
Crítica de David Santana del concierto ofrecido por el Grupo Enigma en el Auditorio de Zaragoza
30 años del Grupo Enigma
Por David Santana
Zaragoza. 26-I-2025. Auditorio de Zaragoza Princesa Leonor. 45º Ciclo de Introducción a la música. Grupo Enigma. Tres movimientos perpetuos, de F. Poulenc; Quinteto de J.J. Olives; Noneto, op. 38, de L. Farrenc y Sinfonía en re menor (versión para noneto) de Juan Crisóstomo de Arriaga.
El año pasado celebrábamos el 30º aniversario del Auditorio de Zaragoza. En este 2025, por tanto, se cumplen treinta años de que naciera uno de los primeros “grupos residentes” de dicho Auditorio, a cargo del Ayuntamiento de Zaragoza.
Fernando Gómez, flautista del Grupo Enigma nos explicó de una forma un tanto espontánea las idas y venidas del conjunto a lo largo de estas tres últimas décadas. Del discurso me quedo con una de las ideas con la que Juan José Olives fundó el grupo: la difusión de repertorios poco habituales en las salas de concierto. El repertorio seleccionado para esta mañana de domingo no podría estar mejor escogido para transmitir esta idea fundacional. Tenemos dos obras españolas, una de ellas de música contemporánea (el Quinteto del propio Juan José Olives) y una obra de una compositora poco conocida: Noneto, op. 38 de Louise Farrenc.
La agrupación de noneto es tan peculiar como extraordinaria para poder deleitarse con los timbres, cualidad del sonido que explotarán los impresionistas franceses como Poulenc. Sus Tres movimientos perpetuos nos muestran la belleza de esos registros de mixtura que fusionan los timbres de los instrumentos como si de un órgano se tratara. Claro que no es lo mismo apretar una tecla, que coordinar a nueve músicos. Sin embargo, la extrema precisión de los integrantes del Grupo Enigma nos permitió disfrutar de estos sonidos tan característicos de la música francesa de principios del siglo XX. En este aspecto me encandiló completamente el sonido de la trompa de Jesús Díez, quien sustituyó en este concierto al trompista habitual de la formación Amadeo Catalá. Díez a sus 23 años mostró un absoluto dominio de las dinámicas, un timbre dulce y equilibrado, un picado suave, y gran musicalidad. Encajó especialmente bien con el sonido del fagot de Carlos Tarancón, también perfecto en cuanto a timbre con un registro que no siempre es fácil igualar en su instrumento.
En el último de estos Tres movimientos perpetuos, fue muy importante el papel de los graves: violonchelo y contrabajo, manteniendo ese ritmo constante que da nombre a la obra.
El Quinteto de Juan José Olives no ha envejecido bien, lo que no quita que estuviese correctamente interpretado. No es una obra que hoy en día pueda suscitar interés en el público, más allá de rendir un merecido homenaje al maestro.
El Scherzo del Noneto de Farrenc es divertido. De nuevo volvió a destacar la trompa y también el fraseo de Víctor Parra, que estuvo en esta velada especialmente cantarín con su instrumento asumiendo claramente un rol solista que el violinista sabe ejercer muy bien.
Del Adagio del segundo de los dos movimientos que conforman la pieza de Farrenc me gustaría destacar, de nuevo, el papel de las cuerdas graves. Esta vez por su capacidad para crear un fondo voluminoso y repleto de armónicos que crea la ilusión de hallarse ante una formación mucho más grande o quizás, de nuevo, ante uno de esos órganos con pedalier que hacen retumbar las columnas de las catedrales.
El caso es que, esa capacidad para llenar de sonido un espacio tan amplio como la Sala Mozart con solo nueve músicos, auguraba que la versión reducida de la Sinfonía de Arriaga no nos iba a decepcionar. Y así fue. El papel de las cuerdas en la obra original es ya complicado, con lo que, si reducimos los cinco papeles a cuatro músicos, se pueden imaginar la complejidad. Aunque, en general, se apañaron bien, no hubiera estado de más un segundo violín. Quizás, así, se podría haber tomado el cuarto movimiento a la velocidad adecuada y marcar más los contrastes. Los tempi de este movimiento final fueron el único aspecto negativo de la pieza. Por otro lado, el delicadísimo Andante con moto fue abordado con gran precisión y un fraseo solemne, con cuerdas y vientos respirando de forma orgánica.
Creo que los aragoneses no son conscientes de la suerte que tienen con una agrupación como el Grupo Enigma que a sus treinta años sigue innovando con propuestas como Plataforma Enigma para la promoción del talento joven y en la que participó el trompista que escuchamos en esta ocasión. O el Concurso de Composición Juan José Olives para jóvenes compositores y que este año alcanzará su sexta edición.
Perdón, no los aragoneses, sólo los zaragozanos. Y es que, en los agradecimientos del cuadernillo con el que el Grupo Enigma anuncia sus planes para este aniversario hay un gran ausente. Colaboran el Conservatorio, el Auditorio y el Ayuntamiento de Zaragoza, el INAEM, e incluso el Palacio de la Aljafería. Mientras tanto, el Gobierno de Aragón del popular Jorge Azcón se marca un nuevo desprecio a los músicos aragoneses. Nada que, por desgracia, nos sorprenda a estas alturas.
Pero no les voy a dejar con mal sabor de boca. No puedo terminar esta crítica sin felicitar al Grupo Enigma y desearles futuros éxitos. Si siguen la estela de estas tres décadas, no les será difícil lograrlos.
Foto: Auditorio de Zaragoza
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