CRÍTICA:  GUILLERMO GARCÍA CALVO DIRIGE A LA OSPA EN SU CONCIERTO DE ABONO Nº 13

La Voz de Asturias (Domingo, 22/05/11)

¡LA OCASIÓN LA PINTAN CALVO!

Guillermo García Calvo ha entrado en el contexto musical español como un verdadero aldabonazo. Desde hace años trabaja en Viena, al lado de alguno de los directores y entidades más prestigiosas del mundo, como la Ópera de Viena, cuya orquesta está formada por los músicos de la famosa Filarmónica; pero fue después del espectacular Tristán ovetense cuando su nombre comenzó a sonar con fuerza para la titularidad de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Estamos ante uno de los jóvenes directores de talento más puro de la actualidad, un auténtico diamante que con tan solo 33 años ya brilla con luz propia. Al contrario de lo que sucede con muchos directores de su generación, entre los que abundan propuestas artísticas superficiales, a veces fácilmente predecibles e, incluso, excéntricas, lo que este director madrileño propone es una perspectiva musical de gran calado, vinculada con la tradición de los más grandes maestros, dentro de un estilo interpretativo riguroso que se expresa con una sonoridad entre contundente y refinada, muy dúctil y sincera. Volvió a Oviedo con un programa nunca antes interpretado por la OSPA, muy comprometido para los músicos aun si los ensayos hubieran sido los deseables, y en una incómoda dinámica de viajes que ha llevado a la orquesta a ofrecer el mismo concierto tan solo un día antes en Santiago de Compostela. La Sinfonía nº 3 de Rousell rebosó transparencia y fantasía, ofreciendo momentos de clímax orquestal ciertamente conseguidos, que lograron aunar la espectacularidad de las dinámicas extremas con un cuidado sonoro refinado y consistente. El Concierto para dos pianos de Poulenc sirvió para mostrar las destacadas cualidades de García Calvo acompañando, así como una cautivadora interpretación de los hermanos Víctor y Luis del Valle, dos notables pianistas que interpretaron la obra dentro de un estilo alegre y cordial muy contagioso y atractivo, que se prolongó en las dos propinas: las Variaciones sobre un tema de Paganini para dos pianos de Lutoslawski y la Brasileira , de la suite Scaramouche de Milhaud. La Sinfonietta de Janácek volvió a exigir lo mejor de una orquesta cuyos vientos tocaron a un gran nivel, con especial mención al trabajo desarrollado por los flautistas Myra y Peter Pearse. Fue una pena observar el poco público presente en la sala ante una velada tan espectacular. Oviedo parece haberse convertido en una parte importante de la carrera de Guillermo García Calvo. Aquí ofreció su primer concierto al frente de un conjunto sinfónico y dirigió su primera ópera en España. ¿Quién sabe si la OSPA supondrá para él asumir por primera vez la titularidad de una orquesta?