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Crítica: Jorge Pardo visita el ciclo de jazz del CNDM

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Autor: Juan Carlos Justiniano
23 de enero de 2018

EL MAESTRO Y SUS DISCÍPULOS

   Por Juan Carlos Justiniano
Madrid. 19-I-2018. Auditorio Nacional de Música, Sala de cámara. Jazz en el Auditorio. Centro Nacional de Difusión Musical. Jorge Pardo Quartet: Puro Gatopardo. Jorge Pardo (saxo y flautas), Albert Sanz (piano), Pablo Martín Caminero (contrabajo) y Dani Domínguez (batería).

   El pasado viernes el Auditorio Nacional de Música recibió, dentro del espacio que el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) dedica al jazz, a la figura más destacada y reconocida del género en España. Cuando menos, a la más incansable y activa. El flautista y saxofonista Jorge Pardo compareció en esta ocasión con un cuarteto entre dos aguas, moviéndose en la medianía de los dos grandes polos de su música: el flamenco y el jazz y su fusión en una única cosa. La percha y las maneras de Jorge Pardo son las de un flamenco, no cabe duda, pero su talante a la hora de acercarse a estas músicas tiene mucho que ver con los planteamientos del jazz: ya sea por los músicos de los que se rodea como por el empleo abierto y liberado de la improvisación.

   A estas alturas, la templanza del madrileño que se afila sobre todo cuando coge la flauta, ya es toda una tradición. Él –junto a nombres como Carles Benavent o Tino di Geraldo– ya es todo un maestro y su escuela sigue incorporando jóvenes talentos. De algunos de ellos se rodeó el madrileño en su última comparecencia en el CNDM. Albert Sanz al piano, Pablo Martín Caminero al contrabajo y Dani Domínguez a la batería acompañaron a Pardo en un repaso de buena parte de su prolífica literatura y otros tantos hitos de la tradición puramente jazzística: el clásico de los años cuarenta (¡que no sesenta!) «Round Midnight»; un Cole Porter pasado por el tamiz del flamenco, el bolero o el son; un guiño final a John Coltrane o una evocación a sus colaboraciones habituales con Chick Corea fueron algunas de las melodías que una sala abarrotada recibió agradecida.  

   Pardo es de los que transmiten cordialidad y generosidad también hacia sus compañeros. Albert Sanz, el pianista valenciano, bien audaz, se mostró como el más expeditivo y ágil de ideas del cuarteto. Por su parte, Pablo Martín Caminero demostró por qué es uno de los contrabajistas españoles más interesantes. El vitoriano es un extraordinario músico con una pulsación intensa y emocional, en él conviven una formación integral y una sensibilidad extrema que oscila entre lo clásico, el jazz y el flamenco. Y aunque su estilo se asiente en la expresión, en ningún momento perdió pulso. Imposible al lado de la batería afilada y certera de Dani Domínguez. Jorge Pardo, que demostró veteranía y estar en forma, puede estar satisfecho, su mensaje todavía tiene recorrido.

Fotografía: jorgepardo.com

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