CODALARIO, la Revista de Música Clásica
Está viendo:

EMILIO CASARES: «Pronto publicaremos por fin una Historia de la Zarzuela»

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp
Autor: Nuria Blanco Álvarez
1 de julio de 2023

Emilio Casares, padre de la musicología española, portada de Codalario durante los meses de julio y agosto de 2023

Emilio Casares

EMILIO CASARES: «Pronto publicaremos por fin una Historia de la Zarzuela»

Una entrevista de Nuria Blanco Álvarez | @miladomusical / Fotos: Fernando Frade / Codalario
El profesor Emilio Casares Rodicio, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid, es un sabio del mundo de la zarzuela y el padre de la Musicología en España. A él le debemos la implantación de esta diciplina en los estudios reglados de la universidad española y todos sus trabajos son una absoluta referencia para el estudioso del teatro lírico español, destacando sus escritos sobre Francisco Asenjo Barbieri. Ha coordinado magnas obras como el Diccionario de Zarzuela. España e Hispanoamérica en 2 volúmenes y el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana de 10 volúmenes y está preparando una colosal obra, junto a más de treinta expertos, sobre la Historia de la Zarzuela. Además, su trabajo en pro de la recuperación patrimonial de música española, que comenzó siendo el primer director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU), es impagable y a sus 80 años continúa tan activo como siempre, impartiendo conferencias, investigando, escribiendo y hasta comisariando una impresionante exposición sobre zarzuela que acaba de inaugurarse en Almagro.

En 1984 se aprueba el Plan de Estudios de la especialidad de Musicología en la Universidad de Oviedo, primera en España, bajo sus directrices ¿Qué le motivó crear la especialidad de Musicología en la universidad española? ¿Cómo fueron esos comienzos? 

En 1972 comenzamos a impartir docencia en la universidad española seis profesores: José López Calo en Santiago de Compostela, Francesc Bonastre en la Autónoma de Barcelona, también allí Antonio Martín Moreno, Dámaso García Fraile en Salamanca, Oriol Martorell en la Central de Barcelona, y yo en Oviedo. Entramos porque recién se había creado el título de Historia del Arte y habían aparecido dos asignaturas optativas, una “Historia de la música” y otra “Historia del cine”. En Oviedo se puso la música como obligatoria, “Historia de la música e iconografía”, se llamaba, nada que ver una cosa con la otra. Y además era solo un semestre. Era poco. Yo llegué allí como profesor de música y de arte, materia en la que me había doctorado porque en mi época no se podía hacer doctorado de música porque no existía. 

   Lo que hicimos desde 1972 a 1984 fue luchar por cambiar esta situación. A mí me tocó ser el luchador número uno, porque hicimos una asociación de profesores universitarios y me nombraron presidente. Tuve la suerte de encontrarme en Oviedo con dos rectores muy aficionados a la música, José Miguel Caso González y Teodoro López-Cuesta. Hoy tengo una teoría de que una buena parte de lo que he conseguido a lo largo de mi vida, se ha debido a tener la suerte de encontrarme con superiores que entendieron mis proyectos. Me costó mucho cambiar la situación. Conseguí que la asignatura fuese de año completo y luego una segunda asignatura de música optativa. La situación era tan terrible, que cuando en al año siguiente se reparte en la universidad el dinero para comprar libros, de unas 600.000 pesetas, a mí me tocaron 138 pesetas, con las cuales podría comprar el periódico durante tres semanas. Armé un buen cisco y abandoné la junta por un año.

   En el año 1974 creé el Festival de Música de Asturias, que entonces eran Semanas de Música. Esto hizo que el entonces vicerrector López-Cuesta se tomase más en serio la música ya que estas semanas tuvieron mucho éxito. Hice además en cada festival un pequeño congreso, el primero sobre el Renacimiento, que dio lugar a un libro, y el segundo sobre el Barroco, que dio lugar a otro, y allí invité a todos los profesores de música de España, que éramos pocos, y pergeñamos una estrategia para acabar con la incuria de la música en la universidad española y acomodarnos a lo que era la Musicología en Europa, donde se estudiaba música ya desde el Medievo. Y empezamos a luchar en Madrid visitando al correspondiente Director General de Universidades, en la calle Serrano 145. Yo me encargué de realizar un estudio de cómo estaba la Musicología en todas las universidades europeas e incluso americanas, en un largo informe que todavía conservo, y que mandamos al Ministerio. 

   Y sigo con la narración. Cuando ya teníamos casi convencido a un Director General de Universidades, venía Felipe González y cambiaba el gobierno, se nombraba a un nuevo Director General y vuelta a empezar. Hicimos más de 15 viajes a Madrid, pagados por nosotros claro, y cuando en  1984 llegó a ese cargo Emilio Lamo de Espinosa, al que a la sazón le gustaba la música, fuimos a verle en un caluroso mes de julio y al ser yo el presidente, me tocó echarle el rollo de siempre, de lo que había en Europa y al minuto me paró y me dijo: “Casares, ya he visto ese medio metro de papeles que has ido dejando aquí en estos 10 últimos años y los he estudiado, vamos a aprobar la especialidad de Musicología este año”. Entonces, yo, sin inmutarme, le dije: “¿Nos puede dejar un minuto de silencio para contemplar esta noticia?”. Emilio me lo recordaba años después. Efectivamente, salió publicado en el BOE y en 1985 comenzó la especialidad de Musicología, con solo 2 años, dentro del Departamento de Arte, y yo propuse todas las asignaturas que se me permitían, para 4º y para 5º. Tenía de compañero al Dr. Ángel Medina, después entró José Antonio Gómez, e impartía pensamiento una profesora de Arte, Mari Cruz Morales Saro. Iniciamos aquella especialidad impartiendo “tropecientas” horas de clase. A Oviedo llegaron alumnos de toda España, muy vocacionales y comprometidos con aquella nueva ciencia, gente magnífica y con vocación a la que hicimos trabajar duramente con un resultado magnífico, como lo demuestra el que de las dos primeras promociones hayan salido una buena parte de los catedráticos que hoy imparten esta materia en varias universidades españolas, a pesar de las penurias que sufríamos por la escasez de libros y material. Y este el resumen de cómo comenzamos: Yo impuse el tipo de asignaturas que creía convenientes, eso sí, poniendo siempre peso en la modernidad, la música del siglo XX y la vanguardia, que siempre fue un distintivo de nuestra especialidad en Oviedo, pero con las grandes asignaturas de paleografía, análisis y teóricas.

«Yo no uso la palabra trabajo, yo me dedico “al vicio”. Vosotros lo llamáis trabajo»

¡Qué interesante y cuánto trabajo!

Yo no uso la palabra trabajo, yo me dedico “al vicio”. Vosotros lo llamáis trabajo y eso hace que con 80 años siga trabajando tanto o más que cuando tenía 28. Pero no fui yo solo; fuimos todos los que ahí entramos, es decir, Ángel Medina y José Antonio Gómez, todos con una vocación decidida y con un esfuerzo tremendo. La mitad de asignaturas eran nuevas incluso para nosotros porque en España no había licenciados en Musicología. Yo no tenía esa titulación; yo tenía la carrera de piano, la de composición y mucha experiencia en música práctica, y tenía vocación musicológica porque ya había iniciado investigaciones muy joven en Salamanca, pero tuvimos que construirlo todo, incluso nuestra propia formación, porque uno se hace sabio trabajando. Quiero ser muy claro y humilde en esto. En España no existían musicólogos.

¿Qué aspectos de la Musicología le parecen los fundamentales, a los que se debería prestar especial atención tanto en los planes de estudios como en las investigaciones musicológicas? 

El conocimiento de la música. Esto me cuesta decirlo, porque hoy se acerca mucha gente a la Musicología sin saber música. En Oviedo en mi época esto no era posible porque hacíamos prueba de acceso o exigíamos el título del conservatorio. Para mí lo más importante de la Musicología es la música. Es decir, el alumno tiene que saber que está trabajando con una materia que es la música, que tiene que conocer, que disfrutarla y después viene la reflexión. Yo desde el comienzo di mucha importancia al análisis, a la partitura. El alumno ha de ser consciente de que todo sale de ahí, de la partitura, y después viene la reflexión e interpretación que queramos. Por lo tanto, en la cabeza del musicólogo tiene que estar muy claro que lo más importante es el repertorio. Somos una nación que ha vivido totalmente al margen de su producción musical. Cuando se creó el Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU) se hizo para recuperar la música española. Para mí lo más importante que ha sucedido este año en España es que hemos estrenado el 3 de junio por la Orquesta de Córdoba, la ópera Gonzalo di Córdova, del compositor vasco-gaditano Antonio Reparaz. Presentamos una ópera que hacía más de 150 años que no se hacía, una ópera magnífica, de las mejores que yo he recuperado. Este es el acto central al que debe conducir la buena Musicología, cosa que no suele suceder, no sólo por culpa del musicólogo, sino porque al gobierno español le importa muy poco la música y no le tiembla el pulso al darle 40 millones de euros al Teatro Real sin exigirle que además de Traviatas, Rigolettos o Cármenes, haga una o dos obras españolas al año obligatoriamente; las que quiera, pero que sea obligatorio. Ídem con todas las orquestas españolas, que viven al margen de la música española. Sinceramente creo que deben de ser obligadas, –uso conscientemente la palabra “obligadas”– porque no vale aconsejarles, a interpretar un porcentaje de música española. No tenemos nada, Dios nos libre, contra la Quinta de Beethoven o la Sexta de Mahler, pero necesitamos una presencia continua de nuestra música, porque somos un país muy rico, sobre todo en teatro lírico. 

Emilio Casares en el Teatro de la Zarzuela

«Uno se hace sabio trabajando»

   Los últimos estudios hechos sobre repertorio lírico español en nuestros teatros demuestran que solo hacemos 82 títulos distintos; –hablo de las que se mantienen el repertorio–, cuando sabemos que superamos los 10.000 títulos. Esto es un drama. Yo acabo de terminar el análisis de la partitura Molinos de viento de Luna; una partitura increíble, de primera magnitud. Esto sucede con otras 300 o 400 obras que no se hacen. Yo sé que la mayor parte de la producción de la zarzuela, porque se hizo casi industrialmente, es deficiente. La Musicología debe ir primordialmente a esto, a hacer cambiar la situación de la vida musical en nuestra patria, sacando a la luz lo que es bueno. Yo no defiendo que haya que sacar la música española a flote porque es española, eso incluso nos haría daño, hay que sacar a flote la música buena y un musicólogo serio tiene que saber en cuanto ve una partitura si es mala, regular o buena. 

   Esta es para mi la primera razón de ser del musicólogo. Y el segundo fin era luchar por cambiar la situación de la música en la enseñanza de los niños. Yo fui la persona que convencí al Director General de Enseñanzas Medias, que vino a León en el año 74 o 75 a presentar el disco que yo había transcrito de la música en la Catedral de León, que se publicó en la colección de Monumentos de la música española. Él me preguntó, “Pero, ¿por qué no se estudia música en el bachillerato?”, “Porque no os da la gana” le respondí. En el año 1975 comenzó aquella asignatura que se denominaba “Música y actividades musicales”, que era pobre, inicial. Pero se siguió luchando y comenzó a crecer hasta que el último Ministro de Educación y Cultura del PP quitó horas de música porque cuando a un Director General valenciano, por ejemplo, se le ocurre que hay que dar 3 horas más de esa lengua “internacional” que es el valencià, lo saca de la música. Esta es la situación. 

«Yo estoy muy contento con lo que se ha hecho; pero queda tanto por hacer que da miedo verlo»

«En el año 1867 se dan en España 4.403 funciones de zarzuela, sobre una población que era entonces de unos 15 millones de personas, esto es más público que el que hoy tiene el fútbol en España»

«En mi trabajo me ha costado mucho más convencer a un teatro de que estrene una partitura, que hacer la propia partitura»

   Yo estoy muy contento con lo que se ha hecho; pero queda tanto por hacer que da miedo verlo. Hoy tenemos medios para saber si una obra es buena o mala al margen de la lectura musical. Si haces un profundo estudio de la historia española, inmediatamente la prensa te dice qué es lo bueno y lo malo porque la gente tenía una gran afición por ejemplo en el siglo XIX a la música lírica, porque no había muchas diversiones. En el año 1867 se dan en España 4.403 funciones de zarzuela, sobre una población que era entonces de unos 15 millones de personas, esto es más público que el que hoy tiene el fútbol en España. Ese público se divertía de esa manera y sabía distinguir perfectamente lo que era bueno y lo que era malo. En mi trabajo me ha costado mucho más convencer a un teatro de que estrene una partitura, que hacer la propia partitura.

«El ejercicio de cambiar la mente y hacer un músico práctico bien formado intelectualmente es una aventura muy difícil»

Como está comentando, los musicólogos han de ser músicos porque la partitura es su objeto de estudio, sin embargo, no es tan común que se dé el caso contrario. De hecho, muchos instrumentistas, especialmente jóvenes, pasan por el conservatorio y adquieren un sobresaliente grado técnico de la práctica de su instrumento, pero están vacíos de contenido y…

(Sin dejar que finalice mi frase) ¡No tiene remedio eso!

¿No hay forma de subsanar esto?

 En difícil. No lo ha conseguido nadie. Ya Franz Liszt, que era un socialista utópico, lanzó aquel grito a los pianistas: “Os sobran ejercicios de escalas y os faltan ejercicios de cabeza”. Yo hice conservatorio por libre y la “Historia de la música” era una María. Cuando me examinó alguien muy importante, del que no voy a decir el nombre, y me preguntó sobre las Cantatas de Bach, hablé durante un cuarto de hora sobre ellas y en ese tiempo él no paró de hablar con la compañera de al lado y no me hizo ni caso. Este es el asunto y yo no encuentro la manera de arreglarlo. El ejercicio de cambiar la mente y hacer un músico práctico bien formado intelectualmente es una aventura muy difícil. No se puede arreglar con las estructuras que tenemos en la enseñanza, pero ojalá no fuese así. Es justamente al propio intérprete, si tuviera una gran vocación y formación, al que tendría que ocurrírsele que además de tocar la Sonatas de Mozart, hay que tocar las Sonatas de tal español de la época, que saliese de dentro como una necesidad vital, cultural, y no sale. En todo caso he de añadir que encuentro a los prácticos cada vez más preparados.

Cambiando de asunto, ¿ha tenido usted algo que ver con que el Himno de Asturias sea el conocido Asturias, patria querida?

Hice unas declaraciones un poco explosivas que me llevaron a la primera página de los periódicos. Dije que daba lo mismo lo que se inventasen, que no se iba a cantar ningún himno salvo el “Asturias, patria querida”. Les dije que es inútil que reflexionéis, que hagáis, que busquéis; si queréis un himno que se cante, es ese, a pesar de que no se sepa por qué el señor debe de subir al árbol. La primera parte del himno es un canto maravilloso, pero luego no sé por qué dice que tiene que subir a un árbol (se ríe). Asturias es la única comunidad que canta su himno; bueno también los catalanes. El himno o es parte especial de la antropología interior de los ciudadanos o no se canta. 

¿Sus inicios como investigador fueron sobre Adolfo Salazar?

No. Yo que me formé en el seminario como todos los de mi generación, fui pianista, organista, director de coros y creía en el repertorio, así que fui consciente de que en la Catedral de Oviedo había restos musicales de los que no se hablaba. Entonces pedí permiso al organista y subí al archivo y me llevé el primer escándalo de mi vida. Estaban las partituras tiradas por el suelo, con excrementos de palomas, con cristales rotos, una cosa tremenda. Yo deduje que allí no se había entrado desde el año 34 en que los mineros de Asturias hicieron el disparate de quemar la biblioteca de la universidad y hacer fuego con muchos papeles del archivo. Entonces hice unas declaraciones en el periódico La Nueva España que no le gustaron nada los sacerdotes y dijeron que no era cierto lo que yo decía. No obstante con ayuda del clero empecé a trabajar en el archivo, primero hice una lista de partituras que salió en el Anuario musical y me puse a escribir el primer libro que se publica en España de la historia de la música en una catedral, que era la de Oviedo, después de estudiarme las actas y ver las partituras. Y sigo muy contento de ese libro, porque por fin se hablaba de la música de la catedral, de los autores. Yo los valoraba, hice dos discos, y esa es mi primera investigación. 

«La generación del 27, Salazar y Barbieri han sido mis leitmotiv vitales»

Emilio Casares

Lo de Salazar tiene que ver con que yo comienzo mi segunda línea de investigación, en 1973 o 74, trabajado sobre los músicos de la República, por una cosa tan curiosa como que había leído el libro Sopeña sobre la música del 27 y me doy cuenta de que hay un genio que lo ha movido todo en la República, que es Adolfo Salazar. En el 1975 viene del exilio mejicano mi amigo Rodolfo Halffter y me dice que en Méjico se conserva todo el archivo de Salazar que es de un millonario asturiano que se llama Carlos Prieto, hermano de la compositora Mª Teresa Prieto. Yo fui a verlo en una de sus visitas a Oviedo, le pregunté si esto es cierto y me dijo que sí, que tenía 80 cajas enormes con todo lo de Salazar en su desván. Le digo que me encantaría estudiarlo y me citó para el día siguiente. Supe después que preguntó al rector quién era yo y al día seguiste me sorprendió invitándome con mi señora y mi hija, los meses que quiera a Méjico para investigar todo lo que había allí. Me fui dos veranos a Méjico y aproveché para hacer estudios sobre los músicos del 27 porque había allí muchísima información sobre ellos. Pero allí encuentro escrito a máquina un proyecto de Salazar para la Segunda República, año 1932, para editar el Legado Barbieri. Yo me emociono muchísimo, leo lo que iban a hacer, y en el año 75 inicio mis trabajos larguísimos sobre Barbieri, que han dado lugar a 3 grandes tomos y, por tanto, se unen la investigación de la Catedral de Oviedo, de Salazar y de Barbieri. La generación del 27, Salazar y Barbieri han sido mis leitmotiv vitales. Y a partir de ahí, todo el género lírico, mi dedicación actual. Las cosas vinieron unidas una tras otras.

«Adolfo Salazar era un sabio que se había leído todo lo habido y por haber»

En el archivo de Salazar encontré cosas maravillosas. Un epistolario impresionante de cartas editado por Consuelo Carredano. Una biblioteca gigantesca en la que apenas encontré un libro que no hubiese sido leído por Salazar porque les añadía comentarios con una letra minúscula a lápiz. Este hombre era un sabio que se había leído todo lo habido y por haber. 

Yo entendí muy pronto que España tiene dos grandes riquezas musicales, una que es infinita, la religiosa y es que a partir del siglo XV-XVI-XVII-XVIII los músicos son creativos, pero a partir del XIX, en general, hacen músicas prácticas, muy poco creativas. En ese siglo comienza además Beethoven, Rossini, Meyerbeer, Verdi, Wagner, Debussy y la música religiosa, en general, permanece al margen de todo eso. La segunda gran riqueza, no hay duda es la música lírica. Nosotros somos el país que más música lírica ha producido. Hablo de número, no de calidad. Hemos producido más de 14.000 obras líricas: la tonadilla, la ópera y metiendo la zarzuela con todas las variantes del siglo XX. Nada se compara a eso. Lo mejor de nuestra España sucede en la lírica, porque nosotros no tenemos un Romanticismo donde el músico pueda vivir de la música instrumental. No tenemos infraestructura, no tenemos orquestas y no tenemos público, porque somos un país divertido, vividor, y nos divertimos oyendo, aunque sean payasadas, en los teatros, con libretos que no hay por dónde cogerlos, pero rodeados a veces de una música maravillosa, por ejemplo, ya me dirás tú cómo es el libreto de La Gran Vía, pero la música es totalmente genial y así tantas obras del género chico. Tenemos mucho que descubrir en nuestra lírica, porque está llena de joyas. Yo he estado analizando ahora La veda del amor de Vives de 1912, ¡increíble! Vives es uno de los 10 mejores compositores de España y está a la altura de Albéniz y de Granados. No me gusta compararlos, pero la altura de Vives total. Cuando estrena una obra, en todos los periódicos de Madrid y de Barcelona ves el comentario: “evidentemente Vives es distinto”. Es un musicazo tremendo, examina cuántas obras conoces de Vives, no creo que conozcas más de 4 ó 5; tiene más de 120. Lo mismo ocurre con tu amigo Manuel Fernández Caballero. Esto no puede ser. Y eso da trabajo para generaciones de musicólogos. 

«Nosotros somos el país que más música lírica ha producido, más de 14.000 obras»

«Somos un país muy divertido, muy vividor, y nos divertimos oyendo, aunque sean payasadas, en los teatros»

«Tenemos mucho que descubrir en nuestra lírica, porque está llena de joyas»

Para mí Daniel Bianco lo ha hecho muy bien en el Teatro de la Zarzuela, ha recuperado zarzuelas, y espero que la nueva directora, Isamay Benavente, no se asuste y que, junto a La revoltosa y La verbena de la Paloma, que cómo no, hay que seguir haciendo, que todos los años nos sorprenda al menos con un par de obras recuperadas, que las hay magníficas.

«Espero que la nueva directora del Teatro de la Zarzuela no se asuste y que todos los años nos sorprenda al menos con un par de obras recuperadas, que las hay magníficas»

«Estamos haciendo por fin una Historia de la zarzuela, entre 35 personas, en España y en América»

«Casi todo lo que estoy escribiendo no se si es bueno, pero es nuevo. No conocemos nuestra historia»

Y ahora te hago una última confesión, estamos haciendo por fin una Historia de la zarzuela, entre 35 personas, en España y en América. Yo tengo dos capítulos, estoy terminando el de la opereta en el siglo XX, así que empiezo en el año 1900 y yo lo termino en el 1936, los siguientes años los hace otro autor.  Son 176 operetas; yo, que he estudiado bastante, solo conocía 17. Casi todo lo que estoy escribiendo no se si es bueno, pero es nuevo. No conocemos nuestra historia.

«Se necesitan libros hechos por musicólogos» 

«Fernández Caballero es de los 15 más grandes, un genio total, a la altura de Barbieri y Gaztambide»

Mi segundo capítulo va desde la apertura del Teatro de la Zarzuela en 1856 hasta la llegada de Alfonso XII, con 483 obras de las que solo conocía unas 30. De todo lo que sucede ahí, que es muchísimo, no se conoce nada: qué sucede, quién estrena, qué éxito tiene, la economía del teatro, influencias, éxitos, fracasos, … Estamos en el año 2023 y no tenemos una historia de la zarzuela en la que se cuente todo o casi todo; va a ser un primer intento, porque habrá que hacer muchas más historias de la zarzuela ¿Cuántas historias hay de la literatura española? ¿y cuántas historias del arte? Pero no tenemos una historia de la zarzuela que supere los cuatro clásicos ya conocidos, como el de Antonio Peña y Goñi. Fíjate el campo que queda para la Musicología. Existen muchos músicos importantes sin una biografía digna: Gaztambide, Chueca, Oudrid, Lleó, Luna, Penella, Jiménez, Padilla, Tomás Barrera, Vives, los Valverde, Guerrero, Vert, Soutullo. Se necesitan libros hechos por musicólogos. Estoy esperando tu biografía sobre Fernández Caballero, que es de los 15 más grandes, un genio total, a la altura de Barbieri y Gaztambide.

«Estoy totalmente en contra de los añadidos en las ediciones de zarzuela, no hay que tocar el documento original, que es divino»

¿Qué opinión le merecen las adaptaciones de zarzuelas que han proliferado últimamente en los teatros y que cualquier parecido con la original es pura coincidencia o que tienen tantos añadidos que no permiten apreciar la obra en su naturaleza original? 

Yo estoy en contra. En el ICCMU solo hacíamos ediciones críticas. Ahora, si tú me preguntas por representación y no por ediciones críticas, si en una obra por ejemplo de Chapí se puede añadir otra romanza de Chapí, en eso soy laxo, pero con un orden y donde lógicamente no se toque el documento original, que es divino. Que la zarzuela dura muy poco y quieren añadir un par de romanzas de Chapí, en primer lugar, escógelas muy bien, pero eso jamás en una edición. Yo estoy totalmente en contra.

Te cuento una anécdota. Mi querido amigo Ramón Barce me contó que llevó al director ruso Ígor Markévich, que dirigía la Orquesta de Radio Televisión Española, junto con unos compañeros, unos preludios de zarzuela para que los “mejorase” (se ríe) y al cabo de un mes les dijo: “He analizado estos 23 preludios que me han dado, y tengo que decirles que no les sobran ni les faltan una nota y además son geniales, sería una vergüenza que alguien se atreviese a modificar estas obras, que gracias a ustedes he podido conocer porque son increíbles”. Claro, ¡cómo se va a mejorar el preludio de La revoltosa o de El bateo!

Emilio Casares

«Lo genial es infinitamente variado, gracias a Dios»

«La obra que más me gusta de Wagner es Tristán e Isolda, que está a la altura de La revoltosa, les decía a mis alumnos para provocarles»

Una curiosidad, ¿cuál es su zarzuela favorita?

Don Giovanni de Mozart (ríe). Aquí tengo la biografía que hicieron Peña y Goñi y Chapí sobre Gounod. Cuando Chapí paso un año en París, fue a verlo Peña y Goñi y pidieron audiencia a Gounod, en la que los españoles le preguntaron: “Maestro, ¿cuál cree usted que es la mejor ópera que se ha hecho en toda la historia?” y tras pensarlo contestó el maestro: “La que hizo Dios”. “¿Cómo la que hizo Dios?” se preguntaron sorprendidos, “Sí, Don Giovanni”. Bonito, ¿no? 

Pues mira yo te voy a contar una anécdota. A mí me gustaba mucho la enseñanza, lo pasaba muy bien; yo soy wagneriano, por tanto, cuanto tocaba Wagner había 15 días de clases sobre Wagner, y el siguiente tema era el género chico. Yo de cada época analizaba una ópera con partitura, compás por compás y la obra que analizábamos para ese tema era La revoltosa y yo les decía: lo genial es infinitamente variado, gracias a Dios. Parece ser que es genial el caviar de beluga, pero también lo era la tortilla de patata que hacía mi madre, y les añadía para provocarles, la obra que más me gusta de Wagner es Tristán e Isolda, que está a la altura de La revoltosa. Los alumnos se mondaban de risa. Cuando leo La revoltosa, en efecto, me parece una cosa increíble; a mí me vuelve loco Pan y toros, y hay como 20 zarzuelas que me encantan. ¿Que decir de La verbena de la Paloma? Me voy a Curro Vargas y me digo ¿pero qué es esto? y ¿cómo se puede superar El barberillo de Lavapiés? Tenemos muchas obras y muy geniales, y tu conoces las de tu maestro Fernández Caballero. Y esto tiene que cambiarlo vuestra generación. Luis Iberni me decía que lo que más le gustaría en la vida era dirigir el Teatro de la Zarzuela, que le iba a pegar un revolcón total. Pero no tuvo tiempo (el profesor Iberni falleció en 2007 a los 43 años de edad). 

Teatro lírico español, ópera española, zarzuela. En el siglo XIX hubo un encendido debate sobre el asunto de la ópera nacional española ¿cómo definiría usted “zarzuela”? ¿cree que es la ópera española? En su caso ¿qué la diferencia de ella?

Hay diferencias básicas, centrales. Barbieri definía zarzuela como un género nacido del pueblo, del terruño, del paisaje, donde se narran, para divertir (y lo subraya), los problemas del día, las cosas, las anécdotas. Es decir, Barbieri, como en la ópera comique acerca la zarzuela al pueblo llano, al día a día, a los problemas, y siempre con guiños cómicos y ligeros. Eso suena feo, porque yo no quiero pensar que es ligera la genialidad de La revoltosa de Chapí; cada cosa que se canta ahí es totalmente genial. En el Don Gionvanni de Mozart, cuando cantan “La ci darem la mano” es tan genial y sencilla, como si lo pudiera hacer cualquiera. ¿Qué es más genial, eso o el aria del catálogo de Leporello?

«La miga de la zarzuela es producir obras divertidas para el público, porque hay un consumo inmenso»

Por tanto, me haces una pregunta muy difícil. La miga de la zarzuela es producir obras divertidas para el público, porque hay un consumo inmenso. Cuando en los 90 (del siglo XIX) se cree que el género chico se ha pasado de moda, surge la zarzuela dramática o drama lirico, de 3 actos –Curro Vargas–. En ella se hace el tránsito a la ópera porque la ópera, que ha seguido haciéndose, surge con miras de creación de un teatro elitista, innovador, vanguardista, porque está inspirándose en Verdi, Wagner, Gounod, Puccini…, y tiene otras miras distintas y una estructura diferente: una inmensa orquesta, arias, grandes concertantes. Eso no funciona sistemáticamente en la zarzuela, a veces sí, porque en Jugar con fuego y todas las obras grandes de Barbieri o Gaztambide nos encontramos con zarzuelas que están al lado de la ópera. Pero es que la zarzuela es un mundo, es un continente donde hay muchos caminos distintos: género ínfimo, opereta, varietés, revista, comedia musical, que no se surgen con conciencia de generar obras maestras dirigidas a la élite, más bien todo lo contrario, lo que no impide que haciendo eso salgan obras maravillosas como La corte de faraón, que es una genialidad absoluta, porque la música, afortunadamente, como la comida, es inmensamente variada.

«En nuestra cultura, ópera y zarzuela son dos registros totalmente distintos»

«Nosotros en la ópera hacemos unos dramones terribles; Barbieri dice que en una zarzuela nunca puede haber un muerto, ahí la gente va a divertirse»

Cuando Bretón se pone a componer una ópera como Los amantes de Teruel sabe que está usando un registro totalmente distinto a cuando compone La verbena de la Paloma y ¿cuál es mejor? Pues no se puede contestar a eso porque son dos obras geniales. Yo tengo aquí las 80 cartas entre Bretón y una hija de Alfonso XII que se había casado con el Príncipe de Habsburgo en Munich, que es uno de los motivos por los Bretón lleva sus óperas a Viena y Praga, además de por ser buenas. En una carta del año 1894 le escribe Bretón: «Querida princesa, me ha sucedido algo muy curioso, acabo de estrenar una obrita, que se llama La verbena de la Paloma, y no sabe usted el éxito que ha tenido, me va a hacer rico, se hace en todas partes, así que perdone que le haga esta confesión, trabaje usted 2 años para componer una obra como Los amantes, y será imposible casi que la estrene, cuando los del Real vayan a oírla se taparán la nariz por no decirle los oídos, y componga usted un divertimento como este y, enorme éxito. Vea lo injusta que es la vida». Bretón está desesperado porque cada vez que compone una ópera le es complicadísimo que se la estrenen sin embargo ha hecho esta locura genial, dice “una obrita” (ríe). En nuestra cultura, ópera y zarzuela son dos registros totalmente distintos. Nosotros en la ópera casi nunca hacemos óperas cómicas, hacemos unos dramones terribles; y Barbieri dice que en una zarzuela nunca puede haber un muerto, ahí la gente va a divertirse. 

«Yo no tengo ningún interés en que hagan zarzuelas nuevas ¡Hay tantas por rescatar!, pero si lo hacen, tienen que seguir los códigos de los 300 años de zarzuela, que son unos códigos claros, y si no los sigues, haces otra cosa, muy respetable, pero no es una zarzuela»

La historia de la zarzuela siempre ha ido ligada a la Historia de España y ha evolucionado con los cambios de la sociedad del momento y circunstancias políticas y económicas ¿cree tiene sentido componer zarzuela hoy día? 

Es un tema delicado. En algunas zarzuelas actuales no se está usando el lenguaje que reclama una obra que se dirige al pueblo llano y eso para mi es un problema. Sin embargo, esa obra nueva que han hecho ahora, Trato de favor, tengo que confesarte que me ha divertido. Pero tengo que confesarte también que abandoné todo tipo de prevención cundo fui a verla. Boris Izaguirre se muestra agudo, haciendo burla de todo. Entenderás que mezclar a Isabel la Católica con Isabel Preysler tiene su miga. Pero también el compositor, Lucas Vidal, que es un gran músico de cine supo adornar la obra dentro del espíritu de la vieja zarzuela, es decir agradando, con varias romanzas de interés e incuso con guiños al chotis. No he respondido del todo a su pregunta. Yo no tengo ningún interés en que hagan zarzuelas nuevas (ríe). ¡Hay tantas por rescatar!, pero si lo hacen, tienen que seguir los códigos de los 300 años de zarzuela, que son unos códigos claros, –y por supuesto entiendo que pueden evolucionar–; pero si no los sigues, haces otra cosa, muy respetable, pero no es una zarzuela.

«No me retiraré»

Usted es Académico Correspondiente de las Academias de Bellas Artes de San Fernando y de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y es poseedor de innumerables reconocimientos, el último de ellos, su nombramiento como Socio de Honor de la Asociación de Licenciados y Doctores en Estados Unidos (ALDEEU), acto que tendrá lugar el 19 de julio en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo dentro del 42 Congreso Internacional de ALDEEU, donde además impartirá una charla titulada “Pensando en España. Miradas a la zarzuela”. ¿De verdad está usted jubilado? ¿Sigue pensando en retirarse en la ciudad de Roma?

(Ríe) Ay no, ya no, ya el cuerpo no me lo permite, pero no me retiraré, porque ni puedo ni lo necesito.

Acaba de inaugurar una increíble exposición sobre el mundo de la zarzuela en el Museo Nacional del Teatro en Almagro que después irá a Madrid ¿en qué consiste? 

Me pidió el Ministerio, dentro de la lucha por reconocer la zarzuela, que realizara una exposición de toda la historia de la zarzuela, que he titulado “La zarzuela patrimonio de la hispanidad. Crónica cantada de nuestra vida”. Yo le dije al Ministerio que era una exposición muy difícil, porque tendría que ser gigantesca. Cuando comencé a prepararla me salían 482 objetos, cuando una exposición normal tiene unos 100. Me fueron pidiendo que retirara cosas, hasta que la dejé solo 165. Cada cosa que yo quitaba me producía dolor, porque hay una documentación inmensa. La zarzuela ha generado una riqueza iconográfica inmensa: objetos, fotografías, grabados, dibujos, pinturas, vestidos, etc. Pero quise aprovechar la exposición para escribir una breve historia de la zarzuela en un catálogo muy cuidado con trece capítulos y muy cuidada iconografía. Han colaborado grandes especialistas que han redactado un libro para el gran publico. He hecho un catálogo muy hermoso porque se ha cuidado al extremo. Se trata por tanto de una exposición pedagógica, diseñada por Enrique Bonet, el mismo que ya hizo conmigo la maravillosa Barbieri. Música, fuego y diamantes para la Biblioteca Nacional en 2017. 

Hay una propuesta para que todo el mundo salga entretenido y conociendo lo que es la zarzuela. Está todo muy bien narrado, con textos muy gratos visualmente y está enriquecido de frases geniales sobre la zarzuela, de Galdós, Pardo Bazán, Rubén Darío, Nietzsche, de Saint-Saëns, Valera, Marañón. La base de la exposición son los fondos del Museo Nacional del Teatro de Almagro. En noviembre del 2024 vendrá a Madrid.

Emilio Casares
  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp

Compartir

<< volver

Búsqueda en los contenidos de la web

Buscador

Newsletter

Darse alta y baja en el boletín electrónico