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Libro: 'El arte de escuchar: un viaje por la música clásica', de Roberto Herrscher

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
15 de marzo de 2016

SABER ESCUCHAR

Por Albert Ferrer Flamarich
El arte de escuchar. Viajes por la música clásica. Roberto Herrscher. Publicacions de la UB. Barcelona, 2015, 282 pág, 22 euros.

   Roberto Herrscher (1962, Buenos Aires) pertenece a un linaje de ensayistas con dotes narrativas, poseedor de la habilidad para evocar y encadenar sucesos, personas y lugares manteniendo vivo el relato. Periodista, reportero especializado en cultura, sociedad y medio ambiente en su reciente libro El arte de escuchar configura una estampa mañosamente narrada a partir de una diversidad de temas, perfiles y tribulaciones que convergen en una historia de convivencias y experiencias. Dividido en tres bloques (personajes, viajes y experiencias), unos capítulos son abiertamente artículos (Astor Piazzola), reportajes (Jordi Savall, Calixto Bieito, la realidad social de la escuela Miquel Tarradell del Raval de Barcelona), crónicas (Historia del Liceu, Bayreuth), mientras que otros son la reelaboración de entrevistas (John Adams, Lorin Maazel), esbozos de notas al programa. A destacar el capítulo dedicado al constructor de órganos Gerhard Grenzing.

   Con una prosa saneada y fluida demuestra riqueza de percepciones, estructura de pensamiento y belleza en la escritura. Apuesta por rebajar el carácter tan marcadamente híbrido entre la novela y el ensayo de, por ejemplo, en The rest is nose de Alex Ross. Sin duda, pertenece a esa pléyade de opinadores y comentaristas que olvidan que la crítica no es compartir con los demás aquello que nos gusta como induce a creer en el apartado dedicado a este tema. La crítica es análisis -con o sin el propio gusto- la experiencia artística. En consecuencia, algunos de los textos recogidos tienden a una variante del ensayo musical próxima a un placebo sustitutivo de la verdadera crítica musical. El melómano disfrutará pero el lector exigente sólo encontrará crónica, crónica y más crónica. Hay muy poco –demasiado poco- análisis musical, del sonido, del concepto interpretativo, de los hechos musicales; además son descripciones musicales que pretenden legitimarse a través del adjetivo, no del sustantivo.

   Entre los detalles significativos cabe citar afirmaciones agudas como la referida que a partir de los años 50 los papeles de tenor dramático fueron cubiertos por una sucesión de italianos sin problemas de autoestima o que el verdadero sucesor de Caruso y Gigli fue Björling (pág. 246). También hay imprecisiones puntuales: Los maestros cantores de Nüremberg no es el Wagner más intrincado (pág. 89), nombrar “corno” a las trompas (pág. 155) o, una sorprendentemente ofensiva, como es decir del desaparecido cantor del metro de Barcelona, Ramón Julivert, que “está más loco que una cabra”. Con todo es una lectura para disfrutar en una edición utilitaria y con letra cómodamente legible.

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