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Crítica: Rosa Torres-Pardo y el Cuarteto Bretón en el CNDM

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Autor: Juan Carlos Justiniano
19 de febrero de 2015

DE COSTA A COSTA PARA CRUZAR EL ATLÁNTICO

Por Juan Carlos Justiniano
Cuarteto Bretón y Rosa Torres-Pardo. Obras de John Adams, Ricardo Llorca, Agustín González Acilu, Phiplip Glass y José Luis Greco. Series 20/21. Ciclo Museo. MNCARS Auditorio 400. 6 de febrero de 2015, 19:30 horas.

   Una vez más, la coherencia y la unidad del discurso han sido los ejes del último concierto del ciclo Museo celebrado el pasado lunes 6 de febrero en el Auditorio 400 del madrileño Museo Reina Sofía. Dentro del ciclo Series 20/21, el foro destinado a la nueva creación del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), el programa presentado propuso un diálogo entre dos naciones: Estados Unidos y España; en donde la estética del minimalismo –esa tercera vía que consiguió separarse de la vanguardia de la posguerra– y el eclecticismo se establecieron como el hilo conductor de un concierto compuesto, casi en su integridad, por estrenos absolutos y encargos expresos del CNDM. El Cuarteto Bretón junto a la pianista Rosa Torres-Pardo fueron los encargados de descubrir las múltiples y variadas facetas por las que la composición musical transitó en el último cambio de siglo. La agrupación, que gana en la suma de sus cuatro intérpretes, cuenta con una década de experiencia en la promoción internacional de la música española y conoce cumplidamente la obra de cada uno de los compositores escuchados. La pianista madrileña comenzó en solitario con China Gates (1977), un ejercicio emocional, hipnótico y extático compuesto por un joven John Adams recién instalado en San Francisco y que ya integra los aspectos del personal universo del compositor norteamericano, quizá el más ligado a la tradición clásica europea de todos los compañeros de las filas del minimalismo.

   Ricardo Llorca, un español afincado en Estados Unidos, estrenó El combat del somni (2009), partitura escrita originalmente para soprano y piano que, sin embargo, se presentó en una hermosa adaptación en la que la voz humana fue suplida por el violín. El combat del somni, inspirada en el poemario de José Janés y cuyos textos ya musicara Mompou en los años cuarenta, recoge la tradición de la mejor canción de la vanguardia de la Generación del 27, donde la asociación y el diálogo de poetas, literatos y músicos definió una Edad de Plata (también) de la música española. Los tres números del poemario que le fueron encargados al compositor alicantino presentan un lenguaje depurado que se inspira en la música nacional, en el que conviven el talante vanguardista y la esencia de la tradición. Por su parte, Agustín González Acilu, protagonista de la vida musical española desde los años sesenta, presentó su Cuarteto de cuerda nº 7 (2014), encargo del CNDM y obra de gran profundidad y densidad formal. El último cuarteto del navarro recoge el vestigio del primero de la serie, Sucesiones interpuestas (1962), en la expresión de una inquietud intelectual y creativa –que sigue igual de despierta que entonces– y en la reflexión sobre la composición para la formación a cuatro. En definitiva, una partitura compleja y hondamente idiomática en que la física del sonido y las posibilidades acústicas y musicales del cuarteto de cuerda interaccionan y transitan a través de terrenos ora tonales, ora atonales.

   Y ya desde la costa este, abrió la segunda parte el Cuarteto de cuerda nº 5 (1991) de Philip Glass, una página que condensa otro tipo de posibilidades del conjunto a cuatro a través de una música desnuda. El cuarteto, dedicado al Kronos Quartet, es un ejemplo de que en la obra de Glass logran confluir lo culto y lo popular y de cómo, aun en la faceta camerística del neoyorkino –quizá la más desconocida–, su música goza, casi siempre, de una buena recepción entre las grandes audiencias. El Cuarteto Bretón desgranó con gran intención y precisión la obra de Glass, edificada a través de sencillos e imbricados elementos y secuencias musicales que se someten a variaciones, repeticiones y desajustes rítmicos que van desplegándose y replegándose cíclicamente. Cerró el concierto Cinco pensamientos para Patricia (2014), un quinteto con piano firmado por el poliédrico y polifacético artista José Luis Greco. Considerada por el propio compositor como una invención dedicada a una inexistente Patricia, la obra se desarrolla en cinco movimientos cuyos títulos aluden de manera directa al poder de la experiencia. Así, la original página de este español de Manhattan conforma un canto hedonista al placer sensitivo con ecos del rock de los años setenta en donde los juegos de color, las apariencias y la actitud ecléctica rigen la construcción de la sugerente propuesta. Actitud que, de igual manera, tiñó en su totalidad al último concierto del ciclo Museo cediendo el protagonismo a una música que, a manera de diálogo, viaja de costa a costa para cruzar el Atlántico.

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