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Libro: «Las óperas de juventud de Ruperto Chapí» de Francisco Manuel López Gómez

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
13 de agosto de 2022

Editorial Alpuerto publica el libro Las óperas de juventud de Ruperto Chapí de Francisco Manuel López Gómez

Las óperas de juventud de Ruperto Chapí

Las óperas de juventud de Chapí

Por Albert Ferrer Flamarich
Las óperas de juventud de Ruperto Chapí. Francisco Manuel López Gómez. Editorial Alpuerto. Madrid, 2022 (330 págs.). IBSN: 978-84-381-0528-3

   Editorial Alpuerto es uno de los sellos musicales españoles que, con una trayectoria longeva, sigue sumando títulos a un catálogo referencial para investigadores y especialistas, tanto por la diversidad de temas como por la actualidad de las perspectivas sobre los mismos que incluyen formatos que van desde los festschrifts hasta tesis doctorales, así como otros tipos de publicaciones. En esta línea, acaba de comercializar una densísima monografía a cargo del profesor universitario Francisco Manuel López Gómez (de quien no se indica ni lugar ni año de nacimiento en el resumen curricular de la solapa de la portada) sobre las cuatro primeras óperas de Ruperto Chapí: Las naves de Cortés (1873-74), La hija de Jefté (1874), La muerte de Garcilaso (1876) y Roger de Flor (1877-78), compuestas durante su etapa del pensionado. Esto entronca con uno de sus principales ámbitos de estudio como es el análisis, contextualización y edición del repertorio español del siglo XIX. Un tema que, focalizado en la creación de la ópera nacional española, aparece bien sistematizado y condensado en los dos capítulos iniciales y en el último, además de bien entrelazado en los cuatro dedicados a cada una de las citadas óperas. De este modo viene a desarrollar meritoriamente lo que Luis G. Iberni (1964-2007) deslindó con más incisos de prensa que sustancia musical; a su vez que palia una de las pocas lagunas en la todavía referencial monografía sobre el compositor alicantino (ICCMU, 1995) que elaborara el musicólogo aragonés. 

   Desde esta perspectiva, la labor de López Gómez es incontestable: su principal interés se fundamenta en el amplísimo análisis formal de las óperas número a número desgranado los procedimientos técnicos, los motivos emblemáticos, los topoi estilísticos y localizando pasajes homólogos en óperas de Meyerbeer, Gounod, Bellini, Verdi y Wagner. A su vez corrobora lo que se percibe en títulos chapinianos de zarzuela y del Género chico de las décadas de 1880 y 1890: el influjo de recursos compositivos europeos sin adscripción a ninguna escuela concreta más allá de la funcionalidad dramatúrgica. En cada caso, la descripción musical viene precedida por un resumen argumental y un contexto temático de perfil histórico, aunque se echa de menos un poco más de reflexión sobre los personajes y una digresión más amplia sobre el eco obtenido en la prensa. Algo que solaparía lo sí incluido por Iberni pero que, en parte, esa es su finalidad: ofrecer el estudio más completo sobre la cuestión. Naturalmente se trata de un libro dirigido a musicólogos y músicos: una demostración de análisis musical cuya disección responde a una de esas fórmulas académicas de las que profesores universitarios y académicos suelen sentirse orgullosos por su adecuación formal pero que, a efectos prácticos, resulta inaccesible para el melómano común –con la salvedad de los párrafos de corte histórico-. 

   En consecuencia adentrase en él exige un ritmo de lectura comedido, conocimientos de harmonía y la obligatoria consulta de las partituras puesto que el repertorio trabajado no cuenta con grabaciones, si bien es cierto que en youtube puede localizarse una producción ofrecida en Toledo y en Turquía de La muerte de Garcilaso en 2009 y la obertura de Roger de Flor que comercializó la discográfica Columna Música en 2007, a partir de una toma sonora más voluntariosa que competente de la desaparecida Orquestra de l’Acadèmia del Gran Teatre del Liceu, bajo la batuta de Guerassim Voronkov. Un disco que, por cierto, incluye la primera grabación mundial de la Sinfonía en Re menor del mismo compositor, a pesar de que Naxos se atribuyese dicho mérito en la grabación –muy superior artísticamente, sin lugar a dudas- de José Ramón Encinar al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. 

   En otro orden de aspectos, ya que lógicamente se basa en la partitura de la que ofrece numerosos extractos a modo de ilustración a partir de las reducciones para piano, López Gómez debería haber apuntado la extensión de la tesitura de cada rol y la tipología susceptible para cada cuerda, al margen de la generalidad de tratarse de una escritura para tenor, soprano, barítono, etc. Como corresponde al buen rigor metodológico, los anexos complementan los ejes principales del libro y aportan documentos de época muy oportunos -algunos ya conocidos- y bien trabajados que son otro testimonio de un proceso cuya envergadura superó lo meramente artístico como prueba la propuesta para la financiación lírico-teatral de 1869 presentada al Congreso de los Diputados. Igualmente, el autor ha incluido distintos listados que refuerzan la base documental: uno con las obras basadas en Hernán Cortés durante los siglos XVIII y XIX; otro con los títulos operísticos representados en el Teatro Real que evidencia la anémica apuesta por la ópera española; y un par más con los títulos de los libretos operísticos presentados en 1873 y 1875 para los respectivos concursos organizados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; así como artículos y reseñas de prensa. No obstante, el anexo con el leitmotiv –y sus variantes- de Roger de Flor queda desubicado: convendría que hubiera aparecido en el mismo capítulo de la ópera enlazando con el análisis formal para no romper la lógica argumentativa y evitar que el lector se vea obligado a buscarlo al final del volumen. No se trata de una información secundaria. 

   En resumen y dejando al lado las leves contrariedades manifestadas, hay que celebrar el libro con entusiasmo por la demostración de competencia musicológica autóctona y por la dignificación académica del patrimonio español. Eso sí, Alpuerto debería volver a la elegante y austera tipografía de sus ediciones anteriores más recientes: la presente es legible pero demasiado gruesa, salvo en los extractos de partitura que se mantienen claros y bien perfilados.  

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