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Crítica:  El Ensemble de la Orquesta Ciudad de Granada y Nacho de Paz en Granada

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Autor: José Antonio Cantón
15 de julio de 2025

Crítica de José Antonio Cantón del concierto del Ensemble de la Orquesta Ciudad de Granada y Nacho de Paz en Granada

Ensemble de la Orquesta Ciudad de Granada y Nacho de Paz en Granada

 Acrisolado arte instrumental de José García Román


Por José Antonio Cantón
Granada, 13-VII-2025. Crucero del Hospital Real. LXXIV Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Ensemble de la Orquesta Ciudad de Granada. Solistas: Annette Schönmüller (mezzosoprano), Lluïsa Espigolé (piano) y Daniela Iolkicheva (arpa). Director: Nacho de Paz. Obras de Luciano Berio, Pierre Boulez, José García Román, Francisco Guerrero Marín, Maurice Ravel e Ígor Stravinski.

    Dos motivos han determinado el programa que el Festival ha organizado contando con la participación del bien conjuntado Ensemble de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG): por un lado, los aniversarios de tres compositores esenciales del siglo XX como fueron los franceses Maurice Ravel y Pierre Boulez, y el italiano Luciano Berio, y la presentación de obras pertenecientes a dos de los más destacados discípulos de Juan Alfonso García, Francisco Guerreo Marín (1951-1997) y José García Román (1945), este último presente en el concierto, del que se hacía el estreno absoluto de su composición Camino blanco y sin término para flauta, clarinete, dos percusionistas y cuarteto de cuerda, hecho que ha suscitado una gran expectación entre los aficionados a la música del maestro granadino y público en general, que llenaba el aforo del recinto hospitalario fundado a principios del siglo XVI por los Reyes Católicos, actualmente sede del Rectorado de la Universidad de Granada.

   Como maestro de presentación de tal propósito, Stravinski abrió la matiné con sus Tres canciones de William Shakespeare con la participación de la cantante bávara Annette Schönmüller, que con su voz de mezzosoprano supo adentrarse en las inquietudes canoras que rondaban la inspiración del compositor ruso en 1953, año de su composición, de manera especial la segunda, Full fadom five, con la que quedó patente su adecuada impregnación del leguaje serialista empleado por el autor. Desafortunadamente no pudimos escuchar a Schönmüller en la obra capital que cerraba el programa, Folks Songs de Luciano Berio, por una repentina e insuperable reacción alérgica al polen.

    La brillante intervención de la pianista barcelonesa Lluïsa Espigolé en los Seis bises de Berio y las Doce notaciones de Boulez determinaban un contraste en la disposición del contenido del programa. Su capacidad para experimentar le facilitó  emprender la interpretación partida de ambas colecciones dotándolas de un particular sentido unitario que justificaba la idea, sabiendo dejar lugar a la rabiosa vanguardia que aún perdura en el Concierto de cámara que Francisco Guerrero compuso en 1977, expuesto con una sustancial y precisa lectura del maestro asturiano Nacho de Paz, que le servía para extraer el naturalmente impactante y agresivo modelo de hacer música del compositor linarense, destacando del quinteto instrumental el flauta Manuel Alejandro Recena y el clarinetista Israel Matesanz, entre variados aspectos, por el cuido que manifestaron en la desnaturalización del sonido de sus respectivos instrumentos generando un efecto sonoro próximo al frullato, también denominado percusión de boca, que venía a distinguirse con sustancial diferenciación de la suavidad mantenida por el cuarteto de cuerda, complementariedad que enriquecía la sensación musical en el oyente. 

   Otro momento estelar del concierto fue la mágica creación musical titulada Introducción y allegro en sol bemol mayor, M.46 de Maurice Ravel en la que marcó distinción la arpista búlgara Daniela Iolkicheva, afincada en la ciudad hispalense desde el año 1991 cuando accedió al puesto de solista titular de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Su destacada misión solística funcionó como catalizador de una obra de elegante tendencia impresionista en su primera parte y de trascendente interacción temática entre los siete instrumentos que integran su organización sonora, destacando el cuarteto de cuerda de los primeros atriles de la OCG con un particular empaste entre sus componentes; Peter Biely y Birgit Kolar al violín, la violista Hanna Nisonen y con el violonchelo, Arnaud Dupont, que se dejaron llevar por la sugestividad raveliana implementados por sus dos compañeros de viento antes mencionados y por el sustancial impulso y guía de la arpista convertida en una proyección natural de las indicaciones de Nacho de Paz que, desde su expresivo a la vez que expeditivo gesto, supo alambicar el genial resultado musical de conjunto.

   Con un respeto casi reverencial, el director se dispuso al estreno de Camino blanco y sin término de José García Román, un tríptico para ocho instrumentistas en el que la percusión tiene una función preeminente, de ahí que lleguen a ser dos los sets que ocupan esta amplia y variada sección, conteniendo en total hasta casi una quincena de elementos. Tan amplia batería facilitaba al oyente entrar de lleno en la genuina voz personal del compositor como la que ofrece el primer número, Desnudo y vacío el corazón, concebido desde un cromatismo que hace más evocador el poema de León Felipe en el que está emocionalmente inspirado. En el segundo, Nieve altanera, basado en el poemario Revolución de la misma pluma, el compositor se adentra en una especie de sutil reproche sonoro derivado del pensamiento poético del gran rapsoda castellano, generando una rica variedad de timbres cristalinos que juega un papel determinante en la estructura de la obra como centro de gravedad de su naturaleza tripartita, para terminar sus poco más de una docena de minutos de duración total con la última afirmación musical que contiene el movimiento titulado El bordón solo, significativa página de la que deviene el título dado a este tríptico, dando sentido a esa esencialidad musical de serena vanguardia que con singular maestría sabe extraer García Román de la poesía entendida como vehículo de belleza en el que la palabra adquiere y justifica su más alta razón de ser. Los percusionistas Noelia Arco y Jaume Esteve se plegaron con atenta eficacia a la dirección de Nacho de Paz, fiel traductor de las múltiples exigencias de esta obra que entra con sólida distinción en el mejor repertorio de este insigne compositor granadino. 

   La dirección artística del Festival ha sabido orientar el pretexto de este programa al poner el foco de atención en las inquietudes poéticas que han venido complementando la significación de la pureza musical de manera especial desde que el romanticismo literario fue ocupando con irreversible determinación su propio y particular espacio formal.

Foto: Fermín Rodríguez

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