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ANN HALLENBERG, mezzosoprano: 'El Romanticismo necesita deshacerse de algunas tradiciones para pervivir'

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Autor: Alejandro Martínez
1 de mayo de 2015
Foto: Laziz Hamani

ANN HALLENBERG, mezzosoprano:
“El Romanticismo necesita deshacerse de algunas tradiciones para pervivir”


Una entrevista de Alejandro Martínez

Se encuentra ahora mismo trabajando en su nuevo CD dedicado a obras de Marchesi. ¿Qué nos puede contar de este disco? Imagino que detrás ha habido mucho trabajo de investigación.

   El proyecto Marchesi comprender la grabación de una serie de arias escritas para uno de los más grandes castrati, el propio Luigi Marchesi. La investigación ha corrido a cargo del musicólogo Stefano Aresi, y él me ha guiado también durante la grabación, buscando aproximarnos al estilo de Marchesi, su fraseo y su particular vocalidad. Lo más interesante es la ornamentación y las cadencias, a cargo del propio Marchesi y a menudo escritas por él en los manuscritos mismos. Es muy interesante comprobar esto porque cambia nuestro punto de vista sobre la ornamentación y cómo se interpretaba.

¿Podría recapitular sus orígenes y sus comienzos en el mundo de la música?

   Empecé realmente pronto a cantar en un coro y empecé a tomar lecciones de canto con catorce años. Después estudié formalmente en la Royal Academy of Opera de Estocolmo, donde hice mi debut en 1993.

De alguna manera se ha ido especializando poco a poco en un repertorio muy concreto. ¿La especialización abre o cierra puertas?

   No me gustaría especializarme demasiado. Es cierto que el barroco y las coloraturas para castrato se ajustan bien a mi voz y me gustaría cantar esta música tanto tiempo como pueda, pero también Brahms o Mahler se ajustan a mi instrumento. No me gustaría quedar encasillada. Cantaré todo lo que vaya bien a mi voz e intento hacerlo siempre lo mejor posible, confiando en que los espectadores puedan apreciarlo. Cantar siempre lo mismo es muy aburrido.

Durante las últimas décadas el revival de la música antigua y el barroco ha sido espectacular. Usted lo ha vivido desde una posición privilegiada. ¿Cómo se lo explica y hacia donde creer que evoluciona ahora el fenómeno?

   Es complicado explicar todo el proceso, simplemente me alegra que haya sucedido. Y creo que la música antigua está también ya en la senda hacia un revival semejante, volviendo al manuscrito original para mirarlo y preguntarnos qué es lo que realmente quiere decir. Creo que la música romántica necesita también hacer esto y deshacerse de viejas tradiciones interpretativas si quiere sobrevivir.

En ese revival, ¿qué papel ha jugado el encuentro entre el Regietheater y el barroco?

   Personalmente me gusta el Regietheater. Creo que es importante mostrar a los espectadores de hoy en día sentimientos reales y no sólo gestos importados en vestidos bonitos. Lo que no puedo entender es por qué en el momento en el que se decide hacer una producción “tradicional”, la mayor parte de la ocasiones se descarta cualquier posibilidad de acudir al realismo y a la psicología. ¡Como si gentes con un vestuario histórico no pudieran amar, vivir u odiar! Creo que tendríamos que ser capaces de combinar ambos extremos.

Cecilia Bartoli y usted nacieron casi en el mismo año (1966 y 1967). Han llevado trayectorias paralelas pero muy distintas. Usted de hecho la reemplazó en 2003 en Zúrich en Il Trionfo del Tempo e del Disinganno. Descartando cualquier rivalidad, ¿mantienen una comunicación frecuente? ¿Hay una admiración mutua?

   Conocí tan sólo en una ocasión a Cecilia Bartoli, precisamente cuando fui su cover en Zurich. Nos encontramos al día siguiente de esa representación; ella se encontraba ya algo mejor pero necesitaba seguir descansando. Las mezzosopranos rara vez nos encontramos en la vida real, porque habitualmente sólo se necesita una para cualquier concierto o representación. Y debo decir que la rivalidad es algo muy raro, casi diría que un artificio de los medios y algo que los fans intentan a veces establecer. Lo cierto es que todos somos colegas en una profesión difícil y nos necesitamos los unos a los otros como amigos.

Usted aprecia mucho su vida personal y familiar, ¿cómo se concilia con una vida tan cargada de compromisos y viajes frecuentes?

   ¡Escogí al marido correcto! (risas)

De su amplio repertorio, ¿Qué le ha deparado las mayores alegrías? ¿Qué ha supuesto un mayor reto? Y ¿qué papel todavía no ha cantado y desea interpretar?

   Es imposible responder a estas preguntas, si soy sincera. He tenido la fortuna de cantar muchas cosas apasionantes, pero tengo la certeza de que hay una cantidad inimaginable de música maravillosa durmiendo en bibliotecas y archivos, sin que nadie se atreva a rescatarlas. Lo cierto, por desgracia, es que si no interpretas música de Mozart, Vivaldi o Verdi estás corriendo un elevado riesgo económico porque la respuesta del público es imprevisible.

Además de la ópera, tanto conciertos como oratorios, etc. ocupan una parte importante de su trayectoria.

   Adoro la ópera y lo cierto es que empecé mi carrera con la ópera. Amo su magia y ese contacto casi tangible con el público. Pero la ópera es algo muy, muy difícil y las representaciones en concierto tienen otras ventajas. Me gustaría también interpretar más lied para estar cada vez más cerca de mi público.

Ha trabajado con todos los grandes directores dedicados a este repertorio Biondi, Zedda, Curtis, Rousset, Haïm, Banzo, McCreesh, Gardiner, Minasi, Aresi… ¿Guarda un recuerdo especial de su trabajo con alguno de ellos?

   He trabajo con muchos y no pocos de ellos se han convertido también en buenos amigos. Creo que ese es el mejor hallazgo y por eso me alegra tanto que me honren invitándome una y otra vez a trabajar con ellos de nuevo.

Suecia es un país con grandes solistas a día de hoy, usted misma, Nina Stemme, Iréne Theorin, Anna Larsson… Nilsson y Björling en el pasado, entre otros. ¿Qué importancia tiene a día de hoy la ópera en su país? ¿Actúa usted allí frecuentemente?

   Suecia tiene todavía hoy muy buenos cantantes y una muy buena educación musical para los jóvenes. Desafortunadamente las oportunidades para ellos en casa, digamos, son muy escasas y la mayor parte empiezan su carrera fuera de allí. Yo canto en Suecia quizá una o dos veces al año, no mucho. Pero a cambio eso significa que estoy libre cada vez que vuelvo a casa.

¿Se ha dedicado a la docencia? Y si es así, ¿cómo valora su experiencia?

   Se que debería empezar a dedicarme a la enseñanza y de hecho me gustaría hacerlo. Pero al mismo tiempo tengo miedo de la gran responsabilidad que supone tomar las riendas de un joven cantante. Se por mi propia experiencia con qué facilidad una simplemente palabra puede ponerte en la dirección equivocada y causarte problemas que lleve años arreglar. Pero sí, empezaré pronto con la enseñanza…

¿Cuáles son sus próximos proyectos discográficos?

   Tengo un par de proyectos más para grabar en estudio: el Imeneo de Handel, en al versión de Dublin con Fabio Biondi, y una mezcla un tanto salvaje de todo lo que he venido cantando, desde Telemann a Mahler. Mi piano está siempre lleno de música para estudiar. Soy afortunada.

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