935) con dramaturgia Norbert Abels. Kupfer decide eludir la original ubicación temporal de la obra, en la guerra entre Rusia y Polonia a comienzos del siglo XVII, y traslada la acción al contexto de la Segunda Guerra Mundial, ya sin Zar que valga y con la Unión Soviética en todo su esplendor. El resultado es un tanto descabellado, en la medida en que los polacos originales del libreto pasan ahora a ser alemanes. Las intervenciones el coro en esas escenas aludidas por el cambio transcurren de hecho en alemán y no en el ruso original de la partitura. Imagínense la ofensa que este cambio supuso para algunos de los espectadores presentes, que abuchearon sonoramente a Kupfer cuando salió a saludar tras la representación. Su trabajo, al margen de este equívoco traslado temporal, es de un realismo clásico bien armado, meramente decorativo.

   En el foso Sebastian Weigle, la batuta titular del teatro, defendió la partitura con su habitual oficio, sin estridencias, con un acento cálido al tiempo que vibrante. La respuesta de los cuerpos estables sólo puede calificarse de espléndida, con un coro ciertamente esmerado. En la parte titular de Ivan Susanin el ya veterano John Tomlinson convenció sobre todo por su entrega absoluta, si bien la voz arriba está más que gastada y suena esforzada a menudo. Tomlinson es un verdadero fenómeno de la naturaleza y emociona sin duda una entrega tal en escena de un cantante que ya no tiene nada que demostrar.

   Nos gustó mucho el desempeño de la joven soprano Kateryna Kasper como Antonida, mostrando un timbre hermoso y un canto fácil y sensible, de emotivo lirismo. Favorable impresión también con el tenor Anton Rositskiy, típica voz eslava, resuelta arriba y de emisión fácil y timbrada. La también joven Katharina Magiera como Wanja completaba el plantel en los papeles protagonistas, mostrando también en su caso buenos mimbres. En conjunto, digna representación, más valiosa en la medida en que recuperaba un título infrecuente.

Fotos: Barbara Aumüller / Oper Frankfurt

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