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Crítica: «El barbero de Sevilla» en Sabadell

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
27 de octubre de 2021
El barbero de Sevilla en Sabadell

El barbero en Sabadell

Por Albert Ferrer Flamarich
Sabadell, 20-X-2021. Teatro de La Farándula.  Rossini: El barbero de Sevilla. César San Martín (Figaro), Carmen Romeu, (Rosina), Pablo Martínez (Condee de Almaviva), Fernando Álvarez (Don Bartolo), Jeroboam Tejera (Don Basilio), Eugènia Montenegro (Berta). Coro AAOS. OSV. Daniel Martínez Gil de Tejada, director. Pau Monterde i Miquel Gorritz, directores de escena. 

   Camino a una madurez no exenta de trabas, la FOC ha inauguró su tercera producción y la temporada operística de Sabadell, que este 2021 alcanza los 39 años de actividad. Lo ha hecho programando Il barbiere de Siviglia, la ópera bufa más conocida del repertorio y del catálogo de Rossini, que desde la primavera del 2011 no subía al escenario de La Faràndula y que, como de costumbre desde hace 34 temporadas, se representará en diversas poblaciones catalanas dentro del ciclo «Òpera a Catalunya». También es el título aparejado al proyecto de la «Escola d’Òpera» que ha ofrecido dos funciones (el 21 y el 23 de octubre).

   Pau Monterde y Miquel Gorritz en la dirección escénica y Elisabeth Castells en la escenografía, han diseñado un espacio único y giratorio que unificaba y dinaminazaba la acción, a partir de la representación del domicilio de Don Bartolo, combinando el exterior y el interior de éste como si de una gran casa de muñecas se tratase en un «barbiere» poco hilarante pero bien resuelto con savoir faire y algunos gags. La iluminación de Nani Valls redondeaba una puesta en escena tradicional, sin comicidad de baja estofa ni complicaciones más allá de la coordinación del movimiento en algunas carrerillas y los números de non sense (sin sentido), donde lo absurdo y el surrealismo de la acción vertebran los concertantes musicales y el ritmo escénico. Por ejemplo, en el largo final del primer acto y en el quinteto del segundo acto.

Daniel Martínez Gil de Tejada

   Sin cortes significativos de números musicales y recitados, la producción fue aceptable, a pesar de que no escondía la necesidad urgente e imperiosa de una inversión económica y una renovación (como mínimo ampliación), de un coro que garantice la continuidad de voces jóvenes (y con más calidad). El alabado rendimiento y estabilidad artística reconocidas en títulos ambiciosos como Otello, Aida o Turandot representados antes de la pandemia estuvieron ausentes en las cuerdas masculinas que tuvieron una actuación sin cohesión y destimbrada en la cabaletta de Almaviva y en el vaudeville final, a pesar de haber saldado correctamente la serenata inicial bajo el balcón de Rosina. Aquí, por cierto, hay que señalar la verosímil idoneidad de incorporar instrumentos reales como atrezzo de los coristas y el sonido de guitarra, en este pasaje de música diegética que emula a una rondalla. Por otro lado, la OSV con Daniel Martínez Gil de Tejada al frente, sonó con transparencia, moderación decibélica y un significativo trabajo en la articulación de la cuerda -obertura y acompañantes-, con una tendencia a tempi bastante ágiles.

   El barítono César San Martín encarnó un Figaro clásico, con relevo teatral, buena dicción y expresividad en un canto bien defendido en todo el registro, a pesar de una emisión opaca. A su lado, Pablo Martínez fue un conde de Almaviva suficientemente elegante que remató la actuación con «Cessa di più resistere» centrado en articular las numerosas ornamentaciones de un canto bien cincelado, de timbre claro, pero a quien se le intuyen mejores resultados en roles que se desarrollen en una línea más ligera de abellimenti, más spinato, que realce la nobleza y la calidez del fraseo como tenor lírico-ligero.

   Por su parte, Carmen Romeu inició con inseguridades y algunas notas caladas la cavatina «Una vocce poco fa», evolucionando con firmeza en el canto florido -particularmente las notas picadas- en una Rosina de malicia moderada, aire ingenuo y de carácter sometido al Don Bartolo de Fernando Álvarez. Este volvía a actuar en Sabadell con un personaje caricaturesco del cual extrajo mucha vis cómica, dominio escénico potenciado por su experiencia actoral y riqueza del parlato y el canto sillabato, a pesar de una voz con fatiga vocal y una emisión fija.

    Igualmente satisfactorio fue Jerobam Tejera dentro de los márgenes de corrección y configuración estándar de Don Basilio, bastante flexible en la vocalidad y sin caer en los rudimentos estentóreos tradicionales en este rol. Por último, la criada Berta de Eugenia Montenegro ofreció un relieve vocal y una interpretación convincente de este personaje satélite (estornudos y movimiento escénico) resolviendo con intención su aria «Il vecchioto cerca moglie», como ya lo hizo el 2011.

Fotos: Toni Bofill

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