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Crítica: El Joe Lovano Classic Quartet visita el Ciclo Jazz del CNDM

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Autor: Juan Carlos Justiniano
21 de marzo de 2017

 JOE LOVANO A PRUEBA DE ERRORES

   Por Juan Carlos Justiniano
Madrid. 18-III-2017. CNDM. Auditorio Nacional de Música. Sala de Cámara. Ciclo Jazz. Joe Lovano Classic Quartet: Joe Lovano (saxo tenor, saxo soprano y flauta), Lawrence Fields (piano), Peter Slavov (contrabajo) y Carmen Castaldi (batería).

   El pasado sábado 18, en un esfuerzo cada vez mayor por la diversificación de públicos y propuestas artísticas, tuvo lugar un nuevo concierto del Ciclo Jazz del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Un nombre ya cercano a sonar histórico, Joe Lovano, y su Classic Quartet visitaron la capital y juntos desbordaron de música la Sala de Cámara del Auditorio Nacional. En esta ocasión, y sin duda gracias a la técnica, el cuarteto logró sacar partido a las cualidades acústicas del espacio madrileño, a veces difícil para según qué músicas que gustan de electrificarse. Al resultado ayudó que el propio Lovano deambulara durante toda la noche a lo largo y ancho del escenario pero, ante todo, las razones tienen que ver con la confluencia de cuatro músicos excepcionales. Porque la experiencia, la empatía y la generosidad de sus miembros hacen del Joe Lovano Classic Quartet una agrupación especialmente equilibrada artística y acústicamente. Y si a esto se suma una propuesta musical infalible, todo parece orientado al acierto.

   Lovano, que en su dilatada carrera ha transitado o se ha adentrado prácticamente en todos los senderos en los que se bifurca aquello que se conoce como jazz, en esta ocasión optó por brindar una lección de maestría en la faceta que mejor lo entronca con la tradición que se abrió después de la eclosión del bop. Por otra parte, el de Cleveland conecta asimismo y de manera directa con otra de las prácticas más destacadas de dichas músicas: la del saxofón tenor. Lovano lidia con ambas tradiciones y las remonta con disposición, solvencia y una credibilidad jazzística icontestable. Escuchando el Classic Quartet –el adjetivo no es una trivialidad– encontramos a Lester Young, Cannonbal Adderley, Joe Henderson, Sonny Rollins, Lee Morgan o a los Jazz Messengers. Pero ahora Lovano pasa por su personal tamiz todos y cada uno de estos hitos musicales del hard bop y del post bop y apuesta así por una nueva lectura de una fórmula infalible. Si superada o no es otra cuestión diferente, porque ésta ya se ha convertido en clásica, en universal, en atemporal.

   La calidez, la elegancia y la firmeza son conceptos convertidos en manos del Joe Lovano Classic Quartet en hechos sonoros. El saxofonista –ya sea al tenor, al soprano o la flauta– y sus tres compañeros constituyen, en primer lugar, un cuarteto que se escucha con atención. Cada uno percibe y siente el pulso del otro como propio para recogerlo como si se tratara de un juego de relevos. Así, las dotes de improvisador y acompañante más que notables, de enorme elegancia y finura de Lawrence Fields al piano encontraron un perfecto encaje con el contrabajo de Peter Slavov. El finés exhibió una magistral y extraordinaria contundencia rítmica de digitación impecable junto a cierta inclinación por entregarse a los altos vuelos del virtuosismo que, a pesar de toda apariencia, también posee un instrumento como el contrabajo. Por su parte, Carmen Castaldi, con una batería reducida a lo justo y necesario, demostró que es un maestro explotando el poder hipnotizante –con un toque delicado, modesto, pero efusivo y efectivo– que puede ofrecer el uso ajustado de los platillos, los parches, las baquetas y las escobillas.

   La mayor parte del concierto lo constituyeron páginas originales de Lovano, si bien hubo espacio para homenajear a los hermanos Thad y Hank Jones. A modo de suite se sucedieron encadenadamente las primeras cuatro composiciones: melodías audaces, de rotundidad incendiaria, con preferencia por los tempos medios y que marcaron el devenir general de la noche. No obstante hubo igualmente lugar para el bop más clásico y de ritmo más frenético, para la fusión, para el lirismo de ascendencia geztziana o para remembranzas del sonido místico y telúrico de John Coltrane. Pero sólo de este capítulo del saxofonista, porque Joe Lovano deja para otros el espacio de la vanguardia que sí llegaría a ocupar el primero. El de Cleveland prefiere por su parte recrearse en la brillantez del jazz de los años cincuenta y sesenta y explotar las posibilidades musicales de estructuras más tradicionales. Eso sí, con una maestría, una inspiración y un ingenio admirables e irrefutables.

   Se mire por donde se mire, es irreprochable la elección del Joe Lovano Classic Quartet por entregarse a las premisas más optimistas, festivas y radiantes del jazz. Sobre el escenario el cuarteto y su música incendiaria, rotunda y contundente parecía a punto de ebullición porque lo que realmente se estaba gestando era una verdadera celebración de la vida. Por supuesto que terminó en un largo y merecido aplauso. No podía ser de otra manera, la propuesta de Lovano está ensayada a prueba de errores.

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