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Crítica: Enrico Onofri dirige 'L'isola disabitata' de Haydn con la Orquesta Barroca de Sevilla

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Autor: José Amador Morales
7 de mayo de 2018

La isla de Haydn

   José Amador Morales
Sevilla. Teatro Lope de Vega. 2-V-2018. Joseph Haydn: L’isola disabitata. Roberta Mameli (Costanza), Silvia Frigato (Sylvia), Víctor Sordo (Gernando), Fulvio Bettini (Enrico). Orquesta Barroca de Sevilla. Enrico Onofri, dirección musical. Versión en concierto.

    Resulta hasta cierto punto sorprendente el hecho por el que un libreto como el de L’isola disabitata del célebre Metastasio, de trama tan inconsistente y con tan escasos momentos dramáticos de entidad, fuese tan reclamado por compositores como Giuseppe Bonno (Madrid, 1753), Niccolò Jommelli (Ludwigsburg, 1761) o Tommaso Traetta (Padua, 1765). Encargado a instancia del gran Farinelli para la corte de Aranjuez, la ausencia de un teatro adecuado motivó la simplicidad de componentes, convirtiéndolo de facto en una ópera de cámara.

   Cuando Joseph Haydn compone música sobre este libreto en 1779 para la corte Estérhazy nos encontramos en pleno desarrollo del nuevo estilo clásico surgido tras la crisis de la ópera seria, el progresivo éxito de la bufa, la reforma de Gluck y esa suerte de síntesis entre el estilo galante y los celebrados efectos del llamado Sturm und Drang. Además, el compositor vienés para esa fecha ya ha desarrollado una imponente carrera y atesora unos resortes compositivos que le llevarán a ser considerado junto a Mozart el máximo exponente de la música de su tiempo. Musicalmente su versión de L’isola disabitata se ajusta a la perfección a los criterios de simplicidad del nuevo estilo, evitando superficiales ornamentaciones, desarrollando el recitativo acompañado (es muy significativo que la primera aria se sitúe bien avanzada la ópera), suprimiendo repeticiones y, en definitiva, realzando los valores expresivos de la melodía en sí y de la riqueza tímbrica (recordemos que Haydn tenía a su disposición una orquesta de reconocido prestigio). No obstante, a nivel global la ópera adolece de cierta irregularidad en el desarrollo dramático y, salvo ciertos momentos como la obertura y el amplio finale (con esa suerte de concerto grosso con voces), no se encuentra entre lo más logrado de Haydn quien, por otra parte, tampoco fue en el terreno operístico donde obtuvo su mayor reconocimiento (al contrario que su admirado Mozart, cuyo talento teatral es esencial hasta cuando no compone para la escena).

   La Orquesta Barroca de Sevilla culminaba su actual temporada con esta competente lectura de la ópera de Haydn ofrecida en sendas versiones concertantes. Dirigida por Enrico Onofri, un habitual invitado del conjunto sevillano, su ejecución rezumó frescura, vitalidad y, sobre todo, un sonido limpio y equilibrado dentro de cierta sobriedad. Entre los cantantes destacaron la Sylvia encantadora y muy comunicativa de Silvia Frigato, comodísima en este rol, la expresiva Costanza de Roberta Mameli y el idiomático y elegante Ernico de Fulvio Bettini. No obstante, la pretendida musicalidad del Gernando de Víctor Sordo no compensó una emisión sin apoyo y de resonancia nasal.

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