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Crítica: Bilbao Sinfonietta en el XXXIII Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE-CNDM

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Autor: David Santana
23 de noviembre de 2022

Concierto con los galardonados, con obras de José Benjamín González Gomis, José Luis Valdivia Arias, Juan Antonio Serrano Luciano y Adrian Mokanu, bajo la dirección de Iker Sánchez

A la vanguardia de la vanguardia

Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid, 21-XI-2022, Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Centro Nacional de Difusión Musical [Series 20/21]. XXXIII Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE-CNDM. Obras de José Benjamín González Gomis, José Luis Valdivia Arias, Juan Antonio Serrano Luciano y Adrian Mokanu. Bilbao Sinfonietta; Iker Sánchez, director.

   El Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE-CNDM, más que asentado llegando en este año 2022 a su edición número 33 se ha convertido, con un Auditorio 400 cada vez más lleno de público, en una cita imprescindible para los amantes de la música contemporánea. El certamen nos permite escrutar el camino que la música contemporánea está siguiendo a través de sus protagonistas. Pudimos comprobar, una vez más, la enorme variedad en la que se puede andar este camino hacia el futuro de la música.

   Una agrupación tan versátil como Bilbao Sinfonietta ofrece muchas posibilidades sonoras a los compositores. Es, probablemente, un reto mucho más asumible que componer para otras agrupaciones clásicas como sería una orquesta sinfónica o un cuarteto de cuerdas. No obstante, también permite así obras más diferentes de lo habitual.

   Comenzamos por Glosas en eco de José Benjamín González Gomis. Una obra que, si bien resulta fascinante como experimento es difícil encontrar la belleza en ella. Sí, es un ejercicio interesante pararse a escuchar todo lo que suena más allá de la música cuando se toca un órgano, pero sin ese contexto, el resultado es, simplemente, un conjunto de golpes y soplidos. Creo que González Gomis debería haber buscado un mayor equilibrio entre el experimento y la obra artística. Glosas en eco tampoco convenció a los jueces del certamen, pues quedó en cuarto lugar.

   Casi de la misma quinta de González Gomis es Adrian Mokanu, el joven compositor que nos brindó Gli otri di Eolo. Una pieza influida también por el arte de vanguardia: la disolución del concepto de tempo de Ligetti está muy presente en una obra que se caracteriza por el interesante papel que se le da a la flauta y el clarinete. La variedad de recursos que presenta Mokanu es enorme y, en general, demuestra saber aprovechar muy bien todos los recursas que le brinda una agrupación como es Bilbao Sinfonietta, con unos músicos capaces de ejecutar todo tipo de virguerías para lograr timbres imposibles con sus instrumentos. Todo ello con la mecánica precisión con la que Iker Sánchez supo ejecutar las obras. Gli otri di Eolo mereció, en opinión de los jueces, el segundo puesto.

   Solo cuatro años separan a los anteriores compositores de José Luis Valdivia Arias y, sin embargo, sus piezas parecen estar separadas por varias décadas. Creo que se comienza a notar aquí el cambio de generación de los Millenial a los Z. Valdivia Arias no tiembla a la hora de desembarazarse de la pesada carga que el vanguardismo a supuesto para la música contemporánea y abraza en su obra Arya la música popular de lleno. Si no fuera por el tratamiento que hace de unas texturas que son capaces de ir de la coralidad propia de una banda sonora épica hasta el tratamiento solista del acordeón con una expresividad característica solamente de la voz humana —enhorabuena también, por la parte que le toca, a la intérprete María Zubimendi—, por el uso de timbres mixtos como los logrados entre la flauta y el violonchelo o el brillante contrapunto del piano; podría pensar que estoy en un concierto de flamenco. Valdivia Arias supo usar el «palo» como eje vertebrador de una obra que consigue uno de los mejores ejemplos de cohesión entre lo popular y lo académico que he podido escuchar, con excepción, quizás, del maestro Mauricio Sotelo, quien estuvo presente entre el público. Aunque el lenguaje compositivo de Valdivia Arias sigue claramente otro camino que, por mi parte, estoy deseando descubrir hasta dónde le puede llevar. Arya no podía merecer otra cosa que no fuera el máximo galardón.

   Finalizamos con el compositor más joven, con tan solo 25 años, para Juan Antonio Serrano Luciano supone todo un logro haber llegado hasta aquí. Su lenguaje también se aleja del avejentado vanguardismo. En La sombra de Schwarzschild pudimos escuchar un interesantísimo ejercicio de paisajismo sonoro en la que la influencia de las bandas sonoras cinematográficas estuvo muy presente. Quizás hubiera funcionado mejor con un audiovisual, ya que, si bien es capaz la música por sí sola de retener la atención del oyente en los últimos compases, con una percusión potente y un bajo que se repite creando una situación de tensión o un gran crescendo que muere en un silencio súbito; la primera mitad de la obra es más atmosférica. La sombra de Schwarzschild obtuvo el tercer puesto en el certamen.

   Como conclusión, solo me queda admitir que es muy agradable ver cómo la música contemporánea avanza en buena dirección, separándose cada vez más de unas Vanguardias mal envejecidas y en las que nada queda por añadir. Buscar nuevos estilos es la única manera de hacer que este género avance. Enhorabuena a los compositores que han sabido aprovechar las excelentes características de Bilbao Sinfonietta y… ¡a seguir avanzando!

Fotografías: Rafa Martín/CNDM.

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