CODALARIO, la Revista de Música Clásica
Está viendo:

Crítica: «El caballero de Olmedo» en el Teatro de la Zarzuela

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp
Autor: Raúl Chamorro Mena
9 de octubre de 2023

Crítica de Raúl Chamorro Mena de la ópera El caballero de Olmedo en el Teatro de la Zarzuela, con música de Arturo Díez Boscovich, dirección musical de Guillermo García Calvo y escénica de Lluís Pasqual

Rocío Pérez y Joel Prieto en «El caballero de Olmedo» del Teatro de la Zarzuela

Rocío Pérez y Joel Prieto en El caballero de Olmedo

Estreno de efecto

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 6-X-2023, Teatro de la Zarzuela. El caballero de Olmedo (música, Arturo Díez Boscovich). Joel Prieto (Don Alonso), Rocío Pérez (Doña Inés), Germán Olvera (Don Rodrigo), Nicola Beller Carbone (Fabia), Gerardo Bullón (Don Fernando), Berna Perles (Doña Leonor), Rubén Amoretti (Tello). Coro y Orquesta titulares del Teatro de la Zarzuela. Dirección musical: Guillermo García-Calvo. Dirección de escena: Lluís Pasqual.

   La apertura de la última temporada de Daniel Bianco como director artístico del Teatro de la Zarzuela ha simbolizado adecuadamente lo mejor de su periplo. Un encargo para una obra nueva, que se suma a otros anteriores y a las variadas recuperaciones de obras olvidadas y escasamente representadas que ha alumbrado este período. Con ello, desde luego, el recinto de la Calle de Jovellanos cumple uno de sus principales cometidos de difusión del teatro lírico español.

   Una de las cumbres del siglo de oro español, un tesoro del Fénix de los ingenios, sirve como base a esta nueva ópera. El Caballero de Olmedo de Lope de Vega, con música de Arturo Díez Boscovich sobre libreto de Lluís Pasqual. Una ópera que recoge los principales elementos del texto teatral, lacras ancestrales de la España finisecular, como la envidia, los celos furibundos y la atávica rivalidad entre municipios próximos. 

   Ciertamente, existe un claro divorcio entre la creación musical contemporánea, especialmente en su vertiente más vanguardista, y el público, como así expresa el propio autor de esta ópera. Por ello, la música contemporánea reúne diferentes manifestaciones hoy día, entre las que se encuentran un abundante eclecticismo y el regreso sin ambages a la tonalidad. 

La soprano Rocío Pérez (Doña Inés) y el barítono Germán Olvera (Don Rodrigo) en «El caballero de Olmedo» del Teatro de la Zarzuela

La soprano Rocío Pérez (Doña Inés) y el barítono Germán Olvera (Don Rodrigo) en El caballero de Olmedo del Teatro de la Zarzuela

   Desde la ambiental obertura, que parece el comienzo de un thriller del Hollywood clásico, se aprecia la tinta cinematográfica de la música de Boscovich, que en esta primera escucha me ha resultado más efectista y un buen botón de muestra del indudable oficio del músico malagueño, que inspirada, con un claro y reconocido influjo de las partituras, principalmente para el cine, de Erich Wolfgang Korngold. Música de raiz renacentista se alterna con la presencia de ritmos danzables como el fandango y el vals, además de darnos la oportunidad de escuchar cantada la canción popular que tiene como origen el drama teatral. Desde luego, a diferencia de lo que ocurre en otras ocasiones, se trata de una creación musical actual que llega «familiar», sin choque alguno al oído del aficionado habitual, que aplaudió las escenas, las arias y dúos, de forma insólita para una obra contemporánea y concedió un éxito clamoroso a este estreno que concluye con un efectista Réquiem en el que solistas principales, orquesta y coro forjan un pasaje de apabullante impacto sonoro. 

   El tratamiento vocal, con una línea de canto un tanto crispada en numerosos pasajes, nos lleva a Mascagni- ese aludido final de la ópera recuerda al «Regina coeli» de Cavalleria Rusticana-, y al repertorio llamado verista-naturalista al que también se ajusta la tragedia a la que llevan los celos exaltados y las animadversiones ancestrales. Junto a los pasajes de lirismo apasionado y envolvente encontramos alguno que nos transporta al musical, eso sí, con orquesta densa, pues la orquestación, copiosa, plena de efectos, es el principal motor de la partitura como el propio compositor ha declarado. En fin, cada uno que saque sus conclusiones respecto a la cuestión de, si ante ese divorcio entre creación contemporánea, en el que ha concurrido, incluso, que algunas vanguardias, se enorgullezcan de permanecer ajenas al público, todo un callejón sin salida, se debe reaccionar con obras que parecen propias de hace más de un siglo o bien, se pueden y deben buscar caminos intermedios, como sucede con músicos actuales que consiguen el favor del público sin renunciar a resultar de su tiempo. Lo cierto e indudable es que, en este su estreno absoluto, El Caballero de Olmedo con música de Arturo Díez Boscovich y libreto de Lluís Pasqual ha cosechado un gran éxito.

Las sopranos Rocío Pérez, Berna Perles y Nicola Beller Carbone en «El caballero de Olmedo»

Las sopranos Rocío Pérez, Berna Perles y Nicola Beller Carbone

   A ello ha contribuido también un reparto comprometido en la escena y estimable vocalmente. La soprano madrileña Rocío Pérez, siempre desenvuelta y comunicativa sobre el escenario, se enfrenta a una escritura que pide en muchos momentos una soprano lírica con un centro más armado, teniendo en cuenta, además, la densa orquestación. Sin embargo, los abundantes sobreagudos con los que el autor disemina la particella de Doña Inés, la mayoría atacados de forma brusca, a distacco, con salto interválico, convierten, prácticamente, en imprescindible el concurso de una soprano ligera como Pérez, que cuenta con poco cuerpo en el centro, pero gana brillo y timbre en unos sobreagudos siempre seguros y rutilantes. Irreprochable la creación escénica de la soprano madrileña, enamorada y efusiva ante Don Alonso e inflexible y hastiada frente a los reiterados requerimientos amorosos de Don Rodrigo. 

   Este último cuenta con una romanza de remanso lírico, bella, probablemente la melodía con más vuelo de la obra, al principio, en su apasionada declaración de amor hacia Doña Inés. El resto de su parte lo constituye un canto crispado que expresa furor y agresividad, al que se adapta bien el material recio, sonoro, viril y con buen registro agudo del barítono mexicano Germán Olvera, que suma acentos intensos y vehemente presencia escénica. 

   El protagonista, Don Alonso, El caballero de Olmedo, «Que de noche lo mataron al caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo» encuentra en el tenor Joel Prieto un protagonista juvenil, de aires nobles, en el que vocalmente se impone un bonito timbre, sobre una impostación, que no termina de afianzarse y un canto más intuitivo y elocuente que apoyado en un fraseo elaborado. 

   La alcahueta Fabia, figura inspirada en la Celestina, se benefició de las buenas dotes caracterizadoras de Nicola Beller Carbone, siempre atenta a los matices y a aprovechar cada segundo que permanece en escena.  

   A destacar entre el buen elenco de secundarios, la fiabilidad vocal de Rubén Amoretti en un incondicionalmente fiel Tello. También al barítono Gerardo Bullón, que antes de enfrentarse a un papel protagónico tan de fuste como es el Puck de Las Golondrinas, ofrece su bella voz y dominio de la escena a Don Fernando. Ajustada la Doña Leonor de Berna Perles

Joel Prieto es el Caballero de Olmedo

Joel Prieto como Don Alonso, el caballero de Olmedo

   Guillermo García-Calvo no pudo evitar un sonido gris, áspero y borroso por parte de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, pero a falta de un mayor refinamiento tímbrico, puso de relieve los muchos momentos de efecto orquestal, manteniendo pulso y sentido narrativo a lo largo de las ocho escenas. El coro interviene en interno la mayor parte de la obra para comparecer sobre el escenario en el ostentoso Réquiem final y sumarse con rotundidad sonora al impacto de la pieza.

   La puesta en escena de Lluís Pasqual sobre escenografía de Daniel Bianco, más bien minimalista y con escasos elementos escénicos, se apoya fundamentalmente en unas pantallas giratorias en las que se proyectan, sobretodo, los campos castellanos y también en un magnífico vestuario a cargo de la gran Franca Squarciapino. Efectivo resultó el movimiento escénico, cuidada la dirección de actores, así como la coreografía de Nuria Castejón para los interludios, destacando particularmente, por lo atentamente trabajada, la correspondiente a la pelea a espada entre Don Alonso y Tello por un lado, frente a Don Rodrigo y Don Fernando, por otro. Por tanto, es justo destacar a Jesús Esperanza como Maestro de esgrima y a Franc Aleu como responsable del apartado videoescena.

Fotos: Javier del Real / Teatro de la Zarzuela

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp

Compartir

<< volver

Búsqueda en los contenidos de la web

Buscador

Newsletter

Darse alta y baja en el boletín electrónico