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Crítica: El Cuarteto Casals visita el «Liceo de Cámara XXI» del CNDM

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Autor: David Santana
4 de febrero de 2025

Crítica del concierto del Cuarteto Casals con un programa dedicado a obras de Haydn, Mozart y Brahms, el primero en el ciclo camerístico del CNDM tras el cambio de violista en la formación española

Cuarteto Casals, Liceo de Cámara XXI, CNDM, Haydn, Mozart, Brahms

Crisis en el Casals

Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid, 31-I-2025, Auditorio Nacional de Música. Centro Nacional de Difusión Musical [Liceo de Cámara XXI]. Cuarteto de cuerda en do mayor, op. 20, n.º 2 de F. J. Haydn; Cuarteto de cuerda n.º 20 en re mayor ‘Hoffmeister’, K. 499 de W. A. Mozart y Cuarteto de cuerda n.º 1 en do menor, op. 51 de J. Brahms. Cuarteto Casals: Abel Tomàs, Vera Martínez [violines], Cristina Cordero [viola], Arnau Tomàs [violonchelo].

   Primer concierto del Cuarteto Casals para el Liceo de Cámara XXI del Centro Nacional de Difusión Musical tras la salida de su violista, Jonathan Brown, y la incorporación de Cristina Cordero a la formación. Había expectativa por ver cómo se habría adaptado la agrupación a este cambio y en qué estado llegaría al que, gracias a los esfuerzos de Francisco Lorenzo, se ha convertido en un ciclo referente para la música de cámara a nivel nacional. Tras seis meses de práctica y no pocos compromisos, el Cuarteto Casals llega a Madrid en un estado de crisis.

   Poco bueno se puede decir de un concierto que estuvo muy lejos del nivel musical al que el Cuarteto Casals nos tiene acostumbrados a aquellos que llevamos años escuchándoles. Yo mismo he alabado en numerosas ocasiones su sonido de conjunto, con un excelente equilibrio que no logré apreciar salvo en momentos muy contados en el concierto del pasado viernes. En este aspecto es imposible no pensar que el error se da en el elemento nuevo: Cristina Cordero. Y, en efecto, noté que el cuarteto sonaba más como un conjunto de tres violines y un violonchelo que como la formación habitual. De este modo, el ímpetu de Arnau Tomás, motor de la formación con sus profundos y ricos graves, quedaba despojado de cualquier sentido. El empuje del chelo se detenía tan pronto como salía del instrumento sin que el resto del grupo recogiera ese sonido y lo incorporara al conjunto. Faltaron armónicos en la viola y complicidad con el violonchelo para crear ese colchón tan necesario para que las voces superiores puedan brillar. Sin embargo, los violines tampoco brillaron en esta ocasión.

   Abel Tomás lideró los cuartetos de Haydn y Mozart en la que probablemente fuera una de sus peores tardes. Mostró un timbre chirriante y desagradable, el cual, unido al descuelgue de Arnau Tomás que mencionaba anteriormente, derivó en un abismo entre el timbre de ambos instrumentos que fulminó cualquier posibilidad de que aquello sonara como un conjunto. Mención aparte merece la carencia de matices. Sí, en el Clasicismo se busca el contraste entre forte y piano, pero no puede hacerse como si se tratara de un interruptor (encendido/apagado), sino que debe haber más variedad (primero se alcanza un mezzo-forte, después un poco más, luego un forte... en cada cambio algo de diferencia). No la hubo y resultó sumamente tedioso escuchar a la agrupación alternar constantemente entre los dos mismos matices. Tampoco sonaron los cuartetos ni a Haydn, ni a Mozart, ni a nada remotamente parecido al clasicismo, principalmente debido al fraseo lánguido e insípido por el que inexplicablemente optaron los miembros del Cuarteto Casals. Especialmente grave me resultó, por ejemplo, la fuga con la que finaliza el Cuarteto de Haydn, en la que no se resaltó ninguna de las entradas del sujeto.

Cuarteto Casals, Liceo de Cámara XXI, CNDM, Haydn, Brahms, Mozart

   Poco cambió la cuestión de la articulación en el Cuarteto n.º 1 de Brahms, pero al cambiar el estilo, en este caso fue perdonable. Lideró el cuarteto en esta ocasión Vera Martínez que estuvo mejor en cuanto al timbre del violín.

   En el Allegro pudimos apreciar una mayor variedad de matices. En la Romanza el cuarteto comenzó con un sonido mucho más imbricado, aunque más adelante se volvió a notar la distancia entre el violonchelo y el resto del cuarteto. El Allegro final estuvo más cuidado en cuanto al fraseo, llegando a un final repleto de sonido que provocó grandes aplausos en el público, obligando al cuarteto a ofrecer una propina que, claramente, no se ganó.

   Los cambios son complejos y requieren tiempo de adaptación. He de admitir que he sido un gran admirador del sonido del Cuarteto Casals, sin embargo, no les critico por no persistir en éste. Incluso diría que ahora es un momento excelente para proponer un nuevo sonido al público si así lo convienen. Sin embargo, esta búsqueda no puede apartarse de la excelencia. Han llegado muy alto y deben continuar ofreciendo una gran calidad para seguir en la cima. Quizás convenga apartarse un tiempo de los escenarios, corregir errores y trabajar en la búsqueda del nuevo sonido del Cuarteto Casals. Pero, sin duda, ofrecer al público un concierto mediocre no debería ser una opción para esta agrupación.

Fotografías: Elvira Megías/CNDM.

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