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Crítica:  El Cuarteto Ribera en Valladolid

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Autor: Agustín Achúcarro
29 de junio de 2021
Cuarteto Ribera

Un Cuarteto Ribera en estado de gracia

Por Agustín Achúcarro
Valladolid. 23-VI-2021. Capilla del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Obras: Cuarteto de cuerda nº3 en fa mayor de Shostakóvich y Cuarteto de cuerdas en fa mayor de Ravel. Cuarteto Ribera: Elisabeth Moore e Iván García, violines, JokinUrtasun, viola, y Jordi Creus, violonchelo.

   Vaya por delante que el mayor logro del Cuarteto Ribera residió en la conjunción entre sus músicos, lo que conllevó un sonido plagado de armónicos, una afinación rayando en la perfección y una articulación que les permitió individualizarse sin perder la idea global. Tan difícil, como innecesario, señalar los muchos valores que aportaron cada uno. Pues con ser realmente subrayables fue el conjunto y las relaciones que forjaron, lo que hicieron que fueran un disfrute sus interpretaciones.

   Dicho esto, la formación residente del Museo nacional de Escultura empezó su concierto, titulado "Música para épocas inciertas", con una versión del Cuarteto nº 3 de Shostakóvich en la que, dentro de una llamativa flexibilidad estilística, cada uno de los instrumentistas asumió lo que la obra le permitía individualmente para sumar tímbrica y bruscos acentos. Llenos de intención desde el primer movimiento, con detalles muy reseñables, como el solo de violín que se apoyó magníficamente en la viola en el Moderato con moto y en los ritmos de un Allegro non troppo, núcleo de la obra, que dio paso a un Adagio plagado de sonidos interiorizados, para concluir con un tiempo final muy intenso, que acabó por extinguirse sobre el violín primero.

   Con Ravel y su Cuarteto de cuerda en fa mayor se centraron en recrear un ambiente sutil, de coloración muy atrayente. El Cuarteto Ribera, por tanto, sacó a relucir los hallazgos sonoros y la frescura de la obra. En el Trèslent, con tanta implicación del viola, se impusieron líricas y plásticas, las cuidadas sonoridades, que prepararon y dieron paso al movimiento conclusivo, al que dotaron de preciosismo virtuosístico.

   Un concierto en el que el Cuarteto Ribera hizo gala de una musicalidad muy marcada, desde los fulgurantes pasajes ostinati y sarcásticos de Shostakóvich, a las pinceladas de colores de Ravel.

Foto: Cuarteto Ribera

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