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Crítica: «Halka» en el Teatro Real

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Autor: Raúl Chamorro Mena
14 de noviembre de 2023

Crítica de Raúl Chamorro mena de la ópera Halka en el Teatro Real

«Halka» en el Teatro Real

Halka desembarca en el Teatro Real capitaneada por un gran Beczala

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 11-XI-2023, Teatro Real. Halka (Música de Stanislaw Moniuszko). Corinne Winters (Halka), Piotr Beczala (Jontek), Tomasz Konieczny (Janusz), Olga Syniakova (Zofia), Maxim Kuzmin-Karavaev (Stolnik), Tomasz Kumierga (Dziemba), Javier Povedano (Un gaitero). Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Dirección: Lukasz Borowicz. Versión concierto. 

   Con motivo de los 105 años de la independencia de Polonia, llegaba por primera vez al Teatro Real la ópera más emblemática del «padre» de la ópera Nacional de este gran país, Stanislaw Moniuszko (1819-1872). Halka, que ve la luz en 1848 con una Polonia dividida bajo el domino de Rusia, Prusia y Austria, abre el camino de la ópera nacional romántica polaca y resulta todo un icono en su país. Sin embargo, resulta muy difícil de ver representada fuera del mismo. Sobre un libreto de Wlodzimierz Wolski la ópera contiene una trama conocida y habitual, como es la aldeana seducida por un noble de alta cuna, que la deja embarazada y la abandona para casarse con una de su misma posición. La música de Halka fluye agradable con abundantes pasajes de folklore popular, como mazurkas y polonesas, no faltando los momentos de inspiración melódica de filiación italiana, una orquestación fina y colorida y, sobre todo, la expresión del alma polaca. Halka es el emblema, porque abre el camino, pero, en mi opinión, la mejor ópera de Moniuszko es Straszny Dwór-La casa encantada (Varsovia, 1865), que reseñé para Codalario el pasado mes de mayo con ocasión de verla representada en el Teatro Wielki de Varsovia. 

   La versión concierto con la que Halka ha llegado al Teatro Real de Madrid fue de las estáticas con todos los cantantes tiesos delante de su atril y venía de la mano de uno de los tenores más destacados de la actualidad, Piotr Beczala, gran puntal en esta interpretación de la ópera más representativa de su país. 

«Halka» en el Teatro Real

   La protagonista, la húerfana Halka, mujer devastada, que padece la seducción del señorito y su abandono posterior después de dejarla embarazada, participa de la alteración psicológica femenina tan típica de la ópera romántica, culminando en el último acto con una escena de locura y alucinación. La soprano estadounidense Corinne Winters mostró medios de soprano lírica justa con centro bien emitido y de atractivo timbre y un canto fino, musical y bien delineado, aunque poco variado, falto de mayores contrastes. Asimismo, el agudo acusa tensión y el sonido se agria un tanto en dicha franja. Hay que subrayar, que este contexto de estática versión concierto pura y dura no transmitió mucho dramáticamente, pero se trata de una interesante soprano, en cualquier caso. 

   Jontek, enamorado de Halka y testigo-relator de su engaño y frustración es un papel más bien corto, pero muy bello, destinado a un tenor lírico puro, con dos intervenciones muy hermosas en los actos segundo y cuarto, de un efusivo lirismo. Espléndido Piotr Beczala, en su salsa, frente a una escritura que le va como anillo al dedo bajo cualquier punto de vista. Impecable, limpia y suelta la emisión, sin las forzaduras y oscurecimientos a que le obligan algunos de los papeles dramáticos que acomete últimamente -por ejemplo, su Radamés del pasado año en el Teatro Real-, el tenor polaco exhibió magnífico legato, musicalidad, fraseo bien cincelado, caluroso lirismo, elocuencia y seguridad en la zona alta. No pudo tener mejor paladín, desde luego, la ópera Nacional polaca por excelencia.

   El también polaco Tomasz Konieczny, recientemente Amfortas para la ONE y Wotan en el último Anillo del coliseo de la Plaza de Oriente, mostró su habitual volumen y extensión con esa emisión engolada, llena de sonidos duros y entubados. Siempre entregado y vehemente de acentos en su encarnación del desleal Janusz, su rudeza canora no casa, desde luego, con una escritura que pide nobleza y modos patricios. 

«Halka» en el Teatro Real

   Sorprendente la grisura y escasa proyección del bajo Maxim Kuzmin-Karavaev, que hace apenas tres años encarnó el Vodnik de Rusalka en el mismo escenario y resultó más sonoro y pujante. Voz sana y correcta de emisión, pero más bien de soprano que de mezzo, la exhibida por Olga Syniakova, la muchacha de su mismo estrato social con la que va a esposar Janusz. Discreto Tomasz Kurmiega como Dziemba. 

   Entusiasta, nerviosa, plena de brío, la dirección musical de Lukasz Borowicz que tradujo con entrega y autenticidad, además de buen acompañamiento a las voces, la música de su país. Con pocos ensayos, la orquesta sonó gris y borrosa, aunque fue de menos a más. Notable, sin embargo, el coro, que tradujo con empaste y rotunda sonoridad la brillante escritura coral, rica en genuino sabor local. 

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