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Opinión: «Encuentros de maestros». Por Aurelio M. Seco

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Autor: Aurelio M. Seco
20 de noviembre de 2022

Los pianistas Hortense Cartier-Bresson y Mischa Dacic se encuentran tras el recital ofrecido por Dacic en el Festival Internacional de Piano Rafael Orozco

Hortense Cartier-Bresson y Mischa Dacic

Encuentros de maestros

Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
La Historia de la Música es fecunda en encuentros legendarios. Encuentros, visitas, desencuentros... Viene al caso recordar uno muy fructífero entre artistas de la talla de Zubin Mehta, Itzhak Perlman, Pinchas Zuckerman, Jacqueline Du Pre y Daniel Barenboim, haciendo aquel impresionante Quinteto de la trucha en el que quien mandaba, se vio claramente en los ensayos, era la poética de Barenboim. Otras veces se producen desencuentros, como cuando Leonard Bernstein proclamó en público antes del concierto sus diferencias artísticas con el arte de Glenn Gould. Es conocida la admiración que la gran Maria Callas tenía por Montserrat Caballé, diosa del canto que ha marcado una época convirtiéndo su técnica en un arte sin par. A Maria Callas no le dolieron prendas en alabar la Norma de la española, puede que incluso tras verla en alguna ocasión en directo, ni de recomendarla para sustituirla en Tosca. Hace poco leíamos en el precioso libro de Leone Maggiera sobre Karajan, los viajes que realizaba Pavarotti para observar cómo trabajaba el gran maestro austríaco. Qué grandeza la de Pavarotti, un genio vocal de una riquísima y profunda complejidad. Pero Karajan no suponía una compentencia para Luciano Pavarotti. Con frecuencia, los más sabios aficionados son capaces de recorrerse medio mundo para ver a sus ídolos, no porque los hayan convertido en fetiches, que también, sino porque son conscientes del valor de su arte y del privilegio de poder disfrutarlo. Con todo, no siempre es fácil ver en los recitales y conciertos a grandes artistas visitar a otros; concederles el privilegio de su presencia. A veces perjudica el inmenso ego diminuto de muchos de ellos. Otras, la sensación de supeditarse, de reconocer al otro su grandeza, criterio muchas veces de naturaleza sociológica que puede llegar a pesar en la confusa mentalidad de la gente y en la de algún que otro gestor sin criterio.

   El pasado día 11 de noviembre el Conservatorio Superior de Música de Córdoba vio el encuentro de dos maestros del piano, en el contexto de la 20ª edición del Festival Rafael Orozco de Córdoba. Ofrecía su recital el genial pianista serbio Misha Dacic y acudió a verlo la pianista francesa Hortense Cartier-Bresson. La fotografía que publicamos, facilitada por el festival, muestra a Cartier-Bresson felicitando a un Dacic exhausto tras tocar, entre otras obras, varios Estudios trascendentales de Liszt, partitura que pocos pianistas del presente son capaces de poner en sonido sobre un escenario con unas mínimas garantías artísticas. La imagen es preciosa y refleja, no sólo la grandeza ética de Cartier-Bresson, sino también su interés hacia la poética de uno de los más destacados y especiales pianistas de nuestro tiempo.

Foto: María Cariñanos / Festival Rafael Orozco

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