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Crítica: Yves Abel dirige a FLórez y Ciofi en 'La fille du régiment' del Covent Garden de Londres

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Autor: Alejandro Martínez
15 de marzo de 2014

EL MEJOR FLÓREZ

Por Alejandro Martínez

12/03/2014. Londres. ROH Covent Garden. Donizetti: La fille du régiment. Patrizia Ciofi, Juan Diego Flórez, Pietro Spagnoli, Ewa Podles, Kiri Te Kanawa y otros. Yves Abel, dir. musical. Laurent Pelly, dir. de escena.

    Cuando Juan Diego Flórez pasó de ser un desconocido a ser el primer tenor ligero de la última década, lo hizo inundando los oídos de miles de aficionados con su despampanante facilidad para atacar los manidos nueve do de pecho de la escena de Tonio en La fille du régiment (Ah, mes amis… Pour mon âme), como nadie lo había vuelto a hacer desde Kraus y Pavarotti. Congratula, pues, escuchar todavía hoy a Flórez recrear la página con la idéntica e insultante naturalidad que antaño, intercalando incluso un re bemol (en "Elle m'aime"), cuando sin embargo ha pasado ya un tiempo, con el consiguiente desarrollo de su voz y de su repertorio. Hace apenas unos días se publicaba su último CD, dedicado a páginas del repertorio romántico francés, más propias de un tenor lírico que de un ligero propiamente dicho. Lo cierto es que la voz de Flórez quizá no haya evolucionado tanto como su mercadotecnia pretende hacernos ver. Sigue siendo la de un ligero puro y duro, con sobreagudo fácil (quizá menos insultante), con un centro seguramente más nutrido, pero con la misma materia prima al fin y al cabo. Flórez es un ligero con un buen gusto irreprochable, con una técnica aseadísima y, he ahí su mayor hándicap, con limitaciones dramáticas importantes, como ya hiciéramos ver al hilo de su reciente Elvino en el Liceo. Resulta elocuente que cuando más convenza y seduzca sea en la piel de un papel tan naïf e ingenuo como el de Tonio, más o menos en la línea de un Nemorino. No diremos que Flórez sea incapaz de acometer otras partes más dramáticas, pero lo cierto es que su repertorio natural está en este tipo de partes donde se le pide más simpatía que drama. Sea como fuere, cuando Flórez luce todavía hoy sus mejores facultades es delineando el sentido Pour me rapprocher de Marie, coronado con un Re bemol más corto que en sus mejores días. A cambio, depuradísimo control de la emisión, dibujo impecable de la línea, fraseo acariciador. Un gusto para los oídos, con esa media voz aquilatada. Ojalá encuentre Flórez la forma de seguir estando en lo más alto sin perder sus facultades naturales y su desenvoltura técnica al tiempo que amplia su repertorio hacia donde apunta su último CD. No es tarea fácil. Pero si consiguió dejar de ser un tenorino para ser un gran tenor ligero, ¿por qué no iba a lograrlo?

   Patrizia Ciofi le dio la réplica con una Marie desatada, un punto histriónica, devorando el escenario desde su primera aparición, infatigable, como en una perpetua escena de la locura. Vocalmente, lo cierto es que se muestra cada vez más solvente en los pasajes de canto expositivo ("Il faut partir" y "Par le rang et par l'opulence") que en los de desempeño más virtuoso ("Salut à la france"), donde originalmente deslumbraba. El exigente repertorio de ligera pasa inevitablemente factura a estas voces, con el consabido deterioro del tercio sobreagudo y una inevitable irregularidad en la coloratura. Ciofi mantiene no obstante muchas facultades en forma para lograr epatar todavía hoy con un rol que había cantado ya con Flórez, en 2005. Diez años después, los dos siguen siendo capaces de servir a este título con logradas cotas de belcanto, como dejaron claro en una última escena rematada con derroche de medios y entrega.

   Impecable el resto del reparto, destacando Spagnoli y Podles, intachables en sus roles. Kiri Te Kanawa celebraba su setenta cumpleaños apareciendo como la duquesa de Crackentorp. La soprano neozelandesa debutó en el Covent Garden allá por mayo de 1971, siendo una desconocida muchacha flor en un Parsifal protagonizado por Vickers, y firma de hecho su retirada oficial con estas apariciones en esta Fille du régiment. Lo cierto es que no logra Te Kanawa resultar convincente y natural en su faceta cómica con el rol de la duquesa, antojándose a menudo forzada en su empeño.

   La producción de Laurent Pelly, ya paseada por varios teatros (estuvo en el Liceo en 2010) y editada en DVD, es sin duda uno de sus mejores trabajos. De hecho, salvo por su ideal Cendrillon, Pelly no se ha superado a sí mismo hasta la fecha. La producción, pensada en su día para mayor lucimiento de Natalie Dessay, lo tiene todo: desde una escenografía llamativa y original hasta una dirección de actores imaginativa y variada. Se presta además a todos los juegos, bromas y desarrollos cómicos que anidan en el libreto. En suma, una propuesta ideal, que por cierto podrá verse el próximo otoño en el Teatro Real de Madrid.

   En el foso del Covent Garden, Yves Abel firmó una dirección por lo general irreprochable, logrando un sonido compacto y aseado de una orquesta a menudo irregular, capaz igualmente de lo mejor como de lo más rutinario. La tentación de una lectura rutinaria de una partitura a veces demasiado simple estaba ahí, pero Abel supo ir más allá disponiendo una lectura profesional y muy viva.

Foto: Catherine Ashmore

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